La diferencia Escobar

Conquistar Europa, conquistar el mundo, para que te pongan en una tarima de verbena como a la Orquesta Maravillas y sin dinero para el speaker, para el maestro de ceremonias. Venga tú, que no hay presupuesto y tienes que hacer de monologuista. Pero si soy el MVP del torneo de Lituania y… A callar hostia y coge el puto micro. La gloria reducida a una tómbola donde se rifa a un pívot bombero negro con tableta de chocolate, valga la redundancia, como antaño a la chochona o el perrito piloto.

Poco antes todo era intensidad defensiva y ofensiva, ilusión y lucha. Hasta había macedonios por ahí con su nombre de resonancias bélicas. Y gabachos aplastados. Que más se puede pedir. La gran fiesta del deporte español pone en su sitio a las estrellas, como cuando de pequeño ibas a casa de la abuela en Navidad y esperabas el coche teledirigido. A cambio encontrabas un pijama porque te hacía falta. Eso parece decir el país. Chicos, no os hacen falta coches lujosos ni prostitutas en una piscina de champán. No olvidéis vuestros orígenes. Éste es vuestro pueblo. Pero cómo no van a huir a la NBA, espaldas mojadas del balón que tienen sueños de cheerleaders y majorettes con una banda detrás. Y raperos y una jovencita impresionante cantando el himno. Baloncestistas que tras dos temporadas en la ACB cruzan el atlántico a nado con lo puesto. Echadme un flotador por el amor de Dios. España a la mínima que puede pone al deportista de élite en un tabla levantada en cualquier sitio, le da unos cachetes y le dice venga di algo, como niños que tienen que imitar a un famoso en una fiesta familiar y se encuentran de pronto en medio del salón ante la mirada de las titas madrinas.

Pero el baloncesto, ay el baloncesto. Tanto calcio, tanto yogur para tanta altura y que al final los manden a una plaza menor. La otra está reservada para los futbolistas, esos hermanos mayores más guapos y aplicados que vuelven al hogar y todo se revoluciona y hasta sale la vecina para darles un pellizco en el moflete. Y sobre todo está Manolo Escobar. La diferencia Escobar que con sus que viva España marca lo que se espera de cada cual y sobre todo el grado de orgullo que se siente. Eso es ya como recibir el pijama porque te hacía falta pero el hermano mayor el coche teledirigido. A mí no me quieren igual. Que sí, lo que pasa que tu hermano es mayor. Pero si yo nací antes, hija de puta. Ahora comprendemos el eterno resentimiento del baloncestista, con su esqueleto menguando, encorvándose, en un eterno retiro sin Manolo Escobar. Así acaban casi todos de periodistas deportivos.

Comments

  1. Asín...nos va wrote:

    Qué solito te has quedado en este artículo tragado por los agujeros negros de la araña, tan solo como los increíbles hombres menguantes de nuestro baloncesto.