Dr. Allen Eldbridge
El H/344 se puede describir como una mezcla de virus y microchip. A los tres meses se ha producido su asentamiento. Entonces se puede aplicar desde un puerto USB. Antaño se hacía con disquete, un proceso que llevaba bastante más tiempo y un sinfín de quebraderos de cabeza. Convertido en bit puede transportarse de un lugar a otro. Su aplicación, sin embargo, es tradicional, casi siempre mediante jeringuilla, aunque también se ha probado en polvo. Los experimentos para introducirlo en pastilla no dieron resultado, tampoco como disuelto en solución acuosa.
Dr. Emerick Barrymore
Todas las cursiladas habituales se podían decir entonces. Que si era el bebé más bonito del mundo. Que si tenía unos ojos enormes. Esos ojos eran marrones para unos, verdes para otros, o bien azules. A ratos se parecía al padre. A ratos a la madre. Un gesto era del abuelo paterno, otro de la abuela materna. Lo de siempre. Mírala qué cosita, cuánto pesa, comparaciones con los pesos de otros niños, va a ser enorme etc. La verdad es que era un hermoso bebé.
Dra. Candice D’uberville
El H/344 tiene diversos efectos secundarios. A la larga puede destruir la pared alveolar, provocando un enfisema. Se ha mostrado bastante útil tomado en dosis pequeñas y durante tiempos muy limitados para resistir el hambre y la sed. La rata Skyppy, con dosis altas casi diarias pudo estar sin comer ni beber 45 días. No perdió peso. Los efectos secundarios fueron numerosos, desde pérdida del cabello hasta ceguera y desorientación total.
Dr. Dimitri Benavides
Lo que hacemos es que ponemos una serie de variables en el programa. Todas esas variables proceden de cálculos minuciosos, de un estudio de campo no sólo del sujeto, sino también de la familia y de los amigos. Se llega en el árbol genealógico a los bisabuelos como mínimo. Vamos, que todo está controlado. Se mete y ya está. Lo que sale es la persona idónea. Ahí pasamos a la segunda fase. Lo llamamos prólogo, simplemente.
Dra. Bianca Papasoglou
Hombre, se producen sentimientos encontrados. También somos humanos. Pero el resultado es lo que cuenta. Se pueden salvar muchas vidas. Se puede conseguir que algunos conflictos duren mucho menos. No lo sé, es difícil. Pasan años y te encariñas. Pero tienes una especie de deber, algo que es más importante. Sabes que lo estás haciendo por los demás.
Dr. Allen Eldbridge
El F/133 es algo más agresivo. También se puede transportar por USB y de ahí te lo llevas donde quieras por correo electrónico. Lo llamamos el virus retro. ¿Por qué? Porque provoca una merma muy particular en las defensas. No acaba con ellas… pero las convierte en unas defensas vintage, siguiendo con el chiste. Atraen enfermedades ya extintas o muy controladas, como si tuvieran nostalgia de ellas. Por ejemplo variedades más suaves de la rubeola o la viruela. Suaves pero constantes, aparecen y desaparecen, hasta el punto de que los médicos se vuelven locos y no consiguen identificarlas.
Dr. Dimitri Benavides
Probamos el F/133 durante meses en la rata Skyppy. Con dosis altas casi diarias pudo estar sin comer ni beber durante un mes. Sin embargo tuvo efectos secundarios como diarrea y un gusto extraño por comer sus heces, que a su vez recuperaron su salud, aunque después pasó por un periodo de ceguera transitoria.
Dr. Emerick Barrymore
Nunca pensamos en hacerle daño. Todo estaba controlado y se trataba de ver las reacciones. La escogimos por su genética y por su ambiente. Es importante contar con padres disfuncionales, los padres no disfuncionales están demasiado pendientes de sus hijos. Los padres disfuncionales son calificados como idóneos por nuestro programa de selección y por el grupo selector.
Dra. Candice D’uberville
El lupus es ahora, de pronto, una enfermedad muy conocida por algunas series de televisión. Yo diría que hay gente que hasta quiere coger lupus. Es broma, claro. Pues el L/22 produce una variante de lupus, sí. Se transporta por correo electrónico y puede contagiarse por la ranura donde se conecta el USB. No es, digámoslo así, un lupus lupus, para que me entienda. Es también algo más suave.
Dra. Bianca Papasoglou
El entorno disfuncional, como dicen los psicólogos, permite que se pueda experimentar más tiempo. Claro, le hacen menos caso al sujeto. A Amy no le hacían mucho caso. Pero no puedes evitar quedarte sorprendida por cómo tratan a una persona. Le seré franca: la familia de Amy son una panda de… mire, no lo voy a decir, pero puede imaginárselo.
Dr. Dimitri Benavides
Probamos el L/22 durante meses con la rata Skyppy. Con dosis que fueron aumentando notamos una tolerancia cada vez mayor y un proceso inverso. Al principio un caos mental que nos hizo temer por su vida. Pero, como digo, empezó a tolerar y al final hasta nos pedía su dosis moviendo los bigotes de una forma particular. Y no le hacía nada. Notamos un ligero cambio en la tonalidad de la piel.
Dr. Allen Eldbridge
El entorno disfuncional, los problemas que de él derivan y surgen en la escuela… todo eso suele producir soledad. Mucha soledad. Se trabaja mejor con un sujeto en soledad, cuentas con menos obstáculos. Un estudio de hace tiempo lo demuestra. La soledad, en cierto modo, es una probeta. El sujeto se mete dentro. Y después echas cosas en la probeta. Ya sé que suena como suena, pero es mejor explicarlo así, directamente.
Dra. Candice D’uberville
El FF/68 es una variante del L/22. Se transmite por disco duro de portátil, y sólo de Macintosh. La versión para PC suele alterarse y sólo funciona tras reiniciar varias veces. Sale por los altavoces, incluso aunque se tengan apagados. Sus síntomas casi siempre son erupciones, problemas digestivos y debilidad general. También mareos. Luego parece parar. Pero vuelve a los meses, aunque se desvía a los dientes y produce gengivitis. La debilidad general también vuelve.
Dra. Bianca Papasoglou
Probamos el FF/68 en la rata Skyppy durante tres meses. Con dosis cada vez más altas. Al principio no le afectaba. Luego vimos que parecía tener una ligera hinchazón en el vientre, y mayor sensibilidad olfativa a algunos alimentos. Pero nada más. Aumentamos las dosis todo lo que pudimos pero ahí se quedaron los síntomas.
Dr. Emerick Barrymore
Claro, lógicamente no podíamos introducir eso en Amy por ordenadores. El mundo de la informática no estaba tan avanzado. Se hacía a través de los juguetes, de las muñecas y eso. O de balones y juegos de mesas. Era relativamente sencillo y había soluciones para eso. Más tarde fue más sencillo, bastaba ponerlos en el alcohol y la droga. Además ya estaba predispuesta para las adicciones. Nos habíamos ocupado de eso.
Dr. Dimitri Benavides
Sí, sí. Era duro verla así. Y saber que estabas, como diría, conduciéndola por ese camino. Y no creo ni mucho menos que el fin justifique los medios ni que haya que sacrificar. Tampoco la considero un ratón de laboratorio, un ratón de laboratorio humano. Era… no sé. Una persona que estaba ahí. En cierto modo era buena para ello. Estaba analizada. Podía soportar todo eso. Otros no. O sea, tenía un don para resistir. Y eso la convirtió en idónea. Pero… no sé, idónea en el sentido de que era nuestra colaboradora. Sólo que ella no lo sabía. Sé que suena cínico, pero… Tenía un don, un talento. Podía aguantar, meterse de todo. No contábamos con lo que venía.
Dr. Allen Eldbridge
Era solitaria, rara. Pero a la vez popular por mala. Ejercía esa atracción en los niños de Ashmole School. La temían y querían estar con ella. Pero no muy cerca. Ya en la pubertad llegó su éxito con los chicos y también la promiscuidad. Nada que no tuviéramos previsto. Una de las consecuencias de la mezcla de virus era esa. Y las adicciones claro, que venían bien para las dosis que queríamos administrarle. Era más fiable hacerlo por ahí que probar la vía del ordenador. Pero, efectivamente, no contábamos con lo que iba a pasar.
Dra. Bianca Papasoglou
El T/999 paracía inocuo en principio, es decir, que era un producto fallido. Cuando menos lo esperábamos produjo en Amy una inflamación de las cuerdas vocales. Estaba dejando de ser una niña. Debía de tener unos 13 años. Justo antes había hecho una banda de rap infantil, pero la reacción transformó su voz. No mucho, pero suficiente. Una guitarra, esa voz… y empezamos a temer por el experimento. El aislamiento era fundamental. Y ahora empezaba a ser popular de una manera muy diferente. Y a eso se sumaba el sexo, que por sí solo no estorbaba, pero todo unido…
Dra. Candice D’uberville
La rata Skyppy no tuvo reacción alguna al T/999. Aumentamos las dosis y esperamos. Pero nada de nada. De pronto empezó a tener un aspecto más saludable. El pelaje le brillaba y tenía más actividad… y parecía que más alegría. Esa rata parecía estar hecha a prueba de bombas. Le pusieron el mote de Superskyppy. Y no le venía nada mal, no.
Dra. Bianca Papasoglou
Las alarmas se dispararon. La capa de soledad que habíamos construido se desvanecía. La adoraban en los pubs de Camden Town donde solía actuar. Se drogaba y se acostaba con muchos. Pero se hacía popular por momentos. Y eso que a veces estaba muy tirada. Algunos de los virus le produjeron problemas intestinales y bastante delgadez. Luego se recuperaba. Contábamos con las adicciones, de hecho las habíamos provocado, pero no contábamos con tantas. No podíamos controlar tantas contraindicaciones.
Dr. Emerick Barrymore
Durante la misma época, la rata Skyppy no mostró signos de adicciones, problemas digestivos u otros problemas. Su salud cada vez era mejor y su pelo más brillante. Algunos dejaron de llamarla Superskyppy y la llamaban con otros nombres. Era algo desmoralizante. Cierto es que sus reacciones eran dignas de estudio, pero esperábamos, no sé, un cierto paralelismo con Amy, salvando las distancias. Pero es que cada vez estaba mejor. Más activa. Con el pelo más lustroso… movía sus bigotitos con gracia. Bueno, la llamaban… rata del demonio, o la rata del exorcista.
Dr. Allen Eldbridge
Esperábamos en broma que Skyppy girase la cabeza dando vueltas y nos insultase, como lo de la zorra de tu madre, pero con su buen aspecto, cada vez mejor, bromeábamos con insultos ya poco habituales, o sea, giros de cabeza y una voz modulada y elegante que susurrase “alcornoques”, “cantamañanas” o “berzotas”. Algo así. ¿Y Amy? Tenía éxito en sus actuaciones. Su voz era especial. También tenía costras y era complicado ya saber de dónde venían. Su piel… no sé. Y se drogaba y se acostaba con todo lo que se moviese. Era cada vez más complicado aplicar los tratamientos.
Dr. Dimitri Benavides
En realidad no apreciaban a Amy. Querían estar cerca… pero no compartir con ella nada más que un polvo, una raya, una foto… Probamos con el Y/621. Se transmite mediante el flash de la cámara, a través de una tarjeta de memoria de Nikon. Con las Canon produce otros efectos parecidos pero menos duraderos… ansiedad, piel reseca, ojeras… pero su vida era tal vorágine que quizá tuviese eso de todas maneras sin necesidad de tratamiento. Todo empezaba a ser demasiado complicado, demasiada gente alrededor, demasiadas atenciones.
Dra. Candice D’uberville
Tuvimos que ir más allá. Era complicado. Muy, muy complicado. Drogas, infecciones. Estudiamos cómo se relacionaría eso con nuestros tratamientos. Parecía mentira. Aquel bebé tan bonito era ya toda una cantante famosa. Uno se siente orgulloso de eso. Nos sentíamos orgullosos. En cierto modo, no sé cómo explicarlo… la queríamos. Trabajamos con el V/905. Se transmite a través del móvil. Eso empezó a producirle un enfisema pulmonar. Recuerdo que fuimos a uno de sus conciertos y la aplaudimos a rabiar.
Dr. Allen Eldbridge
A la rata Skyppy le administramos los últimos tratamientos. No ocurrió nada. Salud inmejorable e incluso se notó una mejora muscular. Yo creo que se mofaba de nosotros. Movía los bigotes de una forma rara, provocando o algo así. Ya sé que es una rata, pero yo creo que era algo más que una rata. Era… no sé… una cosa muy evolucionada con aspecto de roedor. Sí, sí, ya sé que suena tonto, pero eso es lo que siento. Era un animal un poco raro, aunque no había nada raro. Era raro.
Dr. Emerick Barrymore
La cosa se desmadró bastante. El periodismo de ahora es muy sensacionalista. Al menos más que el de antes. No conozco muy bien el de antes, pero eso parece por lo que sé. Era asombroso. Los diarios empezaban a tener casi una sección de Amy en exclusiva. Todos los días ahí estaba. Explotaban el morbo. Que si la droga, que si el sexo. Lo peor era el morbo a las enfermedades. Algo asombros. Era la sección del diario de sus enfermedades.
Dra. Bianca Papasoglou
Demasiada indiscreción. El experimento peligraba desde hacía mucho. Desde que empezó a ser conocida. Esto era demasiado. Tuvimos que andar muy cautos. No era fácil. Querían resultados. Pero ya era demasiada atención. Un día la sobredosis, otro día el novio, otro el enfisema. Y salía en las fotos con una apariencia tremenda. Muchas veces tenía las piernas llenas de cardenales. Se daría con todo al andar tambaleándose. Y eso se veía en las fotos. Eso ya no estaba provocado por nuestro proyecto.
Dr. Dimitri Benavides
Tuvimos que centrarnos más en la rata Skyppy. Triplicamos las dosis de todo y las combinamos. El resultado fue nulo. Skyppy tenía una salud de hierro. No nos lo explicábamos. Un día uno de nosotros, y no puedo decir quién, se puso bastante nervioso. Intentó sacar al animal de la jaula para hacerle algo, matarlo con sus propias manos o algo. Estaba muy nervioso. Tuvimos que aplacarle con una dosis de tranquilizantes.
Dra. Candice D’uberville
La última fue el M/553. Tratamos de adaptarnos a la vida de Amy e innovamos. Se pasaba por móvil y reaccionaba a la laca del pelo. Una vez en el pelo la laca servía de base reproductiva y a la vez acogía al virus, a modo de casa, por decirlo así. Produjo enrojecimiento de ojos y pústulas. Pero en seguida dejó de hacer efecto. Tomaba ya tantas cosas por su cuenta que yo creo que contrarrestaban al experimento. No había ya manera. Desde arriba nos presionaban.
Dr. Allen Eldbridge
Probamos el M/553 con la rata Skyppy. Cuando nos acercábamos el animal acudía como alegre para pedir el producto que le aplicásemos. No le hizo absolutamente nada. Era algo demencial. Uno de nosotros, no puedo decir quién, fue sorprendido mientras iba hacia la jaula con un soplete. Estaba muy nervioso. Tuvimos que aplacarle con unas dosis de somníferos. Había mucha frustración en el ambiente y esa rata no ayudaba. Era como el símbolo de nuestro fracaso en cierto sentido. No entendíamos nada.
Dra. Bianca Papasoglou
Lamentábamos bastante el estado en el que estaba Amy. Muy delgada, ojerosa. Con muchas enfermedades, con la piel poco lustrosa. La habíamos visto crecer y ahora era como ver a una hija ir por el sendero equivocado, el sendero de la perdición. Ni siquiera una dosis redoblada de M/553 le hizo ya nada. Estaba tomando muchas cosas. Vaya amistades impresentables y vaya padre impresentable, incapaz de coger a su hija y llevarla a un centro de rehabilitación. Llega a ser mi hija y la cojo de los pelos y la llevo donde sea. Todas las mañanas nos íbamos lo primero a la sección de Amy del diario y nos poníamos enfermos. Joder, qué panda alrededor de ella. Perdón.
Dr. Emerick Barrymore
Le dimos a la rata Skyppy una dosis quincuagesi… bueno, cincuenta veces superior a lo recomendado. A lo recomendado compatible con la vida, como se dice ahora: compatible con la vida, sí. Pues la rata compatibilizaba todo, y lo compatibilizaba a base de bien, ya lo creo. Todo perfecto. Unas heces impresionantes. Era la viva imagen del concepto “sano”. Nos congregábamos a veces alrededor de su jaula para observar sus evoluciones en la ruedecita, porque tenía ruedecita en su jaula, para que jugase. Y ahí nos quedábamos. Observando. Era como un rito, un rito de admiración y odio. Y también de apoyo entre nosotros. A veces nos cogíamos de las manos. Y a veces reconozco que le echamos un gargajo a la rata.
Dr. Dimitri Benavides
No podíamos asegurar ya ningún resultado. Lo transmitimos a los de arriba. Ya estaban probando algunas cosillas en Palestina. Pero podía ser contraproducente por la falta de pruebas empíricas. No hizo ninguna gracia. Estábamos acabados de no ser por lo de la rata. Pudimos pasar el experimento a la rata. No lo hicimos nada más que para salvar el culo. Pero los convencimos. Sabíamos de todas formas que no íbamos a sacar nada, la rata parecía ya inmunizada contra todo. Pero esto se hace mucho. Se toma algo anómalo y se convierte en objeto de estudio. La cuestión es alargarlo y alargarlo sin tener demasiados resultados, entre comillas. Así funcionan muchos proyectos. Se pueden terminar en un año pero duran doce. Y son doce años de sueldos y subvenciones. Aquí era por salvar el culo. Skippy nos daba diez años de vida.
Dr. Allen Eldbridge
Seguimos a Amy por la prensa. Nos sentíamos un poco como de la familia. El padre, por cierto, es un hijo de puta, con perdón. Y vaya novio. En fin. Ya no podíamos hacer nada por ella. Pero le teníamos mucho cariño. De buen grado hubiera cogido a todos esos periodistas y les hubiera hecho tragar sus cámaras y sus artículos. Y mientras seguíamos administrando a Skyppy de todo. Y nada ocurría. La cosa iba bien. O sea, iba bien en el sentido de asegurarnos el trabajo. Luego ya mareábamos en el papeleo los experimentos y reflejábamos teorías para que los de arriba estuviesen contentos. Lo desviamos casi todo hacia la figura de un soldado indestructible. Pero claro, no teníamos ni idea de por qué en este caso la rata era indestructible. Y además teníamos la certeza de que con tantos pasos perdidos en toda la evolución del experimento y por la peculiaridad del propio animal no íbamos a sacar jamás nada en claro.
Dr. Emerick Barrymore
Poco a poco la cosa, bueno, no sé cómo se llegó hasta ahí. Se supone que teníamos que alargarlo todo, que prolongarlo. Pero esa rata… es que no reaccionaba con nada. Y hasta mejoraba. Se convirtió en una especie de rata superdotada y atleta. Le metíamos de todo y… nada, mejoraba. Eso frustra a cualquiera. Lo que sentíamos por ese animal no sé lo que era. Pero aquello empezaba a no pintar bien. Había un clima raro y lo notábamos. Una vez uno de nosotros fue sorprendido cuando intentaba saltarle un ojo a Skyppy. Estaba a punto de lanzarle un grano de arroz utilizando como cerbatana el canuto de un Bic Cristal.
Dra. Candice D’uberville
Lo de Amy no era normal. Era vulgar, malhablada, chabacana. Y luego su aspecto físico deteriorado. Pero a la vez no desprendía nada de eso. Todo eso malo junto y desprendía… ternura. Ternura y sensibilidad. Todos lo comentábamos. Amy era una criatura maravillosa. Toda esa mierda, con perdón, y luego de su mirada, de sus gestos, de su voz… sólo salía algo luminoso. A lo mejor suena contradictorio y algo cínico, pero creo de cierta manera contribuimos a eso. Todos lo comentábamos. No era normal. Parece un ser hecho polvo, pero lo ilumina todo. Es una criatura maravillosa. No sé si me explico. Es como si de una boca casi desdentada y con dientes podridos saliera un aliento perfumado o algo así. Algo muy extraño. Todos lo comentábamos.
Dr. Emerick Barrymore
Cada vez que veía un ratón o una rata en la tele me ponía enfermo. Una vez le lancé una lata de cerveza a la tele cuando pusieron un traíler de “Un ratoncito duro de roer”. La iban a poner esa misma noche. Menos mal que la lata estaba vacía. Si no me cargo la tele de plasma.
Dr. Dimitri Benavides
Inventamos de todo. Hicimos cuanto pudimos para cargarnos a ese maldito ratón o rata o lo que sea. Y todo lo resistía. Y cada vez parecía más joven y…no puedo seguir.
Dr. Allen Eldbridge
Se convirtió en una obsesión para todos nosotros. Prolongamos el experimento con trolas y lo que se nos ha ido ocurriendo por el camino. Le pusimos hasta un motor a la rueda de juego para reventarle el corazón. Pero la muy hija de puta, con perdón, batió el record. Antes lo tenía la rata Carmichael. Se experimentó con un tipo de nandrolona con ella, hace años, para soldados-ciclistas que tuvieran que ir en mountain bike por las cordilleras de algunos países. Pues lo batió. Qué cojones le íbamos a reventar el corazón a la puta rata de mierda ni qué hostia.
Dra. Bianca Papasoglou
Había ido mordisqueando durante años la puertecilla y un día escapó. La vimos salir por la ventana. No hubo manera de atraparla. Se giró. Juraría que se giró para hacer burlas y cucamonas.
Dra. Candice D’uberville
Entonces llegó aquello, el vídeo de Amy drogada y los ratoncillos y… comprendimos. Estaban juntos, no sé cómo. Había una conexión entre ellos. Cómo se han encontrado, no tengo ni idea. Una conexión. Ahora vivimos escondidos. Sabemos que llegará la venganza de ambos, y de la estirpe de ambos. Esas cosas se reproducen a gran velocidad.. Y los dos son indestructibles.
Dr. Emerick Barrymore
Hicimos mucho por ellos. Ahora nos lo pagan así. Ahora tenemos que vivir así. Huyendo, esperando, huyendo. Esto no es vida, ¿lo oye? Esto no es vida.
Dr. Allen Eldbridge
Esto no es vida, no.
Dr. Dimitri Benavides
También tememos un poco por la humanidad.