Historias sobre la regulación de mercados en España (III): El Banco de España y las Cajas

Previously on this blog:

– Las compañías eléctricas toreando sin complejos a los clientes, con la CNE de atenta espectadora (más detalles).

– El Banco de España y su incapacidad para defender al pequeño cliente de las múltiples trampas y trampitas que usan las entidades de crédito  (más detalles).

Y en el capítulo de hoy… las Cajas, su desaparición, los controles sobre su actuación, los desmanes varios y, sobre todo, la actuación del Banco de España.

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Tras el tiro de gracia, empiezan los fastos funerarios: bye, bye, Cajas

Lo que se empezó a hacer, por medio de un Decreto-ley, en mitad del Mundial de Fútbol del pasado verano, se ha completado en este inicio de 2011, según ha anunciado la Minstra de Economía Elena Salgado esta tarde en rueda de prensa. Ignoramos cómo se plasmará la reforma, pero no es arriegado que de nuevo tendrmeos un Decreto-ley, que es la nueva forma «ordinaria» de legislar». Esperaremos al viernes, en cualquier caso, a ver qué dice el Consejo de Ministros. Lo importante, de todos modos, no es eso. Lo importante es que ya se ha culminado el derribo de las Cajas de Ahorros   su puesta a diposición de la banca privada, aprovechando la sensación de que para afrontar la crisis hay que hacer «lo que sea».

Lo que sea, en este caso, se resume en los siguientes pasos, claramente dirigidos a acabar con las Cajas de Ahorros y que ya estaban perfectamente esbozados en los cambios que se introdujeron el verano pasado, que conducían inexorablemente hacia donde conducían, por mucho que nos dijeran que no, que no tenían la intención de acabar con el modelo de entidades financieras públicas que hemos venido construyendo desde hace siglo y medio:

– obligar a las cajas de ahorros a fusionarse para diluir el control regional sobre las mismas y ponerlas en manos de los dos grandes partidos políticos de ámbito nacional, que tienen muy claro que no quieren poner palos en las ruedas al proceso, a diferencia de lo que ocurre con algunos de sus miembros «de provincias» (primer paso ya conseguido a lo largo de 2010 con amenazas de intervención del Banco de España y con el caramelito del dinero del FROB puesto ahí para facilitar liquidez en momentos como éstos, de contracción del circulante);

incrementar repentinamente las exigencia de solvencia, con la excusa de la crisis, de la desconfianza de los mercados y de Basilea III (que no es tan exigente, y que además da un plazo de adaptación mayor), yendo más allá de lo que se pide a España desde fuera y completándolo, en una vuelta de tuerca asombrosa, según ha explicado hoy en rueda de prensa la Ministra Salgado, con la retorsión, incluso, de exigir más cobertura a las Cajas que a los Bancos y, en concreto, anunciando que serán si cabe más exigentes con las Cajas que «voluntariamente» no se transformen en bancos (la razones de esta exigencia adicional es que, como no están sometidas al escrutino de los mercados, al no cotizar, hay que ser más cuidadosos con ellas… ¡pero no habíamos quedado en que el Banco de España era el mejor supervisor del mundo!, ¡pero no se suponía que los mercados eran irracionales, como cuando atacan la deuda española!, pues no, ahora va y resulta que a las Cajas les metemos más caña que a sus homólogos privados por estar menos expuestas a sus vaivenes, dicen; en la práctica esto servirá para señalar a las cajas como insolventes y a los bancos como una maravilla);

– tras este inopinado incremento de las exigencias por parte del regulador, que lógicamente provoca una tensión adicional en un momento en que la crisis ha hecho que la gestión de cualquier entidad financiera sea muy complicada y ajustada a los límites y márgenes de maniobra (como les pasa a los gobiernos y los límites de déficit, por ejemplo; o a todos nosotros con el presupuesto familiar en un momento de recortes: el colchón de seguridad es menor), el Gobierno declara tajantemente que quien no cumplan estas normas sobrevenidas es que está en situación de insolvencia y, por ello, habrá de ser intervenido, rescatado:- se anuncian unos meses de plazo para ajustar (pero ese ajuste será muy difícil, por no decir imposible en muchos casos, debido a lo que hemos explicado sobre el colchón) las cuentas a las nuevas normas, pero si no se logra en septiembre el Gobierno, sencillamente, nacionalizará las cajas para «sanearlas»;

– vamos, que aquellas Cajas que no se rindan directamente desde un primer momento aceptando ellas mismas convertirse en corderitos bancarios prestos a ser engullidos (que alguna habrá, dado que ahora están ya más que nunca controladas directamente por los partidos estatales) tendrán muchos problemas para justificar ante la opinión pública su solvencia y enormes dificultades, en este contexto recesivo, para incrementar el mínimo de capital exigido hasta el 8% (y el extra anunciado para las Cajas, que no se sabe cuál será), con lo que vamos a asistir a una mortandad brutal;

el Gobierno meterá dinero en las Cajas, dinero público, dinero de todos, y a continuación (¿alguien lo duda?) las venderá a la banca española, previsiblemente a precio de saldo, alegando que las Cajas están en una situación pésima y que casi nos están haciendo un favor al quitárnoslas de encima; a esto lo está llamando la peña «nacionalización» (algo curioso, porque las Cajas ya son sector público) cuando es una mera inyección de capital destinada, simplemente, a hacer más digerible el bocado.

Y ya está. De golpe y porrazo, el sector bancario español se habrá zampado, como lleva 3 décadas pretendiendo hacer (eso sí, siempre esparando para lograrlo contar con la ayuda del legislador y del gobierno, dado que no ha habido manera de expulsarlas del mercado a base de ofrecer mejor servicio y de dar más ventajas a sus clientes, ¡a pesar de las constantes críticas a la ineficiente gestión de las Cajas!, -una sorprendente ineficiencia que les permitía, increíblemente, competir de tú a tú con «la banca más solvente del mundo») a las Cajas de Ahorro, que representan la mitad del sector financiero español, y, además, la mitad más próxima y cercana a la sociedad, a los pequeños ahorradores y, por cierto, las únicas entidades gestionadas desde la periferia y desde núcleos de población no centrales.

Traigo aquí parte de las reflexiones de julio pasado, que como el Mundial lo ocupaba todo, seguro  que pasaron inadvertidas, pero que son de plena actualidad, en las que trataba de explicar las razones por las que esto, por mucho que nos digan, no es algo bueno:

¿Por qué es grave que algo así ocurra? Pues al margen de la ausencia de debate, de la espectacular silenciación de cualquier oposición por parte de una prensa española que tiene bien claro quién manda, de la manera en que poco a poco, esos mismos dueños del país han acabado logrando convencer a las elites políticas y funcionariales de que cedan también en su resistencia, de la manera en que se aprueba la norma, del momento elegido… al margen de todo eso, porque las razones de fondo para cambiar el modelo de Cajas de Ahorro no se sostienen. Voy a tratar de trazar una serie de puntos, señalados a vuelapluma y enunciados de modo necesariamente breve, por lo que esto es así. Espero se me disculpe la concisión en cada una de las razones:

En primer lugar porque las Cajas de Ahorro, contra la línea de opinión dominante, han jugado un importantísimo papel en este país y han funcionado moderadamente bien, satisfactoriamente. Son rentables, ganan dinero y están gestionadas de modo más que competente. De hecho, ésa es la razón por la que la gran banca desea cargárselas como competencia y comérselas para quedarse con sus clientes (que se han ganado compitiendo en buena lid en el mercado). Si fueran un desastre no necesitarían ayuda pública, vía una norma que se las ofrece en bandeja, para liquidarlas por medio de su mejor acción en el mercado.

En segundo lugar, porque la tan criticada influencia política en las mismas, que es innegable, no ha generado, si miramos el mapa global del sector, una peor gestión que la que se ha realizado siguiendo criterios puramente “empresariales”. De hecho, si miramos a la historia de los últimos 40 años, y también a la actual crisis, los pufos más espectaculares los han protagonizado, en general, en España, bancos más que Cajas de Ahorro. Otra cosa es que las medidas del Banco de España tengan todo este asunto en el armario y que, de momento, la “entidad supervisora” esté escondiendo las vergüenzas del secrtor (y las suyas propias) tras una sucesión de normas impresentables que permiten no actualizar balances. Eso sí, toda esa “comprensión” con el sector privado se torna exigencia radical cuando miramos a las Cajas, a las que han obligado a fusionar para centralizar en Madrid todo el poder económico posible (el caso de la fusión entre Bancaja y Cajamadrid es probablemente uno de los ejemplos más escandalosos de cómo funcionan las cosas en este país) y están ahora conduciendo con descaro al matadero para que BBVA y Santander se las vayan quedando en un futuro no muy lejano.

En tercer lugar, porque, como es obvio, si las Cajas dedican sus beneficios a pagar dividendos habrá mucha menos obra social. Y la obra social de las Cajas ha sido muy importante en este país. Unas instituciones que revertían en la sociedad de donde extraían sus beneficios gran parte de éstos pasarán a funcionar con una lógica estrictamente capitalista. Se supone, sí, que por esos dividendos que reciban los inversores los ciudadanos obtendremos una parte, vía impuestos. Dado cómo está el asunto de las SICAV y, en general, la imposición a las rentas de capital, la cosa es para ponerse a llorar. En todo caso, y dado que la obra social de las Cajas, además de para cosas interesantes, sirve para pagar favores, uno tiene la esperanza de que, al menos, esto conlleve ciertas estrecheces al sector de artistas y Familia Real especializados en vivir de estos dineros. Pero no caerá esa breva. La obra social que primero desaparecerá será la otra.

En cuarto lugar, porque las Cajas han nacido y crecido con el esfuerzo de clientes, impositores, gestores y, en general, sociedad civil. Que ahora se permita que se regale por cuatro duros todo este patrimonio público acumulado al sector privado no tiene nombre. O sí. En cualquier caso, a la vista de la ausencia total de preocupación ciudadana porque este robo a plena luz del día se consume, cuando no el apoyo entusiasta a que se las queden los bancos “para que desaparezcan los chupópteros” (a la vista está que, en estos tiempos, al ciudadano no se la hace posible imaginar que haya chupópteros que viven de nuestro dinero en el sector privado), hay que concluir que es la propia sociedad civil la que parece encantada con regalar su patrimonio.

En quinto lugar, porque el sector financiero funciona mejor con Cajas de Ahorro que sin ellas. La experiencia comparada lo demuestra sin dificultades. Países de la situación, talla y músculo financiero de España sin cajas de ahorro hay pocos, porque es un coste que no se puede uno permitir. En nuestro país, su función de “pequeña banca de proximidad”, que recoge el ahorro privado de muchos ciudadanos y luego lo pone en el mercado del crédito ha sido básica debido a las dificultades de nuestra banca para acceder al mercado del crédito interbancario a tipos de interés asequibles. De hecho, parte de la crisis económica y financiera actual se debe a que, debido a las presiones sufridas por las Cajas en los últimos años, éstas han actuado cada vez más como la banca tradicional, abandonando (en parte) ese negocio de proximidad tradicional. En cuanto han venido mal dadas, eso ha drenado el crédito y los riesgos excesivos han impedido que funcionara el lubricamente para la pequeña y mediana inversión que suponía esa tradicional captación de capitales que hacían las Cajas.

Y, en sexto lugar, porque este proceso, además, fomenta la concentración en el sector financiero. Y a la vista está (tenemos, de hecho, experiencias recientes)  que las bancas y cajas que tanto en España como en el mundo, en general, mejor se han comportado, han sido las pequeñas y medianas, mientras que las grandes se han apalancado que da gusto y han pasado (y pasan) por dificultades mucho mayores (eso sí, socorridas con dinero público si es preciso por eso de que son “demasiado grandes para caer”). Por no hablar de la diferente afección al sistema que supone que quiebre alguna entidad pequeña que el que lo haga una grande, que debiera llevar a la conclusión de que es más sano un entorno con diversas entidades medianas que otro con un par de mastodontes. Llama la atención hasta qué punto las leyes sagradas del capitalismo (fomentar la competencia entre los diversos actores del mercado, por un lado; y no poner todos los huevos en la misma cesta, por otro) son normas que el consenso de sabios dedicados a esto de la regulación del sector financiero entiende que no han de aplicarse, precisamente, al propio sector.

Pues ya está. Se acabó. Adiós a las Cajas. Ya veremos quién, cómo y a qué precio se las quedan. Y cuánto tardan. Pero la partida ha terminado.  Game over. – – – – – – – – – – – – – – – – – – – – – –

P.S.: En el texto anteriormente enlazado y en parte reproducido de julio del año pasado se inició un muy interesante debate sobre el comentario que realicé y la situación de las Cajas. No he cambiado sustancialmente de opinión y, de hecho, creo que la evolución de los acontecimientos demuestra que muchos de, por no decir todos, los recelos expresados en julio tenían mucho sentido. Pero ello no quita para que en los comentarios se pusieran de manifiesto objeciones muy interesantes y se generara un debate que, aprovechando que el tema vuelve a estar de actualidad, les recomiendo que relean porque, de verdad, vale la pena. También, por cierto, porque hubo quien aportó información muy interesante con evidente conocimiento de lo que estaba hablando. Ya digo, les recomiendo que repasen los comentarios.



Hoy desaparecen, para siempre, las Cajas de Ahorros

Con mundialidad y decretoleyía, el Gobierno aprueba en Consejo de Ministros (o eso esperamos todos, que con la manera en que este Gobierno se reúne, aprueba normas y las modifica uno nunca sabe ya quién aprueba, en verdad, los textos que van al BOE) hoy una modificación de la norma que regula las Cajas de Ahorros que, en la práctica, supone la desaparición de estas instituciones y la definitiva bancarización del sector financiero español, que a partir de ahora funcionará esencialmente (no decimos exclusivamente ya que siempre hay canales de «comunicación» entre el poder político y la gran banca que permiten decisiones no exclusivamente basadas en criterios de mercado sin necesidad de estar hablando de Cajas de Ahorros para que se detecte esta influencia) a partir de criterios de rentabilidad económica y de gestión puramente financiera. El proceso de evolución hacia este punto final puede llevar unos años, pero es evidente que hoy se inicia definitivamente una senda que llevará, sí o sí, a ese destino.

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Debate sobre el sentido de la investigación universitaria en Derecho público

Continuando con la serie de jornadas centradas en el análisis de las Misiones de la Universidad para el siglo XXI que ya iniciamos el lunes pasado con un debate sobre Bolonia y los estudios de Derecho, mañana jueves se celebrará en la Facultad de Derecho de Valencia (Departamento de Derecho Administrativo) un debate-seminario más específico, referido al sentido de la investigación que realizamos desde la Universidad en materias de Derecho público y, más en concreto, si aporta algún elemento valioso y que la diferencia de la que puedan realizar otros profesionales del Derecho desde otros lugares.El seminario contará con la asistencia de varios jóvenes profesores de Derecho administrativo de diversas Universidades españolas, que desarrollarán el tema a partir de su experiencia como investigadores, analizando si, en su opinión, el hecho de haber trabajado ciertos temas desde la Universidad ha podido aportar a su visión de los mismos algún valor añadido que los haga especialmente valiosos frente al análisis de las relaciones sociales, de las normas y de los fenómenos jurídicos que pueden producir otros operadores.

Por supuesto, al seminario está invitado cualquier miembro de la comunidad universitaria que desee participar y enriquecrlo (así como, por supuesto, está también abierto a cualquier persona interesada).

EL SENTIDO DE LA INVESTIGACIÓN UNIVERSITARIA EN DERECHO PÚBLICO

Lugar y fecha de celebración: Jueves, 19 de noviembre, a partir de las 10.00 horas, en la Sala 3P12 del Departamento de Derecho Administrativo de la Facultad de Derecho de la Universitat de València.

Programa

10.00 horas. La labor del profesor de Derecho público
Prof. Dr. Antonio Fortes (U. Carlos III de Madrid) – La investigación en Derecho del profesor universitario: ¿obligación, devoción o negocio?
Xavier Bernadí Gil (U. Pompeu Fabra)- Yo estaría -o muchos estaríamos- en el paro. ¿A quién le interesa lo que no da dinero?

12.00 horas. Derecho público y creación doctrinal
Maria Mercè Darnaculleta (U. Konstanz) – Aportaciones de los profesores universitarios al Derecho Administrativo global
Silvia Díez (U. Autónoma de Madrid) – La autovinculación de la Administración como ejemplo de construcción doctrinal

16.30 horas. La aportación del análisis académico a la regulación económica
Luis Arroyo Jiménez (U. Castilla La Mancha) – La investigación en el Derecho público y la regulación de la economía
Juan Gutiérrez Alonso (U. de Granada) – Calificación crediticia, los paraísos fiscales y la supervisión financiera

18.30 horas: Estudio desde la Universidad de cuestiones de aplicación pública y privada del Derecho público español
Luis Medina Alcoz (U. Complutense de Madrid) – El estudio de la responsabilidad patrimonial de la Administración desde la Universidad
Eduardo Melero Alonso (U. Autónoma de Madrid) – El régimen jurídico de las operaciones militares en el exterior, visto desde fuera del conflicto

Participación en la jornada:
La jornada está destinada a un público académico y está abierta a toda la comunidad universitaria. El sistema de ponencias y posterior debate permitirá un amplio intercambio de ideas y opiniones entre todos los asistentes. No es preciso registro de ningún tipo para poder asistir a las mismas.

Otras jornadas dentro del ciclo Misiones de la Universidad para el siglo XXI:

9-XI-2009. Bolonia y los estudios de Derecho. Misiones de la Universidad para el siglo XXI (I)
[Más información]

26-XI-2009. El futuro de la Universidad de Valencia. Misiones de la Universidad para el siglo XXI (III)
[Más información]

Organización:
– Financiado por Generalitat Valenciana (Ajudes per a la organització de congressos, jornades i reunions de caràcter científic, tecnològic i humanístic), por el Vicerrectorado de Investigación de la Universitat de València y por la Facultad de Derecho de Valencia.
– Coordinador de la organización y actividades: Andrés Boix Palop



Obra benéfico-social y financiación de infraestructuras

Las Cajas de Ahorro están de actualidad en los últimos años por múltiples motivos: se han convertido (prácticamente) en las únicas instituciones financieras con un peso importante en sectores industriales de relieve, participan en la reorganización de algunos de ellos tan estratégicos como el eléctrico, están constantemente en el punto de mira de la banca privada (que por una parte ve con desagrado una competencia que entienden desleal por no estar condicionada por la necesidad de retribuir a los accionistas, mientras que no oculta su deseo de adquirirlas y liquidar a los rivales en el mercado español del crédito)…

Las Cajas de Ahorro no suelen ser analizadas por los juristas como lo que son, en realidad, según parece obvio para el común de los mortales, esto es, como parte integrante del sector público. Si no tienen accionistas y entonces las decisiones las adopta un consejo de administración elegido mayoritariamente por diferentes Administraciones públicas, si existe de facto una línea directa entre estos consejos de administración y los gobiernos autonómicos, si los fondos que no se destinan a reservas son empleados a partir de criterios determinados por los poderes públicos… si todo ello es así, la verdad es que parece complicado vivir al margen de lo que no resulta sino una realidad evidente: que las Cajas son parte, al menos en un sentido funcional, del sector público económico. Pero no conviene minusvalorar la capacidad del Derecho para vivir, en ocasiones, aunque sea formale interesadamente, en un mundo paralelo con sus exotismos y peculiaridades.

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