La regulación de las campañas electorales

La regulación de las Elecciones, en España, proviene, como tantas y tantas cosas, de un modelo pergeñado en la Transición democrática y que, a pesar de algunas adaptaciones posteriores, se está quedando rápidamente anquilosado. El modelo existente está pensado para canalizar la publicidad política exclusivamente a través de los medios de comunicación convencionales. Lo cual, ocioso es decirlo, tiene su lógica. Pero, además, está pensado para un modelo en el cual toda la actividad política de la campaña (y la precampaña) corresponde, en exclusiva, a los partidos políticos. El papel del ciudadano en una democracia representativa “tradicional” se limitaría a escuchar, leer y ver la información generada por los medios y, a lo sumo, a asistir a los mítines y encuentros de los políticos. Si el ciudadano quiere participar con un mayor grado de implicación, la sentencia implícita vendría a ser “que se apunte a un partido o se calle”. Esto, huelga decirlo, implica una concepción de la polícita singularmente adelgazada, por concentrada y asociada al sistema de partidos y a los grandes medios de comunicación que funcionan como, y son, empresas mediáticas.

Para regular las campañas electorales (y, de nuevo, la precampaña), existen Juntas Electorales encargadas de interpretar qué es admisible, y qué no, por parte de los diferentes actores en el proceso político. A decir verdad, no sé a ciencia cierta cuál es la composición de las juntas provinciales, autonómicas y de la Junta Electoral Central, doctores tiene la Iglesia para ilustrarnos al respecto, pero me permito aventurar que lo más probable sea, como por otro lado es hasta cierto punto lógico, representantes elegidos por los partidos políticos. Esto no resultaría en sí negativo (ni, desde luego, antidemocrático), de no ser por el espectacular doble rasero que se aplica sistemáticamente si los autores de un evento electoral (o supuestamente electoral) concreto pertenecen a un partido político o no.

La historia de las Elecciones en España nos ofrece abundantes ejemplos de lo uno y lo otro. Comentaré brevemente, y ciñéndome a ejemplos recientes, qué abusos cometen impunemente los partidos políticos ante la aquiescencia o silencio de las Juntas Electorales, y a continuación qué tipo de resoluciones se aplican si quien –supuestamente- comete la vulneración no está asociado con ningún partido en concreto. En el primer caso, tres son los ámbitos principales en los que los partidos políticos comenten sistemáticamente abusos encausables (pero casi nunca encausados):

– La publicidad política en televisión. En España está permitido hacer publicidad política en cualquier medio de comunicación, salvo en la TV. Ello deriva, como todo lo demás, de una concepción tradicional de la política, desarrollada en un tiempo en el que el número de televisiones disponibles se reducía a una (TVE) y, poco después, a TVE más las televisiones autonómicas y tres televisiones privadas (una de ellas, Canal +, parcialmente de pago). Y basada en una percepción de la capacidad de influencia del medio televisivo extraordinariamente superior a la de los demás medios. Precisamente por ello, la publicidad política en este medio se circunscribe a los espacios gratuitos de publicidad electoral proporcionado por las televisiones públicas a los partidos políticos, en mayor o menor medida según sea su representación parlamentaria.

Pues bien, con la llegada de las televisiones locales, menos “visibles” a los efectos de seguir toda su programación, los partidos políticos comenzaron (en bloque) a hacer caso omiso de esta regulación y a llenar todas estas televisiones de espacios publicitarios. Las Juntas Electorales no hicieron, ni hacen, absolutamente nada al respecto, a pesar de que se trata de un caso claro de vulneración de la Ley Electoral. Y no crean que se trata de publicidad impune porque nadie lo denuncie y las Juntas Electorales puedan mirar para otro lado. Tengo la suerte de conocer de primera mano un caso concreto: en las Elecciones Generales de 2004 el profesor de la Universidad Complutense José Luis Dader denunció estas prácticas, en los medios de comunicación convencionales y directamente ante las Juntas (tanto en la Junta Provincial correspondiente a las televisiones locales en concreto como en la Junta Electoral Central), pese a lo cual no hubo ningún tipo de resolución ni prohibición en firme y, naturalmente, los partidos siguieron llenando estas televisiones locales de publicidad hasta el final de la campaña. Más o menos lo mismo que está ocurriendo ahora, al menos en algunos medios locales de mi Comunidad Autónoma.

– La publicidad institucional. No es ningún secreto que los partidos políticos hacen habitualmente un uso abusivo de la publicidad institucional, en teoría destinada a informar a la ciudadanía de las iniciativas de las distintas Administraciones Públicas, y en la práctica dedicada muchas veces a una vergonzosa autopromoción del Gobierno en cuestión. Dicha autopromoción se intensifica sistemáticamente en período electoral, y por mucho que aquí las Juntas Electorales a veces sí otorgan la razón a los partidos políticos denunciantes (y cabe la duda razonable de si lo hacen porque también son partidos políticos los que denuncian estos hechos), no suele ser lo habitual. Y en todo caso, se trata de un palmario abuso de poder y una forma evidente de perturbar el desarrollo normal de las Elecciones, cometido además con dinero público.

La publicidad institucional también sirve a los intereses directos de los partidos en el Gobierno de una manera menos directa: pagando a los medios afines que, a continuación, son más afines para garantizarse el futuro riego de espacios publicitarios, y en consecuencia ofrecen una cobertura de las campañas mucho más cercana a los intereses de quien, a través de las instituciones, les paga.

– Por último, aunque se supone que sólo en campaña electoral es posible pedir explícitamente el voto, las prácticas de los partidos políticos, en campaña y en precampaña vulneran, de nuevo, sistemáticamente la norma, en la forma o en el espíritu. Básicamente la cosa consiste en poner carteles en la precampaña en los que no se pide explícitamente el voto para incluir el “Vota a tal” tan pronto como comienza la campaña. La cuestión es: ¿alguien se cree que con la publicidad de precampaña los partidos no están pidiendo el voto?

Pero la cosa no se resume ahí. Encontramos a menudo abusos mucho más claros, que suponen muchas veces, de nuevo, y en la línea de lo indicado en el epígrafe anterior, instrumentalizar las instituciones. En la Comunidad Valenciana podríamos sacar a colación dos ejemplos bien recientes: de una parte, la sorprendente conclusión a la que llegaron Francesc Camps y Rita Barberá, candidatos del PP a la presidencia de la Generalitat Valenciana y a la alcaldía de Valencia, respectivamente, en un acto institucional con el patrón de la Fórmula I, Bernie Ecclestone. Tomando unas palabras de Ecclestone más o menos ambiguas (pero sin duda favorables), y en calidad de Presidente de la Generalitat y Alcaldesa de Valencia (que es el motivo por el que ambos estaban ahí), Camps y Barberá dijeron claramente qué es lo que hay: “o votas al PP o Valencia no tendrá circuito de Fórmula I”. Pasando por alto que algo así sea muy revelador de la concepción de los cargos públicos que tienen ambos personajes (herramientas para beneficiar a su partido, y punto. Si no ganamos, lo que estamos intentando conseguir desaparecerá, y la Comunidad Valenciana que se joda; habernos votado. En la Edad Media el señor feudal no lo habría expresado mejor), e incluso asumiendo que, precisamente por lo repugnante del argumento, es posible que éste pueda volverse contra ellos, lo cierto es que algo así es, de nuevo, un ejemplo de campaña electoral en el espacio público, en la que, además, sí se está pidiendo el voto. Como el ejemplo, más reciente, que Andrés Boix ha publicado en su blog: un edificio público “adornado” por publicidad explícita del partido gobernante.

¿Acaso las Juntas Electorales han tomado medidas con un mínimo de eficacia en alguno de estos casos? No, no lo han hecho. Y no lo han hecho porque su función, como indica bien a las claras el doble rasero que veremos a continuación, es perpetuar un modelo de hacer campaña perteneciente a los años 70, con muy pocos medios, encargados de concentrar toda la información relativa a la campaña, y donde el papel de los ciudadanos se limita a ejercer de receptores pasivos de la información. Precisamente por eso, ¿qué ocurre cuando los ciudadanos, tengan la ideología o intereses que tengan, deciden adoptar un papel más activo en la campaña, pero sin adscribirse claramente a ningún partido político ni actuar “protegidos” por este? Entonces las Juntas Electorales sí hacen aquello para lo que se supone que están, pero no sólo lo hacen, sino que, por decirlo en plan castizo, “se pasan cincuenta pueblos”.

Recordemos el follón que se montó el 13 de marzo de 2004, con las famosas “concentraciones ilegales” delante de las sedes del PP, con la JEC apoyando la interpretación que hacía el PP de dichas concentraciones y la justicia, en un primer momento, planteándose encausar a los 25.000 ciudadanos que, más o menos, participaron en las mismas. Tuvo que llegar la Audiencia Provincial de Madrid (y otras audiencias provinciales) para no apreciar indicios de delito (y, ciertamente, no los había, puesto que no se pedía el voto explícitamente para nadie, y desde luego nadie puede prohibir a los ciudadanos que se manifiesten per se; al menos, desde la aprobación de la Constitución de 1978). El mismo día en que se realizaban dichas manifestaciones, jornada de reflexión, aparecía una entrevista a Mariano Rajoy en el diario El Mundo en el que éste pedía explícitamente el voto para el PP. Jornada de reflexión. Vulneración clara, por tanto, esta vez sí, de la Ley Electoral. La JEC no dijo ni hizo absolutamente nada. Como espero que haya quedado claro a estas alturas, no es su función, aunque teóricamente sí lo sea.

Recientemente, en la campaña electoral valenciana hemos vivido un nuevo caso de doble rasero, particularmente espectacular. Diversos colectivos ciudadanos valencianos han desarrollado una iniciativa, denominada “Ja en tenim prou”, consistente en la realización de una serie de cortometrajes críticos con diversos aspectos de la gestión del Partido Popular. Es, para entendernos, lo mismo que “Hay motivo” en las Generales de 2004 o “Hay que Botarlos” en las últimas Autonómicas en Galicia. Se trata de un caso similar al de las concentraciones delante de las sedes del PP el 13M: no se pide explícitamente el voto para nadie, lo que se pide, de continuo, es el “no-voto” para el PP. Este partido denunció la proyección, prevista en diversos locales, en algunos de los centros públicos de la Comunidad Valenciana, en concreto en Ayuntamientos y Universidades (pero no, en cambio, en locales de la Generalitat Valenciana. Lo cual, huelga decirlo, no era necesario). Lo curioso del caso es que a mí la prohibición acabó afectándome, y no porque participe en esta iniciativa, sino porque estaba prevista la realización de una exposición de alumnos sobre “Ja en tenim prou” en mi asignatura de Opinión Pública, y la Universidad de Valencia envió un comunicado, a raíz de la resolución de la Junta Electoral valenciana, prohibiendo cualquier proyección, total o parcial (en mi caso, la idea era proyectar, semanas antes de la exposición, tres o cuatro cortometrajes como ejemplo), de los vídeos de Ja en tenim prou. Como pueden Ustedes imaginarse, esta asignatura, Opinión Pública, guarda cierta relación con los procesos electorales, y puedo asegurarles que no se trataba de un acto electoral encubierto (a lo cual añadiría que, en cualquier caso, tengo una asistencia media a mi clase de unas 30 personas, lo cual no está mal para una asignatura optativa, pero no parece comparable a llenar una plaza de toros y que retransmitan el evento por los medios).

Pues bien, no pudo realizarse esta exposición hasta ayer mismo, una vez comenzada la campaña, y como parte de la exposición de los alumnos. Pero no se crean que, al haber comenzado la campaña, la Junta Electoral Central, a la que recurrió de nuevo el PP, había aceptado la proyección de estos cortometrajes. Únicamente pudo hacerse como parte de una actividad de clase (que es, por otro lado, exactamente de lo que se trataba). De hecho, la resolución de la JEC es reveladora de un determinado modo de ver las cosas: si se trata de un acto ajeno a la marcha normal de la docencia universitaria (o si se celebraba en un centro público de cualquier otra clase), la única manera de proyectar legalmente estos cortos en centros públicos ha pasado a ser… Siempre y cuando la actividad esté organizada por un partido político.

Con lo cual, volvemos al eterno retorno: dentro de los partidos todo, incluso lo que es ilegal. Fuera de los partidos nada. Como en el Movimiento Nacional. Profundamente revelador, sobre todo, de la concepción de las campañas electorales que a menudo tienen los partidos políticos: “Callarsus y escucharme tós”. Menos mal que,esta visión de la disonancia como algo que conviene eliminar siempre que sea posible, esta idea de la ciudadanía como elementos sospechosos resulte, además de antidemocrática, contraproducente a la larga. Y no sólo porque montando follones de esta clase se consigue promocionar mucho más aquello que intenta censurarse, sino porque, al final, quienes votan son los ciudadanos.



19 comentarios en La regulación de las campañas electorales
  1. Estoy completamente de acuerdo con los matices expresados en tu articulo, creo los ciudadanos deberiamos pedir que los partidos politicos que van a representar nuestras instituciones hicieran públicas las cuentas de lo que han gastado en la campaña electoral, y de donde ha salido ese dinero.

    Mal me parece cuando es dinero público, y peor cuando es capital privado que luego quiere recuperar la «inversión» en forma de favores politicos.

    Puedes visitar nuestro artículo sobre este tema en el blog http://verdesmostoles.blogia.com/

    Comentario escrito por Luis O. Reyes — 17 de mayo de 2007 a las 2:27 pm

  2. A mi lo que más me indigna es lo de la publicidad institucional. Utilizar dinero público para sufragar costosas campañas de publicidad que no reportan beneficio alguno a la comunidad, que sólo tratan de hacernos ver lo bien que lo ha hecho el partido político gobernante, es realmente escandaloso.

    Y lo peor es la normalidad con la que los ciudadanos de a pie suelen percibir estas campañas. A ello contribuyen, creo, los medios de comunicación, a los que no interesa demasiado denunciar una situación de la que, a fin de cuentas, sacan una importante tajada.

    Comentario escrito por Gabriel — 18 de mayo de 2007 a las 12:06 am

  3. Estoy con Gabriel en que es llamativa la normalidad con la que los ciudadanos solemos percibir estas campañas y esas actuaciones, sea lo de la fórmula 1, sea lo del uso de las televisiones públicas, sea lo de lo del uso de edificios públicos que comenta Andrés en su bloc….

    Mi duda es si esa normalidad está motivada porque los dirigentes nos han anestesiado por sus actuaciones habituales de patrimonialización de lo público o si es porque los ciudadanos desconocemos las reglas básicas de funcionamiento político que podemos y debemos exigir a nuestros gobernantes.
    Sea por la causa que sea no actúan como revulsivo de quienes las practican. Estoy convencida de que no es lo que determina que se vote a un partido o a otro.

    Comentario escrito por Mar — 18 de mayo de 2007 a las 9:29 am

  4. De un plumazo te has cargado la intervención televisiva de Rubalcaba en la jornada de reflexión, mencionando todo lo demás. Te habrás quedado a gusto.

    Comentario escrito por Gaspar Suarez — 18 de mayo de 2007 a las 10:13 am

  5. Sí, porque también me he cargado la intervención previa de Rajoy en TVE que propició la de Rubalcaba.

    Un cordial saludo

    Comentario escrito por Guillermo López — 18 de mayo de 2007 a las 10:22 am

  6. Guillermo. Me imagino que el que le coarten la libertad de cátedra le sienta mal a cualquiera. Pero yo creo que tienen razón al no dejarle poner ese video. No lo he visto y me puedo columpiar. Si me equivoco simplemente ignore este comentario. Pero si se parece al hay motivo, es normal que se pida que ese video se exponga solo cuando claramente hay un partido político detrás. Porque si no es como cuando la cope o la ser «informan» de la campaña electoral. Usuamente alterno hora 25 con la linterna y es como tomar tripis y sedantes alternativamente. Yo lo hago como experiencia de fortalecimiento espiritual zen (eso quiero pensar, probablemente sea un gilipollas).

    Estoy divagando, lo que quería decirle es que si ese video tiene función pedagógica y en ningún caso electoral, puede y debe exponerlo tras las elecciones. Si tampoco le dejan ahí ya sí que cuenta con mi apoyo para tomarse la justicia por su mano en plan unabomber si es preciso.

    Saludos.

    Comentario escrito por Otto von Bismarck — 18 de mayo de 2007 a las 2:41 pm

  7. Discrepo, Otto. Mi intención no era poner los vídeos para incitar al voto a uno u otro partido. La asignatura tiene por objeto analizar el comportamiento de los actores y espectadores del proceso de opinión pública (es decir, partidos políticos, medios de comunicación, sondeos, los propios ciudadanos en calidad de receptores o en papeles más activos, …). Por otra parte, mis estudiantes ya son mayorcitos y están sobradamente capacitados para no estar condicionados por lo que yo, o cualquier otro, pudiera decirles. Además, el proceso de decisión del voto es una cuestión muy compleja y no exenta -por suerte- de elementos contradictorios. Es decir, que pudiera pasar que yo intentara poner estos vídeos, o cualquier otra cuestión relativa a las elecciones, con la intención, oculta o explícita, de hacer proselitismo electoral, y conseguir el efecto contrario. Por último, el motivo de que quiera poner esos vídeos en la campaña – o precampaña- electoral es que, al estar la cuestión de máxima actualidad, y también al estar los propios estudiantes, y yo mismo, más interesados en el proceso, entiendo que el debate que se suscite será más rico e interesante (como de hecho suele ocurrir; lo cual no quita, claro, para que también ponga profusión de ejemplos de procesos electorales pasados).

    Digo todo esto con independencia del aspecto legal o jurídico. Yo puedo incluso entender que se tome una decisión así (aunque no me parece bien que se extienda a la educación universitaria reglada, en particular a mi asignatura, y no porque la imparta yo, sino porque es evidente la relación de este tema con la materia concreta que imparto) ateniéndonos a los principios, por absurdos que sean, de la Ley Electoral. Lo que me indigna es saber que esta ley es sistemáticamente incumplida por los partidos políticos, de forma muchísimo más sangrante, de mayor gravedad y con consecuencias mucho más perniciosas para el juego democrático, y además con el consentimiento, implícito o explícito, de las Juntas Electorales (que para eso están, me temo). Esto es lo que intentaba explicar, el doble rasero de «a los partidos todo, a los demás nada».

    Un cordial saludo

    Comentario escrito por Guillermo López — 18 de mayo de 2007 a las 3:27 pm

  8. Weno, su razonamiento me ha convencido. Aunque puede que las cervezas que me he metido en el cuerpo entre mi anterior comentario y este también ayuden a que quiera más a todo el mundo.

    Sé, o al menos entendía, que parte de su cabreo venía de ese doble rasero que ha expuesto en el artículo. En eso estoy de acuerdo, vamos, difícil es no estarlo. Pero esto es como el fútbol, el fuera de juego hace que la falta de después ya no exista, aunque se pueda seguir sancionando una agresión etc. Es decir, habría que prohibir todos los excesos, pero que se permitan unos no hace aceptables otros. En su caso, creo que está bien impedirlo de entrada y que si usted hace esas mismas alegacioness le dejen hacer su clase (si es que pueden hacerse, de nuevo si me estoy columpiando ignore mi comentario). Pero este tema es peligroso porque siempre puede haber algún que otro iluminado que haga lo mismo con otras intenciones.

    Y otra cosilla, ya que estamos. Entiendo lo que dice de que sus estudiantes pueden tener su opinión propia. Pero le aseguro que no todos la tienen, y menos en política, como dolorosamente compruebo a diario entre mis compañeros, en los que la ideología muchas veces se resume en «los del pp son unos fachas» y «el zp es eta». La influencia de un profesor carismático no es despreciable. Y aunque tenga capacidad intelectual para dar un discurso coherente y apartidista… pues no nos engañemos, ustedes son rojillos, si no no serían tan graciosos, y eso siempre puede adoctrinar, aunque sea involuntariamente.

    Saludos.

    Comentario escrito por Otto von Bismarck — 18 de mayo de 2007 a las 5:51 pm

  9. Yo sólo quiero decir dos cosas:

    1) Es un placer debatir con usted, lo cual me hace pensar que algo habremos hecho mal. ¿Puedo insultarle una miajilla y elevamos el listón de la crítica? ¡Que al final esto ni es un blog ni ná!
    2) Me parece bien cumplir la ley, aunque joda, y aunque parezca incomprensible lo que estás pidiendo. Mi cabreo se centra en el doble rasero. Además, hice lo que me pidieron: no puse los vídeos como iniciativa propia (para su análisis) en la precampaña y esperé a que, ya en campaña, me permitieran incorporarlo como parte de una exposición de alumnos en clase.
    3) Bueno, eran tres: en mi caso, me da la sensación de que mis estudiantes son más rojillos que yo, y sí, no voy a negarlo, yo algo de rojillo tengo, y es inevitable que se me note en clase. Pero no creo que tenga influencia, ni mucha ni poca, en su opinión política.
    4) Mierda, eran cuatro: sobre lo que bien apuntas (el pasotismo de parte de la población, que les hace cerrarse en banda con una determinada visión de las cosas, que les llega a través de los medios y/o el entorno, fundamentalmente esto último), hay una teoría de la opinión pública bastante reciente (para lo que es este campo), generada a partir de un libro publicado en 1992 por John Zaller, que basándose en estudios empíricos llega a la conclusión de que el público más firme en sus convicciones -y también más dogmático y partidista- suele ser el más informado e interesado por la actualidad, mientras que en «el gran público» es más común encontrar a gente dispuesta a cambiar de opinión con relativa facilidad. Esto no significa que la mayoría de la población sea moderada, en la forma y en el fondo, ni que haya vuelcos electorales masivos, pero sí hay una parte importante del público que puede cambiar de opción, o definir una opción en concreto, por motivos en apariencia nimios o insospechados. Esto, a mi parecer, en realidad es bueno, porque introduce factores de incertidumbre positivos para el juego político y las campañas electorales. El partidismo acérrimo puede hastiar y generar efectos contrarios. En realidad, lo mejor del tinglado es que nadie tiene ni puta idea de cuál va a ser el efecto de una determinada acción. Sabe qué es más probable que pase, pero son tantos los factores a tener en cuenta y tan numerosas las excepciones que «controlar» mínimamente las consecuencias de tus acciones, declaraciones y mensajes es imposible.

    Un cordial saludo

    Comentario escrito por Guillermo López — 18 de mayo de 2007 a las 6:23 pm

  10. Güenas de nuevo. Me ha decepcionado un poco que no me insulte después de preparar el terreno, pero en fin, no sería inteligente por mi parte quejarme por eso. Digamos que somos unos hijos de puta y dejamos eso cerrado.

    Sin ningún orden concreto:

    En su punto 3. Entre mis compañeros de clase también es bastante parecido. No es una muestra representativa ni nada defendible, pero a nivel anecdótico si que puedo decir que cuando estaba en el instituto había en mi clase más gente, digamos, conservadora. Hasta niveles absurdos añadiría.

    En la universidad es cierto que he observado (insisto en que es subjetivo) que la gente es mayormente progre. Pero es progre en el sentido aquel que dijo willy brandt (creo que fue) lo de alguien que tiene 18 años y no es comunista no tiene corazón y alguien que tiene 40 y lo es, no tiene cerebro. Me refiero a que somos pobres como ratas y hay mucho idealista que cree en cambiar el mundo y en el ecologismo radical, etc. Pero en esa misma gente encuentro incoherencias como discursos marcadamente racistas, o misóginos, o de la nueva raza de feministas odia-hombres (que nadie se ofenda).

    Vamos, que en muchos veo que no tienen mas que un batiburrillo ideológico basado en ideas que les dejaron personas que les impresionaron. Algo que tenemos todos, pero a esta edad es mas marcado por algo que le cuento ahora y que entronca con su punto 4.

    Creo que leí que fue tolstoi el que dijo que la gente se aferra a sus ideas. Y que cuando alguien lleva mucho tiempo creyendo algo, aunque le expongan con pruebas aplastantes una realidad que es totalmente contraria, se resiste contumazmente a cambiar de postura. Que me parece que no es más que otra forma de decir lo mismo que dice la teoría esa que expone y por la que seguro que alguien está por ahí sacando pecho impunemente. Pero vamos, seguro que alguien se dio cuenta antes (conste que tampoco pretendo dármelas de listillo en plan esto ya lo sabía yo porque no estoy suficientemente leído para hacerlo, no por falta de ganas).

    En definitiva, lo que quiero decir no es que tenga usted que dismular excesivamente sus afinidades al dar clase (aunque no está de más dejarlo claro), pero si quiero insistir en el carisma, si es usted tan cachondo en clase como cuando escribe la histeria de españa es normal que surjan afinidades. Indidablemente más en gente que ya venga predispuesta, pero ese fenómeno existe. No se, tiene razón en que su auditorio es escaso y no va a poder formar una secta progresista rompedora de españa aunque quisiera, pero usted está formando periodistas. Y eso no es moco de pavo, aún recuerdo lo que un profesor de historia nos contó en el instituto y que ignoro si es cierto, que en las facultades de periodismo de cataluña daban como asignatura «historia de catalunya», por adoctrinar que no quede.

    En fin, saludos.

    Comentario escrito por Otto von Bismarck — 18 de mayo de 2007 a las 6:55 pm

  11. Respecto a la composicón de las juntas electorales, la JEC está compuesta por 8 Magistrados del Supremo (designados por el CGPJ) y 5 catedráticos de políticas y sociología (estos sí a propuesta conjunta de los partidos con representación en el congreso). Y las provinciales por tres Magistrados de Audiencia Provincial y dos catedráticos residentes en la provincia.
    Saludos.

    Comentario escrito por Víctor — 23 de mayo de 2007 a las 12:43 pm

  12. Los catedráticos pueden ser también de Derecho, y normalmente lo son.

    Comentario escrito por Gabriel — 23 de mayo de 2007 a las 10:43 pm

  13. Cierto Gabriel, no sé porque me despisté :)

    Comentario escrito por Víctor — 24 de mayo de 2007 a las 12:24 am

  14. «Y eso no es moco de pavo, aún recuerdo lo que un profesor de historia nos contó en el instituto y que ignoro si es cierto, que en las facultades de periodismo de cataluña daban como asignatura “historia de catalunya”, por adoctrinar que no quede.»

    Pues eso, que no quede. Aunque los profesores de historia de los institutos se tengan que inventar la realidad.

    Comentario escrito por popota — 24 de mayo de 2007 a las 2:41 am

  15. Gracias popota por aclarármelo, esta noche dormiré más tranquilo. España está un poco menos lejos de eta. Es coña, gracias.

    Comentario escrito por Otto von Bismarck — 24 de mayo de 2007 a las 1:18 pm

  16. Perdón, un poco más lejos. Joder, era malo pero he terminado de joderlo.

    Comentario escrito por Otto von Bismarck — 24 de mayo de 2007 a las 1:19 pm

  17. «El Partido Popular lleva varios años embarcado en una desquiciada espiral autodestructiva… »

    Así empezaba este artículo escrito hace tres meses:

    http://www.lapaginadefinitiva.com/weblogs/articulosglopez/archives/25

    Menudo ojo tienes, Guillermo.

    Comentario escrito por Señor respetable con bigote — 27 de mayo de 2007 a las 11:39 pm

  18. El PP ha ganado donde ganaba siempre. Bueno, pierde una autonomía o dos más. Qué éxito, ¿no? Espero que este oportunismo tan espectacular se repita después de las Generales.

    Un cordial saludo

    Guillermo

    Comentario escrito por Guillermo López — 28 de mayo de 2007 a las 12:38 am

  19. Retráctate, maldito, son 160.000 votos más.

    Un consejo de buen corazón que os doy a los de LPD, es que no dejéis que esta página pierda toda relación con lo que pasa ahí fuera. Sería una pena que ya sólo reflejase vuestros deseos, muy legítimos, pero sin conexión con el desierto de lo real.

    Comentario escrito por Un desquiciado en espiral autodestructiva — 28 de mayo de 2007 a las 3:23 am

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