Todo el mundo es imbécil menos yo

Dicen que en tiempos de crisis se pone todo de moda a la vez. Para vender más, no por otro motivo. Así, observando a la juventud, vemos que estamos en pleno revival de los años cincuenta, con ese fenómeno que algunos ya han bautizado como el de “las chonibillies”. También lo están los sesenta, un mueble con patas de Ovni es lo más, lo más guay y lo más caro. Los setenta, por supuesto, siempre. El punk de finales de esa década, que es el auténtico. También el heavy metal, ese entrañable movimiento de las J´Hayber, los pantalones elásticos y las melenas rizadas. Los ochenta de la nueva ola. Los nuevos románticos de los ochenta. Los jevis de finales de los ochenta con botas de vaquero y corazón de telenovela venezolana. El rap, el de los ochenta. Electrónica 80s, también. Italo Disco, forever. La gente se tatúa, ojo, cintas de cassette en los brazos. Los chicos de veinte años buscan cámaras de fotos antiguas en los mercadillos. Las que sacan con sus móviles tienen esos ordinarios filtros de Instagram que envejecen la imagen. Hay quien se ha comprado por eBay un proyector de super-8 y está viendo cuatro cintas de porno alemán que le han costado un dineral sintiéndose el rey del mundo. Del universo de las gafas mejor no hablamos. Se ama, se adora el pasado, un pasado edénico. ¿Pero cómo era en realidad ese tiempo remoto? Pues es que era una puta mierda; una puta mierda horrorosa porque no existía Internet ¿Porque no existía el chat de Ozú era una puta mierda 1977, el año de los Clash y los Ramones? Sí, por eso, por ejemplo.

Si tanto gusta el pasado no hay más que echar un ojo a la parrilla televisiva en la hemeroteca de cualquier periódico para comprobar que aquello era un erial del entretenimiento. Tenías el videoclub, pero no tenías dinero para ir más de un par de veces por semana. En TVE-2, las autonómicas, o alguna vez Antena 3, tenías películas que por lo menos eran extrañas a eso de las tres y media de la mañana. Para leer era entretenido, hasta cierto punto, El Jueves, que estaba en los kioscos. Si querías ir a más era complicado que te enterases de la existencia de otras publicaciones si no te las recomendaba un iniciado. Esto era válido para todo en la vida. Más vale que desde el kilómetro cero de tu existencia hasta los veinte años te encontrases con gente que supiese algo de algo y te recomendase cosas, porque si no, tú solo, estabas perdido. En el pasado, la vida era aburrida. Provinciana. Sé que lo que digo es tremendamente ambiguo, que todo dios mitifica sus recuerdos y que además sirven de arma arrojadiza para combatir la frustración de envejecer y ser sustituido por otros jóvenes más guapos y más libres, con referentes distintos a los tuyos, a los que adoran las lolitas mientras que a ti te tratan de Usted en el estanco. Pero mi conexión con fibra óptica no la cambiaba por irme de vacaciones al Acapulco de los primeros 60 con cocaina auténtica, Julie London en el tocata y tetudas con gafas de diseño mirándome de reojo.

Yo, que también tengo mi nostalgia y subo a los altares las épocas que vieron mi paso por el mundo, si soy sincero, recuerdo el pasado antes de Internet como un coñazo. Una lucha agotadora para que una maltrecha economía pudiera hallar en rincones recónditos algo de entretenimiento que mereciera la pena. Yo, personalmente, aunque me tragué sesiones de horas y horas, odiaba la televisión. Y muy especialmente, el cine. Me parecía siempre, todo, un más de lo mismo, más de lo mismo. Es por ello que cuando dabas con algo que se salía de la norma en aquel solar cultural entraba a formar parte de tu vida como una pareja. En fin, todo esto para decir que cuando yo descubrí los comics de Peter Bagge en los noventa fui la persona más feliz del mundo. Y no lo olvido.

Llegué a él a través del Víbora. Los expertos me tacharán de naif o cosas peores, pero el Víbora dirigido por Hernán Migoya que me adentró la cotidianeidad gay de Ralf Konig, las filosofadas de Robert Crumb, los viajes enfermizos de Daniel Clowes o la pederastia pop de Miguel Ángel Martín, para mí tuvo el mismo significado que debió tener para mis antepasados la prensa liberal exaltada, si es que la hubo, en el decenio absolutista. Lo mismo va por el TMEO, que en sus páginas hablaba de temas que para mí eran de máximo interés, como hacerse pajas, en un mundo donde el Marca dedicándole portadas a Butragueño no era cosa de mofa, era la alternativa cultural que tenías. Porque no había más. ¿Pero ahora? Ahora que te descargas en dos clicks todos los números del Zona 84, que puedes llegar al single más perdido de la mano de dios un grupo de doo-wop blanco hecho por chicanos influenciados por italianos y que no viviesen en Nueva York. Ahora uno respira hondo, sano y limpio, frente a la pantalla del ordenador, donde está prácticamente todo lo que quieras en esta vida ¡el objetivo ya está cumplido! Nuestras vidas realizadas. No hay excusa para no acumular todo el material suficiente para que en los próximos ochenta años no puedas decir que has pasado un solo día de tu vida sin nada que ver o leer que mole. Estamos listos para el Apocalipsis nuclear. Yo, particularmente, deseo que llegue cuanto antes para encerrarme a leer y ver películas, precisamente mi colección de cine postapocalíptico, y no saber nada de nadie.

El caso es que antes de la llegada de este El Dorado cultural, rematado con los libros electrónicos, Peter Bagge fue para mí como una epifanía. En parte, porque no tenía mucha más competencia; en parte porque me parece que es un genio. El caso es que sigo comprando con la puntualidad que me es posible todo lo que saca y es sorprendente lo feliz que sigue haciéndome.

Lo primero que llegó a mis manos de este autor de tebeos fue Odio. Una telenovela como pocas sobre la juventud de los noventa. Esta saga tenía características muy particulares. Era, por así llamarlo, indie. En el sentido de que se mofaba del sueño americano, o su forma de vida cotidiana, pero también de sus alternativas. Es decir, en Odio, la generación grunge, los grupos de moda, el mundillo underground de los fanzines y las maquetas, todas las cosas guays de la vida, eran tratadas como algo igual de patético que la familia ideal podrida por dentro con el padre masturbándose a escondidas, el hijo gay que triunfa en el béisbol y no se acepta, la madre que toma tranquilizantes también a escondidas y la hija tetuda que es completamente subnormal. Todo era una puta mierda en Odio, como en la vida misma. Todo excepto que te mataba de risa. Al menos a mí. Yo lo leía y releía una y otra vez y era la persona más feliz del mundo, repito. Y lo sigo siendo.

Después de Odio llegó a mí Mundo Idiota, con historietas que Bagge había dibujado antes de su saga famosa. Eran sobre gente desquiciada, paletos de pueblo y Studs Kirby, un locutor de radio neurótico y alcohólico loco por el country. Alguien a quien querer. Un referente vital.

Más adelante apareció Sudando tinta, sobre los interiores de la elaboración de un comic comercial, más flojo que lo demás. Y la cosa mejoró enteros con Apocalipsis Friki, sobre dos pringaos “como tú y como yo” de se encuentran con el Apocalipsis nuclear un día que salen al campo y han de sobrevivir. El despiporre. Sobre todo cuando dan con una nueva civilización de lesbianas feministas torturadoras.

De todas formas, no he sabido lo que ha sido reírme hasta que llegó a mis manos ‘Other lives’. Básicamente, porque tras una temporada de muchísimo trabajo, nunca olvidaré el día que reservé para relajarme y leérmelo del tirón. Conforme me tumbé en la cama, se rompió el techo de la habitación de al lado y empezó a caer agua a chorros porque le había reventado el radiador al vecino de arriba, que estaba de vacaciones. Como en un gag del propio autor.

El caso es que Other Lives era una historia larga, llena de giros, sobre un periodista alcohólico que se introduce en el mundo de aquella red social ridícula que encandiló a Gaspar Llamazares, Second Life. No me entretendré en detalles. Leerlo de una tacada es de lo mejor que me ha pasado nunca. Más tarde también ha caído en mis manos Bat-Boy, la vida de un niño mitad murciélago que acaba con Bin Laden y llega a presidente de Estados Unidos para nombrar ministra a Beyoncé. Es, como en Mundo Idiota, Peter Bagge dibujando y escribiendo sin el bozal del Silencio de los corderos.

Y así hasta ‘Todo el mundo es imbécil menos yo’, lo último que he devorado y la excusa perfecta para soltarles todo este ladrillo. Pero viene a cuento reseñarlo porque es un periodismo nuevo, eso que está tan de moda, supongo que igual de poco rentable y fracasado que todas las demás formas de innovación del noble arte de informar al prójimo, pero que merece mucho la pena.

El estilo no es, ni mucho menos, el de Joe Sacco y esta gente que, mediante reportajes a través del comic, ha narrado de forma escalofriante escenas de la guerra de Bosnia. Bagge utiliza su sentido del humor incomparable para explicar, y explicarse, fenómenos que tienen lugar en su país.

La ventaja que tiene este hombre como narrador es que se pone en ridículo a sí mismo en primer lugar. Se mofa de su rebeldía adolescente a cada paso, deja patente que ha contradicho todos sus horizontes vitales de cuando era joven, y encima encuentra que su singular ideario libertario está lleno de contradicciones, lo normal es que se rían de él y que muchas cosas que ocurren vea que no tienen solución, son pescadillas que se mueren la cola y, en definitiva, concluye que todo es una mierda. Vamos a morir, enciérrate a ver películas posapocalípticas de serie Z porque no te va a dar tiempo a verlas todas antes de que te ocurra una inevitable desgracia. Estás tardando.

El caso es que el principal interés de este tebeo, al margen de echarse unas risas pata negra, está en la forma de pensar de un estadounidense como Peter Bagge, que no es un carca, que de joven fue rebelde –chico new wave- que ahora tiene una familia y trata de razonar lo máximo posible a la hora de enfrentarse a un problema. Por ejemplo, a Bagge lo que más rabia le da es que, como a nosotros, se desperdicie el dinero público. Tal vez sean políticamente incorrectos aquí sus diatribas sobre carriles bici sin sentido, su defensa del coche, casi como la de un placer culpable, pero a menudo, cuando relata por ejemplo cómo se mantiene con dinerales públicos en Estados Unidos un tren de pasajeros de larga distancia, el Amtrak, nos sentimos identificados porque, según cuenta, lo que hace que este tren sobreviva es un anhelo nostálgico, la tradición y los guardianes de las esencias del país que no nos son ajenos. O peor lo pone con el tema del deporte profesional. Allí la especulación la realizan los propietarios de las franquicias amagando con cambiarse de ciudad si con dinero público no les hacen un estadio nuevo. Momento en el cual, cuando está niqueladito, venden el equipo por cuatro veces lo que han pagado por él. Y lo que colocan son tres papeles y algo de material de oficina, nada más. Pero, ay, ese ‘interés nacional’, que tampoco nos es ajeno.

Su inmersión en el mundo del rock cristiano y los casinos regentados por indios ya nos pillan más lejos, pero el tema de la droga no tanto. Bagge se queja de los recursos, dinero público, que se emplean para luchar contra ‘la droga’. Señala el círculo vicioso que hay en las detenciones de quien planta marihuana, la policía y el proceso legal, un derroche de fondos que se debería solucionar, a su parecer, legalizándolas cuanto antes. También se mete en el mundo de los swinggers, los mercadillos de venta de armas -está a favor de tener su pipa-, en las manis de No a la guerra -estaba en contra, mucho, pero los que compartían su idea le parecían esperpénticos- o el mundo de los indigentes, donde habla del ahorro que supone en cuestión de asistencia médica y seguridad darles una habitación oscura a cada uno para que se emborrachen hasta la muerte en paz, una medida aplicada en Seattle.

Aunque ahora que estamos en pleno ARCO son más válidas que nunca sus páginas sobre el arte moderno, que también está subvencionado allí. El autor parte con el odio inicial de que cuando artistas como él presentan algo son tachados de ilustradores, sin embargo, bromas infantiles como un Jesucristo en cualquier postura denigratoria y ofensiva es arte del bueno que se lleva toda la pasta. Critica que los amantes de este arte desprecian cualquier tipo de técnica y algo, para ser relevante, tiene que basarse sólo en “la expresión”. Lo que le saca de quicio porque los mondongos que se exhiben en salas de arte moderno son sólo arte por el hecho de estar allí sobre una peana. Me hizo gracia que esto lo dijera Bagge rabiando en sus viñetas y que, con ARCO, en un informativo de televisión, un experto en arte comentara este fin de semana que en la aludida muestra, los churros expuestos, dijo, parecía que no tenían sentido pero se convertían en arte por el hecho de estar allí –creo recordar que se refería a unos paneles de obra rotos y tirados-. Es decir, exactamente la misma explicación para lo mismo queriendo decir precisamente lo contrario. ¡Eso sí que es arte! Normal que haga tanta ilusión que un sujeto de estos se rompa los dos brazos en un reality. En fin, si no saben nada de Bagge, cojan toda su obra y enciérrense con ella. No dejen que llegue el Apocalipsis sin haberla devorado.


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  1. Pingback de Todo el mundo es imbécil menos yo (26/02/2013 20:22):

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  2. Comentario de Pedrin (26/02/2013 21:22):

    “Odio” es el retrato mas certero y lúcido sobre la juventud que he leido. O mejor dicho, sobre esa etapa en la que pasas de ser “joven” a ser un cretino de treinta y tantos. Ya me lo parecía cuando me lo leí siendo yo un chaval, y alucino aún mas con las relecturas, después de haber pasado yo mismo por esa etapa.

  3. Comentario de ocnos (27/02/2013 02:17):

    Y la referencia a ” un salón de cómic español” del libro que reseña es salvaje, muy salvaje D. Álvaro.

  4. Comentario de Teodoredo (27/02/2013 10:09):

    Sí, efectivamente, nos cambiaron cosas inservibles y aburridas como los derechos laborales y la sanidad y la educación universales, gratuitas, y sin empresas que pillaran cacho a su costa, por la posibilidad de “acumular todo el material suficiente para que en los próximos ochenta años no puedas decir que has pasado un solo día de tu vida sin nada que ver o leer que mole”. ¡A éso le llamo yo hacer un buen negocio! Lástima que lleven ya unos cuantos años intentando dar marcha atrás, con notable éxito, porque una vez metido…

    Espero que todos tengamos ya un buen stock de morralla descargada de internet, para cuando cierren el grifo y no podamos ni descargar ni comprar (porque no hay renta, ni la habrá).

    Saludines

  5. Comentario de desempleado (27/02/2013 10:46):

    “Odio” debería ser lectura obligada en las escuelas. Por cierto, mi stock de morralla ya es considerable.

  6. Comentario de sangonereta (27/02/2013 22:32):

    MTC? ya era hora.

  7. Comentario de Yopino (27/02/2013 23:49):

    Dioss no he tenido adolescencia ,me lo perdí todo,solo pensaba en follar como ahora. Lo máximo que lei fue mortadelo y filemon y veía los eróticos.
    Hay muchos cuarentones y cincuentones que se quedaron ahí con los mismos comics la revista del jueves los porretes la chupa de cuero las greñas los botellines de cerveza la charleta intelectuloide barricada y rock de los setenta y la partidita a la pley.El mismo bar y el mismo rancio detrás de la barra con los colegas que quedan aburridos tristes y resentidos , sin querer crecer adorando a sus ídolos de juventud que les dejaron ahi.Alvaro ,solo tienes que bajar al bar de abajo y unirte a ellos.

  8. Comentario de hglf (28/02/2013 01:13):

    Cada uno hace de su vida lo que quiere…

    … Y cualquier historieta es una obra de arte, Juego de Tronos es una obra maestra

    … y uds no entienden ni chuc*a sobre nada, bárbaros, salvajes, … visigodos!!

    Un saludo

  9. Comentario de Álvaro (28/02/2013 08:34):

    No te enfades Yopino. Que no conozcas ese tebeo no significa que no hayas tenido adolescencia.

  10. Comentario de de ventre (28/02/2013 12:06):

    a hitler, a stalin y a franco les gustaban los comics, así que: ojito!

    j

  11. Comentario de Yopino (28/02/2013 14:15):

    No me enfado lo digo en serio me perdí muchísimas cosas probablemente por lo que dices al principio del articulo que por cierto me parece estupendo. Lo que digo es que muchos se quedaron ahí en su mundo y eso creo que es peor.
    De ventre y ¿Chavez? no te olvides ,como diría tritonman “el mal el mal….”

  12. Comentario de Latro (28/02/2013 19:24):

    Bagge si no me equivoco es libertariano, hace ilustraciones en una revista llamada Reason cuyo slogan “Free Minds. Free Markets” ya os puede dar idea de por donde van los tiros.

    Ahora no se si llega al ala demente del libertarianismo americano o se baja antes en aquellas cosas que a nosotros nos suenan marcianas pero son “normales” en los EEUU.

    Vamos, que no le he leido nunca, y ahora me da cierto repelús ideológico ponerme al dia, pero oye, me lo estas vendiendo bien, Álvaro

  13. Comentario de Toño (28/02/2013 22:14):

    Es que precisamente las historietas de este tomo son esas “ilustraciones” recopiladas de la revista Reason, y se pueden leer gratis y en inglés en la web de la misma:

    http://reason.com/people/peter-bagge/articles

  14. Comentario de Toño (28/02/2013 22:19):

    Ah, la historieta sobre el “salón de cómic español”, concretamente en Barcelona, que alguien menciona más arriba, se puede leer concretamente aquí:

    http://reason.com/archives/2001/11/01/latin-laissez-faire

  15. Comentario de Bunnymen (01/03/2013 23:46):

    Mayor acceso a todo tipo de cultura, contracultura y demás variantes en el mayor foco de desinformación de la historia que es Internet desde luego, pero para diferenciar la paja del grano se sigue necesitando referentes como antaño.

    Supongo que hay a quien le parezca esto más vida, donde va a parar, aquí, cambiando insultos entre nosotros por motivos (h)intelectuales, que lo de antes, fuera, partiéndonos la cara por llevar camisetas de distinto color, todo para combatir el aburrimiento.

  16. Comentario de Pepito Piscinas (02/03/2013 11:55):

    “Odio” es algo GRANDIOSO.Buddy forever

  17. Comentario de qaz (03/03/2013 16:19):

    Edika era Dios y Clark Gueibol, su profeta por aquella época.

  18. Comentario de Álvaro (03/03/2013 16:31):

    Hombre qaz, cuánto tiempo! creo que Edika es de una generación anterior, como el Totem, que Dios guarde en su Gloria, al Víbora. Qué maravilla el Totem…

  19. Comentario de Karraspito for President (04/03/2013 02:39):

    Bunnymen, no se engañe, el mayor foco de desinformación es la estupidez humana. Lo único que pasa es que antes la desinformación, como la información, estaba más dispersa e inaccesible y ahora está a un solo clic de distancia. Vamos, que creo que lo único que ha cambiado es el formato. Y la verdad, entre localizar un artículo científico (por ejemplo) buscando en multitud de bases de datos (físicas) de diferentes bibliotecas y esperar 3 o 4 días (con suerte) hasta que llegue el manuscrito requerido por correo, o poner el título en Google y descargarte el PDF en 2 segundos tan ricamente, me quedo con la era de Hinternec sin duda alguna.

  20. Comentario de Karraspito for President (04/03/2013 02:41):

    Joder, tanto hablar de cómic de los 90, ¿y nadie va a hablar de Manara? ¿O es que creéis que soy gilipollas y no sé que os la pelábais como orangutanes con sus mujeres perfectas, preciosas y festivaleras?

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