Decálogo de buenas prácticas en la política española

El sábado pasado participé en una charla en Barcelona, invitado por los amigos de Escèptics. La verdad es que fue muy agradable y me lo pasé muy bien: como me invitaban en calidad de «friqui de LPD» (más o menos) y no en el rol de profesor universitario, intenté ser lo menos envarado posible en forma y fondo, lo cual fue recibido (creo) con alivio por parte del dilecto público: gente con criterio y que venía a escuchar y debatir con ganas (¡y eso que la charla se celebró a la misma hora del Barça-Madrid!).

En mi intervención, intenté explicar cuáles son los principales problemas que, a mi juicio, afectan a los participantes del proceso de opinión pública en España (partidos políticos, medios y ciudadanos).

En un sistema de opinión pública que funcione razonablemente bien, los medios son intermediarios entre el público y el poder desde una posición autónoma, el público vota siguiendo criterios de racionalidad e interés y los políticos rinden cuentas y son castigados electoralmente si no alcanzan los objetivos prometidos. Es evidente que en España las cosas no están funcionando así, de manera que intenté explicar cuáles son, a mi juicio, las principales deficiencias del funcionamiento de la opinión pública en España, en torno a dicho triángulo:

medios de comunicación: muy partidistas y vinculados con el poder político en un entramado de relaciones cada vez más incestuosas.

público: arrastrado a las dinámicas partidistas y con un sistema de decisión del voto a menudo cortoplacista y guiado en ocasiones por la experiencia personal inmediata o por razones en principio de tipo tangencial (2007, Valencia: «si me das Fórmula 1, te voto». 2011, España: «si me das trabajo, te voto». 2012, Andalucía: «te voto para que sigas dándome trabajo»), como si los partidos políticos fuesen como los Reyes Magos o funcionasen como agencias de colocación (y el problema, en gran parte, es que así funcionan… con dinero público, claro).

clase política: partiendo básicamente de aquí, y como la charla se centraba en este tercer vértice del proceso de opinión pública, se me ocurrió que podría ser entretenido singularizar los principales problemas y deficiencias que aquejan a nuestra clase política en torno a un decálogo de malas prácticas, debidamente ejemplificado. Allá va:

1. Dedicarás todas tus energías al partido, no a la sociedad

Básicamente, lo que ya comenté aquí. Los políticos españoles lo son desde bien temprano, y dedican sus energías a mejorar su posición dentro de su organización política. Pues será el partido, y no los ciudadanos, quien se encargue de promocionarles y colocarles en puestos-chollo, progresivamente más «puestos» y más «chollo». Ejemplo: Leire Pajín

 

2. De cargo en cargo

El político español de raza, siguiendo esta lógica, nunca se manchará las manos trabajando en cosas de pobres (o de ricos). Tener una profesión está muy mal visto, pues indica poco interés por volcar tus energías a la sociedad desde la organización política. Por eso, el político ha de serlo a tiempo completo, engarzando su trayectoria laboral siempre en puestos políticos o derivados de su acción política. Ejemplo: Rosa Díez.

3. ¡Que recorten otros!

La austeridad en la crisis está muy bien. Pero, puesto que el objetivo fundamental de la clase política en su conjunto es colocarse lo mejor posible, y no contribuir a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, en momentos difíciles los recortes afectarán a todo… Salvo a la pléyade de asesores, cargos y puestos de libre designación (o controlados por otras vías) creados para colocarse entre ellos. Ejemplo: Mariano Rajoy y sus 632 asesores de Moncloa.

4. Esperanza de vida: hasta las próximas elecciones

El político, no obstante su afortunada condición si consigue pillar cargo, vive en un constante sobresalto. ¿Qué pasará si los míos pierden? ¿Qué será de mí? Por esta razón, el político genera una agenda aberrante volcada en el corto plazo, y condicionada siempre por procesos electorales. Hay que ganar o conseguir el mejor resultado posible, que permita hacer nuestras políticas (o sea, colocarnos). Y luego, ya veremos. Ejemplo: las Elecciones Andaluzas.

Arenas y la desconsolada viuda hindú

5. ¿Y después? A seguir sirviendo a la sociedad

Los más afortunados, en el momento en que, por la razón que sea, dejan la política, lo hacen para seguir un emocionante camino nuevo en la empresa privada. Emocionante y nuevo porque el salto desde la política profesional a la empresa se da a menudo hacia lugares que no tienen absolutamente nada que ver ni con la formación ni con las responsabilidades políticas del interfecto; y, desde luego, en un puesto privilegiado.

Aquí los ejemplos son muy abundantes, pero me decanté por Javier de Paz. Trayectoria: 1) «Diplomado en Información y Publicidad» y «con estudios de Derecho» (o sea, que aprobó un par de asignaturas). 2) Líder de Juventudes Socialistas en los ochenta. 3) Director General de Comercio Interior en el último Gobierno de Felipe González (sí, directamente; ¡joder, que tenía «estudios de Derecho!»). 4) Consejero de Panrico. 5) Consejero de Telefónica (según me avisó Popota, recientemente destituido, al poco de llegar el PP al poder; ¡así de despilfarradoras son nuestras empresas privadas con el talento de que disponen! ¡Menos mal que, al menos, no echaron a Urdangarín!).

Javier de Paz, acompañando a ZP en el valle de lágrimas de las Municipales de 2011

6. ¿Dimitir? ¡Nunca!

Una obviedad: dimitir, en España, es un error. Puede que quedes muy bien y eso, pero sin duda quedarás mucho mejor, en términos de poder político, si no dimites. Aquel que pierde su base de poder (en el partido y en el gobierno), pierde su influencia. En pocas semanas, o meses, descubre que no puede volver. Sus compañeros le hacen el vacío. Pues no haber dimitido. ¿Es que no ves que das mal ejemplo? ¡A ver si éstos (los ciudadanos) van a pensarse que dimitir es una consecuencia lógica de XXXXXX! (Ponga Usted la tropelía que prefiera). Ejemplo: Francisco Camps. Sin duda, cometió muchos errores, pero el principal de todos, desde el punto de vista que evaluamos aquí, fue dimitir. Si hubiese resistido la presión, ahí lo tendríamos, con la mayoría absoluta que, imputado y todo, sacó un par de meses antes de su dimisión.

7. Hablar mucho cuando las cosas van bien, y nada cuando van mal

Apuntarse todos los éxitos y ocultarse en el fracaso, a ver si hay suerte y los ciudadanos, que a ojos de este tipo de estrategas son totalmente idiotas, piensan que la culpa es de Karanka y no de Mourinho. El ejemplo, como no podía ser menos, es Mariano Rajoy y su ya mítica huida de los periodistas.

8. En cualquier caso, procurar que lo que se dice no signifique nada

Así nos preservamos de cualquier mal; no vaya a ser que alguien nos pida luego rendición de cuentas de nuestras promesas. ¿Promesas? ¿Qué promesas? ¡Yo sólo dije que el empleo es muy importante, y lo rodeé de más y más frases vacuas para dejar claro que no dejaba nada claro!

En esta tendencia de fondo son muy importantes los medios audiovisuales y los nuevos medios electrónicos, que tienden a resumir, condensar y fragmentar cada vez más el discurso, simplificándolo y convirtiéndolo en meros slogans prefabricados pensados para distribuirse en la televisión o en las redes sociales. El ejemplo, como contraposición a esto, es un tanto freak: los debates Lincoln – Douglass de 1858 (anteriores a la victoria presidencial de Lincoln), que tenían la siguiente estructura: intervención inicial de 60 minutos – réplica de 90 – contrarréplica de 30 minutos. En ocasiones, celebraban varios al día, con el público agolpándose extasiado en la sala y escuchando a los políticos sin vacilar. Piensen en el debate Rubalcaba – Rajoy, por ejemplo; verán el contraste.

9. Fuerte con el débil y débil con el fuerte

Si hay que atacar a alguien, si hay que joderle la vida a alguien, siempre al débil. El fuerte, como es fuerte, quizás afecte a los más íntimos intereses de nuestra clase política. Así que, para el fuerte, patética amnistía fiscal al 10%. Para el débil, recortes a tutiplén, y que se jodan. Y no importa lo más mínimo que por cada fuerte haya 1.000 o más débiles. De hecho, se trata justamente de eso. Ejemplo: Campechano I de España y V de Botswana. Campechano es Fuerte entre los Fuertes, y precisamente por eso resultó tan ilustrativo ver cómo, en un momento de debilidad, fueron sus supuestos apoyos (los que llevan décadas beneficiándose del sistema, tan Campechano, que nos hemos dado entre todos) los que se apresuraron a abandonar el barco en pos del Heredero. ¡Menos mal que Campechano dijo que lo sentía y ha medio taponado, por el momento, la vía de agua!

10. Las elecciones nunca se ganan: es otro quien las pierde

Perdió González en 1996, perdió Aznar/Rajoy en 2004, y perdió Zapatero/Rubalcaba en 2011. En circunstancias en las que el partido vencedor no había presentado nada ni remotamente parecido a una alternativa (y, además, cada vez se molestan menos en disimularlo). Estar en la oposición es, fundamentalmente, esperar. Ya se hundirá el Gobierno solito. Y si no se hunde… ¡Pues tampoco se está tan mal en la oposición, que también da algún cargo que otro!

Como ejemplo, y para ilustrar lo que tal vez esté por llegar, decidí dedicarle un emocionado recuerdo, uno más, a la situación en Grecia, donde el PASOK está frisando el 10% y los conservadores el 25%. El gráfico (sacado de aquí) lo explica bastante bien.

 

 



19 comentarios en Decálogo de buenas prácticas en la política española »
  1. Látima no haber podido estar allí, jefe. Limitaciones geográficas. Pero casi mejor. Total, para ponerme de mala hostia…

    Comentario escrito por ruboslav — 23 de abril de 2012 a las 10:04 pm

  2. Estuviste genial, como ya esperábamos. Incluso con el Barça- Madrid, vinieron más de 40 personas y la sensación es que todo el mundo acabó muy satisfecho.
    ¡Gracias por haber venido y un abrazo!

    Comentario escrito por José Luis — 23 de abril de 2012 a las 11:27 pm

  3. muy bueno Guillermo.

    Comentario escrito por Pablo (pero no el auténtico) — 24 de abril de 2012 a las 12:16 am

  4. Tremendo el artículo, como siempre, solo me surge una duda, en el gráfico se ve claramente que descienden Pasok, ND y Laos pero… ¿quien sube?

    Una curiosidad, ¿había muchos desviados que no estaban asistiendo al barça-madrid?, ¿era un público fundamentalmente femenino?

    Comentario escrito por lawrence — 24 de abril de 2012 a las 12:22 am

  5. Pues a mí siempre me ha parecido que de políticos idiotas ha habido siempre, simplemente es que ahora con la tele, el youtube, el tuiter, el menéame, el facebook y demás cositas es posible enterarse instantáneamente de la burrada de turno, mientras que antes uno tenía a su Jordi Barbeta, Pilar Rahola o Urdaci babeando al lado y explicando a la sociedad la grandeza de su liderazgo, sin más posibilidad de contrastarlo. Esto con los políticos del siglo XIX, con los de la época clásica ya ni te digo, hasta Shakespeare se metió en barrena.

    Lo que ha aumentado no es la idiotez, sino su accountability. Bueno, sí, la idiotez ha aumentado en el momento en que antes podías soltar un discurso de una hora y la poca gente que tenía que seguirte te seguía, pero esto siempre ha sido un número muy reducido de gente.

    Comentario escrito por parvulesco — 24 de abril de 2012 a las 2:25 am

  6. Yo entiendo a parvulesco, ¿los asistentes a los debates de Lincoln no sería un poco como los agita-banderas de los mítines de hoy en día?
    Lo cual no quita que, por supuesto, en EEUU tengan una cultura de debate político que ya quisiéramos, eso no se puede negar.

    Comentario escrito por Nacho Pepe — 24 de abril de 2012 a las 4:28 am

  7. Guillermo te falta la Regla de Oro que resume todos los mandamientos en uno! Para ser un buen politico español tienes que decir que vas a hacer lo que no piensas hacer y tienes que hacer lo que dijiste que jamas harias.

    Respecto a lo que dice Parvulesco sobre la desintegracion del cuarto poder y la ley de la conservacion de la imbecilidad politica, estoy muy de acuerdo. Sin embargo, me temo que la gran masa electoral que otorga victorias y derrotas en nuestras elecciones vive (y seguira viviendo) en los tiempos del telediario. En el fondo la muchachada de todas las edades del 15 M lo que dejo claro es que existe un grupo de gente para la que la opinion es patrimonio de todos, y no solo de las Raholas y los Urdacis, pero que desgraciadamente sigue siendo una minoria. Nuestra piramide de edad asegura que ganara quien tenga de su lado a los mayores de 50 años. Y este grupo de edad sigue bajo el perverso influjo de los medios «tradicionales». Creo que en el Gobierno lo tienen claro y por eso se cargaran sin ningun pudor la independencia de TVE. Que te pongan verde en twitter da igual, si a cambio puedes controlar «Saber Vivir».

    Comentario escrito por InVino(Veritas) — 24 de abril de 2012 a las 4:55 am

  8. Gracias a todos. Lawrence, suben escisiones de los dos grandes partidos (por la izquierda y por la derecha) y los comunistas, todos coincidentes en su oposición al rescate y sus condiciones. En el público había mayoría de hombres, pero tampoco muy holgada.

    En cuanto a los debates Lincoln-Douglass, para mí la clave está en que sean debates, no mítines de un candidato para las masas enfervorizadas. Al tratarse de un debate, la composición del público que asiste a él sería, forzosamente, más plural que la de un mitin de ya convencidos. Según cuenta la historia de esos debates Neil Postman, la composición social del público era bastante plural, y su actitud de cara al debate, muy activa (aplaudían lo que les gustaban, intervenían al final, seguían todo el proceso con atención…).

    Yo creo que la noción que tienen los partidos políticos de cómo funcionan los medios y qué hacer para influir cada vez se aleja más y más de la realidad. Los medios sirven si la realidad no se aleja escandalosamente de lo que promulgan. En caso contrario, son incluso contraproducentes (como le pasó al PP en 2004 con Urdaci y TVE).

    Un cordial saludo

    Comentario escrito por Guillermo — 24 de abril de 2012 a las 8:52 am

  9. El nivel de los políticos, ya casi en todo el mundo, si que se ha reducido mucho. Desde el momento en el que no hay ideas, y por tanto, usted no tiene que salir a articularlas, convencer a los demás de ellas, defenderlas ante las ideas contrarias, adaptarlas a nuevas circunstancias, etc… sino que simplemente hay un trapo y usted se presenta como guardian del mismo y el votante le tiene que votar porque es de ese trapo de toda la vida y no va a ser de otro aunque la unica diferencia es que el suyo es azul y el otro rosa …

    No es que antes no hubiese zotes, cretinos e imbéciles, pero por necesidad tenia que haber algun número de seres pensantes que ofreciesen un programa y una idea del mundo a explicar a los votantes. Ahora eso hasta sobra, lo importante es la marca y el programa viene dado de por si como un «mantener el status quo exactamente tal como esta»

    Comentario escrito por Latro — 24 de abril de 2012 a las 9:51 am

  10. La culpa es toda nuestra, por votarles otra vez. Esto es justo lo que nos merecemos.

    Comentario escrito por Otromas — 24 de abril de 2012 a las 10:02 am

  11. ¡Estupendo artículo!

    Comentario escrito por Regularizado — 24 de abril de 2012 a las 10:30 am

  12. Gran decálogo. Me apunto a la teoría de pargulesco sobre la crítica política. Imaginar a los próceres transicionales sometidos al escrutinio de ahora provoca escalofríos.

    Respecto de Grecia, yo supongo que esos números son de intención directa de voto y que estará subiendo mucho la abstención, indecisión, blanco y demás. De modo UE sobre voto emitido a partidos subirán algo.

    Comentario escrito por Andrés Boix Palop — 24 de abril de 2012 a las 4:59 pm

  13. No es intención directa, Andrés, están ya cocinados. Los de intención directa le daban a los conservadores un 15%

    Comentario escrito por Guillermo — 24 de abril de 2012 a las 5:09 pm

  14. Pero es que eso no pude ser. Salen 2 partidos en torno al 5%, 3 en torno al 10% y uno con un 25%. Eso es un 60%. No puede ser que el 40% de los votos se distribuya entre partidos con intención de voto minúscula.

    Comentario escrito por Andrés Boix Palop — 24 de abril de 2012 a las 6:43 pm

  15. Me gusto mucho. Análisis certero y, consecuentemente, deprimente al máximo.

    Me he hecho un test y dice que soy antisistema:

    http://www.comunsinsentido.com/2012/03/antisistema.html

    Con tu permiso, Incluiré enlace a este artículo en mi «Destacados» del próximo domingo.

    Comentario escrito por Alberto Secades — 24 de abril de 2012 a las 7:30 pm

  16. Andrés, míratelo aquí: http://en.wikipedia.org/wiki/Greek_legislative_election,_2012#Opinion_polls

    Que es de donde sacan el gráfico, y verás que es perfectamente posible. En realidad, las cifras son uno con el 25% y cinco con entre el 10-15%, más tres o cuatro partidos pequeños (más pequeños). En el texto indican que en la mayoría de las encuestas se trata de una estimación final de voto, como puede verse en la escasa cifra de voto asignado a «otros / sin decidir» (que, en las cifras en las que se basan, de las tres / cuatro encuestas finales, está en torno al 5%).

    Comentario escrito por Guillermo — 24 de abril de 2012 a las 8:02 pm

  17. Nada, pues entonces a disfrutar. Unas elecciones con 4 partidos con el 15% y uno con el 20-25% son la juerga del parlamentarismo. A la UE le va a dar un ataque.

    Comentario escrito por Andrés Boix Palop — 26 de abril de 2012 a las 8:19 am

  18. Un error garrafal deshacerse de De Paz, me lo veo aprovechando todo su know-how para fundar una tecnológica y hundir a Telefónica, convirtiéndose en el Steve Jobs español…

    Comentario escrito por popota — 30 de abril de 2012 a las 2:46 pm

  19. […] hubo bastante público! La verdad es que me lo pasé muy bien y espero hacer lo propio este jueves. El contenido de la charla será similar a la de Barcelona, pero con algunas actualizaciones (por aquel entonces, abril 2012, Mariano Rajoy aún no parecía […]

    Pingback escrito por Juego de Tronos de la política española (y valenciana): Jueves 18, 20.00 horas | Chapapote Discursivo — 17 de octubre de 2012 a las 9:33 am

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