La verdadera historia de Frank Zappa

El mundo es grande, y está lleno de oportunidades. La inventiva humana, su capacidad creativa, no tiene límites. Todo eso está muy bien, pero tampoco tiene por qué gustarnos todo. Hay que escoger. Y a mí, como a todo el mundo, hay cosas que no me gustan, o de las que no sé nada. La música es una de ellas. No sé nada de música, y mis pobres incursiones en el campo de la música clásica han sido siempre superficiales, tangenciales y, al final, marcadas con el estigma del fracaso (¡soy “el UPyD de la música clásica”!).

En el caso de la música moderna, la cosa tampoco mejora. No he tenido más remedio que escuchar música en el pasado, incluso en el presente también, ocasionalmente, siempre en consonancia con actividades más importantes, como beber, fumar compulsivamente, conducir y, siempre, [intentar] ligar. Mis conocimientos musicales se resumen en mis eclécticas “cintas para el coche” que en tiempos configuraba ad hoc según las canciones que “me sonasen” y eso, y que siempre llevaban nombres de futbolistas del Zaragoza: Sundgren Mix, Esquerdinha Dance, DJ Juanele, etc. Ahora la cosa es aún más patética, y las “cintas para el coche” se han convertido en el “mp3 para salir a correr”, pero mi ignorancia musical continúa tan vívida y refrescante como siempre.

Y ahora que hemos hablado un par de párrafos de mí, hablemos de mi amigo Manuel de la Fuente. Manuel es desde hace años uno de mis mejores amigos. Es una persona inteligente, lúcida, divertida, … Y fundamentalmente una buena persona, alguien que merece la pena. Pero, como todo el mundo, tiene sus defectos. Así, a vuelapluma, se me ocurren dos:

1) Manuel es un apasionado de la música en sus diversas formas
2) Manuel es extraordinariamente contumaz y persistente en la consecución de sus objetivos.

Lo primero es un defecto evidente y no le dedicaremos más tiempo. En cuanto a lo segundo, es el clásico “defecto” que a veces citan las personas de sí mismas: “Soy demasiado perfeccionista”; “nunca estoy satisfecho”; “soy tan cojonudo que, por comparación, los demás parecen hormigas y, claro, se sienten humilladas en su insignificancia”.

O sea, es un defecto que no es un defecto. Salvo que lo apliquemos a la música. ¡Ah, amigos! ¡No saben Ustedes lo contumaz que puede llegar a ser Manuel, si hablamos de una de sus principales pasiones! Y lo que es mejor: había otra persona que tampoco lo sabía: la viuda de Frank Zappa.

Manuel hizo su tesis doctoral en torno a la música de Frank Zappa como discurso político, en el contexto de su enfrentamiento con el Partido Republicano y la revolución conservadora de los ochenta. Es una tesis que publicó en un libro muy recomendable (que pueden comprar aquí). Y no vean el coñazo que me dio todos esos años: que si Zappa por aquí, Zappa por allá… Al final leyó la tesis, publicó el libro, y yo pensé: “¡Por fin! ¡No más Zappa!”.

Pues no: fue terminar su periplo zappiano nº 1 y comenzar el periplo zappiano nº2: “ahora voy a traducir la autobiografía de Zappa”. Que es una biografía mítica, o algo (a mí no me pregunten, que no entiendo nada de música, ni de músicos), aún no traducida al español. Esto me lo dijo, más o menos, en 2005. Comenzó a llamar a la viuda de Zappa, una encantadora mujer que, constantemente, sin prisa pero sin pausa, le daba a Manuel una única respuesta: “NO”.

La viuda de Zappa, de la que Manuel me ha hablado en muchas ocasiones, con gran candor y gratitud, relatándome su último cambio de opinión, o exigencia, o ruptura de las negociaciones, parecía la clásica viuda profesional, como Marina Castaño (bueno, como Marina Castaño no sé, tampoco quiero pasarme). Manuel se pasó nueve años, nueve largos años, negociando con ella, acercándose al objetivo y fracasando, poniéndole el contrato delante a la viuda y fracasando, aceptando la mayoría de sus delirantes exigencias y fracasando. Pero, al final, tanta perseverancia tuvo sus frutos y Manuel logró publicar en España, y en español, la autobiografía de Zappa, un libro magníficamente editado.

Le costó nueve años, pero lo consiguió. Mi objetivo vital es ahora conseguir que el objetivo vital de Manuel sea colonizar Marte. Así, en unos añitos, la NASA, persuadida por las insistentes llamadas de Manuel, enviará una misión tripulada… ¡Y todo será gracias a mí! (Y, lo que es más importante: sin apenas esfuerzo).

marszappa

Ahora Ustedes igual creen que no me he leído el libro y todo esto es una forma de enmascararlo, como si estuviera haciendo una crítica de una película sin poner ningún spoiler. Pero no. La verdad es que sí que me lo he leído y, sorprendentemente para alguien como yo, absolutamente desinteresado por la música, me ha gustado bastante. La parte musical no, claro, a menos que hablemos de cuestiones “paramusicales” (qué estrellas se follaban a más groupies, qué drogas consumía la gente, y en general qué animaladas de toda clase hacían determinadas rockstars, etc. Cosas así, de experimento sociológico). La parte personal tiene un interés también relativo, aunque el lector no dejará de establecer una correlación entre la temprana muerte de Zappa (a los 52 años, de cáncer de próstata) y las historias que cuenta sobre lo mucho que le gustaba jugar con el mercurio cuando era niño.

Lo interesante del libro, para mí, es la carga política que tiene, que es mucho mayor de lo que cabría sospechar. Sobre todo, cuando cuenta historias tan maravillosas como el Comité de Mujeres de Senadores Contra la Música Rock (no se llamaba así, las siglas reales eran PMRC, pero háganse una idea), creado a principios de los ochenta por un grupillo de esposas de gente poderosa de Washington, encabezado por… Tipper Gore. Sí, sí, la mujer de Al Gore, el ecologista, el hombre que logró que George W. Bush fuese presidente de EEUU (que ya hay que ser burro para perder unas elecciones contra Bush, pero más burro aún si las ganas y dejas que te las roben).

Tipper y sus amigas de mesa camilla, mientras tomaban el té en sus mansiones de Washington, se escandalizaban con el terrible mensaje que la música rock estaba comunicando a la juventud. Y claro, pues decidieron que sus maridos deberían impulsar una legislación para censurar la música que a ellas no les gustara. ¡Todo por los niños, que son el futuro! Y, por supuesto, lo lograron. La cosa tiene un agradable regusto a otro infame movimiento político de EEUU, los Prohibicionistas, que alcanzaron muchísima relevancia pública en el periodo posterior a la Guerra de Secesión (y llegaron a presentarse como partido político, con éxito relativo, pero sorprendente), y que también estuvo conformado por señoras acomodadas que se aburrían en sus casas y necesitaban dar el coñazo a los demás e imponerles su absurda visión de la vida.

El libro está plagado de maravillosas historias reaccionarias de los 80, una época de revolución conservadora cuyas consecuencias seguimos padeciendo, aunque en su momento, en España, tampoco la vivimos con toda su intensidad, dado que entonces estábamos en la época de hegemonía del PSOE de Felipe González, en una coyuntura en la que los miembros del Gobierno aún no estaban todos en consejos de administración de empresas del Ibex (si bien, indudablemente, desde finales de los 80 casi todos ellos ya pensaban en formar parte de ellos).

Zappa, después de todo, era una persona interesante. Al menos, en relación con el contexto histórico que le tocó vivir, respecto del cual adoptó una actitud contestataria que a veces puede resultar un poco cargante, de listillo profesional que tiene una opinión sobre cualquier cosa y una respuesta para todo (a veces, leyendo su autobiografía, parece que mi cuñao está ahí al lado, susurrándome cosas al oído), pero también divertida, con hitos como presentar a John Wayne, que estaba borracho en una sala de conciertos en la que actuaba Zappa, de la siguiente manera: “Señoras y señores, como ustedes saben hoy es Halloween. Esperábamos contar aquí hoy con la presencia de George Lincoln Rockwell, líder del Partido Nazi de América. Por desgracia, no ha podido venir. ¡Pero aquí está John Wayne!”.


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  1. Comentario de teresa (23/11/2014 21:24):

    En uno de los últimos capítulos creo recordar que al señor Zappa se le ocurrió inventar Spotify. Jeje.

  2. Comentario de Trompeta (24/11/2014 11:56):

    Menudo vicio tenía el Zappa, ¡menudo vicio!
    https://www.youtube.com/watch?v=JPVjXgw4sUU

  3. Comentario de desempleado (24/11/2014 12:15):

    De ese palo, rock más sociología y política, te sugiero que leas la trilogía (el último sale la semana que viene) “Poder Freak” de Jaime Gonzalo. Muy recomendable también es todo lo que ha escrito Servando Rocha.

    Si lo que te molan son los excesos: “Señores Del Caos”.

  4. Comentario de Fernando Couto (24/11/2014 14:55):

    Como información de servicio público, añado que de los dos libros (“Frank Zappa en el infierno” y “La verdadera historia de Frank Zappa”) existen versiones electrónicas, al menos para Kindle, unos 10-12 € más baratas que las versiones en papel.

  5. Pingback de La verdadera historia de Frank Zappa (24/11/2014 16:58):

    […] La verdadera historia de Frank Zappa […]

  6. Comentario de smursky (24/11/2014 17:28):

    El plasta por antonomasia. Ni con bicarbonato..

  7. Comentario de number 13 baby (24/11/2014 20:50):

    Collons nenes vaya brasa que dais con el pesao del Zappa. Por cierto tiene usted pesadillas con UPyD o a que viene esa fijación enfermiza suya con un partido que es tan pequeñín que si se cae de la mesa se mata?

  8. Comentario de Gabriel Doménech (25/11/2014 04:00):

    Coincido con #6 y #7. Un plasta. Y su música, un coñazo.

  9. Comentario de ieau (25/11/2014 09:05):

    Están invocando ustedes a san manuel mataloureedes, patrón de los soldados zappadores, para que venga a repartir yoyas…

  10. Comentario de Sandrix17 (25/11/2014 11:08):

    Me kae way Zappa xq mi bro me ha dixo k fue telonero d Burning

  11. Comentario de keenan (25/11/2014 16:01):

    ¿No dice nada de Bowie aprovechando que el Ohio pasa por Ohio?

  12. Comentario de Javier (28/11/2014 04:43):

    A mí tampoco me entusiasma, pelín sobrevalorado, pero malo no era desde luego. Ahora está claro que si fuera más famoso no le “gustaría” a nadie.

  13. Comentario de Asiduo (12/12/2014 09:43):

    Enhorabuena Don Manuel. Si hasta le dedican una referencia en Babelia.

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