Popurrí o mescolanza de cosas diversas (I)

A continuación publico una serie de textos cortitos que he ido escribiendo aquí, allá y acullá, muchos de ellos sólo puestos en mi Facebook, otros de diversa procedencia:

 

COLIBRÍ VERDIRROSO

Los viejos de algunos lugares de Andalucía ricos en bosque mediterráneo todavía cuentan historias sobre el colibrí verdirroso. Este colibrí no se diferencia ni en tamaño ni en costumbres de otros colibrís, salvo en el hecho de que es carnívoro. En lugar de libar las flores suele aprovechar los momentos de descanso del caminante que, acalorado por los rigores del tiempo, acomoda su espalda en un pinsapo para dormitar después del almuerzo. En ese momento de la siesta, el colibrí verdirroso, aleteando velocísimo, cuasi estático frente a la oreja, introduce su largo pico y liba el estribo, dejando siempre intactos martillo, tímpano, caracol y trompa de Eustaquio. Se desconoce el porqué de la preferencia de estas avecillas por una determinada parte del oído interno de los seres humanos. No es extraño en muchos pueblos encontrar a lugareños que, ataviados con una trompetilla, cuentan su terrible historia. “Un día me dormí a la vera de un árbol y…”. El colibrí verdirroso, además de aparecer en los más insignes bestiarios como indispensable protagonista, da origen a la popular expresión “perder los estribos”.

MOSQUITO EVOLUCIONADO

Un mosquito evolucionado. Se posa en tu oreja. No para picarte. Te da consejos sobre la vida. Consejos muy buenos. Observaciones verdaderamente agudas. “Por qué dejaste a esa chica”, dice. Tiene la voz del doblador de Morgan Freeman. El Fogo Electric le produce carraspera. Está muy evolucionado. Tose un poco, pero nada más, ni muere ni nada. Sigue en la oreja a lo suyo. Incluso cita a Oscar Wilde. “A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante.” Y luego remarca que es de Oscar Wilde, no se lo apropia ni mucho menos. Tiene la voz de Morgan Freeman, pero por la trompetilla a veces se le escapa un gallo y jode el consejo. “Deberías pedirle perdón a ese amiiiigo”. Ahí se le ha ido un gallo, por ejemplo. Y el consejo ha quedado un poco así…

 

EL ROBO DE LA NARIZ

El paro asuela tu ciudad. Llega al 40%. No tienes trabajo fijo desde hace seis años. De vez en cuando una chapuza. Qué tiempos aquellos del Audi tuneado. Qué tiempos aquellos de las novias a pares. Qué tiempos aquellos de la costa y los viajes. Qué tiempos aquellos del lambrusquito. Qué tiempos aquellos de los ciclos y el gym. Ya quedan lejos. Pero tienes cierta habilidad manual. Siempre la has tenido. Te metes a trilero. Un amigo hace de gancho. Has ensayado mucho previamente. Ahí está la primera víctima. Fíjate qué cara la de esa señora. Doble papada. Codo pelícano. Ahí vas con los vasos, a la velocidad del rayo. Acaso la velocidad sea la de la centella. La mujer señala sin titubeos. A la primera el vaso con la bolita. Haces como que le robas la nariz. Metes tu pulgar entre el índice y el corazón. ¿Pero qué mierda intentas? ¿Qué trucos tratas de mezclar? ¿Qué mañas son esas? ¿Qué efecto pretendes hijo puta? En un momento de iluminación has creído que quizá combinando dos tretas se abra una grieta, una salida. Pero no hay salida. ¿Robar la nariz como a un niño pequeño? ¿Qué clase de basura tienes en la cabeza? Anda, déjalo ya, déjalo ya. Y paga a la señora. No hagas nada más que vaya tela, vaya tela, vaya telita.

QUEMARSE A LO BONZO

Quemarse a lo bonzo, pero prendiéndote fuego frotando dos palos. Muy tranquilamente.

Quieres suicidarte. Pero también exhibir los conocimientos de supervivencia que tanto te costaron aprender. Empezaron muchos años atrás, en un campamento de los boy-scouts. Aún conservas tu primera navaja suiza. Te la regaló tu tío Jimmy. El bueno del tío Jimmy.

Resulta paradójico. Deseas mostrar en el último momento que eres una persona contradictoria. Muerte y supervivencia. Tienes muchos matices. Muchas aristas. Sí. Eres complejo, sumamente complejo.

Las llamas prenden. En el último momento incluso has tenido que soplar un poquito, con mucho cuidado. Se producen gestos de dolor, otros de celebración. Son gestos nuevos. Ninguna persona que se ha suicidado antes a lo bonzo había mostrado este fascinante repertorio. Palmadas al pantalón y la camisa que parecen exhibir una victoria. Ademanes de campeón que intentan por reflejo apagar las llamas. Mueres creando, reivindicando tu identidad.

Tenías muchos matices. Muchas aristas. Sí. Eras complejo, sumamente complejo.

UN RASTREADOR SIOUX

Fue idea de Juan Carlos Meñique traerse un rastreador sioux tras su visita a Estados Unidos. Decía tener graves problemas para encontrar sus objetos personales después de alguna de las numerosas borracheras a las que le obligaba, afirmaba con vehemencia, su profesión de editor. El sioux, acostumbrado a buscar el lugar donde se encontraba algún huidizo animal o quizá un niño perdido en las montañas, no tenía mayores problemas para recuperar las llaves dejadas en algún rincón poco habitual de la casa o una bufanda en un bar donde se bebió la penúltima copa la noche anterior. Algunas visitas se sorprendían por lo pintoresco de la escena cuando les abría la puerta el rastreador. Las más acusaban a Juan Carlos Meñique de su falta de sensibilidad con los seres humanos en general y determinadas razas en particular. El acuerdo sin embargo satisfacía a los dos. El indio abandonaba su aburrida reserva en Fort Peck, Montana, donde malgastaba en los legalizados casinos lo poco que ganaba rastreado pistas. Juan Carlos Meñique podía establecer relaciones profesionales y no profesionales a altas horas de la madrugada sin preocuparse por si se dejaba atrás un zapato o la cartera. Uno nunca tuvo un trabajo tan fácil. El otro, en honor a la verdad, no ha vuelto a perder el móvil. Águila Altiva, que así se llama el sioux, ha aprendido a hacer el estofado de patatas con gran maestría y unas excelentes albóndigas de pollo.

PUCHERO

Hacer un puchero por tristeza y que justo entonces te dé un aire. Y te quedas con la cara de puchero. Un puchero de los muy acusados, de los de labio inferior muy vuelto, muy de niño desconsolado. Y esa es ya tu cara para siempre. «No os riáis cabrones», les dices a tus amigos. «No os riáis, hombre». Qué hijos de puta son. Míralos quirrándose. Es que se están partiendo el culo los tíos, sin disimulo ni nada, a mandíbula batiente, que se decía antes de la Transición. Y tienes que avisar cuando te lo estás pasando bien, porque con esa cara… «que no, no, no me pasa nada, es que tengo la cara así ya todo el rato». La fiesta era divertida, había chavalas, buen whisky, música aceptable. Pero claro, qué vas a hacer. «Que sí, que estoy así, que me dio un aire cuando hacía un puchero». Míralo, otro que se descojona. Pero es que a este te lo acaban de presentar. Sin confianza siquiera y míralo. Quirrándose también. Este es más hijo de puta todavía. Sin confianza siquiera y míralo. Joder, cómo es la gente, de verdad.

SUSHI DE AGUASTURBIAS

En el Grupo Ecologista La Avutarda era sobre todo conocido por introducir huesos en las aceitunas rellenas y dejarlas en el campo a la sombra de un olivo. No esperaba que nadie comprendiese las intenciones de un acto que consideraba literario. La reivindicación por la arboleda autóctona era el complemento de la lucha por las libertades del boquerón. Los pequeños trozos de anchoas quedaban acumulados en un plato. Luego, cuando había cantidad que juzgaba suficiente, los apretaba con la mano y los liaba en alga mari. Llamaba al producto sushi de aguasturbias. Pronto fue plato habitual en las reuniones de la asociación debido a la falta de presupuesto. Alguien comentó que mejoraban con determinado tipo de salsa agridulce, aunque no todo el mundo estuvo de acuerdo. Cuando le preguntaban por qué no dejaba esas porciones en la orilla del mar, cuando sí las aceitunas en el sotobosque, evitaba la conversación y terminaba hablando de las alas de las efímeras u otros asuntos recurrentes.

 

CAFELITO

Hoy me han servido el café más hirviendo de la historia. Hasta el momento el récord lo tenía la cafetería Medea, situada en la calle Agrupación Córdoba. Su café podía rondar los 120 grados, una temperatura similar a la del geyser Strokkur. Apenas un puñado de organismos procariotas termófilos podían sobrevivir en él. Pero hete aquí que en la cafetería el Portón, al lado de la Puerta de Almodóvar, me han servido un café con leche a 1.151 grados justos. Venía con un sobre de azúcar en el plato y un equipo de siete vulcanólogos de varios países europeos. Uno de ellos, creo que japonés por los ojos rasgados que se veían a través de la máscara del equipo, me ha comentado en un español algo mediocre que de momento el café estaba dormido, pero que no se podía descartar una erupción en breve. En estos instantes, mientras retransmito en directo, el café sigue en la mesa después de varias horas y prosigue el aumento de los movimientos sísmicos en la región.

OPTIMISMO

Te despiertas y una anaconda te está engullendo. Pero te hace cosquillitas y esperas casi medio minuto antes de gritar. Esperas todo lo que puedes. Los movimientos de su mandíbula se asemejan un masaje. Te está haciendo BIEN al dolor de espalda que tenías. Apuras y apuras y llega el momento de dar el alarido, porque no te queda más remedio. Mientras corren a ayudarte piensas que a lo mejor podías haber aguantado un poquito más y se te hubiese quitado un pinzamiento que tienes habitualmente en el hombro derecho. “Bueno, a lo mejor la próxima vez”, te dices. Los beneficios han compensado tanto que ves claro que habrá otra oportunidad, y eso que las posibilidades de un ataque de anaconda durante el sueño no son altas. Y menos de ese estilo, directo a la garganta, sin que te asfixie antes mediante constricción. Pero lo ves claro y tienes esa esperanza. Y la esperanza es importante. Por qué no vas a tener esa suerte, cosas más raras se han visto. Eres un optimista, y los optimistas al final son los que mueven las cosas de este triste planeta. Ojalá te pase de nuevo, qué carajo. Te lo mereces.

 

ANGELICAL BOB DYLAN

Convencen a Bob Dylan para que se eche Respir y se suene. De pronto resulta tener una voz angelical. Llega a registros altísimos. Hace virajes endiablados con la garganta. En un momento determinado logra incluso romper una copa de vidrio al interpretar un pasaje de la zarzuela “La Marchenera”. Consternado, intenta sorber sus mocos del Cleenex donde los había depositado, encontrándolos ya secos. Toda su discografía y su esencia se encuentra en esa estructura verde. Bob Dylan lo asume, pues no en vano es Bob Dylan, y sigue con su “Never ending tour” disfrazado de niño cantor de Viena.

CALAMBRE EN LA PANTORRILLA

Los calambres que dan al dormir en la pantorrilla son el mordisco de un súcubo, su forma de “tirar de las coletas”, de decirte que le gustas. Por si acaso ni me muevo, me quedo encogido, en posición fetal, aguantando el dolor que me ha despertado. Y que suele subir. Es una máxima del dolor: todo dolor que puede subir, sube. Es uno de mis dolores preferidos, de esos en los que te recreas porque los sabes inofensivos. Cotidianos e inofensivos. Me gusta el del padrastro, y el de las pequeñas llagas de la boca. Las agujetas a veces, siempre que sean suaves y no estén en las piernas. Las espinillas interiores de la nariz o las orejas, la heridita que hace el papel al cortar el dedo. Quizá también cierto picor de ojos y el entumecimiento de los pies. Pienso que funcionan como un antibiótico, o mejor una vacuna, dolores pequeños que te protegen contra los grandes. Esta vez el súcubo se está pasando, se está pasando mucho, que esto sube pero no me voy a levantar, no me levanto de la cama ni cuando me muero de ganas de mear. Calambre en la pantorrilla y morirte de ganas de mear en la cama. Y quedarte. Un placer extraño. Pero yo no me levanto.

MEMORIA OLFATIVA

En 24 horas, entre duchas y lavados periódicos, me habré enjabonado las manos entre 8 y 10 veces. Todavía sigue el aroma del arroz inflado de la marca Segui «Monchitos». Esto significa que apruebo totalmente el producto y me parece un digno heredero de los «Fritos» Matutano de los años 80, aún insuperables. El meñique izquierdo me huele todavía a una bolsa que ingerí en 1986.

PREGUNTA SIN RESPUESTA

Hasta cuando se pueden utilizar efemérides con «cumpliría». Hoy Miguel Hernández cumpliría 105, he leído en varios lugares. ¿Con 110 también se diría eso? ¿115? Hoy Fulanito de Tal cumpliría 100 años. Hombre, siendo muy optimistas con respecto a su estado de salud. Hay gente que 105 todavía lo ve factible. Miguel Hernández cumpliría 105 de no tomar carnes procesadas y ser runner, supongo.

SONETO EN BAJA FORMA

De nuevo me veo haciendo un soneto
tras años de ausencia en lances de poesía
si doy con las sílabas me maravillaría…
empecé mal desde el principio este reto.
Trataré al menos de hacerlo completo
con las estrofas en orden de caballería.
Paquidermos variados en la cacharrería
al contar con los dedos el boceto.
La falta de forma desborda al poeta,
tan pronto se ahoga,
tan pronto parece ir en motocicleta.
«¿Podré terminar?», el autor se interroga.
Modesta es la meta,
clavar estos versos más bien se prorroga.

POEMA AL RUNNER ESPAÑOL

Corre runner,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre,
corre, corre.

Hala, ya.

Comments

  1. Bar Code wrote:

    Bueno, muy bueno.

    Ese final «y el consejo ha quedado un poco así…» es de Juan Ramón por lo menos.

    Exceptúo el soneto, que está muy mal medido.

  2. Alfredo MG wrote:

    Claro, el soneto está mal medido a propósito. Se ahoga, versos más corto. En motocicleta, verso más largo. Cada cual medido pero no en los habituales, para que se vea que el poeta lo intenta pero está fuera de forma.

  3. Javi wrote:

    Yo también escribía ficciones de este tipo ANTES de Noguera. Cabrón el Noguera! Supo monetizar…

  4. Alfredo MG wrote:

    Hay mucha gente que escribe ese tipo de ficciones, por ejemplo de forma más elegante Ferrer Lerín hace muchísimo. Lo que hace Noguera es interpretarlas como monólogo, ahí ya entran otros factores.

    Además las de Noguera, en líneas generales, tienen mucha menos narración. Son gags más concentrados. Muchos de ellos son como las clásicas ocurrencias que surgen de una conversación surrealista en un bar entre gente más o menos ingeniosa. Pero son muy de dar en la diana.

    Por ejemplo, creo que las cosas de Noguera funcionarían mal por escrito (salvo aquellas que sí escribe expresamente para un blog o un libro).

    De hecho a mí me encanta Noguera, pero en sus primeros ultrashow me parecía muy mal intérprete, casi insoportable. Y luego mejoró y mejoró puliendo su interpretación. Es que no es sólo el relato, tiene una vis cómica mayor de la que parece y todavía por explotar. Podría ser un actor cómico fabuloso.

Post a Comment

Your email is never published nor shared. Required fields are marked *

*

*