BOSÉ: Pijus Magnificus
El biopic de lujo que nadie pedía a mayor gloria del eguito narcisista de uno de nuestros más ilustres nepoboys lloricas
Los pijos son una subespecie particularmente despreciable del facha españolísimo de toda la vida. Se trata de seres completamente infantiles, como mucho con mentalidad adolescente, aunque rocen la edad de jubilación, cuyo narcisismo es tan elefantiásico que ni siquiera es consciente de sí mismo. En España, país de Dios, las secuelas de cierta época de extraordinaria placidez, de orden, en la que excepto para hablar de política, había más libertad en todo, mantienen ciertos reflejos sociales de servilismo y admiración al rico que encima es rico por herencia, sin hacer nada de nada, pero considera que se merece la satisfación inmediata de todos sus deseos más majaras por el simple hecho de existir.
No, no pensaba hablar de Ana Obregón y su hija/nieta y sus evidentes muestras de estar oligofrénica perdida. Lejos de esta santa casa juzgar la forma de pasar el duelo de una madre que pierde a su hijo, tragedia antinatural donde las haya, pero estar pasándolo mal no da permiso para convertirse en una actualización del Doctor Mengele en papel couché. Pero Ana Obregón fue breve novia, y tiene un cameo como personaje, en la serie del interfecto que nos ocupa, cercano a ella en lo ideológico, en lo mamarracho, en lo millonario y en lo de comprar niños alquilando útero de mujeres pobres.
Hablamos del Pijo Definitivo. The Chosen One. De Miguel Bosé. Un señor hijo de famosos, famoso profesional, que dice que nunca ha querido ser famoso y probablemente se lo crea y todo, porque los egocéntricos tienden a creerse sus propias mentiras. Un narcisista supremo, al que, como a todos los narcisistas, en plena pandemia se le cruzaron los cables porque le dijeron que había cosas más importantes que lo que a él le diese la gana hacer en cada momento. Un señor que no sabe lo que es mirar la cuenta corriente, ni nadie de su familia, pero necesita desesperadamente que millones de completos desconocidos lo validen pensando que se lo ha ganado todo por su esfuerzo y su talento.
Bosé es una serie producida por Paramount, sí, la mismísima Paramount, para su plataforma de streaming internacional, Paramount+ en América y SkyShowtime en Europa. La idea es que se trata de un producto pensado para la audiencia en español, más que en España, con un personaje que venda bien en las Indias Occidentales y en la metrópoli, e incluso el público hispanoparlante de los USA encuentre “relevante”. Eso explica también que se carguen mucho las tintas en algo que para un evangélico majara de Maeme será escandaloso pero que en España, sinceramente, nadie le da vueltas hace tiempo: la bisexualidad del interfecto. Que don Luis Miguel González Bosè, por nombre artístico Miguel Bosé, guste de la carne con tomate parecía la repanocha en la España de los 80 o el Ecuador actual, supongo, pero considerarlo una figura revolucionaria en base a ello queda, la verdad, poco menos que ridículo.
En defensa de la serie, no han buscado el caminito fácil de convertirlo en alguna especie de pionero que abrió brecha a los derechos de los que ahora disfrutamos ni nada así, pero eso casi que la hace peor. Porque entonces simplemente todo el drama de que la discográfica no quiere que mariposee tanto, de que sus novias se rallan cuando se lo tropiezan calzándose a un recio bigardo o de que su padre era un señor un poco rancio solo es drama porque le pasa a él. Y en realidad, él, Miguel, más allá de soportar a dos padres tan narcisistas y tóxicos como él mismo, sufrir homofobia o bifobia, que se vea en esta serie, la verdad, poca.
Primero se obvia lo básico: aunque a Pijus Magnificus le encante rajar de la prensa del corazón -y razones es cierto que le han dado, como cuando lo dieron por muerto e infectado de VIH con cero pruebas allá por 1992, aprovechando que estaba en un rodaje un Francia y su familia ni se molestó en desmentirlo-, Bosé tiene una carrera gracias a esa misma prensa. Gracias a que era famoso por ser quién era, el hijo de Dominguín y Lucía Bosé, dispuso de los contactos, las oportunidades y la visibilidad necesaria. Es posible que su talento como bailarín y cantante luego lo hayan mantenido en el candelero todo este tiempo -sinceramente, ni lo sé ni me importa-, pero pudo grabar sus primeros discos y fueron un éxito porque ya era un ídolo de jovencitas desde antes, ya que lo conocían de la prensa del corazón.
Y, de hecho, Bosé pudo exhibir su imagen ambigua para la época porque era rico. El éxito probó que funcionaba, pero el cantante es la prueba ancestral de la vigencia del viejo chiste malsonante: “-¿Sabes que el niño de Paquita la del quinto es homosexual? – Anda ya, ese como va a ser homosexual, si no tiene estudios y además es maricón”. En casa de la madre de Bosé se le permite meter y sacar amantes de todo género y número, a pesar de tener pareja formal. Es verdad que al padre solo le presenta novias -que este, por lo visto, le intentaba levantar en toda su cara- y su entorno tiene completamente asumida su bisexualidad y nunca le pone una pega. Es lo que cuenta la serie, vaya.
Solo aparece un productor un poco rancio que le dice que no sea tan afeminado y hay un momento en que él se harta, lo manda a hacer puñetas por “integridad artística” y… su carrera no sufre ningún tipo de bajón ni consecuencias. Incluso la época en la que estuvo más “desaparecido” de los escenarios se atribuye a su propia querencia por la juerga, de forma bastante honesta, pero subrayando que no actuaba petándolo por ahí con esas canciones tan suyas que le querían vetar y esa ambigüedad sexual supremos porque no quería, no por ninguna homofobia. Porque Bosé es rico, riquísimo, por mucho que se subraye que su madre pasó algunas crujías y él le financiaba los caprichitos.
Esto es así porque los guiones, el reparto, todo en general de la serie, han estado supervisados, al menos con derecho a veto, por el propio interesado. Entre los responsables del guión están dos amigos personales suyos, la exministra Ángeles González-Sinde y el escritor y presentador Boris Izaguirre, e incluso la promoción de la serie ha destacado que su presencia fue la que convenció al cantante de dar su permiso. La base de la trama, de hecho, se supone que es la autobiografía del interfecto, El hijo del capitán Trueno, publicada en 2021.
El momento más íntimo y chungo con lo de la presunta homofobia sufrida por Bosé son las crisis con su marido por lo que este consideraba que era no salir del armario. En algún momento de los 90, Bosé se paseaba por sus eventos de famoso profesional, que nada tenían que ver con la presunta integridad artística esa, con amigas que hacía pasar como novias manteniendo la ambigüedad mientras mantenía una relación de largo recorrido con un hombre. Un hombre que vivía en la misma casa que él y su madre, que todo su entorno íntimo y profesional tenía aceptado como su pareja. Es chungo, pero, amigo, no es homofobia hardcore. El principal miedo de Bosé es “la prensa, que es mu mala”, pero en ningún momento sufre violencia física o simbólica, represalias laborales o cualquier otra cosa a la que se exponía una persona LGTBI en España durante décadas. Porque Miguel es pijo, pìjísimo, aunque él mismo y la serie insistan en que eso no es un factor que determine su vida, sino su relación mu mala y mu dramática con su padre.
Además, como toda vida de un hombre gay rico que siempre ha hecho lo que le daba la gana, la de Bosé destila una misoginia que tira para atrás. El nivel de infantilización o desprecio hacia los personajes femeninos es tal que le daría vergüenza al Santiago Segura más rijoso, el de los extras del DVD de Torrente 2. Es que ni los guiones de Mariano Ozores eran tan faltones, y encima de forma involuntaria, con un tonito de “yo seguro que no soy machista, puedo hacer esto, porque quiero mucho a mi madre y además me acuesto con otros hombres”.. Excepto una amante que le levantó a Julio Iglesias -luego vamos con la aparición estelar de Julísimo- y que la propia serie describe como “un tío con tetas” -la modelo costarricense Giannina Facio-, todas las novias de Miguel son unas ingenuas enamoradas de él hasta las trancas y que no entienden que es un alma libre que tiene mucho amor que repartir. El resto, o son novias histéricas y malvadas de sus amigos, o su madre y su tata y roles equivalentes, como su mejor amiga y agente que le salva el culo en situaciones que son para apuñalarlo en los riñones con una navaja oxidada. El paroxismo, por supuesto, es cuando se cuentan las desventuras de Miguel y su marido para ser padres, consistentes en que varios embarazos de alquiler fracasan. La médica de la clínica privada entendemos que gringa sale para anunciarles que los fetos no han seguido adelante y ellos sufren tremendo drama humano. Por supuesto nunca se ve un plano de la mujer pobre a la que le han alquilado un órgano durante nueve meses, porque no importa. Ellos son los verdaderos padres. Es más, ÉL. BOSÉ. Porque tiene dinero, y por eso es el centro del universo.
Lo único salvable de este espectáculo pornográfico que inspira más ganas de quemar coches en la Gran Vía y colgar empresarios de las farolas que admiración por Bosé son los momentos “soy un truhán, soy un señor”. Uno de los episodios narra la estancia de Miguel durante un mes, en 1982, en la casa de Julio Iglesias en Miami. Allí asiste a la particular vida privada de su colega de profesión y amigo, en la que las novias se van turnando en la misma habitación y su asistente personal, el ex jugador de baloncesto Toncho Nava, se dedica a hacer fotos polaroid de todas sus pertenencias para luego guardarlas en cajas con el nombre o mote de la interfecta y poder recolocarlas en su siguiente temporada en la casa para que piensen que se quedaron tal cual las dejó. Los hijos de Julio, además, viven en una finca aparte, “para que así él pueda ensayar”, y toda clase de amigos de lo más variopinto pasan por la casa, durmiendo allí a la buena de Dios o quedándose a ver los partidos de España en el Mundial, en una especie de fiesta intermitente constante, no muy hortera ni escandalosa, pero siempre canallita.
La serie, en fin, de manera involuntaria, trata de lo pijos que son Bosé y todo su entorno, tanto que ni son conscientes de sus propios privilegios ni de un clasismo paternalista -“a la tata y a los señores que cuidan nuestra finca los tratamos como si fuesen de la familia”- que está pidiendo como el comer una visita del Azarías y una encina con ramas fuertes y resistencia. Pero oficialmente la trama gira en torno a la relación de Miguel con su padre, el torero Dominguín, y cómo intenta huir de su sombra, además de desarrollar una masculinidad menos positiva, absorbente y egocéntrica que la de este. Parte de la moraleja es que finalmente Miguel acaba integrando aspectos positivos del carácter de este y reconciliándose con él y con su propia identidad, sin ser consciente de que simplemente se ha convertido en otra variante de lo mismo, pero superficialmente progre porque su pareja es otro hombre.
Entre medias se obvian las conocidísimas conexiones con la jerarquía franquista y falangista de los Dominguín, dejando las diferencias entre los tíos del cantante con su padre en una simple pelea de familia y el comunismo militante de Domingo Dominguín en una especie de caprichito hermano de malcriado. Incluso se evita mencionar el apellido de la última pareja del torero, Rosario Primo de Rivera, sobrina de El Ausente y nieta del dictador, aunque quizás esto esté relacionado con ciertos problemillas legales que han tenido con los herederos de la susodicha después de que una de las hermanas del cantante soltase una teoría de la conspiración bastante alambicada sobre la muerte de su padre en un reality. La serie, por cierto, no valida dicha versión, y muestra la oficial.
Lo cierto es que Bosé debería ser la serie de cabecera de la España actual, ya que representa su perfecto estado de ánimo. Una queja ridícula sobre un drama vergonzoso por lo narcisista por parte de un privilegiado que ha hecho siempre lo que ha querido como ha querido pero que demanda, además, que el relato victimista y completamente irreal sobre su persona que se ha montado en su cabeza reciba los aplausos del respetable o se enfurruña. Un análisis que ilustra perfectamente ver a pijos que han basado toda su carrera en dicho privilegio, como el propio Bosé o Mario Vaquerizo, regalarnos el espectáculo dantesco de escucharlos llorar porque ya no se puede decir nada, que si cultura de la cancelación, que si esto ni con Franco. Cosa lógica: como los ricos son ricos, nunca han tenido que sufrir las consecuencias reales de salirse de ninguna norma, estética, sexual o ideológica, porque por encima de todo, eran ricos. Y un rico siempre puede decir y hacer lo que le dé la gana. Cagarse en la salud pública, comprar niños al peso o soltar barbaridades racistas, clasistas, misóginas u homófobas.
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Comentario de Tabaletidolçaina (10/04/2023 13:21):
Me ha encantado la crítica y su apreciación a barricadas en la Gran Vía y millonarios colgados de las farolas la comparto. En el actual estado de las cosas en occidente es el final lógico, ha pasado con un Espartaco en el s. I AC, con Robespiere y su giillotina o Lenin&Stalin con sus gulaps y purgas. Cuando una minoria no para de acaparar bienes y privilegios y su única respuesta es que el pueblo como pasteles si no tienen pan,hay un detonante que lo revienta todo y eso pasará más tarde o más temprano
Comentario de de ventre (10/04/2023 17:36):
lo que me he reído! gracias mil
la verdad es que a mí, el personaje me hizo bastante gracia bastantes años, pero me temo que ud. lo ha clavao.
j
Comentario de Casio (10/04/2023 18:52):
Es que no hay nada más reaccionario que la prensa del corazón. Al menos las secciones de política de “El Mundo” o ABC van de frente…la cicatriz que dejó la aniquilación del orgullo de las clases populares por el franquismo es precisamente esa servilismon borreguil que se ve en esa prensa y en ciertos programas de televisión por la gente “bián” (léase con vocecita nasal).
Comentario de Latro (10/04/2023 20:12):
Pues yo les agradezco el esfuerzo. Estoy ya en no sé cuantas plataformas de streaming, estoy resistiéndome fuertemente a meterme en otros como Apple TV a pesar de las críticas geniales que tienen series como Severance, y aparecen estos pavos.
Y su oferta de cosas “guiris” no me convence mucho, pero a lo mejor aparece algo. Pero no, deciden apostar a que su entrada en España es … esto.
Gracias, mi bolsillo lo agradece.
Comentario de emigrante (11/04/2023 15:51):
No sé por que ve cosas como esta si le generan tanta bilis. Haga como yo que me he hecho adicto a los documentales de Eugenio Monesma en su canal de Youtube. Nostálgico que es uno.
Este tío no es santo de mi devoción pero me están entrando ganas de hacer de abogado del Diablo por aquello de generar debate. Veo algo de hipocresía en su cancelación. Hay que recordar que este chico Almodóvar en los 90 era luz y guía del progresismo y su caída en desgracia se debe a que a cometido el imperdonable error de salirse del Relato. Y que le han cambiado la reglas a mitad del partido, lo que entonces era políticamente correcto ya no lo es. Como todas las divas Bosé ha envejecido mal.
Parece que su mayor pecado es ser un pijo y haber nacido en el seno de una familia de ricos y famosos. Pero es que ese es el caso del 90% de los artistas españoles. Hay clanes enteros como los Molina, los Flores o los Bardém donde supuestamente tiene talento hasta el gato.
Y eso de que tuvo éxito porque era famoso o era famoso porque tuvo éxito es como el huevo y la gallina, no puede existir una cosa sin la otra. Julio Iglesias también tuvo varios hijos que intentaron seguir sus pasos pero solo uno de ellos tuvo un éxito relevante, también recuerdo que el tenor Alfredo Kraus presentó a su hija Patricia en la tele para lanzarla al estrellato, y se estrelló. Por tanto, a pesar de todas las facilidades que tienen los pijos para empezar sus carreras desde lo más alto, algo tendrán que poner de su parte si quieren mantenter su status. Por otro lado el propio Julio Iglesias es la personificación del Sueño Americano, su música te podrá no gustar porque está muy pasada de moda pero en su día arrasó y fue por mérito suyo y no de sus padres.
Lo peor de Miami es que es el aro por el que tienen que pasar todos los artistas en español si quieren ser internacionales. Cuando era pequeño existía el festival de la OTI que era una especie de Eurovisión iberoamericana, tan cutre o más que el europeo pero dependía de las televisiones públicas de los distintos países, no sé que fue de aquello creo que desapareció pronto. Ahora lo más que puede aspirar un artista en español es a ganar el Grammy Latino, el MTV Latino o algún otro premio dado por las discográficas gringas. Es una colonización cultural completa, toda la música que se oye en español está producida en los USA.
Comentario de Lluís (11/04/2023 19:02):
Creo que dentro de unos años podrían hacer una serie mucho mejor con un tal Froilán, que en bastantes menos años ya da para mucho. Y si quieren echarle algo de fantasía, que lo imaginen, entre juerga y juerga, conspirando para hacerse con el trono. Por algo así igual me pensaría abonarme a un canal de esos de series.
Comentario de Intelestual (12/04/2023 22:46):
En 5-6 años, Bardem será el nuevo Bose y todo risas al recordar que fue el capitán de la ceja.
Comentario de Sgt. Kabukiman (13/04/2023 18:58):
Emigrante, Bosé siempre representó lo pijo, desde que las adolescentes mojaban las bragas con sus portadas del vale. Independientemente de eso, fue difícil no empatizar con el cuando se publicó de todo en la época en que lo sacaron del armario. Ríete tu de okdiario.
Si es un personaje ridículo no es por lo pijo, es por sus magufadas, sus conspiranoias y en general por las chorradas que vende (y nos venden) como valentía intelectual.
Es difícil envejecer con dignidad. Así a bote pronto se me ocurren Savater, Sabina, Boadella… personajes de interés convertidos en pollaviejas.
Y ya que tocamos el tema, para cuando la glosa, a la manera de esta santa casa, de las aventuras del recientemente finado Sánchez drago?
Comentario de TAKASHI TETSHUARA (13/04/2023 23:03):
Ya prácticamente lo es. Va de ecologista, y usa el modelo de todo terreno más contaminante, por no hablar de sus numéricos antisistema, mientras pierde el cupo trabajando en Hollywood. Que me parece bien pero sermones no, Bardem
Comentario de TAKASHI TETSHUARA (13/04/2023 23:06):
Claro ahora decir las verdades, es envejecer mal.
Lo que hay que leer, me parece que eres tú el que chocheas y no ellos.
Comentario de emigrante (14/04/2023 16:00):
#7, lo de lo pijo lo decía sobre todo en referencia a la crítica del señor Jenal que insiste mucho en ello. Insisto yo también en que este señor no es nada mío y me importa un idem lo que le pase. Pero, a priori ser un privilegiado no te convierte en culpable de tus privilegios, de la misma manera que quien nace pobre o en un país txungo tampoco es culpable para recibir ese castigo. Ser un privilegiado tampoco es algo que te dé la razón o te la quite. Quiero decir que hay suficientes argumentos para criticar a Bosé y éste no debería ser uno de ellos si se prescinde de los prejuicios morales.
En cuanto a las magufadas, yo lo veo más como una víctima que como un culpable. Tan solo defiende una historia que no se ha inventado él. Hay que recordar que perdió a su madre en lo peor de la pandemia sin poder despedirse ni enterrarla como Dios manda. Ante una desgracia así uno tiende a buscar culpables en los que poder vengarse para mitigar su dolor. Por tanto no es de extrañar que caiga en conspiraciones si no tiene la formación científica ni la fortaleza emocional para superarlo. Como se decía antes, hay que condenar el pecado y compadecerse del pecador.
Las magufadas son lo que Richard Dawkins llamaba “memes virales”, ideas tóxicas que se propagan como virus en el conjunto del conocimiento humano. A las ideas o conceptos los llamó memes (nada que ver con los chistes de las redes sociales) porque se comportan de manera similar a los genes siguiendo un proceso de selección natural. De la misma manera que los virus son genes que adquieren vida propia hay memes que también adquieren vida propia y se propagan a costa de sus víctimas. Personalemete creo lo que hay es la necesidad innata de buscar respuestas sencillas y rápidas que podamos manejar dentro de la limitada capacidad del intelecto de cada uno/a. Algunas ideas se propagan rápido porque encuentran un hueco que ansiábamos rellenar.
Y Sánchez Dragó no es que no haya sabido envejecer es que nunca supo madurar. Un saludo y buen finde, mi sargento.
Comentario de de ventre (19/04/2023 10:47):
un saludo a Manuel Jácar, autor del artículo.
j