Crítica invertida de «Dietario voluble» (III): Borges y los apócrifos

En la página 178 de “Dietario Voluble”, Vila-Matas estructura el texto en efemérides que no atienden a fechas redondas. 99 años del nacimiento de Cesare Pavese, 101 años del nacimiento de Nino Buzzati, 97 años que cumple Julien Gracq, 95 años del nacimiento de Antonioni…El escritor afirma que se siente cómodo con esa falta de redondez e introduce el tema de la espera en la literatura. No creo que esa elección de la estructura en pasajes que corresponden a efemérides no redondas esté elegida al azar, puesto que tan sólo unas páginas atrás, en la 158, ha hablado sobre la relación entre Borges y Bioy Casares y en concreto sobre el libro biográfico de Bioy acerca de Borges, también sobre el malestar que las frecuentes cenas de Borges en casa de Bioy despertaban en su esposa Silvina Ocampo.

Hay escritores, y Borges es uno de ellos, que tienen la suerte, casi siempre mala, se ser candidatos a la atribución de textos apócrifos. ¿Por qué sucede eso con algunos autores? Quizá el gusto de Borges por el juego literario o sus muchas citas cultas lo hagan proclive, o bien la insistencia en algunas cuestiones, como la vejez y la muerte o el paso del tiempo. O simplemente su ceguera le sigue acompañando y muchos piensan que si no veía en vida tampoco verá ahora a quien le suelta una colleja en forma de pésimo texto apócrifo, curiosa forma ésta de que una invalidez física siga actuando después de la muerte. En este aspecto de los apócrifos el más conocido es el ñoño poema “Si volviera a vivir”, tan alejado del estilo del argentino e incomprensiblemente atribuido a él por tratarse de unas estrofas realizadas por un anciano próximo a la muerte o por un personaje que se pone en la piel de tal. Otro sin embargo más coherente es el conocido “Efemérides” que casi seguro inspira a Vila-Matas a estructurar así un capítulo de “Dietario Voluble” 20 páginas después de hablar de Borges. Está fechado en 1971:

Hace 2.612 años un alquimista busca oro en el barro.

Hace 2.571 años un bisonte agoniza y en su ojo se refleja un cazador que se acerca y arma un arco.

Hace 2.210 años un niño intenta torpemente componer su primer hexámetro.

Hace 2.019 años Julio César llora la muerte de Cayo Crastino.

Hace 1.979 años alguien queda ciego por un mal extraño. El pueblo le atribuye poderes sobrenaturales.

Hace 1.777 años un campesino chino prueba la carne humana. Su familia ha muerto de hambre pocos días antes.

Hace 1.521 años nadie oye a un ruiseñor en el bosque. Un eremita lo imagina y lo dibuja.

Hace 1396 años Varaja Mijira consigue que antiguos textos hindúes no se pierdan en el olvido.

Hace 1.233 años una joven pareja juega a inventar los nombres de las flores que les rodean. Inventan los nombres de los peces y de las aguas.

Hace 998 años el monasterio de Lindisfarne ve nacer un terror que durará dos siglos. Una mujer espera en la arena de Dinamarca sin saber que su marido rueda por la tierra.

Hace 905 años el rey sajón que curaba con las manos murió a manos de su madrastra. Las gentes le honrarán como a un santo.

Hace 867 años un ladrón roba las monedas de los ojos y la boca de un cadáver.

Hace 467 años la muchedumbre se agolpa en una plaza española donde arden más de cien personas.

Hace 316 años Baruch Spinoza pule una lente para ganar un sueldo.

Hace 193 años el poeta William Blake observa durante horas a un tigre enjaulado. El tigre observa a su creador sin saberlo.

Hace 98 años un bastón con estoque rompe el silencio de la noche en un callejón de Buenos Aires.

Hace 56 años un soldado improvisa una oración en una trinchera.

Hace 16 años vi por última vez mi rostro en un espejo.

De nuevo el tema de la ceguera al final, el paso del tiempo y un conjunto de referencias habituales de Borges, desde los nombres propios hasta su gusto por la antigua Sajonia, el ruiseñor o el nombramiento de objetos por parte de alguien. Estos asuntos resultan habituales en sus poemas de “enumeración”, donde una serie de hechos dan lugar a una conclusión. Los ejemplos más conocidos son, entre otros, “Inventario”, “East Lansing”, “Cosas”, “Heráclito”, “Talismanes”, “Elegía del recuerdo imposible”, “Thing that might have been”, “Las causas”, “Aquél” o “Himno”.

Precisamente la existencia de conclusiones en los poemas de “enumeración” me parece el principal motivo para descartar a Borges como autor de esos versos. Otros expertos, pues también hay expertos en poemas apócrifos atribuidos a Borges como bien puede haberlos en datos biográficos asignados dudosamente a Melville, arguyen que las principales razones están en la utilización de fechas o en cierta cadencia del lenguaje. Pero Borges ya utilizaba fechas en muchos títulos de poemas. No resulta descabellado pensar que en algún momento decidiese escribir un poema de enumeración de fechas. En  cuanto a la cadencia del lenguaje se me antoja algo bastante inasible. En el caso que nos ocupa no está mal logrado.

Lo cierto es que falta la conclusión. El verso final “Hace 16 años vi por última vez mi rostro en el espejo” remite a otro tiempo. Sí, se puede decir que la conclusión es “estoy ciego”. Sin embargo sus otros poemas de “enumeración” concluyen, unas veces con más claridad y otras con más divagaciones, en el presente.

En cualquier caso, creo que muchos grandes literatos ven aumentada su obra con textos apócrifos tras su muerte. Se convierten al final en autores de escritos que no escribieron y a lo mejor ni merecieron escribir, unas veces por ser demasiado buenos, otras por lo contrario, casi siempre por lo contrario, aunque en las características e intenciones del apócrifo se identifican las características e intenciones del autor al que se achaca el apócrifo. O dicho de otra forma, “Si volviera a vivir” puede ser ñoño y afectado pero también ofrece  ternura y gusto por vivir, además de una imagen de falta de felicidad que ya mencionaba Borges en otro de sus poemas, lo que identificaba con el mayor de los pecados. “Si volviera a vivir”, con toda su cursilada a cuestas, hace que Borges pueda redimirse de ese pecado. Y “Efemérides” rompe con la tendencia de considerar a la ceguera como un accidente sin importancia o incluso una característica que puede mejorar la percepción en otros aspectos de un escritor, algo que manifiesta el argentino y que no se entiende sino como un esnobismo de quien tiene la vida solucionada cuando llega la invidencia.

Y así estos apócrifos hacen que nos encontremos con un Borges más contento con la vida, y también con un Borges más humano, al que la ceguera le crea impedimentos que no se mencionan pero que se dejan caer con el último verso de “Efemérides”, donde añora ver su rostro, por lo que se deduce ha de añorar muchas otras cuestiones. Al final de lo que se trata muchas veces es de si el autor merece el apócrifo o no, independientemente de su calidad. Si se ha de hacer responsable de ese texto que no escribió pero que es suyo por mano interpuesta. En este caso ni “Si volviera a vivir” ni “Efemérides” fueron escritos por Borges, pero sin duda son de Borges. Hay otra historia de la literatura en los apócrifos, que no es más que la historia que debió ser y no fue.

Comments

  1. Il Venturetto wrote:

    Qué JRANDE eres…

  2. Merrick wrote:

    Hace unos años corrió un email en cadena con una moñada espectacular atribuida a García Márquez. Fue tal el éxito que él mismo tuvo que desmentirlo, añadiendo que le ofendía que tanta gente hubiese creído que era suyo.

  3. Bar Code wrote:

    Hay un error de mecanografía que empaña el placer de la lectura: la é acentuada en «si no veía en vida tampoco verá ahora a quién le suelta una colleja en forma de pésimo texto apócrifo». También falta el punto de los miles en un par de cifras, lo que hace que parezcan fechas. Aun así, el texto es magnífico, como todo lo que escribe Alfredo cuando no se mete en política.

  4. Alfredo_MG wrote:

    Gracias. Creo que ya está corregido todo. Eso sí, enrabietado por su comentario procedo a escribir el prólogo de una serie de varios libros sobre política española desde la edad moderna a nuestros días.