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El tema de la imputación de la Infanta ha dado para muchos comentarios y análisis jurídicos que, la verdad, no me siento capaz de mejorar. Simplemente, como nota muy personal, creo importante apuntar que el nivel de diligencia, seriedad, respeto por los derechos fundamentales y por la presunción de inocencia (así como esa preocupación por no estigmatizarla gratuitamente) que juez e incluso en mayor medida fiscal han demostrado en este caso, lejos de parecerme mal, me encantan. Únicamente, eso sí, a ver si logramos que todos los ciudadanos españoles puedan tener a no mucho tardar ese mismo tratamiento, exquisito, que es el que merece toda persona sospechosa de haber cometido un delito y sobre la que se cierne la poderosa y siempre peligrosa maquinaria del Estado cuando pone en marcha su poder punitivo.
A mí la cuestión central no me parece aquí, en puridad, jurídica. Estamos ante un tema estructural y político, que más allá de pequeñas miserias y de dramas como el que tenemos, por capítulos, con Noos, apunta a lo que apunta: la toxicidad de una institución que, per se, como es la Monarquía, no puede sino contaminar todo lo que toca y todo lo que le rodea. Su mismo fundamento, asqueroso en sí mismo, propicia todo tipo de desmanes y desafueros. Cualquier Monarquía parte de la base de que unos son mejores que otros por simple razón de cuna. Una cuestión de pene o de vagina determina cargos públicos y una vida regalada a costa de otros ciudadanos. Además de ser esperpéntico y grotesco, más allá de consideraciones éticas, lo peor del asunto es que esto lleva a una sucesión de inevitables comportamientos que traen causa de esa diferencia y superioridad jurídica: cómo viven, a qué se dedican… La institución, además, para sobrevivir ha de tejer complicidades. Complicidades donde se hacen amigos, negocios y se riega todo con festejos pagados, directa o indirectamente, por todos. Es inevitable. No puede ser de otra manera. La diferencia es el grado de descaro y sinvergonzonería con que se haga. Desde el trabajo de las infantas en la Caixa o Mapfre, por el que cobran varios cientos de miles de euros al año al parecer, a los negocios de Urdangarin como mediador, figurín, o lo que fuera para medio disfrazar que la cosa consiste en pasar el platillo y acabando en las cosas que se hacen, supuestamente, y según cuentan los propios periodistas aúlicos de Su Majestad, al margen de la legalidad (comisiones y demás) que a diferencia de lo de Urdangarin se beneficia, justamente, de que nadie ha pretendido nunca (hasta últimamente) que eso fuera algo respetable y legítimo. Es decir, que la institución es tóxica y todo lo que ocurre no es sino lo que no puede dejar de ocurrir. Ya lo vivimos en España con Isabel II y luego con Alfonso XIII. Una degradación consumada a base de negocietes y demás toxicidades con el inevitable chalaneo y la complicidad de ciertas elites políticas y económicas que diciendo que buscan estabilidad y preservarnos a todos lo que hacen, claro, es poner el cazo para ver si se quedan con alguna migaja. En esta tesitura, como ya he dicho otras veces, la solución no es imputar o no imputar sino ir a la raíz del mal: Entre Hendaya y Cartagena, Su Majestad escoja (como Urdangarin y familia parece que se van a Qatar, a ver si cunde el ejemplo y en unos años no queda Borbón en territorio español).
En este contexto, resulta divertido comprobar cuáles están siendo las maniobras para tratar de salvar la imagen pública de una institución que, a pesar de sus intentos, no ha logrado esta vez vender la cabra a la población de que la culpa era de una oveja negra que se había aprovechado de una pobre Infanta. Como todo el mundo se ha hecho mayor la marea está llegando a Palacio y ante eso, PP y PSOE han decidido salir al rescate con una serie de propuestas e iniciativas que ya veremos en qué acaban pero que son significativas del entuerto en que está la Monarquía española. Porque la ecuación es sencilla: cualquier mejora real en términos democráticos del estatuto jurídico privilegiado que tienen lleva a que esta gente acabe teniendo que salir por piernas del país, mientras que cualquier maniobra Real de protección necesita, a la hora de la verdad, incrementar el estatuto jurídico privilegiado excepcional de esta gente Veamos algunos ejemplos:
– Ley de Transparencia: Ahora, de repente, el Gobierno ha anunciado que la casa Real está «encantada» de estar sometida a la Ley de Transparencia. El problema es que aquí la prueba del algodón es muy sencilla. Estar en una ley de Transparencia de verdad significa que hasta el último céntimo de dinero público se explica cómo se ha gastado y se publica en una web, acompañado de la correspondiente factura (sólo motivos justificados de seguridad puede excepcionar este mecanismo y prever, para esos supuestos, controles alternativos). El problemilla es evidente. Como se ponga en marcha algo así (y no digamos si se hace retroactivamente) el escándalo puede ser de tales proporciones que los coches de lujo del Monarca al fin tendrán una utilidad: para llegar cuanto antes a la frontera. Obviamente, todos asumimos que lo que ocurrirá es que tendremos una transparencia de mentiras, que sólo servirá para desacreditar la ley y, lo que es peor (de ahí, una vez más, la toxicidad de la institución), para que el standard de protección de la opacidad aplicado a la Casa Real, ¿por qué no?, esté perfectamente legitimado y justificado que sea la norma para todos. ¡Opacidad para cualquier acción pública, dado que la de la Jefatura del Estado también lo es! Irradiando toxicidad desde arriba, en materia de transparencia, igual que se irradia en materia de negocios no ejemplares, de privilegios, de castas…
– Publicación del patrimonio privado del Rey: De repente el PSOE propone esta medida, al igual que ocurre con Ministros y diputados, como mecanismo de transparencia y de control. Si supuestamente los Borbones no tenían nada (unos milloncejos en Suiza de nada, dicen ahora algunos maledicentes, pero sabido es que eso no puede ser verdad) y viven de la asignación, controlar su patrimonio privado sirve para calibrar si la asignación es suficiente o excesiva y también puede ser útil para controlar si pueden estar pasando cosas raras (por ejemplo, ¿con su sueldo y asignación, un chaletazo en Pedralbes es algo normal?). ¿Problema de una medida así? Pues, como todo el mundo es perfectamente consciente en España, que esto llevaría a nuestra Monarquía al game over en cuestión de nanosegundos (bueno, siempre quedaría la opción de mentir en la declaración, al igual que se mintió en su día al no declarar ciertas cuentas y herencias, y confiar en que nadie hurgue demasiado en todo esto, pero la verdad es que esta alternativa tampoco parece que pueda aspirar a llegar muy lejos). Luego queda la solución «Cultura de la Transición», claro, al estilo de una ley de transparencia que no lo sea montar una declaración de patrimonio que no lo sea. Pero incluso algo así es un peligroso avance en una dirección sin salida.
– Blindar al Príncipe Heredero: Aquí es donde nuestro querido establishment está enseñando la patita de modo más divertido. Como es sabido, nuestro querido Príncipe de Asturias, Camarada Brillante Preparao o, como señalan acertadamente algunos, el futuro Pre-parado I, es unánimemente ensalzao como un tío preparao, mu competente, mu honrao y mu trabajador. Absolutamente intachable. Y por si hay alguna duda, de vez en cuando aparece Carmen Iglesias, a la que luego se recompensa con más medallas y más academias por ello, para decirnos que es de una brillantez y ejemplaridad sin igual, de esas que demuestran lo útil, buena, sensata y guay que es la Monarquía. ¡Si es que con lo preparados e íntegros que nos salen los Borbones yo no sé la razón por la que no los volvemos a hacer Jefes de Gobierno también, nos libramos de esos políticos horribles, zafios y no preparados y asunto arreglado! (perdón, arreglao). Sin embargo, y paradójicamente, todo esto de la Infanta ha generado un clamor en nuestros garantes del orden y de la estabilidad en el sentido de que no puede ser que el Príncipe esté «a la intemperie» y que pueda «ser imputado así como así en cualquier momento». Traduciendo eso de «a la intemperie» que dicen los expertos a lenguaje no jurídico lo que se quiere decir es «como cualquier ciudadano». Vamos, que no puede ser. ¡Que si es sospechoso de un delito se le puede investigar! ¡Qué vergüenza! ¡Y en cualquier juzgado de pueblo en vez de en una sala especial donde estén todos los amiguetes y los colocaos por los preparaos! Un escándalo. Y peligrosísimo para España, como nos dicen. Vamos, y hablando en plata, que hay absoluto pavor en estos momentos a que la acrisolada honradez del Príncipe pueda llevar un día de estos, a saber por qué, a una imputación. ¿Cómo resolver el tema? Pues oiga, como el del Rey, que ha demostrado de modo muy eficaz cómo su honradez sin tacha nunca lo ha llevado delante de un tribunal por la sencilla y expedita vía de impedir que eso pueda ocurrir. De manera que oiga, no sólo lo aforamos sino que lo tornamos inviolable en algunos casos, inmune a cualquier persecución judicial (incluso las civiles por temas privados) y asunto arreglado. Todos contentos.
Que Pre-parao no tenga, por el momento, función constitucional alguna, al parecer, no es óbice alguno para establecer estas excepcionales medidas de protección de su figura. Hay que hacerlo, se dice, porque no nos podemos permitir el riesgo de que algo estalle contra él, dado que en ese caso no habría salvación posible para la Monarquía. Y yo me pregunto, ¿la única manera de garantizar que Su Brillante Alteza Pre-parada no vaya a tener problemas con la Justicia es impedir de raíz que, haga lo que haga, pueda tenerlos? ¿Ése es el nivel de confianza que los defensores de la Monarquía tienen en los Borbones que la encarnan? ¿En serio nos quieren vender que lo que hay que hacer es cerrarnos a todos los ojos forzadamente y, sobre todo, taparnos la nariz, para que todos podamos hacer como que no nos enteramos del hedor que desprende la Casa Real?
14 comentarios en Blindar al Heredero
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Pingback escrito por Blindar al Heredero — 10 de abril de 2013 a las 10:03 am
La verdad es que en otras monarquías los miembros de las casas reales sí tienen una especie de aforamiento, lo cual significa que no son iguales al resto de ciudadanos, pero, en fin, supongo que esto va implícito en el concepto de monarquía. En el caso concreto español, los diferentes gobiernos han tenido 35 años para aprobar un estatuto jurídico para los miembros de la Familia Real que determine sus funciones, derechos, obligaciones, etc… pero no lo han hecho y ahora se presenta el problema de tener que elaborar uno a toda prisa para proteger al Príncipe. Volvemos a recurrir a la improvisación y la componenda para arreglar los problemas.
Respecto a la transparencia en las cuentas de la Casa Real, creo que es peor el remedio que la enfermedad. Cuando en esta España de seis millones de parados, universitarios emigrados y comedores sociales llenos, sepamos de verdad lo que gasta esta gente en ropa, tratamientos de belleza, joyas, viajes privados, cacerías y otras cosas similares, el cabreo va a ser monumental.
Comentario escrito por JoJo — 10 de abril de 2013 a las 2:30 pm
Muy de acuerdo contigo JoJo.
Comentario escrito por Andrés Boix Palop — 10 de abril de 2013 a las 2:50 pm
el otro dia oi, creo que era al zarzalejos, que era una verguenza que la infanta no tuviera un status (vamos inmunidad, aunque lo llamo «status») especial que la protegiera de estas infamias…que ahora no nos veriamos así, en esta situación, y deo gratias el fiscal estaba actuando como il faut
Comentario escrito por pescadilla — 10 de abril de 2013 a las 2:47 pm
Chapeau!
Comentario escrito por Marta Signes — 10 de abril de 2013 a las 5:58 pm
A mi, un detalle que me hace gracia (o me cabrea todavía más, eso depende del pie con el que me he levantado por la mañana) es eso de que el rey «negocia» con el gobierno los términos de su inclusión en la ley de transparencia esa.
Vamos, como si eso fuese una graciosa concesión del monarca a sus súbditos, tal como se estilaba en los mejores momentos del absolutismo, y no como correspondería ahora, en tiempos de soberanía popular, democracia, parlamentos y cosas de esas.
Comentario escrito por Lluís — 11 de abril de 2013 a las 6:15 am
Nada que añadir al exhaustivo y -cosa no siempre compatible con lo anterior- divertido comentario de Andrés; bueno, sí: añado aplausos y risas.
Comentario escrito por Miguel Presno — 11 de abril de 2013 a las 9:36 am
A
Comentario escrito por Juancho — 11 de abril de 2013 a las 11:52 am
«a ver si cunde el ejemplo y en unos años no queda Borbón en territorio español» eso ocurrirá seguro en el 2100 a más tardar. Porque, a menos que la infanta Leonor se case con un Borbón, tendremos cambio de dinastía. También podría suceder que, para mantener el apellido en el trono, acabara de la mano de un hijo del heredero de Francia y entonces se habría cerrado el circulo con la coronación de un descendiente del Caudillo.
Comentario escrito por emigrante — 12 de abril de 2013 a las 1:24 pm
#9,
No va a hacer falta que Leonor se case con un primo. La legislación actual permite, en el momento de inscribir a un recién nacido, ponerle los dos apellidos en el orden que se desee, y si sirve para un plebeyo también se podría aplicar a un jefe de estado.
Y como para el 2040 es posible que hayamos prograsado un poco, también cabría la posibilidad de que a Leonor le diese por ser madre soltera. Si, ya sé que los apostólicos se rasgarían las vestiduras, pero pensándolo bien, eso tendría la ventaja de ahorrarnos mantener un consorte y colocar a toda su parentela tal como ha pasado con los Ortices y Rocasolanos.
Comentario escrito por Lluís — 13 de abril de 2013 a las 5:28 pm
Diu Andrés Boix:
«En esta tesitura, como ya he dicho otras veces, la solución no es imputar o no imputar sino ir a la raíz del mal.»
A vore, Andrés, Vale que hi ha hagut corrupció i tot lo que vullgues, i que per una societat lliure, oberta i eficientment governada caldria replantejar-se certes prerogatives de la Monarquia, però… ¿i lo bonicos que són els tratges de la Reina? ¿Y lo guapes que van les infantes? Compara-les amb la monarquia anglesa, quina colla d’horteres… ¡Si es que la reialesa espanyola és lo millor!
Una ciutadania responsable ha de saber que tota acció té conseqüències: potser guanyarem transparència i garanties jurídiques, però nos perdrem els batejos i comunions dels néts del Rei a Corazón Corazón. ¿Este és el país que volem?
Comentario escrito por Marc Nadal — 17 de abril de 2013 a las 12:18 pm
Una cosa que se me escapa,
Si el rey, el heredero o las infantas tienen un expediente tan inmaculado como dicen sus panegiristas, y si lo único que se les puede recriminar es que son demasiado buenas personas, ¿para qué necesitan un blindaje?
Comentario escrito por Lluís — 19 de abril de 2013 a las 6:50 am
Isabel II y Alfonso XIII acabaron en el exilio no precisamente por escándalos de faldas, cacerías y corrupción sino por su nefasta actuación en la política. Es por ello que en la modélica Reinstauración de 1975 se decidió que el monarca no tendría ningún poder político y así se evitaría volver a meter la pata. Pero ni así, siendo un florero, consiguen los Borbones sustraerse a su destino: la República.
Comentario escrito por Guerau — 20 de abril de 2013 a las 10:04 pm
El blindaje es por los amigos que frecuenta: http://contenidosrebelantes.wordpress.com/2013/04/20/felipe-de-borbon-principe-del-neoliberalismo-i-las-amistades-peligrosas/
Comentario escrito por Beltza — 22 de abril de 2013 a las 8:31 am