¡Ah, los informáticos! Los duendecillos del mundo moderno. O quizás mejor los invocadores que conjuran a los espíritus invisibles que gobiernan nuestro mundo físico. Sin embargo, también en su mundillo hay clases. Esta serie de HBO en teoría está protagonizada por los programadores más top de una megacorporación de Silicon Valley, los “Devs”, que supongo que va por Developers, “desarrolladores”. Lo cual nos parece ofensa de batirse: “desarrollador” es una palabra que usaría el lado letizio de la informática. Señores de HBO: los ONVRES de verdad no “desarrollan” código. Los ONVRES de verdad lo pican. Los ONVRES de verdad llegan cada mañana al trabajo, se encuentran un bloque de granito, y lo pican y golpean con ratones y teclados hasta sacarte una aplicación tó guapa en C pelado. O directamente en ensamblador. Que aquí somos muy machos. Y cuando la fábrica de código pita el final de la jornada laboral, se quitan sus cascos de obra y salen polvorientos y cansados, pero felices, para pasear por el mundo su orgullo obrero de picador [1]. Developers, dicen los andobas de HBO. Cuánto daño ha hecho Steve Ballmer [2].
Añadan abajo del todo “manejar WordPress”.
El caso es que aquí usaremos “picata” o “picador” para referirnos a los miembros de la clase obrera que en la moderna división de trabajo se encargan fabricar el software que mueve nuestro mundo. Así también nos mantendremos apegados a la realidad material, cosa harto necesaria ante las escapadas místicas de la serie (escapadas subrayadas con un abundante y arriesgado uso de música sacra, pero que la verdad es que sale muy bien parado). Serie en general muy interesante y recomendable, con una estética sugerente, aunque sin pasarse, y que a continuación vamos a spoilear a base de bien.
Into the (nordic/quantic) mystic
La premisa central de la serie es que una megacorporación de Silicón Valley, llamada Amaya, desarrolla ordenadores y computación cuánticos. Computación cuántica que ha llegado a un punto de sofisticación tan elevado que es capaz de reconstruir el pasado e incluso de predecir el futuro. Más o menos. Aún hay que afinar el algoritmo. El futuro incierto es, o como poco sale borroso en el Monitor De Ver El Futuro (el “MoDeVeFu”, como lo llamarían los picatas de verdad). Ídem el pasado. Todo esto daría para interesantísimos debates filosóficos sobre si el universo es determinista, la existencia del libre albedrio, y otras vainas similares, pero los debates no ocurren en el seno de nuestra sociedad porque Forest, el jefazo de Amaya, mantiene toda la sección, llamada “Devs”, en estricto secreto, en su propio edificio impenetrable de arquitectura brutalista en mitad del bosque, al que solo tienen acceso los picadores que en un crunch perpetuo están afinando el sistema. Picadores a los que despiden por atreverse a usar teorías de infinitos mundos [3] en vez de la buena y vieja teoría determinista de Broglie-Bohm [4].
“¿Burbuja? ¿Has ordenado el array por burbuja, puto inútil? ¿Cuándo he dicho claramente que aquí usamos árbol binario?” “Ej que era lo más sencillo, y había prisa…” “Ni prisa ni hostias, ¡a la puta calle!”
La serie, filosóficamente, juega al engaño entre muchos mundos y universo determinista, aunque con clara simpatía por el segundo, porque en caso contrario fallaría la principal motivación de Forest, que es recuperar de alguna forma a su hija Amaya, fallecida a los tres años de edad. Es en memoria de ella que ha nombrado su empresa, y la adorna con una estatua infantil algo creepy de 40 metros de altura. Él quiere a su Amaya, no a “una” Amaya de un universo paralelo que a lo mejor tiene tres pelos más en el cogote. Quiere the real thing, y para ello no duda en pasar por encima de cadáveres.
¿Hemos visto algo similar en otra parte? Sí, en ciertos mitos estudiados por personas que a menudo tienen que explicar que no son nazis [5]. (Nota: esta interpretación nace de mi frikismo y no la he visto en ningún otro sitio; por cierto, obligatorio al hablar de “mitos” citar al inmortal Terry Pratchett [6]: “un mito no es más que el cuento para niños de la tribu que ganó porque tenía espadas más grandes”.) Bueno, F5, que nos desviamos: lo que muestra la serie es un refrito del universo de la mitología nórdico-escandinava. La mitología nórdica también presenta un universo determinista, donde da un poco igual lo que hagas porque al final viene el Ragnarök y se lo carga todo. En ese universo, el dios padre Odín (que vendría a ser Forest) lo sabe todo y tiene el poder sobre la vida y la muerte. Pero de nada le sirve todo su poder porque ha perdido a su hijo querido, Balder [7]/Amaya. Su poder lo obtiene del pozo de Mimir [8], oráculo nórdico que en estos modernos tiempos se transmuta en ordenador cuántico. Le asiste Frigg [9], diosa de la sabiduría y madre de Balder, que en la serie sería Katie, la Proyect Manager de Devs, encargada de traer a Balder/Amaya (de vuelta) a la vida. En un bonito paralelismo, Frigg puede ver el futuro, y Katie lo extrapola cuánticamente. Juntos, Frigg y Odín actúan en un bosque de coníferas (las cuales tienen anillos de luz, guiño a los nueve mundos rodeando cual anillos el árbol de la vida [10]), donde recrean la creación vikinga del mundo (en el mito, Odín crea el mundo del cadáver del gigante Ymir [11]; en la serie parece que el presupuesto se les va un poco antes y tienen que extrapolar cuánticamente el universo a partir del cadáver de un ratón). Y carecen de cualquier tipo de moral. Porque claro, si el universo está determinado cuánticamente, el libre albedrío no existe, y lo que ocurre –asesinatos, engaños, accidentes, muertes- es que tenía que ocurrir.
Frigg y Odín en versión californiana (ayuda a esta interpretación que en una serie multirracial los jefes tengan una pinta tan escandinava).
Apropiadamente, y al igual que su equivalente nórdico, Katie tiene toda una recua de sirvientes semi-divinos, aunque los de Katie prefieren usar el superordenador cuántico (que tiene una especie de alas de refrigeración que me hicieron pensar en ídolos mesopotámicos [12]) para visionar conciertos de John Coltrane, recrear a Jesucristo en la cruz, y ver los polvos de Marilyn Monroe. Lo cual también tiene delito: puedes vouyear a la Bomba Rubia, ¿y de toda su vida sexual eliges un polvo de casada con Arthur Miller, un intelectual que poco menos que follaba con las gafas puestas? ¿Pudiendo contemplar el Big Bang del universo mitómano, el equivalente de Afrodita dejando seco a Zeus [13], el polvazo de Marilyn Monroe con Marlon Brando [14]? Developers teníais que ser, joder, un picata no nos hubiese fallado.
Una cierta historia para unirlos a todos
A todo esto, la prota principal de la serie ni siquiera es una Dev, ni encaja muy bien en la mitología nórdica. Lily Chan, ingeniera de software en Amaya (pero no en la sección cuántica), vive tranquila y feliz con su novio Sergei, también currito en Amaya. Pero Sergei destaca, y Forest le ofrece pasar de picata a Team Lead en Devs. Como resulta que Sergei es un poquito espía ruso y Forest le pilla, su paso por la sección cuántica dura lo mismo que el resto de su vida: menos de una jornada laboral. (Se entiende, por tanto, que ha entendido de qué va el código en apenas unas horas, señal de que son bastante estrictos documentando, lo cual entra en el top 3 de cosas inverosímiles de la serie.) Para encubrirlo todo, los æsir de Amaya fingen un suicidio con incineración a lo bonzo. Pero Lily descubre que el supuesto video de las cámaras de seguridad es fake (en un momento en que yo casi le grito a la tele: machos, ¡que tenéis un pepino cuántico capaz de extrapolar acontecimientos de 30.000 años atrás! ¡Que con cualquier motor gráfico medianamente apañado podríais renderizar cada puto átomo del planeta! ¿Y para encubrir un asesinato que os puede llevar a la silla eléctrica os pilláis los tres primeros hoguera.gif que salen en Google Images? Es que ni eso, os bajáis el primero y copy-pasteais dos veces la textura. Hasta a la LPD beta de 1999 [15] le daría vergüenza. ¿Pero estamos tontos o qué pasa?), y empieza a husmear en los trapos sucios de Amaya.
Como Amaya y su computación cuántica son esenciales para el gobierno americano, la empresa cuenta con padrinos hasta arriba del todo (preciosa la frase con la que una senadora de los EEUU le describe a Forest las megacorporaciones digitales: “Twitter enreverbena a la gente, Instagram les hace sentir que viven vidas de mierda, Idealista ha propiciado la vuelta al feudalismo, Facebook directamente destruyó la democracia, y a ti te necesitamos para parar a los chinos”) y no se anda con chiquilladas: agarran a Lily y la meten en un asilo de enfermos mentales. De ahí la rescata el pagafantas de Jamie, su ex al que dejó para irse con Sergei. Dado que no hay pagafantas en la mitología nórdica, esto también es una licencia de los guionistas… que por otra parte nos introducen al personaje jugando a algún videojuego en la consola, en el que en seguida “muere” y además dice “estoy muerto”. ¿Es un guiño “este personaje va a morir”? Ah, no vamos a hacer (demasiados) spoilers.
No se puede hacer uso de la mitología nórdica sin un buen Ragnarök, y efectivamente: en el sexto capítulo Katie/Frigg le explica a Lily, cual oráculo impenetrable al pobre mortal, que hay una singularidad cuántica, un punto más allá de la cual Devs no puede ver el futuro, y que ese punto está cada vez más cerca, apenas unas horas. Un punto donde la causalidad y el determinismo dejan de existir, y que no saben muy bien porqué salvo que Lily “está implicada”. Lily, como es de esperar, piensa que están chiflados, que ni Ragnaröka ni Ragnaröko, y que ella se va a quedar un día entero en casita con sofá y manta para demostrar que no pasa nada y que todo eso son chorradas.
Asgard es un puto mazacote brutalista, pero el Bifröst se lo han currado. El crómlech de estelas doradas de la entrada, en cambio, me parece un fallo porque estos no son vikingos sino megalíticos.
¿Y Loki?
Si son ustedes miembros de la generación milénida, ya se estarán preguntando que donde está Loki, que para algo se han tragado todo el Marvel Cinematic Universe y saben de mitología nórdica (en realidad no esperamos a muchos millennials por aquí, leyendo textos tan largos y redichos cuando pueden gozar de 27 videos en TikTok en el mismo tiempo, pero desviados los hay en todas las generaciones [16]). Aunque muchos seguro que esperan que identifique a Loki con Kenton, el jefe de seguridad de Amaya y encargado de los Sergeis que se le cruzan a Forest, siento defraudarles: no veo a Loki por ningún lado. Kenton –y todo el reparto, realmente- es demasiado serio para ser el Gran Burlón, el Divino Pícaro. Kenton, de hecho, me parece mucho más acertado como el lobo Fenrir: una bestia primitiva, pura fuerza y muerte, sin una gran idea del mundo y de sus grandes misterios y designios, y que una vez liberado de las cadenas que lo atan va a poner en marcha el Ragnarök. Aquí, mediante una visita al piso de Lily con desastrosas consecuencias, y causada por una confusión. O al menos nosotros lo veríamos como una confusión, en cualquier saga o edda nórdica habrían dicho “es que es el destino, el tiempo es el que es, tenía que pasar, no le des más vueltas”. La verdad, que un Boomer viejales como Kenton (66 años tiene el actor, y se notan), fumador además, les de sucesivas tremendas palizas a los milénidos de la serie no habla muy bien de los milénidos, por mucho rollo “yo estaba en las Fuerzas Especiales” de Kenton. Va a ser que todos esos cuerpos estilizados de deporte y comida macrobiótica quedan muy bien en el Instagram pero no sirven de nada en las cosas de los ONVRES.
El caso es que Lily aquí pierde al segundo novio en una semana (vaya, pues al final se me ha escapado el spoiler; tenga en cuenta que las nornas ya habían determinado [17] si yo iba a decirlo o no, por lo tanto los spoiler no existen, es el destino, de hecho ya está determinado si usted iba a mirar la serie o no, así que da igual), y con el comprensible cabreo prefiere ir a Asgard a pedir cuentas antes que pillar un avión y pirarse a Hong Kong.
A la entrada de Asgard se encuentra Heimdall recitando poesía y advirtiendo a los pobres mortales que no entren, que ahí dentro solo hay poderes más allá de su comprensión que les destruirán. Pero si le dices “me la suda todo”, te deja pasar.
Debo decir que, aunque la muerte de Jamie me entristeció algo, por parecer el chaval buena gente y todo eso, a nivel de guion lo celebré. Porque me veía venir una escena final donde lo que causa la disrupción cuántica es un acto de HAMOR de Jamie o Lily, lo pilláis, el HAMOR no es predecible ni siquiera cuánticamente, a Dioses y al Destino es capaz de vencer, Love rules the World, dejad entrar al HAMOR en vuestros corazones y regalad una suscripción para la HBO en el Día del HAMOR. Ahora, en cambio, todo lo que guía a Lily es HODIO y ganas de apañarse unos humpen con los cráneos de sus enemigos para tomarse cervezas artesanas en El Castro de San Francisco, algo que pega mucho más con la mitología nórdica.
Ragnarök pero sin pasarse
El caso es que tenemos nuestro Ragnarök más o menos apañado, predicho por la norna cuántica: Odín debe morir por los dientes de Fenrir, el mundo dejará de tener forma y sentido, Asgard desaparecerá, todo quisqui muere, y cuando todo acabe surgirá un mundo nuevo -con Forest y Lily cual Líf y Lífthrasir [18]– donde todos adorarán a Balder/Amaya como Dios Supremo. Que es más o menos lo que pasa. Aunque en el último momento Lily makes a choice y contradice al destino. Menos mal que está Heimdal –quien en el Ragnarök es el encargado de matarse mutuamente con Loki- para poner orden y asegurarse de que ese monstruo cuántico que han creado llega a su fin (explicado detalladamente [19] por el creador, Alex Garland, que por supuesto tiene que soltar la cursilada televisiva americana de en el fondo esta serie va del HAMOR).
Puestos a especular, la singularidad cuántica que impide ver más allá al futuro se puede interpretar también como un problema de autoconocimiento: porque apenas unas horas antes de la singularidad, los picatas han logrado hacer el sistema plenamente funcional. Y si el ordenador cuántico ahora es capaz de computar el universo entero, lo está computando consigo mismo dentro. Es decir, tiene que simularse a sí mismo al completo. Y ahí salen las viejas preguntas de siempre, y seguimos sin respuesta: ¿Puede un ordenador cuántico simular su propio comportamiento? ¿Puede un sentiente entenderse a si mismo? ¿Puede el ser humano conocer a fondo el cerebro humano, si para dicho entendimiento solo dispone del propio cerebro humano?
¿Podría Dios crear un burrito tan picante que ni Él mismo pudiese comérselo?
El conocimiento de todo el universo no puede existir dentro del propio universo, por eso el sistema dice “mira, hasta aquí y no más”. O que una vez el universo es conocido y observado, la mera observación lo cambia. No sé, pero da para unas cuantas horas de discusión durante el café en la empresa, entre beta-test y beta-test. El caso es que la choice de Lily demuestra que la teoría de varios mundos es correcta, y Odín está obligado a aceptar que la muerte de Balder era una opción, no el destino implacable. Claro que aceptar esto le ha costado la vida a él y a unas cuantas personas más, pero ahí está Frigg, dadora de vida, para mantenerlos vivos en una simulación en el sistema. Simulación que resetea el mundo a una semana antes del Ragnarök, pero sin Devs, con Amaya viva (y la madre también, que Forest ha montado toda la pesca por su hija pero la madre como que no le ha importado tanto), y con Forest y Lily como únicas personas con conocimiento de lo ocurrido y consciencia de que esto es una simulación. Forest queda de alguna forma absuelto de matar o dejar morir a media docena de personas porque lo hizo por HAMOR, y a vivir la vida. ¿Qué diferencia hay entre el mundo real y una simulación perfecta del mundo real?
Hasta aquí bien, lo que me mosquea un poco es que esta simulación corra en tiempo real, y que Katie al parecer va a tener que mantener encendido el sistema durante los 60, 80, o 100 años que les queden a Lily, Forest y Amaya. No sé si es por meter una escena adicional con la senadora, por dejar abierta la puerta a una segunda temporada, o porque los de HBO se han viciado en exceso con el Civilization [20] y el Europa Universalis [21] y llevan el “hay que darle al turno para avanzar” quemado en la sangre, pero yo diría que 10.000 años en la Tierra Simulada, que debería ser suficiente para que todos puedan tener vidas plenas y petarse el planeta cuatro veces, te los simula el pepino cuántico ese en unos segundos, tras los cuales Katie le da a Salvar Partida y ya puede dinamitar todo el puñetero sistema. Que hay cosas con las que es mejor no jugar.
Filosófica- y teológicamente, pues, el final de la serie simboliza la transición del paganismo escandinavo al cristianismo romano. El sistema Devs lo sabe todo y crea al mundo entero (o al menos lo simula), Forest nos aclara que “en realidad el nombre es en latín, la ‘v’ es una ‘u’, el sistema es Deus”, y la choice de Lily representa el pecado original: desobediencia ante los designios divinos (curiosamente, antes de la Eva bíblica ya hubo una Lilit [22]). El universo determinista de la mitología nórdica es sustituido por uno donde existe el libre albedrío por la gracia de un Dios Quántico. O algo así. Tampoco vamos a meternos aquí en un debate teológico bizantino sobre la omnisciencia y omnipotencia divinas, que al fin y al cabo esto es solo una teleserie más de la posmodernidad [23]. En fin, si hacen segunda temporada podrán repetir la jugada con el cisma católico-protestante y la Predestinación de la Gracia. En su versión picata, claro: está ya escrito si el cliente va a aceptar o rechazar nuestro trabajo, y además lo hará basándose en conocimientos muy por encima de nuestra comprensión (generalmente, si el comercial le invitó a copazos o no). Nosotros, pobres mortales, limitémonos a arar la tierra y debuguear ese fallo que se produce en msccpr155.dll. Amén.
¡El cliente lo quiere para ayer!