El Cuento de la Criada – The Handmaid’s Tale (2016)

El Estado Islámico de Alabama

Les confieso una cosa: no me gusta mucho el género de terror, al menos en series y películas. Lo veo como pagar por pasarlo mal (aunque luego me leo cosas como esta ¡y me saben a poco!). Si he podido ver esta serie sin pasarlo demasiado mal (quisiera indicar también que mi falta de gusto por el terror no implica que la serie sea mala) es porque el terror en ella está dirigido a un sector social específico, que es el de las mujeres americanas feministas y progresistas. Pero yo no soy mujer, como mucho soy nenaza, y a mi edad muchas de las culture wars que estas se traen con la derecha americana me pillan mayor (aunque cualquiera que se enfrente al partido republicano cuenta con mi apoyo entusiasta). Por eso puedo ver esta serie y diseccionársela a ustedes cual entomólogo aficionado.

La premisa, desde luego, asusta a cualquier progresista, independientemente de su género: en un futuro cercano en Estados Unidos (un sitio que, sin ser una arcadia escandinava de derechos sociales y tolerancia, no deja de ser un país con libertad de expresión, separación iglesia-estado, libertades individuales, y la posibilidad de pasarte por una urna y votar al pirado de tu elección como presidente) unos conspiradores, con la excusa de la inseguridad (por unos atentados terroristas que luego se revela perpetraron ellos mismos) inician y ganan una guerra civil, y a raíz de su triunfo purgan, ejecutan, destierran y/o someten a todos los que no son de su cuerda o se niegan a someterse, instauran una teocracia militarizada, imponen valores medievales mediante tecnología moderna y brutalidad fascista, ilegalizan cualquier desviación de la sexualidad cis-hetero-normativa hasta el punto de intentar solucionarla quirúrgicamente, y finalmente convierten a las mujeres en seres humanos de segunda clase, sometidas a los hombres en todo, y les prohíben cualquier acto adulto, desde tener dinero hasta trabajar, leer, maquillarse o conducir un coche.

 

¿De dónde sacarían los guionistas las ideas para una sociedad tan aterradora y a la vez tan creíble?

 

Pero pese a las similitudes con ese pasado remoto nuestro (¡muy remoto!), anterior a que el Sentido Común se hiciera carne y morase entre nosotros en el cuerpo de Juan Carlos Primero el Campechano, y que no paran de saltar a la vista, la inspiración (aparte de la novela homónima, que no me he leído pero a cambio me he mirado en diagonal el artículo de la Wikipedia) es el Estado Islámico. Y el terror viene de un “¿y si pasara aquí? Que también tenemos nuestra buena recua de pirados religiosos en el país” diseñado específicamente para resaltar el horror que todo esto significa para las mujeres, cuando en la novela original había más cosas. Margaret Atwood, la autora, la escribió en 1985 viviendo en Berlín, así que tendría mucho de la Stasi y poco del ISIS; Atwood, perpetua candidata secreta al Nobel, es canadiense, por cierto, que en Estados Unidos en lo político es casi sinónimo de bolchevismo.

 

El irresistible encanto de la fertilidad

Pero antes de que se establezca esta nueva sociedad distópica, se produce también un hecho que va a condicionarlo todo: debido a la polución creciente del planeta, hay una verdadera epidemia de infertilidad femenina. La inmensa mayoría de mujeres no pueden tener hijos, y las pocas que sí pueden tienen una alta probabilidad de palmar durante el embarazo. Ante este panorama, Gilead (el nombre del nuevo régimen teocrático) opta por nacionalizar los medios de reproducción y obligar a las mujeres fértiles a tener hijos, quieran o no. Pero como son unos pirados religiosos, no lo pueden hacer por inseminación artificial; en su lugar, la mujer fértil es asignada como criada a una pareja sin hijos (generalmente, un preboste del régimen), y se la insemina mediante un proceso llamado “La Ceremonia”: legalmente, es la mujer infértil del preboste la que requiere a la criada –perdón: la Criada, que así se llama la casta de las mujeres fértiles en esta nueva sociedad, donde las obligan a ir vestidas de rojo- a su habitación, el marido tiene que pedir permiso para entrar, a continuación lee en la Biblia la parte donde Jacob se tiró a su criada por orden de su mujer Raquel, que quería tener hijos, y se procede a la inseminación: la criada tiene que tumbarse con la cabeza entre las piernas de la mujer –perdón: la Esposa-, mientras el marido la copula desde el otro lado, todo esto quitándose solo la ropa imprescindible, en lo que es básicamente una violación ritualizada.

 

De jueguecitos previos ya ni hablamos.

 

Toda esta parafernalia se repite luego en el parto: la Criada pare entre las piernas de la Esposa infértil, que simbólicamente pare a través de ella. El caso es que toda la institución de las Criadas está al servicio de la procreación, y son el tesoro más preciado en esta sociedad. Lo cual, supongo, explica que la prota a través de cuyos ojos vemos casi todo, June Osborne, sin ser nada del otro mundo tenga como loquitos a todos los hombres con los que se cruza. ¡La fertilidad les excita! A ella, por su parte, parece que la excitan los hombres de minorías étnicas, pero claro, como esto es una dictadura teocrática y no una dictadura del proletariado, el placer de ella tampoco es que importe mucho.

June, por cierto, es superprogre (a ver, superprogre en Estados Unidos, aquí esta señora sería lectora de El País y firme votante de Ciudadanos, con el ocasional desliz hacia un PSOE convenientemente Vacío): estaba casada con un afroamericano que se lió con ella estando casado con otra, y le preocupa el medio ambiente. No llega al nivel de su mejor amiga, Moira, que es afroamericana, lesbiana, feminista y probablemente atea y comunista, pero es buena gente. Aquí se aprecia la más notable diferencia con el libro (recuerden, en todo caso, que mi documentación es un artículo de la Wikipedia): muchos de los conflictos se han eliminado o al menos atemperado, para resaltar mejor el conflicto de género/subyugación de las mujeres. En la serie, y aunque los protas dirigentes son más blancos que la cal, no hay aparentemente conflicto u opresión racial (en el libro, la teocracia mandaba a los afroamericanos a una especie de reservas) ni explotación económica (en el libro, los judíos que no quieren convertirse pueden contratar con una empresa privada para que los lleven en barco a Israel… y las empresas los tiran por la borda en cuanto llegan a alta mar y se quedan con el pasaje y todo lo que llevaran encima).

Pero al mismo tiempo June también cree en Dios (católica y todo, al parecer, pero claro, el catolicismo les parece una herejía a los evangélicos dirigentes de Gilead) y le gustaban las frívolas revistas de moda en su vida anterior. Una americana normal. Incluso, ojo, es madre de una niña. Lo que en las cultura wars la sitúa más cerca del bando conservador que del bando progre, que en su facción más extrema está por no reproducirse para que la raza humana deje de avasallar el planeta. La “normalización” de June es otra técnica de libro de las pelis de terror: crear un personaje cotidiano para que el espectador empatice mejor con él y viva el horror más profundamente.

Para ser un mundo-macho, lo cierto es que de entrada lo vemos todo por el prisma de las mujeres: las oprimidas… y las opresoras. Que de hecho quienes más trabajan por explotar y lavarles el cerebro a las Criadas son otras mujeres. Otra vuelta de tuerca al terror dirigido específicamente a las mujeres: ni de las demás mujeres te puedes fiar. La guinda es que la teocracia, encima, se encarga de reducir en un 78% las emisiones de CO2 (no nos dicen como, pero teniendo en cuenta que se han cargado a gente con una alegría y unos criterios que ríanse de los jemeres rojos, igual es porque ya no queda nadie para contaminar), y convierte toda la agricultura en orgánica y sostenible. Lo que las femiprogres más quieren, realizado por quienes más odian.

 

Como ser podemita y vivir aquí.

 

Y lo cierto es que esa opresión de la mujer por la mujer nos la creemos. Lo que ya no nos creemos son esos destellos “a veces no estoy segura de que hagamos lo correcto” de Serena Joy, la Esposa y Señora de la Casa donde intentan preñar a June Osborne. Serena Joy, la Pilar Primo de Rivera de Gilead, era una de las ideólogas de la teocracia antes de que la encerraran en casa, y a Pilar Primo de Rivera nunca se le pasaría por la cabeza dudar de que la Sección Femenina es el lugar para las mujeres, y su rol la completa subordinación al hombre. Y para las que lo duden, la muerte o algo peor.

Y con “la muerte o algo peor” supongo que llegamos al melón. En el grupo de adoctrinamiento de June Osborne, resulta que todas las chavalas son muy de su rollo: jóvenes, guapas y liberales (“liberal” en sentido americano, que es nuestro “progre”), algunas lesbianas, femiprogres todas (que EL en su infinita sabiduría solo haya dejado el don de la fertilidad entre las votantes de Hillary Clinton no les llama la atención a los de Gilead – o igual lo consideran un castigo ejemplar). En contra de lo que nos dicen los de la gestación subrogada, las mujeres deseosas de ofrecerse para gestar los hijos de otros no son legión (hago notar que hablamos de una obra de ficción). Es decir, mujeres que seguramente no quieren tener hijos en la vida porque les aterra esa idea (que son, me tufa, el público objetivo de esta serie), y que ahora son obligadas a hacerlo por gente que las odia (inyectándose así en vena el terror en el público objetivo). Y de eso, parece, es de lo que finalmente se trata: de regodearse en el terror de haber perdido el control de absolutamente todo, incluyendo tu propio cuerpo, a manos de unos psicópatas.

 

“¡Ese útero guapo al servicio de la Raza!”

 

El sometimiento de la mujer adquiere un giro particularmente sádico con las Jezabel. Resulta que Gilead es Fuerte en el Señor, pero la carne sigue siendo la carne, incluso para los comandantes y prebostes. Bueno, ¡especialmente para los comandantes y prebostes, que ya sabemos cómo se le va la olla a la gente cuando toca poder del bueno! El caso es que para las mujeres incapaces de “asimilarse” crean la casta de las Jezebel y las meten en unos mega-burdeles donde se recrea la disoluta vida anterior a Gilead. O lo que ellos creen es la disoluta vida anterior a Gilead, que sin embargo y contra lo que nos esperaríamos no son mujeres con rastas fumando porros mientras tocan los bongos, sino una peli porno con pretensiones tipo Eyes Wide Shut, con mucho carmín, muchas joyas, mucho tacón de aguja y mujeres fumando, sí, pero el Marlboro de toda la vida. Oficialmente es para visitas extranjeras, pero resulta que a muchos jefazos del Régimen también les pone el asunto: tras años y años de sentirse sometidos a la dictadura de las mujeres con estudios superiores, ahora las tienen a su merced. Puro sadismo, y, tristemente, por ello tan creíble.

En cambio, el resto de la ambientación chirría un poquito: la novela es de 1985 y el mundo de Gilead parece estéticamente de los 50, con un toque “estilo retro de IKEA”, sin Internet ni móviles ni nada, algo difícilmente creíble cuando el mundo del que evoluciona es el nuestro. Como ficción está bien, pero si nos limitamos a verlo como un cuento de terror, encaja mejor. Lo que ya no compramos es el hype de que esta serie “predice un futuro al que nos pueden llevar la presidencia de Trump y cosas como lo de Charlotteville”. Miren, a Trump le habrían ahorcado el primero en Gilead, por mujeriego (abiertamente mujeriego mejor dicho, que a los prebostes se les permiten licencias en ese campo… ¡hasta que se produce una purga y tus compañeros las usan para tumbarte! Nuevamente, ¡puro franquismo!), divorciado, defensor de la homosexualidad, y por su obscena adoración del becerro de oro. Esto es ficción distópica, al estilo Farenheit 451, o al menos es lo que pretende ser más allá del morbo de humillar a las mujeres progresistas en todas las maneras imaginables.

 

Tan lejos de Dios, tan cerca de los Estados Unidos De Norteamérica

Alrededor de todo esto, por cierto, hay una cierta trama. Gilead, estado apestado donde los haya (como Arabia Saudí, pero sin petróleo), explota el temor de los demás estados del mundo a la extinción y al desastre económico para lograr reconocimiento y comercio. Vamos, que las pobres Criadas estadounidenses que confían en que el extranjero intervenga (México manda una delegación… liderada por una mujer, para tocar un poco las narices, demostrando que México es digna heredera de la madre patria), se encuentran con que, cual David Pegahierros de Tegucigalpa, los mexicanos van a blanquear a Gilead a cambio de Criadas.

 

Karma is a slow bitch, America, but she will catch you!

 

Y por supuesto, siempre está Canadá, como refugio para los progres de toda laya y condición, y a donde huyen lo americanos más expuestos a ser purgados.

 

Valoración

Como dijimos, esto era una novela distópica del año 1985 que pintaba un futuro tenebroso. Un futuro que en ese momento, con la Revolución Conservadora en marcha, podía parecer ligeramente más factible que hoy. Hoy nadie en la derecha mainstream defiende por ejemplo que Andrea Levy o Inés Arrimadas deban, por imperativo biológico, abandonar sus carreras políticas y sus aficiones, y concentrarse exclusivamente en engendrar niños para la patria. Más bien al contrario, ¡desde la derecha se defiende que puedan subrogar el engendramiento para tener aún más libertad en su carrera política!

El caso es que este relato ha sido adaptado ligeramente a nuestro tiempo, sazonado con detalles reminiscentes del Estado Islámico, y en general planchado y reinterpretado como relato de terror para mujeres progres y feministas, para las que ver esta serie es el equivalente a ser un adolescente salido y ver pelis de terror donde un asesino en serie mata uno a uno a un grupo de adolescentes salidos. Algo que constituye un ataque a tu misma esencia… y que por ello te da un morbo inexplicable. Y como todo morbo, es difícilmente explicable a terceros.

A ratos, la serie bordea el género Exploitation y la creación de su propio subgénero, que aquí bautizamos como Progrexploitation: progres sufriendo en un mundo antiprogre (un género que parece estar de moda, y donde también cabría encuadrar The Man In The High Castle, que no obstante me parece más realista: ¡progres americanos viviendo en una América dominada por nazis!). Pero al margen de esto, y cuando no está profundizando en el morbo, la verdad es que El Cuento de la Criada está bien, sobre todo en su segunda mitad, cuando abren un poco el foco de June Osborne y sus amigas Criadas y su inmenso sufrimiento, y nos muestran un poco el funcionamiento en general de la sociedad, o a otros personajes: el marido de June huido a Canadá, o el policía secreto que no cree particularmente en nada pero, hoygan, nadie me quería contratar y Gilead al menos paga un sueldo decente, y que explica porqué ciertas dictaduras duran tanto. Pero al final, el Cuento de la Criada no resulta creíble: es, literalmente, un cuento. A los niños les contamos el de Caperucita para que no confíen en el lobo feroz, y a los adultos el de la Criada… pues para que tampoco confíen en el lobo feroz.

 

“Abuelita, ¿porqué tienes una melena tan rubia?” “¡Para manipularte mejor!”

 

La primera temporada termina exactamente donde termina el libro (y por una vez no vamos a espoilear… básicamente porque es un final abierto). Es decir, todo lo que venga ahora, ya nacerá de la fecunda mente de los guionistas. Opciones hay varias, pero es de temer que se crean el bombo de “la serie que mejor simboliza la presidencia de Trump” y tiren por ahí, intentando ser de aquí a 2020 lo que El Ala Oeste de la Casa Blanca fue durante los años de Bush Jr.: refugio, solaz y lugar común cultural de los progres americanos. Y eso no va a funcionar. No durante cinco temporadas. Al contrario de lo que insinúa la serie, la gente se acostumbra a todo, incluso a lo más horroroso. Así que lo mejor es darle dos temporadas como máximo, y que termine con June Osborne ajusticiando a sus torturadores, logrando así la catarsis o purificación de los miedos progres ocultos proyectados en la serie.

A quienes nos gustan la historia y la política pecamos muchas veces del vicio de la etiqueta: ponerle a personas o regímenes de nuestro tiempo etiquetas de anteriores. Esto es fascista, aquello comunista, fulano es leninista y los menganos han hecho un programa neoliberal. Esto evidencia dos cosas: que nosotros también tenemos un morbo importante con ciertas etiquetas, y que nos cuesta ver que hay cosas que son genuinamente nuevas y merecen una evaluación -y una etiqueta- nuevos. La ecuación Trump=nazismo=ISIS=Califato chirría por todos lados. Harún al-Raschid no vería nada en común entre él y el ISIS, y Trump no es un Hitler hortera de baratillo. Puestos a buscarle una etiqueta nueva a él y sus votantes, les pega más Autoritarismo de Mercado. No suena muy chulo, pero Partido Nacional Socialista de los Trabajadores tampoco era un eslogan muy pegadizo en lengua alemana. Podríamos abreviar esta ideología a “Mercautoritario”, y a sus seguidores llamarlos “los mercas” (ayuda que la RAE acepte el verbo mercar). Mercas los hay en todas partes, los más “puros” serían gente como Trump o Erdogan, pero en su versión light abundan. Sí, también en España. Eso sería más útil que imaginarse el ISIS trasladado 1:1 a Boston, pero claro, no da morbo.


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  1. Comentario de Parapa (01/11/2017 09:58):

    Genial reseña como siempre y en este caso por dos motivos, salimos del mono-tema catalan y (por fin que eso si que es una serie alargada demasiadas temporadas) y la segunda es que esta es la primera vez que leo una reseña sobre algo visto y leido (bueno he visto la serie y estoy con el libro) tras un par de años leyéndole :)

    La verdad es que estoy de acuerdo en casi todo, excepto que sin ser tampoco el público objetivo del cuento, me ha parecido una serie de lo mas opresiva que he visto y la verdad creo que no es el futuro distopico mas irreal del mundo.

  2. Comentario de Mr. X (01/11/2017 12:34):

    Por la temática de la serie, está llamando a gritos al simpático tarado, el Sr. T. No la he visto, pero leí hace la tira de años la novela, que está muy bien, como todas a las que me he acercado de la autora.

  3. Comentario de Asturchale (01/11/2017 17:55):

    Lo de los “progres” americanos, los “liberals”, es casi tan neurotico como la derecha amante de las armas y de las invasiones injustificadas. Que no son capaces de hilvanar dos frases seguidas sin chillar “racismo, machismo”, vaya.
    La seriecilla ésta, por lo que cuentas, parece una expresion de esa neurosis: ¿Como no ser progre y feminista, si las hordas de cristofascistas acechan para expropiar el cuerpo de las mujeres indefensas, violarlas entre canticos rituales y obligarlas a parir?
    .
    Cómo estan las cabezas, madre. Y claro, cuando alguien les rechista que a lo mejor abortar en el tercer trimestre puede ser mala idea, se suben por las paredes. Normal. Estan aterrorizados, los pobres.

  4. Comentario de Y (01/11/2017 19:30):

    La falsedad de la falsedad de la falsedad

    El Show de Truman -la Cueva, Matrix, Nivel 13- es un engaño perfecto gracias a los juegos de espejos, los abalorios y las contraposiciones

    La mentira que es el partido demócrata alimenta el engaño que es el partido republicano y viceversa, y el enfado ante tanta mentira sirve de alimento para un nuevo engaño

    El Show de Truman es perfecto, y esta serie de la tele es una obra de propaganda de la serpiente de dos cabezas, la pescadilla que se muerde la cola: -tú eres feo, luego yo soy guapo; mejor dicho: -tú eres feo, luego yo soy guapa: gracias al hombre del saco, unos juegos de espejos y unos abalorios, una pistolera neocon (tita Killary) pretendía engañar una vez más a sus votantes con cuatro caramelos. Y gracias a los juegos de espejos, los abalorios, las cortinas de humo y las contraposiciones una clasista y fanática fascista (Pilar Rahola) camufla su verdadero rostro

    Y Trump solo necesitó un paquete de cacahuetes para engañar a sus simios, bien entrenados en la cosa de ser timados por el partido al que suelen votar. (Pero la sinceridad de muchos paletos fascistas es hasta agradable en comparación con el insufrible teatro montado en la angloesfera para estafar a los progresistas)

    juegos de espejos, abalorios y contraposiciones

    Sock Puppet, con la mano derecha muevo un monigote y con la mano izquierda muevo una muñeca, tengo muñecotes de sobra -dice el Gran Urdidor- para engañar al niño y a la niña, al abuelo, la abuela, el yerno y el cuñado, tengo muñecotes para engañar a los que escuchan heavy metal y para estafar a los que escuchan Bach

    los patricios romanos han alcanzado la perfección absoluta: la falsedad de la falsedad de la falsedad, padre, hijo y espíritu santo: partido republicano, partido y Donald

    El Show de Truman -la Cueva, Matrix, Nivel 13- contiene todos los monigotes posibles, y discuten entre ellos en ruidosa obra de teatro para confusión del público, y el resultado es de una perversidad espantosa, y nos deja atrapados y acorralados en el silencio

  5. Comentario de casiopeo (02/11/2017 10:25):

    ” ucronia Progrexploitation: progres sufriendo en un mundo antiprogre”, pues de ucronia nada, eh, manifiestate como podemita en ciertos barrios del norte de Madrid capital , ya me contarás.

  6. Comentario de Latro (02/11/2017 11:56):

    Hombre, vamos a ver, ahi entramos en la vieja pregunta de si la ciencia ficción o la ficción especulativa tiene el deber de “predecir” nada.

    Y no, no lo tiene. Lo que se trata es de darle cuerpo metafórico a los temores sobre el futuro. Y para eso vale tanto el realismo total, el “esto mas que una ficción es un reporte de un think-tank” como la alegoría o lo fantástico o lo que toque.

    Porque de nuevo, no se trata de la predicción, de que el escenario planteado sea o no plausible, sino si mete el dedo en la llaga de nuestros temores y ansiedades sobre lo que pueda pasar.

    Asi como las metáforas nos ilustran un aspecto de algo sin que tengamos que tomarnos el 100% de la analogía en serio (“El mundo es un pañuelo” no significa que este echo de tela ni sirva para sonarse), un libro o una serie como esta no tiene que ser necesariamente una descripción verosimil de una serie de eventos que vemos probables como que ocurran de la manera planteada para ser útiles e interesantes y emocionalmente tocarnos cuando nos plantean situaciones con paralelos, analogías, etc con lo que nos quita el sueño. Y problemente mejor y mas intemporal cuanto menos atado a los detalles del momento.

  7. Comentario de Latro (02/11/2017 12:16):

    hecho

    Editor de comentarios ya.

  8. Comentario de Rafa (02/11/2017 14:27):

    Esperando el comentario del señor Don Trompeta…

  9. Comentario de Yo que se (02/11/2017 17:48):

    Triggered!

  10. Comentario de Eye (02/11/2017 17:50):

    Iba a decir más o menos lo mismo que Latro. A mí no me disgusta la literatura distópica, sirve de hecho para explorar rincones oscuros de lo que es el ser humano… Pero la interpretación de «si nos descuidamos acabaremos exactamente así» es la mayoría de las veces bastante tonta. Estoy pensando más que nada en 1984, seguramente la novela distópica más citada, manoseada y retorcida en artículos y editoriales periodísticos.

    Por otra parte, Un Mundo Feliz

  11. Comentario de Bunnymen (02/11/2017 19:40):

    50 sombras de grey.

    Literatura distópica, sirve de hecho para argumentar que derecho a voto de las mujeres no es del todo buena idea.

  12. Comentario de parapa (03/11/2017 10:04):

    que maravilla, por fin un hilo de LDP en el que no se habla de la Literatura distópica catalana en la que en siglo XXI vuelven con mucha fuerza los nacionalismos (españoles y catalanes) del siglo XIX.

  13. Comentario de keenan (04/11/2017 10:30):

    Un Mundo Felíz da bastante en el clavo, Huxley era un tipo perspicaz. Pero 1894 es mas evocadora, dura y está mejor escrita. En mi ponión. Farenheit 451 me pareció un poco mas floja que las dos anteriores.

  14. Comentario de keenan (04/11/2017 10:30):

    => 1984, me ha bailado un número.

  15. Comentario de antonio (04/11/2017 12:04):

    Le he visto dos conclusiones tan irreales, distópicas y en sentido contrario a toda lógica y evidencia que… no me queda otra.Dicho todo con el mejor buen rollo posible y humor propio de LPD.

    1ª.-”¿Como no ser progre y feminista, si las hordas de cristofascistas acechan para expropiar el cuerpo de las mujeres indefensas, violarlas entre canticos rituales y obligarlas a parir? Oiga, no será que si se fomentan eses miedos (como en Europa hoy: Le Pen, etc..-en feliz y alegre regreso a a los años 30) sucede todo lo contrario y el personal se vuelve más carca y más reaccionario…
    2ª.- Decir en la misma frase que apoya el derecho a la autodeterminación de los pueblos, y al mismo tiempo darle la razón a ”SuperMauri” en el asunto Cataluña tiene que producir, al menos, serios problemas respiratorios si o o si. Un saludo

  16. Comentario de Asturchale (04/11/2017 12:35):

    #15 Antonio
    >>Oiga, no será que si se fomentan eses miedos […] el personal se vuelve más carca y más reaccionario

    Pues “oiga”, no se si se habrá leido usted el artículo que estamos comentando, pero trata precisamente de los miedos de la izquierda. Así que no…No.

    >>darle la razón a ”SuperMauri” en el asunto Cataluña tiene que producir, al menos, serios problemas respiratorios.

    Me jode darle la razón a Mauri pero al menos conservo la cordura. Porque empeñarse en defender lo indefendible, después de la farsa Berlanguiana que la semana pasada nos han obsequiado los libertadores catalanes, tiene que ser una disonancia cognitiva como para freirte las sinapsis.
    Con todo el buen rollo etc etc…

  17. Comentario de Latro (04/11/2017 13:32):

    keenan, es que dar en el clavo dan casi todas, mientras el clavo sea, como digo “que temores tenemos respecto al futuro visto lo que pasa en ciencia y en política y en movimientos sociales”.

    Evidentemente algo como la serie en cuestión toca la llaga con muchas cosas que pasan ahora mismo en EEUU (basta leer noticias como no se que asesor “religioso” del troll naranja diciendo que Trump esta puesto por Dios y llevarle la contraria es pecado), pero eso, una cosa es dejarse llevar y montar un escenario en el que esos temores llegan al máximo delirio y otra es asumir que eso hay que verlo porque pasa en 3 días, asi mismo.

    Huxley y Un Mundo Felíz lo mismo – y mira que el hombre la pego mucho con muchas cosas, pero precisamente porque no se decidió a atarse a lo plausible en el momento, sino a extrapolar lo que temia y llevarlo al máximo hasta hacerlo casi arquetípico.

  18. Comentario de emigrante (05/11/2017 09:29):

    El típico relato distópico. Bueno, veo un par de diferencias con respecto a las clásicas distopias que siempre se mencionan como el Farenheit, 1984 o el Brazil de Terry Gilliam. En ellas el protagonista es un individuo perfectamente integrado en el sistema de toda la vida que en algún momento descubre que todo es un engaño y se rebela, el sistema lo detecta y lo machaca. Aquí no hay trampa ni cartón, el sistema no tiene que convencer ni engañar a nadie, se impone por la fuerza para someter a la chica que sabe desde el principio que todo es una mierda.

    Otra diferencia es la cuestión tecnológica, está en las antípodas de “Un mundo feliz” donde los bebés son producidos en laboratorio, aquí utilizan un método mucho más campestre. Es todo lo contrario al miedo a que el progreso tecnológico nos lleve a la distopía como en Black Mirror, Matrix o Terminator sino a la reacción que impone una sociedad regida por los cánones de la Edad de Bronce.

    Es algo que va con los tiempos, los milenials no tienen miedo de la tecnología sino que aman a sus gadgets con los que construyen sus vidas. Tampoco tienen miedo de los vampiros, antaño alegoría de los amos, sino que aspiran a convertirse en ellos a base de gimnasio, silicona y botox. El monstruo de moda son los zombies que representan a los inmigrantes cuya supuesta invasión nos empuja a elegir como líderes al Gobernador, a Negan o a Donald Trump

  19. Comentario de Y (05/11/2017 11:33):

    “en algún momento descubre que todo es un engaño”

    sí, pero detrás de una cúpula de pensamientos hay otra, la Caverna de Platón no es tan sencilla como una línea -Platón usa la palabra “línea”, línea que divide en cuatro segmentos

    el Show de Truman simplifica, pues cuando uno se echa al monte y sale y atraviesa la primera frontera -por ejemplo la frontera de la tribu en la que nació (recuerdo a “ex-vasco” del foro del Gara que iluminó mi propio camino)- no se llega sin más a la realidad y, además, si uno sigue abandonando mentiras y engaños sin precaución y a lo loco al final se topa con la nada (Die Unendliche Geshichte de Michael Ende plantea bien esta tensión entre la nada y la fantasía, entre vivir en las nubes y chupar piedras polvorientas)

    “el sistema no tiene que convencer ni engañar a nadie, se impone por la fuerza”

    sí y no, la triunfal religión de los romanos (guerra contra la clase trabajadora, imperialismo romano y sionismo) por un lado vemos que vira hacia un cinismo descarado que ya ni se molesta en disimular; pero por otro lado -y es precisamente El Cuento de la Sirvienta- usa juegos de contraposiciones para trazar la discusión posible: téngase en cuenta que Bush votó por tita Killary, y Trump es lo mismo vendido de otra forma con otro envoltorio

    Y nótese por ejemplo en estas tierras el juego perfecto entre la derecha catalana y la derecha castellana

    en el siglo V los rabinos vieron con horror que los “minim” (los herejes) habían alcanzado el poder en el imperio de los romanos y todo el imperio era “Minut”, pues bien la historia se ha repetido una vez más; pero esta vez el triunfo de los romanos es completo y absoluto, no hay oposición digna de mención en los márgenes, no hay ninguna forma tolerada de oposición

    los romanos han vencido por completo a las tres oleadas de oposición que nacieron en sus márgenes -los yehudim, los crestianos/cristianos y los mahometanos

    el caso de los crestianos es especialmente llamativo pues su historia es bien corta, De Justino el Martir a Osio de Córdoba (150-300/350); el judaismo por su parte nace por las mismas fechas (ca. 150-200) de las ruinas del judaismo sacerdotal saduceo, y duró un poco más (150/200 – 1875/1917)

    los romanos han ganado una vez más,
    han ganado otra vez en época bajoimperial

  20. Comentario de Y (10/11/2017 14:17):

    En las sociedades agrarias solo había una máscara encubridora: -diosito lo quiere, y lo dice el sacerdote jefe, ventrílocuo del gran muñecote y experto en máscaras y teatro. Y “desobedecer al sacerdote jefe es desobedecer a D–s” (Flavio Josefo, Contra Apión)

    Ahora la cosa es un baile de máscaras y astutas contraposiciones -Epi y Blas

    La religión, identidad e ideología imperial ya no se oculta tras una máscara, sino bajo el ruido de un baile de máscaras, muñecotes y marionetas en manos del destino, y lo más llamativo de todo y lo que quiero subrayar se oculta bajo contraposiciones

    En el colmo de la tristeza llegó una buena cabeza y un buen corazón, Obama, llegó a ser emperador de los romanos

    Y nada cambió: ya hemos destruido Irak, ahora toca destruir “toda la Siria” (escribe el rabí Mateo el arameo [ca. 80] lleno de un cabreo que ahora por desgracia comprendo)

    Vaya, quería comprender, y ahora comprendo

    Quién pudiera volver al fondo de la Caverna con los muñecotes de trapo, en mi ingenua ignorancia pensaba que la verdad era bonita, prima hermana de la belleza, qué equivocado estaba

  21. Comentario de Andrés Boix Palop (LPD) (28/01/2018 21:28):

    #13 keenan, la verdad es que en la discusión tradicional de qué distopía ganaría, si la de Orwell o la de Huxley, después de muchos años en los que parecía que Huxley se lo iba a llevar de calle, da cada más la sensación de que una acertada y muy bien medida síntesis no es nada descartable.

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