Entradas marcadas como ''

El Impostor

Parece que al final sí habrá pressing catch televisivo entre las dos caras del PPSOE. Supongo, eso sí, que ninguna televisión pública cometerá la desfachatez de emitir tal episodio, aunque tengo mis dudas después de contemplar ayer el bochornoso espectáculo de los 59 segundos de sectarismo bipartidista en TVE.

Sin embargo, el tema del día es que el Impostor, después de otra entrevista-masaje de Gabilondo -mmmm- pronunció dos frases controvertidas, 1) y 2). 1) «Nos conviene que haya tensión». 2) «Voy a empezar a partir de este fin de semana a dramatizar un poco». No se conocen hasta el momento reacciones del mundo de la cultura, por más que cueste poco imaginar qué sesudas disquisiciones estaríamos escuchando de los vejetes si las palabras hubieran salido de la boca de Acebes o Zaplana.

Sin embargo, lo más relevante aquí es el hecho de que la deriva pepera del Impostor parece no tener freno. Lo que empezó con el Estatut y ya no paró -reforma fiscal con las derechas nacionalistas, peloteo al monarca, aumento del tráfico de armas, Guantánamo electoral y construcción de imputaciones en Euskal Herria, tamayazo navarro, no anulación de los «juicos» franquistas, financiación de la Iglesia, no reforma de la ley del aborto, política de cheques, etc.- acaba con el Impostor calcando la apuesta pepera por joder la convivencia, azuzar el miedo y dramatizar la realidad. Si la campaña dura un mes más, el Impostor acaba con la mochila de Vallecas y dándose de alta en los Peones Negros.

Qué asco votar así, snif…

Exclusiva: fotos del Caudillo en pelotas

No, es un titular levemente sensacionalista, y que responde a la realidad más o menos como aquella frase que le dijo el presidente Zapatero a Luís del Olmo el viernes pasado negando que hubiera aumentado el paro -«Yo te haría un matiz, Luís. Son personas que se han apuntado al paro. No es lo mismo porque al paro se apuntan permanentemente personas en busca de empleo, bien porque cumplen la edad o bien porque tienen deseos de trabajar»-.

Si es que se apunta a cada cosa la gente cuando tiene tiempo libre… Yo, por ejemplo, me apunto al acto del Sábado La Memòria, l’Hora de la Veritat, organizado por ERC y que cuenta con la presencia del Equipo Nizkor, y que alude a la aberrante manera como la democracia española trata el pasado protagonizado por la persona aludida en el título de este apunte, que no está precisamente dejado en pelotas por nuestra democracia como sí les sucede a sus víctimas:

DiSSABTE 16 DE FEBRER
MUSEU D’HISTÒRIA DE CATALUNYA
Pl. Pau Vila, 3 MetroL4 Barceloneta
10.00 h

PRESENTACIÓ
Joan Tardà, portaveu d’Esquerra al Congrés

10.15 h

CONFERÈNCIA
LA LLEI DE LA MEMÒRIA: DRET INTERNACIONAL O IMPUNITAT?
Gregorio Díaz Dionis, Equipo Nizkor

11.00 h

PAUSA PER AL CAFÈ

11.30 h

TAULA OBERTA
LA LLEI DE LA MEMÒRIA.
CRÍTICA DES DE DIFERENTS PERSPECTIVES
Josep Cruanyes, Comissió de la Dignitat
Empar Salvadó, Fòrum per la Memòria del País Valencià
Pare Josep Massot, director Publicacions de l’Abadia de Montserrat
Carme Puig Antich, germana de Salvador Puig Antich
Pere Fortuny, Associació pro Memòria als Immolats per la Llibertat de Catalunya
Modera Enric Pujol, vocal del grup d’Història d’Esquerra

13.00 h

CLOENDA
LA TRANSICIÓ INACABADA, UNA ASSIGNATURA PENDENT
Joan Ridao, candidat d’Esquerra al Congrés
Presenta Alba Castellví, secretària de Política Cultural d’Esquerra

Cal confirmar l’assistència abans del 14 de febrer a Marta Barniol
(93 453 60 05 / mbarniol@esquerra.cat)

A destajo

Tal y como se apuntaba juiciosamente en el irrintzi monárquico de hace un mes en El País, a Su Majestad no se le reconoce lo suficiente lo mucho que trabaja. En la medida de lo posible, el blog maketo va a tratar de combatir esta injusticia.

Mientras los políticos se dedican al pressing catch prometiendo árboles, policías y dinero para ganarse un sueldo gracias a la elección ciudadana, el Campechano sigue tirando de la laboriosidad que siempre le ha caracterizado. Mientras otros se llevan las fotos, las noticias y la notoriedad, él sigue tratando de sostener el país con su ética del trabajo.

Después de un fin de semana de merecido descanso -¡Bang!- después de su visita a su hermano demócrata egipcio -descanso que por cierto se prolongaba desde el pasado miércoles-, Su Majestad empezó el lunes con una audiencia con la Junta de Gobierno de la Comunidad de Regantes, Sindicato Agrícola del Ebro. Agotador, uf. Acto seguido, dio por terminada su jornada de trabajo.

El Martes lo empezó con una visita a las instalaciones del periódico «El Ideal» de Granada, donde nada menos que puso en marcha una rotativa y descubrió una plaquita. Agotador 2, uf. En lugar de echar una cabezadita o pillar un par de días libres, el Rey siguió con su frenética actividad visitando un centro de investigación, donde no solo tuvo que descubrir otra plaquita sino que además se vio obligado a culminar su jornada laboral echando una firmilla en el Libro de Honor, todo ello acompañado por un auténtico enjambre de funcionarios de las administraciones estatal, andaluza y extremeña que, en lugar de estar haciendo aquello para lo que se les paga, optaron por dedicar un ratillo al sano peloteo.

Casi nada.

El avispero catalán: CiU

No sé si las negoció a la salida de la reunión de la Moncloa en la que se cargó el Estatut con Zapatero, pero los goles que Durán Lleida le ha colado a Artur Mas en la confección de las listas al Congreso merecen un apunte del blog Maketo.

Como saben, CiU se presenta a estas elecciones con, en principio, dos aspiraciones. La primera, compartida por toda la federación, es ir a ganarse la presidencia de la generalitat a Madrid. La segunda, compartida únicamente por al candidato y sus fieles, es pillar un Ministerio. Para él, la Casa Gran del catalanisme sería el Ministerio de Exteriores: allí cabrían todos.

En Girona, CiU consiguió dos diputados, y no parece muy factible que puedan perder o ganar actas. De los candiatos de 2008, uno es convergente, y el otro unionista.

En Lleida consiguieron un diputado, y se quedaron muy cerca (300 votos) del segundo. En esta ocasión, lidera la lista un unionista, flanqueado por un convergente.

En Tarragona también consiguieron un diputado, y se quedaron relativamente cerca de obtener un segundo representante. En este caso, lidera la lista un convergente, y la probable segunda acta sería para un unionista.

Por último, en Barcelona obstuvieron seis diputados. La lista para el 9-M la encabeza Durán Lleida, seguido de cuatro convergentes. El número 6 es también para los unionistas. De conseguir aumentar su representación la siguiente acta sería para Silva, el ídolo de hazteoir.org, y la octava para un convergente.

Así las cosas, si CiU repitiera resultado, Unió contaría con cuatro diputados por seis de los convergentes. Si como parece la federación aumenta su representación, podría llegar hasta los seis unionistas y ocho convergentes. Hay que recordar, por último, que la frontera para conseguir un grupo parlamentario, con sus compensaciones en forma de dinero y exposición a la opinión pública, son los cinco diputados.

Vistas las peculiares relaciones internas de las dos cabezas visibles de  CiU, Durán y Mas, hay que preguntarse como usaría Duran Lleida la posición de fuerza que le otorgaría tener un Grupo Parlamentario para él solito. No solo de puertas afuera en eventuales negociaciones para pillar su cacho ministerial, sino para condicionar de forma interna las futuras apuestas políticas de CiU y, más específicamente, por las que lideran aquellos que son partidarios de evitar convertirse en un mero satélite del PPSOE como ha sido CiU en los últimos quince años.

Arranca una Plataforma de intelectuales que apoya a Zapatero

Sí, cuenta El País que la cultura se ha unido para apoyar al presidente del Gobierno. Por ello es un buen momento para recuperar del mismo periódico un artículo de Rafael Sánchez-Ferlosio publicado el 22 de Noviembre de 1984. Aprovecho la oportunidad para recomendar otro del mismo Ferlosio sobre el terrorismo de estado, ahora que el PSOE-GAL está en su maratón ilegalizador.

La Cultura, ese invento del Gobierno

El Gobierno socialista, tal vez por una obsesión mecánica y cegata de diferenciarse lo más posible de los nazis, parece haber adoptado la política cultural que, en la rudeza de su ineptitud, se le antoja la más opuesta a la definida por la célebre frase de Goebbels. En efecto, si éste dijo aquello de «Cada vez que oigo la palabra cultura amartillo la pistola», los socialistas actúan como si dijeran: «En cuanto oigo la palabra cultura extiendo un cheque en blanco al portador». Humanamente huelga decir que es preferible la actitud del Gobierno socialista, pero culturalmente no sé qué es peor.Aún agrava las cosas el hecho de que tales criterios se los imiten todos: la oposición, los Gobiernos autonómicos, las cajas de ahorro, los organismos paraestatales, etcétera. Confieso que tal vez esté yo esta mañana un poco fuera de mí para escribir con la serenidad debida, pero es que acabo de recibir la gota que colma el vaso: es una carta cuyo infeliz autor va a sufrir por mi parte la injusticia de pagar por todos, ya que, como botón de muestra de la miseria a la que me refiero, considero apropiado transcribirla. Es del jefe de un organismo paraestatal (y no sé si hago bien callando nombres), que sin conocerme de nada me tutea, y dice así: «Querido amigo: / Te escribo para invitarte a participar con un texto tuyo, (sic por la coma) en un catálogo de una exposición que deseamos sea un tanto distinta. Se trata de una muestra de pintores actuales, que en lugar de pintar lienzos lo harán sobre abanicos. Sin embargo, no es una exposición de «abanicos» (sic por las comillas), sino que el soporte no será un lienzo. Por tanto, los abanicos son de gran tamaño, y los pintores tienen libertad absoluta para pintarlos, romperlos, jugar y lo que se les ocurra. / Estos soportes los hemos conseguido de China, Japón, y algunos más pequeños, Valencia. / Para el catálogo, nos gustaría que nos mandaras si aceptas, (he renunciado ya antes a seguir poniendo sic) un texto de dos-tres folios, que se ha acordado retribuir con 50.000 pesetas. Hemos invitado a los principales prosistas y poetas, cuya aportación creemos que podría ser muy interesante, y entre los que encontrarás a muchos amigos. Nos gustaría tener el texto a principios del mes de febrero. / Siguiendo nuestra costumbre, queremos subrayar especialmente el acto inaugural, y esperamos que la presentación de la muestra, a principios de mayo, tenga un aire festivo y refrescante. / Un abrazo, NN».

Fíjense no más: si yo, que conozco a poca gente, habría de encontrar «muchos amigos» entre esos «principales prosistas y poetas» y todos ellos van a salir a 10.000 duros por barba, ¿cuánto no va a costar sólo el catálogo de tan descomunal parida? Añádanse a ello las probablemente superiores cantidades que van a cobrar los artistas por hacer el gilipollas con los soportes -embadurnándolos, rompiéndolos o jugando con ellos con absoluta libertad, como prevé el proyecto-, los costos de impresión del catálogo -a todo color, supongo-, gastos de organización, programación, franqueo, propaganda y qué sé yo qué más, precio de los soportes, con sus fletes e impuestos aduaneros nada menos que desde China y Japón, y, por fin, despilfarro de canapés y de borracherías para «el acto inaugural», que el ente en cuestión se complace en asegurar que, «siguiendo su (nuestra) costumbre, quiere (queremos) subrayar especialmente», y se tendrá a cuánto asciende la factura de la «festiva», «refrescante», indecente y repugnante monada cultural.

El autor de la carta se aprovecha de que los llamados intelectuales, teniendo precisamente por gaje del oficio el de no respetar nada ni nadie, no pueden sentir respeto alguno hacia sí mismos ni, por tanto, se van a dar jamás por insultados al verse destinatarios de una carta así, como se darían, en cambio, los miembros de cualquier otro gremio. No es esa, por consiguiente, la cuestión, sino la del insulto que el hábito generalizado de tales despilfarros es para el presupuesto y el contribuyente, así como el mal ejemplo y la degeneración que para cualquier idea de cultura supone la proliferación de mamarrachadas semejantes, de las que el actual Ministerio de Cultura -precedido tal vez por algunos ayuntamientos socialistas- es el primer y más entusiástico adalid. Pero, aunque los intelectuales estén excluidos del derecho a sentirse insultados por nada ni por nadie, sí pueden dolerse íntimamente por la constatación de su propia nulidad, y nada se la confirma tan palmariamente como la incondicionalidad ante la firma que caracteriza los actuales usos del tráfico cultural. Cuántas veces, en los últimos tiempos, he tenido que soportar que me dijeran: «Nada, dos o tres folios sobre cualquier cosa, lo que tú quieras, lo que se te ocurra… ¡Vamos, no me dirás que si tú te pones a la máquina … !» Nadie te pide nunca nada específico, un desarrollo de algo particular que considere que has acertado a señalar en algún texto y, sobre todo, nadie te exige que lo que le envíes sea interesante y atinado; y así ves perfectamente reducido a cero cuanto antes hayas pensado y puesto por escrito y cuanto en adelante puedas pensar y escribir, para que solamente quede en pie la cruda y desnuda cotización pública de tu firma, sin que la más impresentable de las idioteces pueda menoscabar esa cotización; claramente percibes cómo, sea lo que fuere lo que pongas encima de tu firma, equivale absolutamente a nada.

Nunca nadie recurre a los llamados intelectuales tomándolos en serio, como sólo demostraría el que los reclamase, no para pasear sus meros nombres remuneradamente, sino para pedirles alguna prestación anónima y gratuita (¡y qué Gobierno podría haber soñado una mejor disposición hacia el colaboracionismo como el que este de ahora tenía ante sí en octubre de 1982!). Mas no se quiere, no se necesita su posible utilidad valga lo que valiere -ésta, acaso, hasta estorba-, sino la decorativa nulidad de sus famas y sus firmas. Es como para sospechar si no habrá alguna especie de instinto subliminal que incita a reducir a los intelectuales a la condición de borrachines de cóctel, borrachines honoríficos de consumición pagada, para dar lustre a los actos con el hueco sonido de sus nombres, a fin de que se cumpla enteramente la clarividente profecía del chotis: «En Chicote un agasajo postinero / con la crema de la intelectualidad». Tal confusión de lo espiritual con lo espirituoso hace que una auditoría realmente expresiva de la actual concepción de la cultura no sería cometido de un contable que detallase en pesetas los distintos capítulos del despilfarro cultural, sino más bien oficio de un hidráulico que midiese en hectolitros el aforo de los ríos de alcohol suministrado. Aunque a veces ni siquiera parece necesaria la asistencia fisica, sino que basta con que el nombre aparezca en el programa. Un intelectual orgánico de la Menéndez Pelayo, que tenía a su cargo un seminario sobre tauromaquia en Sevilla, se pasó un par de meses poniéndome conferencias (lo menos puso cinco) para que asistiese, y por mucho que yo le contestase que no sólo no pensaba ir, sino que además veía muy mal que la Meriéndez Pelayo no hallase cuestión más grave en que gastarse los dineros públicos (me imaginaba yo un etílico aquelarre aflamencado sobre las consabidas falacias y chorradas de lo lúdico, lo mítico, lo telúrico, lo vernáculo, lo carismático, lo ritual, lo ancestral, lo ceremonial, lo sacrificial y lo funeral… iiibastaaa!!!), seguía insistiendo con una actitud incluso de desprecio personal -pues éste sí era conocido mío-, al ignorar por completo mi explícito rechazo, como si no lo oyese, repitiéndome: «Sí, hombre, si tú vendrás; ya verás como vienes y te gusta», hasta que al fin, quieras que no, pese a mi negativa y a mi ausencia, terminó por poner mi nombre en el programa, pues, por lo visto, era el nombre lo único que realmente importaba, su presencia y su permanencia en el prospecto impreso, como en una orla de honor de fin de carrera, ya que la única función real de los actos culturales es la de que hayan llegado a celebrarse, y el prospecto es su testimonio perdurable.

Si en el origen de la pasión por los actos, culturales o no, de este afán que podríamos llamar actomanía está la motivación interna del meritoriaje burocrático -puesto que el número y el brillo de los actos celebrados es siempre un tanto de valor visible y sólido en la columna del haber para el currículo de cualquier burócrata-, aún agrava el fenómeno la influencia, a mi entender palmaria, del espíritu de la publicidad. Y a esa influencia se halla especialmente expuesto todo lo que llamamos cultural. No hay más que ver lo llanamente que se aviene a aceptdr una palabra congénitamente publicitaria como promoción: se habla de «actos patrióticos», pero suena chocante «promoción patriótica»; en cambio, corre como sobre ruedas «promoción cultural». Ya en la incondicionalidad ante la firma, que arriba he señalado, puede advertirse cómo los usos culturales imperantes imitan el sistema de valores de la publicidad, para la cual un Nombre es siempre un Nombre, como para los anunciantes de champaña catalán Gene Kelly, aunque salga embalsamado en salmuera de polvos de talco a dar dos o tres pasos de baile de semiparalítico (homologables a los dos o tres folios «sobre cualquier cosa» que se les piden a las firmas consagradas), será siempre incondicionalmente Geneee… iiiKelly!!!, del que se sabe que no cobra precisamente cuatro reales por decir «kahrtah nevahdah».

En cuanto a la actomanía, ha llegado, en lo cultural, a impregnarse hasta tal punto del espíritu de la publicidad, que hasta llega a adoptar las formas económicas de la gestión publicitaria: en unos festejos culturales de Navarra, en los que tomé parte este verano, descubrí, para mi estupefacción, que el entero tinglado de los actos, financiados por el Gobierno de Navarra y la institución Príncipe de Viana, había sido completamente encomendado a la gestión de una agencia profesional especializada en montajes culturales. La promoción cultural ya tiene, pues, ella también, agencias, como la promoción publicitaria. La extensión del ejemplo del actual Ministerio de Cultura -especialmente por lo que se refiere a la universidad de verano Menéndez Pelayo, su más deslumbrante y escaparatero «peer en botija para que retumbe»-, envidiado e imitado por los departamentos homólogos de los Gobiernos autonómicos, los municipios, los entes paraestatales, bancos, cajas de ahorro o cualesquiera otras instituciones que tengan presupuesto cultural, se dirige resueltamente a un horizonte en el que la cultura, y con ella su misma concepción y su sentido mismo, se vea totalmente sustituida por su propia campaña de promoción publicitaria. La cultura quedará cada vez más exclusivamente concentrada en la pura celebración del acto cultural, o sea, identificada con su estricta presentación propagandística, tal como con paladina ingenuidad declara expresamente el autor de la carta transcrita al comienzo de este artículo: «Siguiendo nuestra costumbre, queremos subrayar especialmente el acto inaugural».

La misma degenerativa y reductora concepción de la cultura está detrás del sonrojante eslogan La cultura es una fiesta, que ha hecho tanta fortuna, y al que Santiago Roldán, rector de la Menéndez Pelayo es, por lo visto, un adicto cordial y convencido. El prestigio de la fiesta y de lo festivo parece haberse vuelto hoy tan intocable, tan tabú, como el prestigio de el pueblo y lo popular. No se diría sino que una férrea ley del silencio prohíbe tratar de desvelar el lado negro, oscurantista, de las fiestas, lo que hay en ellas de represivo pacto inmemorial entre la desesperación y el conformismo, y que, a mi entender, podría dar razón del hecho de que en el síndrome festivo aparezca justamente la compulsión de la destrucción de bienes o el simple despilfarro. Si esta suposición es acertada, dejo al lector la opción de proseguir la reflexión sobre lo que, para el contenido interno del asunto, podría significar y aparejar esa total identificación entre cultura y fiesta; yo, por mi parte, seguiré aquí ciñéndome al aspecto más externo.

Así, por si no bastaba el mimetismo con la mentalidad publicitaria de las grandes marcas para hacer que en esta Cena de Trimalción de la cultura socialista el mero gasto en sí mismo y por sí mismo resulte ya, sin más, convalidado como atributo cierto del decoro y hasta ingrediente de la calidad, viene a sumársele en igual sentido, mediante la homologación de la cultura como fiesta, la compulsión hacia el despilfarro sin residuo, cimentada tal vez en los más torvos y oprimentes lastres del sospechoso espíritu festivo. Otro factor que, como un casi inevitable acompañante natural, suele traer consigo tal propensión festiva y hasta festivalera de las actividades culturales, es el del imperativo de popularidad de, la cultura. Félix de Azúa, en un espléndido artículo (La política cultural `socialvergente‘, EL PAÍS, 17 de febrero de 1984), referido al ambiente catalán, señalaba la práctica identidad de directrices entre la política cultural de Convergència i Unió y la del Partido Socialista de Cataluña. Entresaco unas frases del artículo: «La política cultural de los socialistas catalanes tiende a un populismo de la peor especie idealista. Se trata, según dicen, de ‘eliminar el elitismo’ (…) o de ‘promover el arte popular’. Caminan ciegamente en dirección a Max Caliner y la política cultural de Convergencia. (… ) Hay en este planteamiento un par de equívocos. El primero y superior es el del término lo popular. ¿Qué pueblo? ( …) El segundo equivoco es el de la neutralidad y el miedo al dirigismo cultural. Se trata de un puro engaño. Dirigismo cultural lo hay siempre que existe financiación. Pero la izquierda trata de disimular la mala conciencia con el cuento de la cultura popular. Promover un cine de halago a las zonas más brutales y acéfalas de la sociedad (como Locos, locos carrozas) o financiar espectáculos que rozan lo patológico (como la práctica totalidad del teatro que se exhibe en Barcelona), con la excusa de que son populares, oculta la impotencia de los funcionarios para poner en pie una producción inteligente. Tratan de evitar críticas de la izquierda mediante el fantasmón del pueblo o de la tradición popular catalana, mientras ofrecen cifras de asistencia ( … ), cifras que podrían multiplicarse por diez si se decidieran a financiar una ejecución pública, el espectáculo más popular de todos los tiempos». (Hasta aquí, Félix de Azúa.)

Sintetizando, en fin, con un ejemplo: puesto que, por una parte, la cultura es una fiesta, y las fiestas están obligadas a ser caras, una escenografía teatral barata, como lo es la cámara de cortinas, hallará resistencias entre los promotores, por el temor típicamente hortera de que el espectáculo pueda ser tachado de pobretonería o hasta indecencia; y puesto que, por otra parte, la cultura no ha de ser elitista, sino popular, de nuevo el uso de la cámara de cortinas se verá rechazado por el grave defecto de su carácter elitista. De modo, pues, que la cámara de cortinas -el más espléndido invento formal de la antigua vanguardia-, por el doblado achaque de no ser ni popular ni cara, sino, por el contrario, barata y elitista, se verá repudiada por los actuales promotores culturales, como algo doblemente indeseable, constituyéndose incluso en paradigma de lo que según ellos no hay que hacer.

Pero estos gobernantes socialistas, que a veces gustan de proclamarse machadianos, o no han frecuentado mucho el aula de Mairena, o ya ni lo recuerdan. Cuando Mairena expuso su proyecto ideal de centro de enseñanza, contraponía claramente una posible Escuela Superior de Sabiduría Popular, como lo rechazable, frente a una posible Escuela Popular de Sabiduría Superior, como lo deseable. Así que lo que Mairena propugnaba podría, muy ajustadamente, designarse como elitismo barato, en el que, por afectar la baratura tan sólo a la actividad de la enseñanza, no al saber enseñado, la tal escuela podía permitirse concebir la aspiración de llegar algún día a hacer mayoritario ese saber. La política cultural de este Gobierno hace lo exactamente inverso al elitismo barato de Mairena: un populismo caro; mejor dicho, carísirno, ruinoso. Aunque, eso sí, «festivo y refrescante», sobre todo si en el concepto de refrescos entran también los vinos y licores.

Pressing catch

Mariano Rajoy fotocopia de Sarkozy sus medidas sobre la inmigración. Sarkozy, a su vez, las había fotocopiado de Sabino Arana. Ya saben, «el maketo hace que suba la delincuencia y, el que no trabaje, a la calle». Le empiezas a dar a la fotocopiadora y todo es acostumbrarse. Ayer el mismo Sarkozy se fotocopiaba la fina sensibilidad social del zocialismo español, y prometía cheques progresistas de 200 euros a los pensionistas para las elecciones municipales. Claro que ZP se lo había fotocopiado a Bush. Durán Lleida pone blanco sobre negro qué es la Casa Gran del catalanismo: un Ministerio (para él). Las cuatro primeras noticias de la web del PSOE contienen «PP» o «Partido Popular» en los titulares.

Pudiera parecer que boxean, pero no: es pressing catch.

Gracias a la Ley de Extranjería aprobada por el PP y al Decreto aprobado por el gobierno socialista, los sueños de Mariano ya se han cumplido. Bueno, menos el de la igualdad en derechos y deberes de los inmigrantes. Entre otras muchas cosas, no tienen derecho al voto.

Reformar lo irreformable

Sí, hasta aquí ha servido para sacarnos de la Dictadura, pero su carácter manifiestamente irreformable está empezando a resultar algo más que contraproducente. Lo que debería haber sido una disposición transitoria de la dictadura a la democracia para después permitir una auténtica constitución democrática -esto es, sin tutelas militares y sin hipotecas con el pasado fascista- va camino de convertirse en un lastre.

El penoso funcionamiento de la justicia, la no mención de la integración europea, su absoluta ignorancia de lo que suponen fenómenos como la inmigración o el boom de las telecomunicaciones, la inutilidad del Senado. Cada vez son más, y van a ser más, las materias en que la Constitución supone un freno en el bienestar y los derechos de los españoles.

La Constitución Española ya ha superado en tiempo de vigencia a los Principios Fundamentales de Franco que juró el actual Rey de España y que, según su propio artículo 1, eran, «por su propia naturaleza, permanentes e inalterables».

¿Hay algo bueno en tener un ordenamiento jurídico más «permanente» y más «inalterable» que algo «permanente» e «inalterable» «por su propia naturaleza»? ¿Hay algo bueno en que un candidato a la presidencia del gobierno tire de lepenismo y reclame los mismos deberes y derechos para los inmigrantes sin decir una sola palabra sobre su derecho al voto?

¿Hasta cuando?

Cinco motivos para votar IU

Vista la encuesta de intención de voto de LPD, lo más llamativo es el grave problema que tienen Llamazares en particular e IU en general con los que están cabreados con su falta de comunismo, los que están cabreados con su exceso de comunismo, los que están cabreados con las peleas internas en Valencia, los que estamos cabreados con su papel en la ley de memoria histórica, los que están cabreados por su papel anti-español en el Estatut, los que estamos cabreados por determinadas políticas de medio ambiente, los que estamos cabreados con su papel españolista en el Estatut, los que están cabreados por su tibieza frente al PSOE, los que están aún cabreados por el asunto de la pinza -falso, puesto que en ese período, como en todos los demás, el PSOE coincidió más con el PP que IU en las votaciones del Congreso- y, probablemente, con algunos otros cabreados que me dejo por el camino. Y eso, sin contar el voto útil.

Por ello, en exclusiva mundial, el blog Maketo ofrece cinco motivos cinco para votar a IU:

1) Es el único partido estatal que defiende un laicismo moderado y propio de un país occidental, sin pactos de concordatos, sin trapicheos en la educación y sin regalar dinero público a empresas privadas como la Conferencia Episcopal.

2) Es el único partido estatal que defiende el modelo territorial por el que han apostado todos los extranjeros con cerebro que han estudiado la realidad española.

3) Es el único partido estatal que defiende acercar el raquítico modelo español de estado del Bienestar al modelo de las democracias europeas.

4) Es el único partido estatal que defiende que la Jefatura del Estado la decida el pueblo, y no los huevos de una estirpe de chupasangres.

5) Es obvio que IU defiende todo lo anterior con limitaciones derivadas de su poca independencia financiera, de la impresentable ley electoral española, hecha a beneficio del PPSOE, y de su pluralidad interna, encauzada de una forma razonablemente democrática. Por todo ello, sería una auténtica lástima perder la única opción que tiene la democracia española de hacer virar a algún sector del PPSOE a la izquierda, sobre todo teniendo en cuenta que el PSOE tiene la victoria garantizada según todas las encuestas.

Además, tal y como se está poniendo el mundo y especialmente el Irán que viene, nadie mejor para parar los pies a Ahmadineyahd que alguien que sea la horma de su zapato, y todos sabemos que ese hombre en España se llama Gaspar.

_____

SuperTuesday

Vergüenzas del extranjero

Sí. Por un lado, el pueblo serbio ha votado contra el candidato cosmopolita y universalista, amén de acérrimo defensor de los crímenes contra humanidad perpetrados en contra de los bípedos de otras tribus. Sin lugar a duda, esto es una prueba de la poca virilidad del pueblo serbio, que en lugar de apoyar masivamente al candidato apoyado -con sordina- por el periodismo nacionalista español, ha elegido UE.

Por el otro, aún peor. Con toda desfachatez, el blog maketo presenta la página yanki Public Integrity. O, lo que es lo mismo, periodismo de investigación sin ánimo de lucro.

Ojo: periodismo -1- de investigación -2- sin ánimo de lucro -3- y, para más inri, dirigido por un ex de la radio pública. Yo me he apostado una coca-cola a que no veremos ni en periodismo, ni en investigación, ni en-sin ánimo de lucro algo que tenga la mitad de valor que esa web en los próximos 50 años de democracia española. Si hasta cuentan las mentiras que dicen los poderes públicos…

Obispos en campaña

La Conferencia Episcopal va y saca una nota ante las elecciones generales. Sin duda muy ocupados discutiendo si los cabrones de los niños van provocando con esos tentadores pantalones cortos, los obispos van y se limitan a copypastear un documento igualmente nacional-católico, más extenso, que sacaron en Noviembre de 2006, las Orientaciones morales sobre la situación actual de España. El periódico monárquico y nacionalista El País la incluyó en su momento en portada, sin que nadie del PSOE o del Gobierno dijera una sola palabra sobre el particular. De hecho, el titular de El País fue «Los obispos admiten la «indulgencia» con los etarras que abandonen la violencia». Sin embargo, se lía. ¿Por qué?

Excluyendo la posibilidad de que haya quién crea que la Iglesia Católica o el Consejo Islámico de España no tienen que decir nada sobre las elecciones porque estamos en un país libre, tampoco parece de recibo alegar que una institución que cobra del dinero público debe mantener la boca cerrada en contraprestación. Eso, centímetro arriba centímetro abajo, es lo que les escuchábamos en la pasada campaña a los muchachos Brunete, ya fuera hablando de los actores o de la gente que no tenía derecho a criticar la guerra de Irak si respostaba en una gasolinera.

Parece que el asunto que ha levantado más polvareda es la oposición de la Iglesia a que una democracia entable negociaciones políticas con terroristas. Tiene su gracia, sí, viniendo de una institución que colaboró tan estrechamente con el Regimen fascista con el que los demócratas negociaron -a la muy baja- la Constitución. Pero es una posición nada extrema compartida por, entre otros, el PPSOE y Batasuna, según hizo público en el acto de Anoeta. Huelga decir que, además, en esta materia la posición de la Iglesia y la del Gobierno Zapatero no es que se parezcan, es que son idénticas. De hecho, ni tan siquiera Ansar se atrevió a llevar tan lejos el estado de excepción en Euskal Herria, desde la construcción de imputaciones al intento del fiscal del Gobierno de ilegalizar candidaturas abertzales sin ni siquiera permitir que sus abogados se defiendan en el TS que preside el franquista Hernando.

Con el carnaval ilegalizador al que estamos asistiendo a menos de dos meses de las elecciones, nadie medianamente cuerdo puede creerse que el Gobierno Zapatero crea, ni remotamente, que el terrorismo no debe ser usado como una arma electoral rentable.

Tampoco parece que a todas las almas bellas escandalizadas les haya extrañado en demasía que en el mismo documento la Iglesia alerte contra «los peligros del separatismo». Debe ser que eso sí lo pueden decir los obispos, puesto que no solo están de acuerdo con el PSOE como en la lucha anti-terrorista, sino que además está públicamente aceptado. Y eso sin hablar de la hondura ética de alguien capaz de escandalizarse porque la Iglesia critique algo efectivamente dañino y contrario a los derechos humanos, como el terrorismo, y haga mutis por el foro cuando se critican opciones políticas que entran en la normalidad democrática de los países de nuestro entorno -me refiero a los de arriba-.

Pero a lo que iba. ¿De qué, pues, tres días de portadas y declaraciones y contradeclaraciones sobre un tema en el que, como sucede con la generosa manera de financiar a la Iglesia con fondos públicos, la Iglesia y el Gobierno opinan exactamente lo mismo?

¿Se debe a un impulso gubernamental para laminar el poder de la Iglesia? No lo parece, puesto que parece lógico pensar que, de querer hacerlo, en lugar de hacer declaraciones, calentar mitines y cocinar titulares, hubiera aprovechado sus cuatro años en el poder para cosas distintas que incumplir lo escrito en la página 100 de su programa electoral en 2004 -«Reformaremos la legislación sobre el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo para adoptar un sistema de plazo»-, no hubiera aumentado la financiación pública de la Iglesia y, sobre todo, no hubiera tolerado que las escuelas católicas impartieran Educación para la Ciudadanía como les salga del níspero.

Más bien parece que el escándalo montado pueda ser debido a la necesidad de aparcar temas sin relevancia como el repunte de la inflación, el muy revelador batacazo de las ventas de coches en el mes de Enero, el desigual recibimiento de los 400 que se ha calcado ZP de Bush o la constatación de la profundidad y el acierto de la política europea de Zapatero -el martes, los que mandan en la UE se reunían sin España para afrontar la crisis que viene; el miércoles, Merkel y Sarkozy haciéndose fotos con Mariano; el jueves, Merkel en Mallorca devolviéndole de forma impresentable en los morros a Zapatero el poco talantoso exabrupto del «es una fracasada» con que recibió a la nueva Canciller alemana, todo ello después de haberse comido obedientemente la nueva Constitución sin preguntar al pueblo o al Parlamento-. Sin embargo, ello es una estrategia electoral lícita, calcada a los exitos obtenidos por el Partido Republicano de Bush y su integrista Mayoría Moral, que se comieron el mundo sustituyendo el debate político -el hacer- por el debate sobre los valores y los sentimientos -el ser-. Lo que es menos presentable es que desde el gobierno se promocione un protagonismo desproporcionado de una institución radicalmente anti-constitucional, algo que traerá muchas cosas malas que buenas para el futuro de la democracia española. Cabe preguntarse si, con las ínfimas posibilidades de victoria que tiene el lamentable partido de la oposición en España, hacía falta jodernos el futuro de esta manera.