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Verano Azul

Siempre en sus pantallas

 

Cuando nos referimos a “Verano Azul” hemos de hacerlo con el tacto que sólo el más absoluto de los respetos puede inspirar. Porque después de esta serie, creación original de Antonio Mercero, nada sería igual en España. Miles de niños quedaron hondamente traumatizados por las aventuras ideadas por el mismo genio que años después iniciaría la secuencia de series españolas-bazofia (rematando cerebralmente a esos niños ya jóvenes) para las televisiones privadas con la inenarrable “Farmacia de Guardia”. Y no podemos menos que respetar el dolor de sus familias, más aún cuando somos conscientes de que muchos lectores todavía dejan escapar una lagrimita si les viene a la mente esa frase que traumatizó a España: “Chanquete ha muerto, Chanquete ha muerto”.

Verano Azul cuenta la historia de una pandilla de niños y niñas que disfrutan de un veraneo en la Costa del Sol. Quienes sean muy jóvenes y piensen que esa zona era lo más parecido al Paraíso Terrenal antes de la llegada de Jesús Gil es que no han asimilado bien Verano Azul (por supuesto, no es que no la hayan visto, pues Televisión Española se encarga de pasar los capítulos todos los años no bisiestos). Las aventuras de esa pandilla permiten a cualquier observador mínimamente perspicaz constatar:

a) El excelso urbanismo de la zona, cuidadoso como ninguno con el medio ambiente, no es patrimonio, ni mucho menos, del GIL.

b) A principios de los años 80 el desarrollo económico ya había empezado a generar “fractura social”. Cualquier paleto de ciudad, como los protagonistas de la serie, tenía ya el suficiente dinero para ir de veraneo a un pueblecito de la costa a amargar la vida a los lugareños.

c) Los famosos destrozos que la LOGSE parece estar provocando en nuestros niños no son para tanto. Si no se lo creen recuerden a los protagonistas de la serie (educados con el sistema de la Ley General de Educación de 1970).

El argumento de la serie es, como hemos señalado, las vacaciones de un grupillo de amiguetes. De la densidad del mismo les dará una idea el hecho de que series serias como “Sensación de Vivir”, “Salvados por la Campana” o, más recientemente, “Al salir de clase” que narran de una manera distinta, pero homologable en sus pésimos resultados, las vivencias de diversas pandillas de jóvenes, se centran en el curso académico, siendo la época del veraneo pasto de los capítulos de relleno. En nuestro caso, y demostrando que a los españoles a machos no nos gana nadie, toda la serie se centra en este “relleno”. Como es de prever, a lo largo de los capítulos de la serie, no sucede prácticamente nada, pero eso no es un problema si los personajes son complejos, están bien interpretados y ese no fluir de los acontecimientos está bien narrado.

Los personajes de “Verano Azul” son, como se ha dicho, la clave. Conforman una galería de monstruos que abarca todas las posibilidades del terror. Así, en primer lugar, está el chuloputas oficial del grupo (Javi), que va de niño valiente y desenfadado, así como de ligón, por la vida. Si durante los capítulos hubiera estado tranquilito quizá habría podido mantener con éxito esa imagen, pero algún oscuro guionista decidió que el chaval debía luchar patéticamente por conquistar a “la guapa” del grupo, con lo que ni con la mejor de nuestras voluntades podemos considerar el personaje creíble. Esta “guapa oficial”, de nombre Bea, fue el pistoletazo de salida para muchas estúpidas que, sin saber lo que hacer en esta vida, se dieron cuenta de que si a su evidente incapacidad para actuar o hacer cualquier cosa de provecho unían una faz carente de cualquier expresividad podían trabajar en televisión. Bea, de “Verano Azul”, es la responsable de que muchas niñas, sin importar las considerables dimensiones de su frente, se vean a sí mismas como verdaderas beldades con el mero hecho de que su lacio y horrible cabello llegue casi hasta el culo. El otro pretendiente de Bea era “Pancho”, un chaval del pueblo que debía combatir desde una aparente desigualdad con Javi, que era “de ciudad”, por los amores de la chica. “Verano Azul” rompía una lanza a favor de la igualdad de oportunidades entre pueblos y ciudades, y nunca hemos podido determinar con seguridad si Pancho era más patético que Javi o al revés. La pandilla la completaban Desi y Quique. La función de la primera estaba clara, pues se trataba de la típica amiga feísima de la en teoría guapa Bea. Como suele pasar en estos casos no hay nada mejor que ser muy fea y llevar gafas para pasar a ser inmediatamente “la lista” a pesar de no haber hecho nada que vaya en esa dirección. Por su parte Quique era el amigo de Javi, cuya función en la serie es uno de los grandes misterios (junto al famoso trineo de Welles y el monolito de Kubrik) de nuestra época: ¿cuál era la función del chaval en la serie y en la vida? Pues eso, un misterio.

La galería de monstruos de “Verano Azul” la completaban los “peques” de la panda. Por si el que uno de sus miembros se llamara Pancho no les parecía suficiente estos dos elementos eran apodados “Tito” y “Piraña”. Tito fue el encargado él solito de amargar a toda una generación de niños españoles rubios, que hasta que cumplieron los 10 años tuvieron que soportar el manido “qué mono, se parece a Tito”. Piraña, por su parte, se encargaba de demostrar que el humor español, tan sutil como siempre (y a falta de poder atacar la homosexualidad, lo que habría sido inapropiado en una serie para niños), muestra sus cotas más altas haciendo bromitas sobre gordos. Ambos elementos, los más jóvenes del grupo, eran, además de amigos inseparables (y que cada cual saque sus conclusiones), la nota de ingenuidad y candor en la serie.

Por último el resto de personajes de la serie eran los padres de los chavales (que aparecían sólo ocasionalmente para poner de manifiesto que una serie sobre ellos habría sido un bombazo cómico) y Julia y “Chanquete”. El personaje de Julia es uno de los más tenebrosos de la historia de la televisión en España. Se trataba de una pintora soltera, cuarentona, que reflejaba los problemas psicológicos que la llegada de la democracia había traído a España. En esos primeros años ser “progre” era ser como Julia: no trabajar, no saber nada de nada, estar rodeada de chavales de 15 años como máximo y no sabemos muy bien qué cosas más (pero reconocerán que todos los indicios apuntan a que la tal Julia dirigía una banda internacional de trata de blancas). Por último “Chanquete” era un viejo pescador del lugar que vivía en una antigua barca de pesca. Si este dato no les basta para catalogar al personaje únanlo al hecho de que también solía ir por ahí con los chavales y a que los utilizó para amparar la ocupación ilegal que hizo de unas tierras (el famoso “del barco de Chanquete no nos moverán”) y tendrán el cuadro completo.

En la serie no pasaba gran cosa, pero este no fue suficiente motivo para que no fuera un éxito. Su estreno en TVE (cuando sólo TVE emitía en España) a la hora de la siesta en verano le garantizó audiencias de 20 millones de personas. La serie jugaba con identificar a la gente con sus problemas cotidianos que, como todo el mundo sabe, están centrados en asuntos tan trascendentes como la primera regla de Bea (50 minutos, oiga, le dedicaron) que permitían que saliera el tipismo que todos llevamos dentro: “Bea, ya eres una mujer”; unas cartas de un amante misterioso que cabalgaba a la luz de la luna (el Cyrano de la Costa del Sol) o la invención de un “lenguaje secreto” por parte de los niños que desquiciaba a los adultos (el lenguaje consistía en alterar el orden de las sílabas de las palabras, y todos los niños de España lo estuvieron haciendo ese verano, logrando unos de los mayores follones lingüísticos de la historia de la Humanidad hasta la llegada de Vidal Quadras a la política española).

En definitiva “Verano Azul” consagró a su director y a sus actores, que en la actualidad pueblan las teleseries repitiendo sus papeles de la serie (Javi sigue haciendo de chuloputas en la policía, Julia sigue representando a la mujer impresentable que lleva dentro en todas las series en las que participa ..) y a todos los demás nos permitió aprender a disfrutar del veraneo. Como las opciones televisivas se limitaban a esa serie no quedaba más remedio que irse a jugar con los amigos, dejando a nuestras madres cautivadas por esos niños encantadores. Desde su emisión la Costa del Sol no se ha recuperado, pues atraídos por el entorno paradisíaco y la sensibilidad de sus protagonistas gentes como Rociíto, Rappel o Terelu Campos empezaron a acudir a esos parajes. Y la verdad es que nosotros tampoco hemos logrado todavía reponernos.