RBBE REDACCIÓN EL PARDO Primero de todo, la que es para mí noticia de ayer. Diario ABC, Pablo M. Díez, corresponsal en Pekín cuenta una historia sobre el deporte rey en Japón: el sumo. Resulta que “el año pasado se descubrió que el 92 por ciento de los ‘establos’ donde entrenan y viven los deportistas utilizaban bates de béisbol, cañas de bambú y otros instrumentos para golpearlos con saña. Además, un tercio de los luchadores confesó haber sufrido abusos físicos y otro 12 por ciento aseguró que las palizas, eufemísticamente llamadas ‘abrazos’, se combinaban con la tortura mental. Una brutalidad que, junto al dopaje con esteroides para engordar a los luchadores y el amaño de combates por parte de temible mafia nipona ‘yakuza’, están tumbando al sumo”. Un tema, todo éste, que salta a la luz no porque haya muerto una joven promesa ni porque Michael Moore haya dedicado a estos deportistas su próximo documental, sino porque resulta que han pillado a dos luchadores fumando porros. De nacionalidad rusa, los hermanos Roho y Hakurozan han sido expulsados de por vida al dar positivo por marihuana. No hay más remedio puesto que, sigue Pablo M., “los luchadores de sumo deben ser ejemplo de rectitud moral y vida sana para la sociedad”. Toda una lección vital. Hablemos de balompié, pues.

Las elecciones en Estados Unidos vuelven a plantear un dilema a esta sociedad del que muy bien querían haberse librado al botar a Hillary Clinton. Otra vez tienen que volver a elegir entre un negro y una tía. Y qué tía. Atleta cristiana, creacionista, y como era de esperar en su especie, mucho más follable ahora que cuando tenía veinte años menos. El caso es que, desde una óptica balompédica, mi simpatía se inclina por la pareja republicana.

McCain, que no puede mover los brazos desde su cautiverio en Vietnam, donde se negó a ser liberado para no alterar el código de honor de los marines –se sale por el orden en el que se entra- y la Palíndroma, que apechuga con su hijo down y se quiso cargar a un funcionario de mala manera porque amenazó a su familia. Reside en esta candidatura un aspecto muy español. Ambos pronuncian Washington como si rimase con mierda. Suena al ‘Madrit’ con el que gozan tantos otros políticos reaccionarios en estas latitudes.

Se trata de dos rebeldes. Dos inconformistas. Y dos hijos de puta, a muy buen seguro. Pero los hijos de puta de los que les voten. Con esto quiero decir que, cuando se comenta que los pecadillos de ambos el populacho se los perdona porque les comprende umanamente, encarnan la figura del futbolista que ya, por lo visto, no nace. La Palin no tiene ni idea de nada más allá del derecho a decidir de los alaskarras, pero si defiende a su familia con toda la maquinaria del estado mediante, la gente lo puede comprender. Son sus mismos problemas. Y luego, encima, se les pone dura cuando ven cómo han desafiado toda su vida a la jerarquía de su propio partido, esa rebeldía de barrio, ese aquí están mis pelotas. Con todo ese carrusel desclasado que haría llorar a Balzac, uno inevitablemente se acuerda de Tejero, Chinaglia y, por orden de brainstorming, Popescu arrebatándole el brazalete de capitán a Guardiola.

Es lo que hace falta a día de hoy en las dos caras de la moneda del fútbol español. El Madrid y el Barça. En uno tenemos a una camarilla deleznable acomodada y omnímoda, junto a unos jóvenes que se tratan de reivindicar en mayor lucha con su falta de brillantez que con el entorno, por duro que sea, al lado, y Dios quiera que por muchos años, de los santos varones holandeses. Y del otro, notamos a un equipo caduco cuya estructura se sostiene gracias al narcisismo general que emana de la directiva, acomoda en su sociedad, y se filtra a todos los niveles del club. Xavi, Etoo, Henry… hasta Touré suena ya a Thuram, que nació póstumo. Hay un tío guay, eso sí, Pep, con sus bufandas… un Obama por detrás en las encuestas. Como Schuster el año pasado.

Se echa en falta, no ya una generación, sino, aunque sólo fuera, ese tipo de futbolista, entrenador, o lo que sea, peleón que se pone los galones a martillazos sobre filosofía ajena. El año, entre los dos gallitos, no se saldrá de la tónica de las últimas dos temporadas, donde la disputa se ha centrado en averiguar cuál de los dos era el menos frágil. Todo esto obviando al Atleti y su gran comienzo. Pero es que indagar aquí ya serían palabras mayores.

Para explicar la situación del club del Manzanares tenemos que untarnos aceite Johnson´s Baby corporal por todas las ingles y genitales para tocarse bien, pero bien, maño, porque hay que remontarse a la escatología chií.

Recuerdo que con ocho años, cuando empecé a ver telediarios por castigo, antes de los dibujos de mediodía correspondientes, hacía cálculos con el conflicto de Iran e Irak. Llevaban ocho años en guerra y yo tenía ocho años. Lo recuerdo como uno de mis primeros razonamientos: qué putada si hubiera nacido ahí y llevara toda mi vida en guerra. No lo sabía yo bien.

Con unas tropas de mierda frente al muy bien entrenado ejército de Saddam, a Jomeini no le quedaron más cojones que enviar niños a la guerra. Con entre diez y doce años, nunca más de dieciocho, a los muchachos los empleaban, bastante a la desesperada, para volar campos de minas. La táctica era envolverlos en alfombras y hacerles rodar, unos pegados a otros, por la tierra de nadie. Era la Basij Mostafazan, la ‘Movilización de los oprimidos’. ¿No huelen a A-leeeeti por los cuatro costados? ¿En qué se diferencia esto de ir al Calderón?

Estos críos sumaban un tercio del ejército iraní. La formación que les daban era más religiosa que militar. Llama a risa recordar que Irán, para la guerra, comprara medio millón de llaves de plástico. Era el único armamento de estos chicos. La puerta del cielo. Éste, y la propaganda. Porque las declaraciones de Jomeini al respecto nos recuerdan plenamente a las campañas publicitarias de captación de socios del A-leeeti. Ambas versan sobre el mismo tema. Dejemos que hable el Ayatolá: El mundo natural es el elemento inferior, la escoria de la creación. Lo que es decisivo es el más allá: El mundo divino que es eterno. Este último mundo está al alcance de los mártires. Sus muertes no son muerte, sino simple transición de este mundo a otro, donde vivirán eternamente y en esplendor. Ya sea que el guerrero gane o pierda la batalla, muere mártir –en ambos casos, su victoria está asegurada: mundana o espiritual.

¡A-leeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeti!

Y ahora viene el ‘Kun’, el ‘Niño’, Futre, Sabas, Vizcaíno… ¿Recuerdan al Imán oculto? Si los niños se acojonaban, un buen hombre, mayor de edad, tenía a bien subirse a caballo y, con una capa y la cara impregnada en fósforo para que resplandeciera, se hacía pasar por el susodicho para enviarlos al frente. Corrían hacia el enemigo, armados sólo con la mano entre las piernas, pero en éxtasis.

El resultado de todo esto nos lo explica un combatiente iraquí citado en el reportaje de Matthias Küntzel del que extraigo toda esta sabiduría: “Hordas con los puños en alto se echaban encima de muestras posiciones, podíamos abatir la primera ola y luego la segunda, pero en algún momento los cuerpos se empezaban a apilar frente a uno, y todo lo que se deseaba era ponerse a dar gritos y arrojar el arma. ¡Son seres humanos, después de todo!”

Y ahí están, líderes y en Champions. Con el sudor de su frente.

Este artículo fue publicado el miércoles, 10 septiembre 2008 a las 10:20 am en la categoría de Actualidad.