La vuelta al cole
Los políticos inician el curso antes que los escolares, pero es que hay algunos que echan demasiado de menos la hora del recreo como para prolongar más allá de las cuatro semanas la política de «baja intensidad» que los partidos mantienen en agosto. Hay portavoces que tienen a estas alturas un mono de cámaras, micrófonos y flashes que no se aguantan ni ellos mismos. Los periodistas tendrán que hacer horas extras para saciar el hambre de declaraciones que acumulan los portavoces parlamentarios. Y es por ello que el «periodismo de declaraciones», en algunos aspectos el único periodismo político que se hace en este país, llegará en las próximas semanas a la apoteosis de las entrevistas, desayunos y ruedas de prensa que acostumbran a realizar nuestros políticos para remarcar sus puntos de la agenda del recién estrenado curso. Alguno se ha estirado hasta con un artículo formato ‘sábana’ en la prensa, como Maragall a propósito de federalismo y nacionalismo, pero siento no haber podido pasar de la entradilla por pura pereza. Lo leeré cuando se debata en el Congreso el nuevo Estatut, a ver si casa la negociación concreta de entonces con los discursos retóricos de estos artículos ‘maragallianos’.
El presidente Zapatero habrá visto estos últimos días cómo le están recordando las numerosas asignaturas pendientes del nuevo curso. Los chicos de la prensa, que son los que más disfrutan poniendo ‘deberes’ a los políticos, han concluido ya que el gobierno debe afrontar tareas muy difíciles este otoño. Tiene que alcanzar un acuerdo parlamentario para aprobar los presupuestos y deberá coger el toro de las reforma estatutarias por los cuernos, además de llevar a la práctica compromisos de diversa índole y concretar más en su política económica. Con todo, el plato más complejo de cocinar es el de la reforma del Estatuto catalán. Los gestos cara a la galeria y los movimientos tácticos han pesado durante el verano más que la negociación en serio. Veremos cuáles son los próximos capítulos y cómo se alcanza finalmente el acuerdo que el «efecto talante» anticipa a pesar de las diferencias actuales.

Y en la galaxia de la oposición, Rajoy parece que quiere hacer algunos cambios. Es lo menos que se le pide a un líder que cumple ahora dos años al frente de la candidatura presidencial. Llegó allí por nombramiento ‘dedocrático’, pero ahora está por derecho propio al frente de un partido que le exige alcanzar la meta de La Moncloa. En este nuevo curso no habrá elecciones de ningún tipo en el panorama nacional, de modo que Rajoy se puede permitir algunos experimentos. En el ABC, escribe Ignacio Camacho recomendándole al PP que se dé una vuelta por el «centro abandonado». El director del periódico ejerce así de asesor de estrategia con un análisis que incluye elementos muy acertados, pero probablemente sus consejos no caigan demasiado bien en otro sector ideológico que quiere de Rajoy cualquier cosa menos moderación y blandura. No se sabe con seguridad qué camino piensa emprender el líder de la oposición con recomendaciones tan divergentes, pero a ciencia cierta sí se puede decir que no le van a dejar que se duerma en el pupitre durante el curso político que empieza.
Apuntes agosteños
Al regresar de vacaciones, ya no nos espera únicamente el buzón lleno de spam: también cienes y cienes de actualizaciones no leídas en Bloglines. Hay que afinar la capacidad para seleccionar la información y quedarse con lo interesante. Algunas de las anotaciones subrayadas con el rotulador:
Dan Brown publica su primera novela en castellano, en la que pinta a España como un país tercermundista. Otis apunta: Creando «mounstros».
El futuro del RSS. ¿Se populizará integrándolo en otras herramientas o cambiándole el nombre? En La Tejedora: RSS, el nombre de la cosa.
Juan Varela: Mirar el Periodismo 3.0 desde la atalaya, sobre un artículo de Jordi Soler que ve los blogs desde la óptica de los medios tradicionales.
Café Babel y su último dossier internacional. Lo recomienda Juanlu alto y claro: Europa vista desde fuera. ¿Qué dice el ‘qué dirán’?
Google se mueve. Lanza Google Talk en la batalla por la mensajería instantánea y la telefonía IP. Y Gmail ya en abierto en EEUU. Vía Error500.
Caso Roquetas. El tipo con la pistola de fogueo y la camisa azul a las puertas del juzgado. Es un Metrosexual tardofranquista en el palimpsesto.
Sudoku. Dice el Consultor Anónimo que este año no hay canción del verano, sino Sudokus por doquier. Vida de un Consultor: El dichoso Sudoku.
Recetas argentinas. Hernán Casciari ha preparado cuatro recetas argentinas de exportación para que conozcamos la alta cocina de su país.
Haciendo red. La buena idea del verano llega con la Red Progresista de blogs que ha nacido en pleno agosto. Comentada en A sueldo de Moscú.
Fotoblog estival 2
Puente. Dejando atrás la frontera. Esa raya que nunca más servirá para separar, sino para unir.

Abajo el bipartidismo
Los cambios en la ley electoral no suelen estar en la agenda política. Aquí se ha debatido bastante sobre las reformas que necesita el sistema de partidos, y es por ello que no quiero dejar de reseñar el artículo de Josep M. Colomer que salió publicado la semana pasada: «En el diseño del sistema electoral durante la transición, así como en su confirmación por el PSOE en los años ochenta, hubo, desde luego, un cálculo interesado para conseguir gobernar en solitario con una minoría de los votos populares. Pero también hubo una extraña confusión acerca de los precedentes democráticos en España que hizo creer a algunos líderes políticos que la inestabilidad política de la Segunda República había sido causada por una excesiva fragmentación del sistema de partidos. En realidad, el multipartidismo republicano había sido más bien un mito franquista para justificar la supresión de todos los partidos, ya que durante los años treinta había habido una gran polarización en dos bloques que aplastaron el centro moderado, lo cual generó la confrontación que precedió a la Guerra Civil. En contra de aquellos temores, cabe sostener que no hay mejor receta para la estabilidad democrática que el multipartidismo y los gobiernos de amplia coalición, cuya viabilidad depende en gran parte del sistema electoral. Con las actuales reglas electorales para el Congreso de los Diputados hay, en cambio, muy poca proporcionalidad de la representación y mucha ventaja para los dos partidos mayores. El resultado es que España es el único país de Europa continental en que no ha habido nunca un Gobierno basado en una mayoría de los votos populares ni un Gobierno de coalición pluripartidista.» «Abajo el bipartidismo».
Las TV locales de Esperanza Aguirre
La noticia es que la Comunidad de Madrid adjudica las licencias de TV local a grupos afines al PP y excluye a Localia. «Esperanza Aguirre, como buen político, quiere dominar a los madrileños y cercenar su libertad. La creación de la “dictadura perfecta” al estilo mexicano siempre ha estado entre los planes del PP. El monopolio de la información entra necesariamente en la ecuación. Para evitar la “esclavitud perfecta” que pretende la derecha ya sólo nos queda el uso de nuestra razón, de nuestra libertad de conciencia. Pero… ¿por cuánto tiempo?»
El párrafo citado es parte del artículo «ZP y el monopolio de la información» del insigne liberal Juan Ramón Rallo en Libertad Digital. Obviamente, Rallo se refería a Zapatero, al PSOE y a la licencia de TV concedida a Sogecable, no al escandaloso episodio madrileño. Pero lo cierto es que el sobreactuado lamento de LD por el favoritismo de los gobiernos a la hora de beneficiar a los medios afines se ajusta más a lo ocurrido en Madrid que al regalo a Polanco con la apertura de Canal Plus. ¿Por qué? Contamos siempre con el trato de favor que cualquier partido político dispensa a los grupos que son «de los nuestros» a la hora de conceder licencias audiovisuales. A unos se les concede todo, a otros lo justo para poder decir que se está a favor del pluralismo informativo. Aznar otorgó dos licencias hace cinco años: a El Mundo y al Abc. Zapatero abre la puerta ahora a la TV en abierto de Prisa y a una licencia que dará posiblemente a Zeta. El resultado es que, con las licencias de unos y otros, el panorama de seis operadores de TV de ámbito nacional resulta ser, a priori, plural y competitivo. En Madrid, nada de eso.
Esperanza Aguirre está ensayando con las adjudicaciones de TV local el monopolio perfecto, ese que nunca ha tenido Polanco en los medios periodísticos a pesar de lo que diga su competencia. Las empresas que tendrán TV en Madrid reman prácticamente todas a favor del PP: Cope, Antena 3, Intereconomía, El Mundo, Libertad Digital. Y un grupo que opera desde hace años en ese mercado, Prisa, queda excluido en el concurso más sectario de los que se recuerdan. El ideal de un sector abierto a la iniciativa empresarial, sin necesidad de autorizaciones gubernamentales, se daba en cierto modo en el ámbito no regulado de la TV local. Localia y Popular TV son el resultado de esa libertad de empresa bien entendida, junto con decenas de otras emisoras independientes. Ahora, en el caso de las demarcaciones de Madrid, las licencias otorgadas por políticos que se dicen liberales implican cerrar el paso a cadenas que ya funcionan y no son del agrado del gobierno de turno y, a cambio, regalar concesiones arbitrariamente a proyectos que sólo están sobre el papel.
Lo más nefasto del amiguismo del PP madrileño es que se pueda admitir como generalizable esta «doctrina Aguirre» que, para mayor descaro, aseguran que está avalada por informes técnicos. Si así ocurriera, las CCAA decidirían que en unos territorios se veta a Localia porque es de Polanco y en otros a Popular TV porque es de los obispos. Ése sería el pluralismo de los medios de comunicación pasado por el filtro de la tradición caciquil de los políticos españoles. Las licencias locales de TDT sirven, además, para normalizar las actuales emisiones analógicas mediante las frecuencias digitales debidamente ordenadas. Lo que significa que si se excluye a las emisoras pequeñas, independientes de los grupos mediáticos, se está condenando a la desaparición a buena parte del tejido empresarial de las TV locales. Es significativo que de los diez beneficiarios de licencias en Madrid, sólo uno corresponda a una televisión que ya opera en ese territorio y no pertenece a una gran cadena.