Breve historia de los matojos rodantes

Matojo rodante

 

1.- Esta es una desgarradora historia sobre un matojo rodante que no rueda ni conoce el lejano oeste.

2.- Los matojos rodantes se llaman estepicursores. Son disemínulos de diversas especies, es decir,elementos que se desgajan de la planta para diseminar la semilla. Según se puede leer en la wikipedia se les llaman también «rodamundos, sorrasca, calamino, boja, salicón, salicor, salicornio, salicornia, barrilla, corredora del desierto, bola del oeste, apretaculos, capitana, malvecino y alicornio en España; cardo ruso, pastito, planta rodadora y bolita del desierto en Argentina; bruja, chamizo, cachanilla, maromera, salsola y rodadora en México y en el sur de los Estados Unidos».

3.- «Velocirraptores contra estepicursores». La caída del meteorito que acaba con los dinosaurios provoca un periodo de guerra entre ambas especies. Los estepicursores, a causa de la radiación, han tomado conciencia de sí mismos y declaran la guerra a los velocirraptores, una de las pocas especies de dinosaurios que, gracias a su pequeño tamaño, permanecen en la Tierra, pues pueden alimentarse de pequeñas especies también supervivientes. El motivo es que los velocirraptores suelen pisar sin querer a los estepicursores mientras cazan. La guerra es fundamentalmente psicológica a causa de la poca capacidad de generar daño de los matojos rodantes. Sin embargo ruedan alrededor de los velocirraptores, agobiándoles como moscas al animal del pantano o mosquitos a Humphrey Bogart y Katharine Hepburn en «La reina de África». Cada velocirraptor tiene adosados un mínimo de ocho o nueve estepicursores nada más salir de la madriguera. Si va a algún sitio, allá van los estepicursores. Si vuelve de algún sitio, se trae a los incansables estepicursores consigo. Esto causa a veces angustia en los animales, pero tampoco excesiva. Ni siquiera llega a desazón. Al final se extinguen por otros motivos. Debido a la imposibilidad de hacer prácticamente nada, los estepicursores pierden la conciencia de sí mismos poco después por falta de uso y, esencialmente, por molicie y procrastinación voluntarias y culpables.

3.1.- Cuado el velocirraptor despertó, el estepicursor seguía allí.

4.- En algunas zonas pobres y secas de Méjico, las animadoras utilizan, en lugar de pompones, estepicursores adheridos a un palo.

5.- En una dimensión alternativa los humanos recuerdan con asombro y cariño la primera vez que vieron un matojo rodante, como sucede en esta Tierra con el mar. «¿Recuerdas la primera vez que viste un estepicursor de niño?». «Sí. Tenía yo cuatro o cinco años y un matojo rodante pasó delante de nosotros, iba de la mano de mi madre, el matojo, no yo, o sea no, yo, no el matojo…». Otros dicen «no conozco aún a los estepicursores, me gustaría ver uno antes de morir». Vivían a lo mejor en zonas húmedas y viajaron poco por casualidades o hechos consumados.

6.- Algunas culturas antiquísimas adoraban a los estepicursores como deidades benefactoras y a la vez terribles. Se veían abocados a seguir a aquellos matojos rodantes que escogían como protectores propios de la tribu tras una serie de ceremonias. Fue el comienzo del nomadismo. En un mismo día podían andar kilómetros detrás del matojo rodante. Si el estepicursor quedaba obstaculizado, por un árbol o una roca por ejemplo, se permitía ponerlo en marcha situándolo de nuevo en el camino -con una distancia previamente establecida en una serie de tablas de la ley- y dándole un soplido a continuación. Sólo el sacerdote tenía potestad para soplar y ayudar al matojo a rodar de nuevo. Si era necesario podía soplar muy fuerte o incluso ayudarse de rudimentarios soplillos, conocidos ya entonces como soplillos. La antigua cultura estepicursórica cuenta actualmente con escasas fuentes para su estudio. Instamos desde aquí a la Junta de Andalucía a su recuperación.

7.- Pasaste por mi vida como un estepicursor.

8.- Los evangelios apócrifos señalan que los Reyes Magos siguieron a un estepicursor y no a una estrella. De ahí que se extraviasen por ir mirando al suelo.

9.- Existe una especie de estepicursor decorativo a modo de enredadera (Atriplex lonicera caprifolia). Su aspecto es el de una bola similar a la madreselva. Al colocarlo, por ejemplo en el muro del jardín, rueda a ras de tapia por toda su superficie a una velocidad notoria, impulsado por la leve brisa y corrientes térmicas apenas perceptibles que se generan a partir del suelo y que se incrementan en los días de verano al regarlo para refrescar el lugar. Un solo matojo sirve para decorar todo un patio mediano con sus filigranas, de ahí que cada vez sea más utilizado, pues resulta más barato que las madreselvas o las hiedras.

10.- En algunas zonas pobres y secas de Méjico, los niños -que no conocen la nieve- hacen muñecos con estepicursores y les colocan botones como ojos, una zanahoria como nariz y un sombrerito. También se lanzan matojos rodantes unos a otros a modos de bolas, de ahí que un enorme porcentaje de los adultos de esas regiones tengan cicatrices en la cara y lesiones oculares.

11.- El Museo de los Estepicursores, en Pyonyang, muestra 4.936 matojos rodantes procedentes de todos los rincones del planeta. El excéntrico dictador Kuyng Shin (1938-1999) decidió que como estos vegetales estaban expuestos en vitrinas, y por tanto parados, fuese el edificio el que se moviese, dando la impresión de rodar. De ahí su insólita estructura circular y el movimiento basado en las leyes del péndulo. Debido al hermetismo del régimen apenas un puñado de occidentales, en su mayoría altos mandatarios o periodistas, han tenido la oportunidad de visitar este recinto del que además no existen fotos, pues están prohibidas, tan sólo las imágenes mil veces emitidas de satélites militares de diversos países, en las que se puede ver al gigantesco edificio con una forma que recuerda a la del estepicursor haciendo un recorrido prefijado de ida y vuelta, alrededor de 350 metros, ya que que 350 es justo un número sagrado en Corea del Norte (350 fueron los guerreros que defendieron Sariwon en la primera «Batalla de Sariwon» de 1277). Este museo está considerado una de las maravillas del mundo. En su interior, mediante ingenios hidraúlicos, las estancias se mueven al compás sin que los visitantes se percaten del trayecto. La leyenda, o habría que decir rumores mezclados con filtraciones, hablan de miles de esclavos muertos en su construcción, entre 1989 y 1994.

7.1.- Volviste a mi vida como un estepicursor.

12.- Entre los artistas que se dedican a hacer esculturas con estepicursores existen varias corrientes fundamentales. Primero está la que apuesta por el nombre «estepicurtores». También la que aboga por «estepicultores». Por último, una corriente de mediación que habla de «estepicurltores». Estas disputas filológicas no influyen en unas obras por lo general bastante similares y, reconozcámoslo, vanas y repetitivas salvo algún caso aislado.

12.1.- Aunque poco conocido, en la ciudad de Corpus Christi, Texas, hay un Monumento al Estepicursor. Se trata de una pequeña escultura junto al Ayuntamiento en bronce, que muestra a una de estas plantas en el proceso de iniciar un rodaje impulsada por el Dios Eolo esculpido en piedra.

13.- Fueron las batallas de trincheras de la Primera Guerra Mundial las que alumbraron la utilización de estepicursores-espía. Pequeñas grabadoras se ocultaban en el interior de la planta, que giraba movida mediante imanes. De esta manera los ejércitos lograban información del otro bando. Fueron los precursores de los actuales estepicursores-dron usados fundamentalmente por Estados Unidos e Israel en Oriente Medio.

14.- Multitud de imágenes de la iglesia ortodoxa copta muestran a Cristo no coronado por espinas, sino con un matojo rodante en la cabeza. Representa menos un sufrimiento físico que una humillación.

15.- Una curiosidad. Gracias al estudio de meteorología de los científicos Mary Saint Pierre y Yoshio Fujiwara pudimos conocer los que le sucedía a algunos elementos succionados por los tornados, en concreto por uno que arrasó miles de hectáreas en Garland, Arkansas, en 2011. Saint Pierre y Fujiwara colocaron cámaras y diversos tipos de sensores en varios objetos susceptibles de ser arrastrados hacia el vórtice del remolino, en concreto un coche, un poste de teléfono y tejas de un tejado. También le pusieron sensores a una vaca llamada Evelyn y a un matojo rodante no bautizado. Todos ellos perdieron los sensores y cámaras en algún momento de la tormenta, salvo el estepicursor, cuyo rastro se pudo seguir. Deshecho al revolear violentamente en el primer segmento, su estudio ofreció varias conclusiones importantes a Saint Pierre y Fujiwara, a saber:

a) Los estepicursores no tienen ninguna resistencia a determinados fenómenos atmosféricos.

b) En un futuro hay que colocar los sensores en otro sitio.

c) Los sensores de la marca taiwanesa Kyong no ofrecen buen resultado. Hay que sustituirlos por los japoneses Wumomo, bastante más caros.

16.- En algunas zonas pobres y secas de Méjico se realizan carreras de estepicursores que gozan de gran seguimiento. Además se apuestan sumas importantes de dinero. Cada matojo se sitúa en el punto de salida. Las calles pueden tener longitudes que van de los 150 metros a los dos kilómetros, según la capacidad del poblado en concreto. Todo se deja alazar del viento, por lo que cada competición queda a expensas del aire. Algunas carreras han llegado a durar varios meses al no correr ni una ligera brisa. Entre tanto la gente sigue con su vida pero estando muy pendiente del resultado.

17.- En 1978, un perro de aguas llamado Gumi, residente en el condado de Benton, Misuri, persiguió a un estepicursor durante varios días, llegando en menos de un mes a Montana. En 1985 se estrenó la película «Gumi y Guma», donde se narra su historia. Guma fue el nombre jocoso que un periodista de la Gaceta de Benton le puso al matojo rodante, dando la idea de que sería el amor de Gumi.

18.- Junto a Serpentario u Ofiuco, la constelación del Estepicursor es la 14ª que se sitúa en la eclíptica. Al igual que Serpentario, se considera perteneciente al Zodíaco pero no al horóscopo tradicional. Es una de las constelaciones listadas por Ptolomeo y la que tiene de este grupo el mayor número de enanas naranjas. Toma su nombre del dios griego Esthephicursor, condenado al vagar por Naxos después de seducir a Ariadna, que había sido abandonada por Teseo, que prefirió a Hipólita. Ariadna, con miedo a ser de nuevo abandonada, convirtió el hilo que usó con Teseo en el laberinto en una especie de ovillo, que comenzó a rodar movido por el viento. Entonces le indicó a Esthephicursor que lo siguiese. Si al cabo de un largo camino seguía enamorado de ella debía volver con el ovillo. Esthephicursor, sin embargo, se quedó con un grupo de náyades apenas dos kilómetros después de empezar.

19.- En algunas zonas pobres y secas de Méjico resulta común la expresión «tienes los ojos como rodadoras» cuando alguien muestra la mirada perdida a causa de la excesiva ingesta de alcohol.

20.- Ese estepicursor que viene de Bonanza.

Popurrí o mescolanza de cosas diversas (I)

A continuación publico una serie de textos cortitos que he ido escribiendo aquí, allá y acullá, muchos de ellos sólo puestos en mi Facebook, otros de diversa procedencia:

 

COLIBRÍ VERDIRROSO

Los viejos de algunos lugares de Andalucía ricos en bosque mediterráneo todavía cuentan historias sobre el colibrí verdirroso. Este colibrí no se diferencia ni en tamaño ni en costumbres de otros colibrís, salvo en el hecho de que es carnívoro. En lugar de libar las flores suele aprovechar los momentos de descanso del caminante que, acalorado por los rigores del tiempo, acomoda su espalda en un pinsapo para dormitar después del almuerzo. En ese momento de la siesta, el colibrí verdirroso, aleteando velocísimo, cuasi estático frente a la oreja, introduce su largo pico y liba el estribo, dejando siempre intactos martillo, tímpano, caracol y trompa de Eustaquio. Se desconoce el porqué de la preferencia de estas avecillas por una determinada parte del oído interno de los seres humanos. No es extraño en muchos pueblos encontrar a lugareños que, ataviados con una trompetilla, cuentan su terrible historia. “Un día me dormí a la vera de un árbol y…”. El colibrí verdirroso, además de aparecer en los más insignes bestiarios como indispensable protagonista, da origen a la popular expresión “perder los estribos”.

MOSQUITO EVOLUCIONADO

Un mosquito evolucionado. Se posa en tu oreja. No para picarte. Te da consejos sobre la vida. Consejos muy buenos. Observaciones verdaderamente agudas. “Por qué dejaste a esa chica”, dice. Tiene la voz del doblador de Morgan Freeman. El Fogo Electric le produce carraspera. Está muy evolucionado. Tose un poco, pero nada más, ni muere ni nada. Sigue en la oreja a lo suyo. Incluso cita a Oscar Wilde. “A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante.” Y luego remarca que es de Oscar Wilde, no se lo apropia ni mucho menos. Tiene la voz de Morgan Freeman, pero por la trompetilla a veces se le escapa un gallo y jode el consejo. “Deberías pedirle perdón a ese amiiiigo”. Ahí se le ha ido un gallo, por ejemplo. Y el consejo ha quedado un poco así…

 

EL ROBO DE LA NARIZ

El paro asuela tu ciudad. Llega al 40%. No tienes trabajo fijo desde hace seis años. De vez en cuando una chapuza. Qué tiempos aquellos del Audi tuneado. Qué tiempos aquellos de las novias a pares. Qué tiempos aquellos de la costa y los viajes. Qué tiempos aquellos del lambrusquito. Qué tiempos aquellos de los ciclos y el gym. Ya quedan lejos. Pero tienes cierta habilidad manual. Siempre la has tenido. Te metes a trilero. Un amigo hace de gancho. Has ensayado mucho previamente. Ahí está la primera víctima. Fíjate qué cara la de esa señora. Doble papada. Codo pelícano. Ahí vas con los vasos, a la velocidad del rayo. Acaso la velocidad sea la de la centella. La mujer señala sin titubeos. A la primera el vaso con la bolita. Haces como que le robas la nariz. Metes tu pulgar entre el índice y el corazón. ¿Pero qué mierda intentas? ¿Qué trucos tratas de mezclar? ¿Qué mañas son esas? ¿Qué efecto pretendes hijo puta? En un momento de iluminación has creído que quizá combinando dos tretas se abra una grieta, una salida. Pero no hay salida. ¿Robar la nariz como a un niño pequeño? ¿Qué clase de basura tienes en la cabeza? Anda, déjalo ya, déjalo ya. Y paga a la señora. No hagas nada más que vaya tela, vaya tela, vaya telita.

QUEMARSE A LO BONZO

Quemarse a lo bonzo, pero prendiéndote fuego frotando dos palos. Muy tranquilamente.

Quieres suicidarte. Pero también exhibir los conocimientos de supervivencia que tanto te costaron aprender. Empezaron muchos años atrás, en un campamento de los boy-scouts. Aún conservas tu primera navaja suiza. Te la regaló tu tío Jimmy. El bueno del tío Jimmy.

Resulta paradójico. Deseas mostrar en el último momento que eres una persona contradictoria. Muerte y supervivencia. Tienes muchos matices. Muchas aristas. Sí. Eres complejo, sumamente complejo.

Las llamas prenden. En el último momento incluso has tenido que soplar un poquito, con mucho cuidado. Se producen gestos de dolor, otros de celebración. Son gestos nuevos. Ninguna persona que se ha suicidado antes a lo bonzo había mostrado este fascinante repertorio. Palmadas al pantalón y la camisa que parecen exhibir una victoria. Ademanes de campeón que intentan por reflejo apagar las llamas. Mueres creando, reivindicando tu identidad.

Tenías muchos matices. Muchas aristas. Sí. Eras complejo, sumamente complejo.

UN RASTREADOR SIOUX

Fue idea de Juan Carlos Meñique traerse un rastreador sioux tras su visita a Estados Unidos. Decía tener graves problemas para encontrar sus objetos personales después de alguna de las numerosas borracheras a las que le obligaba, afirmaba con vehemencia, su profesión de editor. El sioux, acostumbrado a buscar el lugar donde se encontraba algún huidizo animal o quizá un niño perdido en las montañas, no tenía mayores problemas para recuperar las llaves dejadas en algún rincón poco habitual de la casa o una bufanda en un bar donde se bebió la penúltima copa la noche anterior. Algunas visitas se sorprendían por lo pintoresco de la escena cuando les abría la puerta el rastreador. Las más acusaban a Juan Carlos Meñique de su falta de sensibilidad con los seres humanos en general y determinadas razas en particular. El acuerdo sin embargo satisfacía a los dos. El indio abandonaba su aburrida reserva en Fort Peck, Montana, donde malgastaba en los legalizados casinos lo poco que ganaba rastreado pistas. Juan Carlos Meñique podía establecer relaciones profesionales y no profesionales a altas horas de la madrugada sin preocuparse por si se dejaba atrás un zapato o la cartera. Uno nunca tuvo un trabajo tan fácil. El otro, en honor a la verdad, no ha vuelto a perder el móvil. Águila Altiva, que así se llama el sioux, ha aprendido a hacer el estofado de patatas con gran maestría y unas excelentes albóndigas de pollo.

PUCHERO

Hacer un puchero por tristeza y que justo entonces te dé un aire. Y te quedas con la cara de puchero. Un puchero de los muy acusados, de los de labio inferior muy vuelto, muy de niño desconsolado. Y esa es ya tu cara para siempre. «No os riáis cabrones», les dices a tus amigos. «No os riáis, hombre». Qué hijos de puta son. Míralos quirrándose. Es que se están partiendo el culo los tíos, sin disimulo ni nada, a mandíbula batiente, que se decía antes de la Transición. Y tienes que avisar cuando te lo estás pasando bien, porque con esa cara… «que no, no, no me pasa nada, es que tengo la cara así ya todo el rato». La fiesta era divertida, había chavalas, buen whisky, música aceptable. Pero claro, qué vas a hacer. «Que sí, que estoy así, que me dio un aire cuando hacía un puchero». Míralo, otro que se descojona. Pero es que a este te lo acaban de presentar. Sin confianza siquiera y míralo. Quirrándose también. Este es más hijo de puta todavía. Sin confianza siquiera y míralo. Joder, cómo es la gente, de verdad.

SUSHI DE AGUASTURBIAS

En el Grupo Ecologista La Avutarda era sobre todo conocido por introducir huesos en las aceitunas rellenas y dejarlas en el campo a la sombra de un olivo. No esperaba que nadie comprendiese las intenciones de un acto que consideraba literario. La reivindicación por la arboleda autóctona era el complemento de la lucha por las libertades del boquerón. Los pequeños trozos de anchoas quedaban acumulados en un plato. Luego, cuando había cantidad que juzgaba suficiente, los apretaba con la mano y los liaba en alga mari. Llamaba al producto sushi de aguasturbias. Pronto fue plato habitual en las reuniones de la asociación debido a la falta de presupuesto. Alguien comentó que mejoraban con determinado tipo de salsa agridulce, aunque no todo el mundo estuvo de acuerdo. Cuando le preguntaban por qué no dejaba esas porciones en la orilla del mar, cuando sí las aceitunas en el sotobosque, evitaba la conversación y terminaba hablando de las alas de las efímeras u otros asuntos recurrentes.

 

CAFELITO

Hoy me han servido el café más hirviendo de la historia. Hasta el momento el récord lo tenía la cafetería Medea, situada en la calle Agrupación Córdoba. Su café podía rondar los 120 grados, una temperatura similar a la del geyser Strokkur. Apenas un puñado de organismos procariotas termófilos podían sobrevivir en él. Pero hete aquí que en la cafetería el Portón, al lado de la Puerta de Almodóvar, me han servido un café con leche a 1.151 grados justos. Venía con un sobre de azúcar en el plato y un equipo de siete vulcanólogos de varios países europeos. Uno de ellos, creo que japonés por los ojos rasgados que se veían a través de la máscara del equipo, me ha comentado en un español algo mediocre que de momento el café estaba dormido, pero que no se podía descartar una erupción en breve. En estos instantes, mientras retransmito en directo, el café sigue en la mesa después de varias horas y prosigue el aumento de los movimientos sísmicos en la región.

OPTIMISMO

Te despiertas y una anaconda te está engullendo. Pero te hace cosquillitas y esperas casi medio minuto antes de gritar. Esperas todo lo que puedes. Los movimientos de su mandíbula se asemejan un masaje. Te está haciendo BIEN al dolor de espalda que tenías. Apuras y apuras y llega el momento de dar el alarido, porque no te queda más remedio. Mientras corren a ayudarte piensas que a lo mejor podías haber aguantado un poquito más y se te hubiese quitado un pinzamiento que tienes habitualmente en el hombro derecho. “Bueno, a lo mejor la próxima vez”, te dices. Los beneficios han compensado tanto que ves claro que habrá otra oportunidad, y eso que las posibilidades de un ataque de anaconda durante el sueño no son altas. Y menos de ese estilo, directo a la garganta, sin que te asfixie antes mediante constricción. Pero lo ves claro y tienes esa esperanza. Y la esperanza es importante. Por qué no vas a tener esa suerte, cosas más raras se han visto. Eres un optimista, y los optimistas al final son los que mueven las cosas de este triste planeta. Ojalá te pase de nuevo, qué carajo. Te lo mereces.

 

ANGELICAL BOB DYLAN

Convencen a Bob Dylan para que se eche Respir y se suene. De pronto resulta tener una voz angelical. Llega a registros altísimos. Hace virajes endiablados con la garganta. En un momento determinado logra incluso romper una copa de vidrio al interpretar un pasaje de la zarzuela “La Marchenera”. Consternado, intenta sorber sus mocos del Cleenex donde los había depositado, encontrándolos ya secos. Toda su discografía y su esencia se encuentra en esa estructura verde. Bob Dylan lo asume, pues no en vano es Bob Dylan, y sigue con su “Never ending tour” disfrazado de niño cantor de Viena.

CALAMBRE EN LA PANTORRILLA

Los calambres que dan al dormir en la pantorrilla son el mordisco de un súcubo, su forma de “tirar de las coletas”, de decirte que le gustas. Por si acaso ni me muevo, me quedo encogido, en posición fetal, aguantando el dolor que me ha despertado. Y que suele subir. Es una máxima del dolor: todo dolor que puede subir, sube. Es uno de mis dolores preferidos, de esos en los que te recreas porque los sabes inofensivos. Cotidianos e inofensivos. Me gusta el del padrastro, y el de las pequeñas llagas de la boca. Las agujetas a veces, siempre que sean suaves y no estén en las piernas. Las espinillas interiores de la nariz o las orejas, la heridita que hace el papel al cortar el dedo. Quizá también cierto picor de ojos y el entumecimiento de los pies. Pienso que funcionan como un antibiótico, o mejor una vacuna, dolores pequeños que te protegen contra los grandes. Esta vez el súcubo se está pasando, se está pasando mucho, que esto sube pero no me voy a levantar, no me levanto de la cama ni cuando me muero de ganas de mear. Calambre en la pantorrilla y morirte de ganas de mear en la cama. Y quedarte. Un placer extraño. Pero yo no me levanto.

MEMORIA OLFATIVA

En 24 horas, entre duchas y lavados periódicos, me habré enjabonado las manos entre 8 y 10 veces. Todavía sigue el aroma del arroz inflado de la marca Segui «Monchitos». Esto significa que apruebo totalmente el producto y me parece un digno heredero de los «Fritos» Matutano de los años 80, aún insuperables. El meñique izquierdo me huele todavía a una bolsa que ingerí en 1986.

PREGUNTA SIN RESPUESTA

Hasta cuando se pueden utilizar efemérides con «cumpliría». Hoy Miguel Hernández cumpliría 105, he leído en varios lugares. ¿Con 110 también se diría eso? ¿115? Hoy Fulanito de Tal cumpliría 100 años. Hombre, siendo muy optimistas con respecto a su estado de salud. Hay gente que 105 todavía lo ve factible. Miguel Hernández cumpliría 105 de no tomar carnes procesadas y ser runner, supongo.

SONETO EN BAJA FORMA

De nuevo me veo haciendo un soneto
tras años de ausencia en lances de poesía
si doy con las sílabas me maravillaría…
empecé mal desde el principio este reto.
Trataré al menos de hacerlo completo
con las estrofas en orden de caballería.
Paquidermos variados en la cacharrería
al contar con los dedos el boceto.
La falta de forma desborda al poeta,
tan pronto se ahoga,
tan pronto parece ir en motocicleta.
«¿Podré terminar?», el autor se interroga.
Modesta es la meta,
clavar estos versos más bien se prorroga.

POEMA AL RUNNER ESPAÑOL

Corre runner,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre.

Hala, ya.

Franco en una camiseta

(Texto publicado originariamente en mi Facebook el 29 de julio de 2015)

Nuno Silva

Ha tenido que venir un portugués Nuno Silva, a darnos una pequeña lección. ¡Un portugués! Tras años de privilegiados que no vivieron la guerra civil, ni la dictadura -ni tan siquiera la transición-, dispuestos a apropiarse del sufrimiento ajeno para enarbolar la bandera de una moralidad superior, tras años de Memoria Histórica basada en Comisiones de la Verdad, con mayúscula, y prestos a lanzar esa Verdad Única contra el rival político exhibiendo a ancianos enfermos si fuese necesario, tras años de quitar nombres de calles secundarias en periodo electoral dejando las importantes que se relacionan directamente con las matanzas más graves porque se perderían votos, tras años donde los antifranquistas se han ocupado con mimo de conservar el cadáver de Franco (copyright José Antonio Montano ), creyéndose capaces de decidir qué reparaciones hay que ofrecer a unas víctimas inexistentes (la mayoría han muerto), llega un portugués y nos da una pequeña lección: Franco es ya sólo un personaje de camiseta de coña.

Ni que decir tiene que los antifranquistas, esos forenses que se ocupan a diario de aplicar formol al cadáver, se han mostrado escandalizados. Su chivo expiatorio, el justificante que puede excusar cualquier acción o exabrupto, el motor de sus complejos y rencores, el viento que ventea los linchamientos, de pronto protagoniza una ilustración de cachondeo. ¡No puede ser!

Recuerdo ahora una escena que viví hace seis o siete años. Había salido de trabajar por la noche y me dirigía hacia mi casa. En la acera, mientras esperaban para cruzar la calle, hablaban dos chavales de unos nueve o diez años, montados en sus bicicletas. Uno le preguntaba al otro sí había visto un vídeo en Youtube. El otro decía que todavía no había tenido tiempo. El primero, muerto de risa, empezó a imitar a alguien con la voz de pito: españooooles. Era Franco, convertido en personaje de ficción para dos chicos, en humorista involuntario, en alguien de quien mofarse. Supongo que coincidiría con las primeras emisiones de El Informal. El programa, imbuido de espíritu forense, resucitaba al asesino fallecido casi 40 años atrás para beneficio propio, para el tradicional deporte del cainismo. Sus espectadores, estos dos chavales, más inteligentes, y más limpios, lo habían convertido en lo que ya solo puede ser: una caricatura, un espejo deformado. Los niños, montados en sus bicicletas, daban una lección a los necrófilos.

Ahora ese portugués con algo de niño vuelve a ponernos en evidencia y a indicar el camino correcto, es decir, el que nunca tomarán los amigos de los muertos siempre que los muertos puedan arrojarse contra el prójimo.

Breve historia del culo

Veo las fotos de hace algo más de una década y ahí estaba. Mírenlo. Llenándolo todo. Llenando el calzoncillo en esa foto en el jardín. Llenando el bañador en esa foto en la playa. Llenando los pantalones en esa foto en no me acuerdo dónde. Helo. Mi culo. Un buen culo. Un culazo, está mal que lo diga yo. Podría estar cincelado en mármol por el mismísimo Miguel Ángel Buonarotti. Pero no en un mármol cualquiera. El de Carrara se quedaría corto. No tendría las características suficientes. En un mármol muy especial, muy minoritario, propio de una región semidesconocida a la que se llegaría tras muchas aventuras con los restos de una expedición mermada por el camino. Exagero un poco, no era un culazo ni un señor culo, pero sí un buen culo. Más que aceptable al menos. Pues bien, me lo robaron. Un día me levanté y no estaba. Catapum. Pantalones cagaos desde entonces. De un día para otro. Dicen que son cosas de la edad. Que a partir de ciertos años la musculatura decae. Que a partir de ciertos años el ejercicio tiene menos efecto. Me da igual. Me lo robaron. De un día para otro. Posiblemente una especie de hermano malvado del Ratoncito Pérez. El hermano bueno, llamémosle Gonzalo Pérez, te regala cosas en la infancia cuando se te cae un diente. El hermano malo, llamémosle Cristóbal Pérez, te sustrae el culo cuando menos te lo esperas. Se adentra sigilosamente en tu habitación. De noche. Y lo desenrosca o lo que sea. Todo entero. Porque a mí me desapareció. De un día para otro. Los humanos no vemos la rosca, pero está ahí. ¿A dónde van los culos subsumidos? No me lo dejo de preguntar. Creo que hay algo así como un sitio para ellos, un sitio hermoso, donde están todos los culos subsumidos de las personas, y que cuando morimos nos reencontramos con ellos. La zona linda con el cielo. Tú te mueres, y lo primero que te encuentras es a San Pedro. Y tras el saludo a tu culo. El culo que tenías. El culo marmóreo. Viene a ti corriendo y te abraza, porque a los culos subsumidos les salen unos bracitos en el paraíso. Unos bracitos así cortos, como de Tiranosaurio. Y te da un beso. Esta parte es muy engorrosa, porque su boca es, claro, el agujero. Pero bueno, es tu culo, tu culo reencontrado, y al fin y al cabo estás ya en el Cielo, no vayamos a ponernos delicados justo en ese momento. En ese momento de tiquismiquis nada. Y va y se enrosca él solo, con los bracitos, vuelve a casa. Una vez enroscado se le caen los bracitos de tiranosaurio. Se mueven un rato, como los rabos de lagartija. Pero no le crecen otros. Luego ya vienen tus familiares fallecidos. Es lo mejor. De verdad, lo mejor. Tu madre, tu padre, tus abuelos, los amigos, los compañeros de clase, todos los perros, gatos y canarios que tuviste. Y los gorriones que acogiste, aquellos que se cayeron del nido. Y luego tienes audiencia con Dios, que es muy distendida, nada solemne, como una charla de taberna con tertulia de las de antes. Pero todo eso ya con tu culo bien puesto, con tu culazo, como debe ser.

Breve historia de la tauromaquia

A veces el toro coge al torero, con dos o tres trayectorias cerca de la femoral, como gusta recalcar a los periodistas, lo de las trayectorias, aunque no digan hacia dónde. Dos o tres trayectorias. Con dos el periodista saliva. Con tres va a por una botella de tequila para brindar. Sal y limón incluidos. Lametón en el dorso de la mano.

En esas dos o tres trayectorias el cuerno ha atravesado el pantalón por la entrepierna. Miren, ahí está. No, no aparten la mirada. Es un huevo. Eso que está ahí rebozado de arena, eso que parece que se puede echar a la sartén para hacer una tapa, es un testículo humano. Insignificante, ¿verdad? Uno se pasa la vida que si aquí están mis cojones que si no hay huevos que si cómemelos de arriba a abajo y al final era eso. Ya ven. No aparten la mirada. No la aparten. Habrá que recogerlo.

Y aquí viene un subalterno. El subalterno escrotal. Coge el huevo con cuidado, ya lo ha hecho otras veces. Aunque siempre nota una especie de nerviosismo raro, de suave escalofrío, como el actor cuando sale a escena en un teatro. Eso no se quita nunca. A eso no se acostumbra uno. Siempre es día de estreno. Sopla amorosamente para quitarle la arenilla más superficial, como sopla amorosamente la madre al ojo del hijo en el que ha entrado un pequeño insecto, una mota de polvo o un corpúsculo extraño de procedencia ignota que está irritando el iris del lloroso infante. Luego sacude con mucho cuidado, con los dedos asiendo el huevecillo como si fuera un huevecillo de ave, un huevecillo de mito común, un huevecillo de colibrí, muy poquito, así, nada más, nada, un pelín.

Al instante se lo entrega al doctor, incluso puede ayudar a reintegrarlo rápidamente en su lugar de origen. Eso ya depende de si todavía está unido por el conducto deferente o ha salido despedido y va a su aire, libérrimo en la abarrotada plaza. Ya ahí entra la ciencia y el subalterno escrotal se despide de su labor silenciosa. Son las cinco de la tarde. Las cinco en punto de la tarde. Oro de oro, miel de plata, luna exangüe, caballo negro.

Nadie le aplaude. Nadie reconoce su labor. Es una sombra.

Breve historia de la venganza

Cada vez soy más partidario de utilizar la violencia. Pero no sé dar un puñetazo, ni hacer un osoto-gari. Ni siquiera sé dar un sopapo gitano con la mano abierta, de esos que revientan el tímpano como quien no quiere la cosa, así, pum, tímpano roto. Como un antiguo rótulo de neón se aparece ante mis ojos, brillando en mitad de la noche, la palabra sicario. La veo puesta en un edificio con escaleras de emergencia como las que salen en los callejones de las películas americanas. S-i-c-a-r-i-o-s. Neón rosa. Qué bonito. Es una noche lluviosa. Sicario. Sicario. Sicario. El neón parpadea.

Mandar sicarios, sí, para romper piernas, para dar palizas. No habrá paz para los malvados. Venganza, sí. Enviar sicarios, ¿unos búlgaros? ¿unos rumanos? ¿unos nobles ciudadanos albano-kosovares? No, mi venganza va más allá. Sicarios enanos. Enanos acondroplásicos. Sicarios enanos entrenados, letales. Gente enana muy jodida por la vida, muy jodida por cuestiones genéticas, que proyecta su frustración con la forma de una agresividad muy profesional y muy medida. A cuentagotas letales. Putos enanos, sin más.

Muy bien, envías sicarios búlgaros, rumanos o nobles ciudadanos albano-kosovares, ¿y qué? La afrenta queda saldada físicamente, pero, ¿qué hay de la parte mental? Te hicieron mucho daño, el suficiente para vengarte con sicarios y vas y olvidas el 50% del asunto al dejarte llevar por la inercia de la hostia limpia, al dejarte llevar por la urgencia de las emociones vengativas que piden venganza muy rápido.

Muy bien, el que te hizo daño se lleva la paliza, ¿y qué? Siempre tendrá excusas, siempre nos engañamos, siempre nos autojustificamos. “Eran tres y yo uno solo”, pensará. “Me pillaron por sorpresa”, pensará. “Estaban armados y yo tenía las manos desnudas”, pensará. Siempre nos engañamos, siempre nos autojustificamos.

Muy bien, el que te hizo daño se lleva la paliza, ¿y qué? Su labio no, su ceja no, su nariz no, sus costillas no, sus rodillas no, pero su orgullo queda intacto. El mismo orgullo asociado a la misma situación de poder desde la que te hizo daño. Orgullo intacto, “Eran tres y yo uno solo”, pensará.

Pero, ay, ahí van los sicarios enanos. Tipos de 1’30 como mucho, la mayoría menos. Hasta hay uno de 1’10. Sicarios enanos que te rodean con sus caras de enanos, con una cabeza descompensada y extremidades cortas. Enanos que asociamos al circo, a los espectáculos raros con cabras, cobran de pronto aquí un significado diferente.

Ahí van los sicarios enanos que te rodean. Ya no valen engaños, ya no valen justificaciones. Tu labio no, tu ceja no, tu nariz no, tus costillas no, tus rodillas no, pero tu orgullo TAMPOCO queda intacto. ¿Qué vas a pensar ahora por el amor de Dios? Les sacas una cabeza y parte del tronco, por el amor de Dios. ¿Qué dices ahora? ¿te pillaron por sorpresa? ¿estaban armados? ERAN ENANOS, JODER.

Ahí van los sicarios enanos. Esto no queda aquí. Mandar siete enanos. Que esta situación límite remita a Blancanieves. Siete enanos sicarios con sus bracitos. Siete enanos que te muelen a palos mientras te destrozan el ay-ho, ay-ho de tu infancia. ¿Al campo a trabajar? TE ESTÁN REVENTANDO, HIJO DE PUTA.

Sí, claro, ve a denunciar, ve a comisaría. “Puede describir a los agresores?”. Venga, describe, hijo de puta, describe. “Puede describir a los agresores”. Venga, describe, te estoy esperando. “¿Los vio, puede describirlos, cuántos eran?”. Vamos describe, el señor policía está esperando y tiene otras cosas que hacer. Describe, vamos. “Pues… eran… creo que tres… sí… con pinta de extranjeros y…”. ¡Ja! Con pinta de extranjeros, me parto. ERAN ENANOS, HIJO DE PUTA, SIETE ENANOS. Pero claro, cómo vas a contar eso de que te han dado una paliza pequeños elfitos, ¿verdad? Oh, me han hostiado siete hobbits, inspector. Así que tres y extranjeros. Sigue describiendo, hijo de puta, que el policía no tiene todo el día. “¿Algún rasgo más, algo qué?”. “Pues no sé, agente, me dieron en la cabeza creo que con una porra o un bate y… me pillaron por sorpresa?” Así que por sorpresa, JAJAJJAJA, me parto. Anda, sal de ahí, cabrón, y vete a tu casa ya, vete a tu casa ya.

¿Ves? ¿Ves lo que pasa? ¿Dónde están ahora tus costillitas? ¿Dónde tu naricita? ¿Dónde tu orgullo? ¿Ves lo que pasa? ¿Ves lo que pasa? Mírame. No olvides esto. Mírame a los ojos. No olvides esto. Mírame. Mírame. Mírame. Mírame. Mírame, venga, mírame. MÍRAME AHORA A LOS OJOS, HIJO DE PUTA. MÍRAME A LOS OJOS, CABRONAZO. ESTO ES LO QUE HAY. Esto es lo que hay. Esto es lo que hay. Esto es lo que hay.

Breve historia del calendario

– En enero por ejemplo estaría bien.

– Reyes y rebajas, nos solapan.

– A finales, para empezar el año con fuerza.

– Ya está pillado. El 24. Día mundial de la lepra.

– ¿Lepra? ¿Lo de Jesucristo? Claro, justo después de Navidad, está bien pillado.

– Lepra, sí.

– ¿Pero no se cargó a eso la peste en la Edad Media?

– Parece que no, en la India la mantienen como algo sagrado, como las vacas.

– Joder con los indios, como son tantos y cada uno de su padre y de su madre vete tú a saber las rarezas de…

– Ya ve usted.

– En febrero, un contraste con la alegría del carnaval. Don Carnal, sí, pero antes nosotros.

– Jodido, jodido.

– ¿Jodido, jodido?

– Jodido. Los del cáncer que…

– Los cabrones del cáncer.

– Pues…

– ¿Cuántos cánceres hay?

– Debe haber…

– No sé cuántos hay, pero los cabrones del cáncer lo quieren todo. Todo para ellos.

– Pues eso, Día Internacional del Cáncer el 4.

– Y después otro del cáncer de mama, otro para el de colon. Lo quieren todo. Venga protagonismo.

– Sí, es que…

– ¿Sabes que hay una alianza contra el cáncer de colon?

– ¿Una alianza?

– Sí, se han aliado al parecer. Como una coalición. El simbolito es un puto colon de colores. El colon acumula mierda, no sé si lo sabía.

– Imaginaba que…

– No imagine guarradas. Es algo objetivo en lo que no hay que pensar. Metro y medio lleno de cacota. Pues a un creativo gráfico de esos le dicen que se invente un simbolito. Y el tío piensa, pues ya está, un colon de colores. No quiero ni saber si hay cáncer de recto. A ver qué hace. ¿Mojoncitos formando un arco iris? Pues bien, todos los del cáncer son de esa estirpe. Protagonistas de colores.

– Día del Enfermo el 11 de febrero.

– ¿De qué enfermo?

– Del enfermo en general.

– Vamos, que ahí estarán los del cáncer con sus cositas de nuevo y los niños calvos. Si los conoceré. Y los de pulmón con sus tubitos. Cof, cof, Siempre lo mismo. Y de copas con los de la espondilitis anquilosante. De copas hasta los del hígado, que lo he visto. Todos juntitos, y que no falten los del corazón, que son otros que tal bailan.

– El Día del Trasplante el 27 y el 28 los de las enfermedades raras.

– Vamos, que otra vez los del cáncer, los borrachos y al siguiente día ya se apunta hasta el Potito. Ay, es que no sé lo que me pasa. Pues ahí va eso, enfermedad rara. Yo también las tengo si me pongo a buscar. Y tú.

– Hombre, yo hago footing…

– Ya, ya. Pues no hay tendones y recovecos. Marzo.

– Glaucoma. Riesgo Cardiovascular.

– Glaucoma. Riesgo Cardiovascular [retintín].

– También tuberculosis.

– ¿Lo de los poetas? ¿O era la tos ferina? ¿Eso no lo mató la viruela?

– Aquí sigue.

– Claro, ahora cualquier cosa es poesía, cualquiera es poeta y esto se pega que no veas. Venga, un chiko japonés, pues tuberculosis y con razón.

–  Haiku. Haiku, me parece. Y cáncer de colon para terminar.

– No diré nada. Metro y medio. No diré na-da.

– En abril Día Mundial de la Salud.

– O sea, otro Día del Enfermo con otro nombre. La vuelta del calcetín. La chaqueta reversible. Todos juntitos. No diré nada. Aceptamos barco.

– Parkinson, hemofilia, fibrosis quística y paludismo. También en abril. Cuatro días con pocas jornadas entre ellos y cuestiones solidarias de por medio, día de los gitanos, día del libro.

– En fin, gitanos. Mayo. Cuando hace la calor. También leo poemas. Pero de los buenos, de los antiguos bien hechos. El día del libro sí me parece bien. Un día lógico. Matómela a un ballestero… y nosequé del galardón, ya no me acuerdo.

– Mayo, mayo… a ver. Asma, lupus, fibromialgia, hipertensión, hepatitis, epilepsia, celíacos y tabaco.

– Este mes lo quiere todo el mundo. Buen tiempo y poca lluvia. Así se pueden hacer manifestaciones con globitos.

– En junio trasplantes, cáncer de piel, donantes de sangre, enfermedad inflamatoria del intestino, esclerosis lateral amiotrócica y esclerodermia.

– Alegria antes del verano. Julio.

– En julio hepatitis y en agosto no hay nada.

– Claro. Los del cáncer estarán en la playita, con sus niños calvitos haciendo castillitos de arena. Vamos a ver más adelante, que si no lo quiere nadie es por algo.

– Septiembre empieza con cáncer de pulmón…

– No diré nada, no diré na-da.

– Y tenemos, a ver, Ahlzehimer, Corazón…

– Corazón, no diré nada. Dios los cría…

– Día de la Rabia…

– ¿Rabia? ¿Lo de Jesucristo?

– No sé si…

– Sí, lo que le entró en el templo con el mercadillo, pensé que se había acabado cuando pasó a los perros.

– Bueno, también está la retinosis pigmentaria para terminar el mes.

– Retinosis pigmentaria. Hola, tengo retinosis pigmentaria y tú no [retintín].

– Octubre empieza con las personas mayores…

– Joder, acabamos, con éstos entra todo. Y el cáncer que no veas, allí estarán otra vez los primeros con sus caritas amarillas.

– Sordos, Hepatitis, todo esto va luego. A ver. Semana Europea contra el cáncer…

– Es que me cago en lo amarillo …, hombre ya está bien. Los mismos en todos los saraos. Que si los santos y los curas. Al menos el santoral de siempre tenía sus mártires, pero sufrían sólo ellos, no tiraban globitos y se juntaban. Los torturaban a ellos nada más. Como en Braveheart. ¿Sabe usted que a San Acisclo le desgarraron los pies y lo echaron al fuego? Un tío mío se llamaba así, bastante tormento era ya el nombrecito. Y luego a las santas les solían arrancar los pezones, que visto con distancia tiene su morbo, ahora hay mucho de eso y se llama bdsm. Al Pacino tenía una película, y a un maricón vestido de Hitler en una mesa de billar le…

– Bueno, seguimos, cuidados paliativos, enfermos mentales…

– Estos también son de la estirpe. De la pandillita. Pero claro, no se les puede decir nada porque no tienen voluntad. Como las medusas, que van a su flor por los mares. Ellos no tienen voluntad y luego te amputan algo con un cútex y no tienen voluntad. Claro, soy de la pandillita y no tengo voluntad.

– Eh, días de la vista, del dolor, del cáncer de mama…

– Je… El único día que compro todos los periódicos. Modelos en tetas haciéndose mamografías. Y el lacito rosa con el imperdible para pincharse justo el pecho, qué idea tan buena, mejor que el coloncito de colores. Tengo cáncer de mama y me pincho el pecho. Si es que son así y la gente no cambia.

– … de la osteoporosis y del ictus.

– Octubre completito. Noviembre.

– Diabetes, enfermedad pulmonar ostructiva crónica y espina bífida.

– A lo mejor nos podemos meter por ahí. Si las cuestiones solidarias no tienen el resto.

– Veo bastante infancia, bastante África y bastante paz y desarrollo.

– Hijos de la gran puta, si no son unos son otros.

– En diciembre sida a tope y discapacitados. Estos días son fuertes antes del puente del 6 y 8 y la Navidad. Es mejor no meterse porque hay derechos humanos y luego esclerósis múltiple y niños con cáncer.

– Niños con cáncer, claro, porque viene el niño Jesús y somos todos amiguitos calvitos con la mula y el buey. Ay San José. Ay el alientito de la mula y del buey ¿Sabes qué?

– Qué.

– Que nos vamos a ir a agosto.

– ¿A agosto?

– Sí, al 15. El día del puente ese de la Virgen.

– La Asunción.

– Lo que sea. Me da igual si sube o si baja. ¿No somos ya poco católicos y menos romanos? Pues aprovechamos el tirón cristiano, que lo tiene de todas formas y la gente ya va concienciada de casa, como si dijésemos… condicionada ya ella sola de antes. Y entramos por esa puerta abierta que nos tienden los curas, que están para ayudar al prójimo.

– No sé yo si…

– Sí, lo veo. La Asunción queda solapada, como antes hacían ellos con las fiestas paganinis aquellas, las griegas de ir en pelotas. Leí sobre eso. Es un tema que me gusta.

– Si usted lo ve bien…

– No se me está cayendo la nariz para nada. Y usted igual. Tome un cleenex, hombre de Dios, que le gotea.

– Gradias pod el padñolito [sonándose].

– No se cae la nariz de tanta gente para nada. No como los del cáncer. Esto sí es importante. Narices como pimientos, estornudos, una constante guerra. Es más, pillamos cuatro jornadas, si ese año se hace puente el puente entero. Si no un día antes y dos después.

– ¿Y cuál es la idea?

– Cuatro jornadas. Las I Jornadas de la AIRC.

– No suena mal.  ¿No suena mal? Je, je,  ¿lo coge?

– Y tenemos muchos meses por delante. Y eso no es todo. Tendremos día mundial, claro. Coincidiendo con la Asunción.

– ¿Cómo?

– Lo veo ya todo claro aquí en mi cabeza. Vamos a aprovechar el tirón cristiano y nosotros seremos la fiesta paganini que se pondrá por encima.

– Bueno, ahora que lo dice…

– Es más, la Virgen de la Asunción será al principio nuestra Virgen. Todo el mundo quiere a la Virgen, y nosotros somos muchísimos afectados también, tantos como adoradores de la Virgen.

– O bás, diculbe, que se be cae el boco otdra vez.

– La Virgen de la Asunción, sí, lo veo claro…

– Dio ahoda dambién.

– Las I Jornadas de la Asociación Internacional Resfriado Común. Y con tu propia Virgen de la Asunción, pero también desde el año que viene la Virgen de los Resfriados. Perfecto.

– Dio creía que do pedo ahoda digo dí, claro que dí. Perfedto.

– Deme un cleenex y Respir, por favor. Pongámonos en marcha. Lo primero, aunque no me guste, un diseñador gráfico. Lo odio pero funciona. Una nariz de colores con su pañuelo de colores. Una nariz vista desde las fosas nasales y así podemos poner letritas o cosillas en los agujeros. Ya iré yo mano a mano a trabajar con el diseñador. No estoy de acuerdo pero funciona.

– Fantástico.

– Lo segundo, al fin y al cabo el resfriado común en incurable, vamos a crear alianzas con los mierdecillas del cáncer. También con los del corazón y los locos. Ellos, todos ellos,  también están afectados por nuestro mal, aunque no quieran reconocerlo porque piense que sus cositas son más importantes. A lo mejor cualitativamente, como se suele decir. Pero no por acumulación. Cuantitativamente, como suele decirse. Esto de la acumulación es importante, habrá que transmitírselo a la sociedad. Alianza con los mierdecillas, aunque me pese. La pandillita va a tener que pasar por el aro, estoy deseando ver sus caritas amarillas cuando no tengan más remedio que soltar globitos con nosotros. ¿No queríais enfermedad incurable? Pues toma dos tazas. Dame cleenex, se me está poniendo la nariz como un pimiento morrón. Quizá podíamos hacer un regalo de pimientos morrones entre los desfavorecidos. Sentido del humor y caridad en la señalada jornada de la Virgen del Resfriado. Cada vez veo más claro todo.

– Cristalino.

– Y otra cosa.

– Qué.

– Globos de colores. A ver si nos vienen mejor de los que ya suben solos o hay que comprar una botella de helio o el envase en que venga eso.

– Me bongo a dodo ello.

– Pues no se diga más. Convoque inmediatamente una reunión con los vocales. Y quizá llamemos a la prensa. Ponga detrás de la mesa de la sala de juntas el cartel de la AIRC, para que lo cojan bien las cámaras, como en las ruedas de prensa de los futbolistas, detrás. Bueno, en marcha.

– ¡En barcha!

Azul acecho aleve (I)

Hay personas que dicen tener una experiencia fuera del cuerpo. Mediante drogas, o inducidos por un estado de duermevela, sienten que su espíritu se eleva. Entonces se ven desde arriba. No sé qué hacen después, porque tampoco es que haya mucho que hacer. Uno sale de su cuerpo y debe de resultar impactante. Pero parece una de esas actividades con mucha sorpresa al principio pero aburridas de inmediato. Bien, ya estoy fuera. Ahora qué. ¿Me saludo? Ahí estoy en pijama. O con la cara desencajada ciego de alguna seta . Pues muy bien. Dígame usted que hago ahora, porque yo a esto no le noto las ventajas. La mística es como las aficiones del fin de semana, un coñazo que se narra a los demás como si fuesen divertidísimas. Pero que no. “Y en la sierra de Calatayud me lancé en un tirolinas antes de la fiesta de la Quebrada donde…”. Váyase con su piragua.

Me parecen más interesantes las experiencias fuera del cuerpo domésticas. Por ejemplo mirar la letra propia. Deformada por la profesión y por el uso habitual de los procesadores de textos, muchas veces la letra propia ganaría en todos los concursos mundiales de letras de médicos. ¿Qué he escrito ahí, Dios mío? Y a lo mejor necesitas saberlo por el trabajo. Me he sorprendido a mí mismo a veces mirando la hoja de la libreta al trasluz, dándole la vuelta y poniéndola al revés, como si eso tuviera algún sentido. Llamando a gente para que me ayude. Como si eso tuviera algún sentido, si no la entiendo ni yo, la va a entender éste pobre hombre. En el momento en el que entiendes las más endiabladas captchas pero no la letra propia se produce la experiencia de verse desde fuera, como el que ha escrito un código dictado por un ser superior, o quizá inferior, pero otro ser que es uno mismo y a la vez no, una escritura automática muy jodida y un puntito inquietante. El efecto místico dura muy poco, a lo mejor dos segundos, porque es un efecto místico bastante gilipollas, muy de andar por casa, pero sólo con eso ya entra en la clasificación se quiera o no se quiera. Qué curioso, no reconozco al que hace estos garabatos, que soy yo. Y la ventaja de esta experiencia mística es que en un momento tan cortito pero a la vez tan solemne no sueles estar en pijama, al menos no en un gran porcentaje de las ocasiones, digamos el 82%.

Otra experiencia de fuera del cuerpo quizá más impactante sea ver los escritos de hace años, en el caso de que guste escribir. A veces repaso algún texto de este mismo blog o de las secciones de La Página Definitiva, o de otros lugares, y me sorprende lo que leo. Intereses que ya no tengo, un sentido del humor un poco distinto, una gran capacidad para hacer cosas que ahora no podría o bien una gran capacidad para escribir idioteces que ahora sí podría evitar. Unas características se pierden, otras se matizan, otras se mejoran, otras se empeoran. Hay textos que me gustan y que sería imposible repetir, ¿cómo lo hice? Otros, al contrario, pueden sonrojar, madre mía de mi alma, cómo escribí esto de aquí. Basta que pase más de un lustro para que uno se vea un poco desde fuera, como quien sale de uno mismo sólo la puntita. Suficiente.

Pero esta semana he tenido un síndrome de fuera del cuerpo realmente fuerte. Como la crisis está devastando al sector periodístico y en mi ciudad se destruye empleo al triple de velocidad que en el resto de España, había pensado, con una gran mente empresarial, que ante la falta de perspectivas no perdería nada por presentarme a un concurso de poesía de esos que tienen miles de euros de premio. Al fin y al cabo ya escribí un libro de poesía hace mucho. Estaba en un cajón, donde la mayoría de las veces recomiendo a la gente que deje sus poemas. A ser posible un cajón con llave y que después se queme el cajón y a ser posible el poeta con toda su familia. Peor que el poeta es la madre del poeta, la tercera más peligrosa después de la madre de niño cantante de copla y la madre de adolescente deportista en competición del colegio. Pues ya está, pensé, cojo ese libro y le doy un repasillo. Mínimo esfuerzo y hala. Además, pensaba también, no recuerdo los poemas pero creo que no estaban mal, incluso me noto con condiciones para este género, no en vano he compuesto algunos haikus en los últimos años. Y entonces tenía el ímpetu de la juventud. Abrí el cajón y saqué el libro.

Verse a uno mismo desde fuera, como me había visto en otras ocasiones gracias a la letra deformada o a los post antiguos, era una experiencia que contenía momentos de ternura combinados con algo de rubor, recuerdos de cierta candidez, sorpresa positiva en ocasiones, era un combinado al final dulce, como observar una foto de hace tiempo. En esta ocasión me vi a mi mismo de forma que no quedaba otra solución, tenía que asesinarme, que es lo que intento ahora de la única forma que sé, lanzándome afiladas letras desde el piso superior justo cuando paso tranquilamente paseando por abajo. Ahí va eso, a ver si se te sale la sesera por el oído, hijo de puta.

Hijo de puta, de hijo de puta me tengo que calificar. De grandísimo hijo de puta. Al repasar los poemas una brutal sensación que mezclaba la conmiseración, el odio hacia uno mismo, la vergüenza ajena (hay que recordar que uno se ve desde fuera), el sofoco, incluso hasta… el oprobio, se iban mezclando dando lugar a una bomba fétida. Pero qué grandísimo hijo de puta, sí señor. Con los cuernos retorcidos.

Hagamos un pequeño flashback. Nunca me gustó la poesía ni me atrajo lo más mínimo. Al terminar la carrera tuve un momento de paro y me puse a leer mucho. Por aburrimiento cogí algunos libros de poesía que tenía desde el colegio. Los típicos, la antología de Antonio Machado, la de Lorca, la de Juan Ramón Jiménez etc. Descubrí pasmado que entonces aquello de lo que hasta me había burlado empezaba a llegarme. Y no sólo me llegaba, me entusiasmaba. En tan sólo unos meses tuve las lecturas que seguramente a otros les llevaría años. La generación del 27 se mezclaba con la del 98 que se mezclaba con la del 50. Poetas medievales por el norte, poetas británicos de todos los tiempos por el sur, poetas chinos y japoneses por el este, y por el oeste, ¿esto que es? Gloria Fuertes por el oeste. Hasta leí a Gloria Fuertes, joder, qué entusiasmo tendría. Lo que muchos lectores experimentan poco a poco en la adolescencia me vino a mí sin esperarlo años después, no podía suponer ni por asomo que me encantase la poesía. Ese entusiasmo, el atracón de lecturas a modo de niño chico que se mete en la boca varios trozos de tarta vaya a que alguien se los quite y que ya me picaba el gusanillo de escribir, tuvieron en conjunto el efecto de impulsarme a salir al balcón con un sombrerito con una pluma, un laúd y una voz melodiosa que exclamaba a los cuatro vientos: Heme aquí, poeta soy. Y luego venía un oh o un ah muy sentido, que la poesía permite soltar impunemente ohs y ahs fuera de la cama o una cancha de tenis sin que nadie pueda ni chistarte.

Convertido ya en poeta sin obra, tocado claramente por las musas, genio del verso en potencia y futuro candidato al Nobel, me dispuse a escribir poemas.

CONTINUARÁ…

Con la que está cayendo

…con la que está cayendo… Hay que coger esos puntos suspensivos. Y mirarlos mucho en la palma de la mano, haciéndolos rodar así con el índice, como pequeñas canicas que tienen por dentro esos extraños dibujos de canicas si todavía hay canicas fuera del teléfono móvil. Nunca he visto un estudio riguroso sobre esos dibujos. Ni tampoco un análisis serio sobre “con la que está cayendo”. Y más aún acerca de lo que viene antes de la expresión. O después, según los casos. Tal, tal, con la que está cayendo. Con la que está cayendo tal tal.

Esos tales están ahora mal vistos con la que está cayendo. Y por la que está cayendo. Hay que entender que antes de caer la que cae no caía nada o quizá caía poco, lo justo. Y cuando no caía nada o caía poco esos tales ya eran tales y como tales hacía su labor talificadora de la misma forma que ahora talifican. El tal no se crea ni se destruye, sólo se transforma. Y para seguir más o menos igual, que diría Lampedusa. Lo que varía es si cae o no cae como estamos observando.

Así que tenemos los ojos muy fijos en la cantidad que cae, si cae alguna. Y ese es el baremo que justifica o proscribe al tal y tal, que está ahí independientemente de si cae o no cae o si cae sólo un poquito. Si cae mucho se censura lo que antes se alentaba o permitía sin prestarle atención porque, la verdad, caer lo que se dice caer no caía. Y si caía era nada, chispeaba. Ahora sin embargo con la que está cayendo…

Los mirones de la que está cayendo tienen los prismáticos, el telescopio, fijo en la dirección donde caerá o no caerá. Dejan fuera del campo visual a los tales, que siguen a lo suyo, talificando, dale que te pego. Y en el momento en que perciben que la que está cayendo es considerable giran el trípode para observar lo que hay alrededor. Maldita sea, tales a sus anchas, a campo abierto, con la que está cayendo, exclaman indignados. Tales que no obstante allí estaban antes de caer la que ha empezado a caer.

A parte de la sociedad no le interesan los puntos suspensivos, lo que va inserto en esos puntos. Sólo la perspectiva que les ofrece la cantidad que cae, sobre todo cuando cae. Nunca relacionan que la cantidad que cae, cuando cae, depende de lo que había en esos puntos suspensivos cuando no caía nada o caía poco. O quizá sí lo relacionan pero cuando no cae puede que les gusten los puntos suspensivos, o que les guste algunos de ellos, que hay modelos diferentes, o que consideren adecuado ese modo en que se mueven. Míra como ruedan los puntos suspensivos, ruedan y ruedan y vuelven a rodar, que van de aquí para allá. Yo también quiero uno, señora. Y otro para mi niño.

Y entonces cae. Ya lo creo que cae. El verbo caer es lo que tiene, que uno no le hace caso hasta que cae. Y con la que está cayendo muy mal. Muy pero que muy mal con la que está cayendo. Ahora, si no cayese…vamos a ver, que esto es muy complejo, no crea usted.

La diferencia Escobar

Conquistar Europa, conquistar el mundo, para que te pongan en una tarima de verbena como a la Orquesta Maravillas y sin dinero para el speaker, para el maestro de ceremonias. Venga tú, que no hay presupuesto y tienes que hacer de monologuista. Pero si soy el MVP del torneo de Lituania y… A callar hostia y coge el puto micro. La gloria reducida a una tómbola donde se rifa a un pívot bombero negro con tableta de chocolate, valga la redundancia, como antaño a la chochona o el perrito piloto.

Poco antes todo era intensidad defensiva y ofensiva, ilusión y lucha. Hasta había macedonios por ahí con su nombre de resonancias bélicas. Y gabachos aplastados. Que más se puede pedir. La gran fiesta del deporte español pone en su sitio a las estrellas, como cuando de pequeño ibas a casa de la abuela en Navidad y esperabas el coche teledirigido. A cambio encontrabas un pijama porque te hacía falta. Eso parece decir el país. Chicos, no os hacen falta coches lujosos ni prostitutas en una piscina de champán. No olvidéis vuestros orígenes. Éste es vuestro pueblo. Pero cómo no van a huir a la NBA, espaldas mojadas del balón que tienen sueños de cheerleaders y majorettes con una banda detrás. Y raperos y una jovencita impresionante cantando el himno. Baloncestistas que tras dos temporadas en la ACB cruzan el atlántico a nado con lo puesto. Echadme un flotador por el amor de Dios. España a la mínima que puede pone al deportista de élite en un tabla levantada en cualquier sitio, le da unos cachetes y le dice venga di algo, como niños que tienen que imitar a un famoso en una fiesta familiar y se encuentran de pronto en medio del salón ante la mirada de las titas madrinas.

Pero el baloncesto, ay el baloncesto. Tanto calcio, tanto yogur para tanta altura y que al final los manden a una plaza menor. La otra está reservada para los futbolistas, esos hermanos mayores más guapos y aplicados que vuelven al hogar y todo se revoluciona y hasta sale la vecina para darles un pellizco en el moflete. Y sobre todo está Manolo Escobar. La diferencia Escobar que con sus que viva España marca lo que se espera de cada cual y sobre todo el grado de orgullo que se siente. Eso es ya como recibir el pijama porque te hacía falta pero el hermano mayor el coche teledirigido. A mí no me quieren igual. Que sí, lo que pasa que tu hermano es mayor. Pero si yo nací antes, hija de puta. Ahora comprendemos el eterno resentimiento del baloncestista, con su esqueleto menguando, encorvándose, en un eterno retiro sin Manolo Escobar. Así acaban casi todos de periodistas deportivos.