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Carlos Fabra o la refundación del arte conceptual

Carlos Fabra es uno de los pocos políticos valencianos que no deja de sorprenderme. Paco Camps, por mucho que se diga, es previsible: sabemos que hará todo lo que esté en su mano para perpetuarse en el poder y para machacar a sus adversarios, pero carece del savoir faire del castellonense. Los últimos y fallidos intentos del PP por ilegalizar la manifestación del sábado 26 de marzo, teniendo en cuenta que de paso se pretendía cerrar toda página de internet en la que figuraran contenidos ofensivos contra Camps, demuestran que nuestro president tiene un corazoncito frágil y dolorido.

Ni los rosarios que reza en la capilla del Palau de la Generalitat (por si no lo saben los lectores, el molt honorable ha rehabilitado su antiguo uso colocando una estatua de sant Vicent Ferrer debajo del retablo de Sariñena y haciendo traer un reclinatorio), ni las muestras de apoyo de su correligionarios han logrado que soporte este camino de espinas que él mismo se ha diseñado. Paco Camps abandera el más rancio catolicismo. En su infancia debió disfrutar de las sesiones cinematográficas maratonianas en las que se ofrecían películas que describían el sufrimiento de los mártires cristianos, esas versiones peplum en tecnicolor desvaído que se rodaban en Cinecittà. Su manera de proceder, que recuerda más a las de las heroínas cristianas por su porte frágil y mirada vidriosa, es la de la persona que soporta las condiciones adversas con oraciones y pastillas. Cuando hay un problema, él nunca es el culpable. Su estrategia de centrifugado de culpas es admirable. Salpica a todo cristo y aparece impoluto, como el hombre blanco de Colón. Todo se resume en que sus adversarios han urdido una serie de mentiras para desprestigiarle.

Sin embargo, la tecnología está permitiendo que las personas de la calle generen contenidos contra él, ofreciéndolos urbi et orbe a todo aquel que quiera compartirlos. La guerrilla urbana se ha trasladado a unos espacios virtuales que no puede controlar. Calculo que todos hemos recibido montajes fotográficos de Camps que nos han provocado cuanto menos una carcajada. Supongo que no se esperaba eso de nosotros, los valencianos. Él había presumido ex catedra de tener seis millones de amigos (me inclino a pensar que se refería a la cifra de habitantes que gobierna) y ha comprendido que no todo es un camino de rosas. Ya sé que somos una panda de rojos trasnochados que estamos incapacitados para percibir la noble tarea que le ha sido encomendada. Quizá somos unos descreídos que hacemos caso a las leyendas urbanas que circulan por la red, en las que se insinúa que Camps tiene una doble vida. Aun así, aun intentando hacer todas las cábalas posibles, Camps no da la talla.

Las fuerzas vivas de la Comunitat inaugurando el flamante aeropuerto de Castellón, el primer aeropuerto para peatones de la historia

Carlos Fabra es todo o contrario. Él es un verdadero artista que no se regocija en las penas con un baño aromatizado con rosas de pitiminí. Su look lo dice todo. Le importa tres cominos que la gente piense que con esas gafas y ese parar recuerde a un gobernador civil del más estricto franquismo. Fabra puede con todo y con todos. Cuando se hizo mofa de su proverbial suerte con la lotería, salió a la palestra y arremetió contra los osados que se habían permitido ese lujo. No intenta cerrar páginas webs y blogs, convoca a la prensa y dice lo que tiene que decir. No tiene pelos en la lengua. Debió fraguar su corazón con otro tipo de películas, con otro tipo de vivencias más rurales y menos cosmopolitas. Fabra no va de culto. No se le ocurre citar a Brecht para acusar a sus adversarios. Su sabiduría proviene de una tierra milenaria que sólo ha conocido el favor como moneda de pago. Él sí que habla ex catedra. Recordemos sus palabras grabadas en una reunión de correligionarios en la que explicaba cómo mantener el voto cautivo. Fabra es harina de otro costal y por esa misma razón sorprende con sus declaraciones.

Mientras que Camps no asume las vanguardias artísticas —és més coent que un all–, Carlos Fabra nos sorprende con unas propuestas que van más allá, que nos recuerdan al arte conceptual de los mejores tiempos. La época gloriosa de los happening se queda a la altura del betún. Para muestra un botón. Sus últimas declaraciones en la radio sobre la inauguración del aeropuerto de Castellón son únicas: «Hay quienes dicen que estamos locos por inaugurar un aeropuerto sin aviones. No han entendido nada. Este es un aeropuerto para Castellón, para las personas. Durante mes y medio cualquier ciudadano que lo desee podrá visitar esta terminal o caminar por las pistas de aterrizaje, algo que no podrían hacer si fueran a despegar o a aterrizar aviones». No se trata de una jornada de puertas abiertas para que el ciudadano pueda comprender cómo funciona por dentro una organización tan compleja como es un aeropuerto. Fabra va más allá de su utilidad. Propone a los castellonenses que lo visiten, que paseen por todas sus instalaciones. En el período que abarca esta iniciativa innovadora, se celebra la Pascua de resurrección, y calculo que animará a que las familias lleven sus catxirulos para que surquen el cielo, como lo harán los prometidos aviones. No me extrañaría que fuese capaz de reconvertir las pistas de aterrizaje en pistas de atletismo. Hay que subvertir el concepto para llegar a ser creativo. Fabra lo ha conseguido.

Paco Camps es poca cosa. De su vena de artista sólo conocemos esa chaqueta fantasía que figura en el sumario de los trajes. Nadie, que yo sepa, la ha visto. Y la verdad es que pagaría una paella –de las de verdad, no de las rusas– para verla en una foto. No me la puedo imaginar. Fabra no necesita vestuario para salir a los escenarios. Es como una prima donna: llena el escenario con su presencia.

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12 thoughts on “Carlos Fabra o la refundación del arte conceptual

  1. Arròs cobat

    Hui no heu estat molt inspirats eh! No li trobo sustancia al text ho sento, hi ha poquet de suquet.
    No m’ha fet gràcia.
    Sort a la próxima.

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  2. Cuixa de pollastre

    El afán de Camps por revivificar la confesionalidad de todo lo que nos rodea no tiene límites: ¡recupera la capilla de la Generalitat, reclinatorio incluido! ¡Como si estuviésemos en los años 40! Magistral. Felicidades por el artículo

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  3. galaico67

    Y yo pensando que os ibais a meter con la estatueta de Carlos Fabrone «el Afortunado» que corona la magna obra de Aerocas ó con la manía de llenarnos Castelló de manos y ojos de colorines ( by Ripollés) y os vais a meter en cuestiones de estilo personal.
    Pero si está claro que en un mundo de onvres Kampitos solo sería un seminarista meritorio a la sombra de Don Carlo. Mirando con ojitos de cordero degollado a l@s manceb@s del señor y apretandose el cicilio cada noche en castigo a sus deseos llenos de concupiscencia….

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      • galaico67

        De momento no esta instalada, está en ejecución, creo.
        Una de las últimas de Ripollés se montó en el pueblo donde vivo. Ya me enteraré si está en ello . Si veo faena en la zona, contar con una foto ( o una serie, para ver su gestación) y os la envío.

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        • galaico67

          Confirmo que Ripollés está poniendo otro huevo, este en color latón verdoso (o eso me parecia a la luz de la tarde).
          Que sea para Don Carlo ó para el Aeropuerto, no lo puedo confirmar.
          Si quereis foto, decirme a donde os la puedo enviar….

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  4. Senyor Garrofó

    Pues a mí sí me ha gustado la reflexión. Me parece, además, que es muy interesante descubrir lo de la capillita privada de Camps, que es algo de lo que creo que nadie había contado nada hasta la fecha. Y que da una imagen si cabe más demoledora, al menos para alguien racionalista como yo, del actual President de la Generalitat. Porque su mantra de «todo para los curas y para el Opus», que tantas cosas explica sobre su acción de gobierno, casi me parece menos peligroso si estamos hablando de una colla de amiguetes que se reparte pasta y prebendas, como es el caso de la Universidad del Trinque, que si va y resulta que el problema es que tenemos un beatillo que vive de verdad imbuido del temor de Dios, como si fuera un reyezuelo inculto del medievo, con su capilla y gilipolleces varias.

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  5. Safrà

    Interesante comparación. Como al senyor Garrofó, me interesa saber si han colocado la estatua de marras. ¿Cuántas estatuas ha confeccionado Ripollés para el PP? ¿Cuántos horrores jalonan Castellón o la Comunidad Valenciana? El PP no parece saber nada de arte ni de cultura. Se nota mucho. ¿De verdad creen que lo que hace Ripollés es arte? Tal vez se dedica a confeccionar fallas monstruosas, pero de arte, nada de nada. Magnífica una foto que vi en la que Ripollés, con esa vestimenta cutre y retrógrada que lo caracteriza –con la que, sorprendentemente, engaña al PP, haciéndole creer que es transgresora–, parecía besar la mano de Camps. Un buen ejemplo de arte comprometido con el poder, sin duda.
    Gracias por vuestro espacio crítico estimulante.

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  6. de ventre

    a mí me ha gustado, qué demonios. retoma el tema de los parecidos razonables entre el berlusconismo y ppcv. desde luego para mí si que hay una cosa en la que son idénticos: la desfachatez para escurrir el bulto, ahí fabra lo borda.

    j

    pd: ahora sí, la relación ripollés-ppcv da para un artículo.

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    • Paco el Tremendo Post author

      Estoy de acuerdo en que Ripollés da de sí, pero no tenemos que olvidar otros escultores que también merecen una reseña biográfica: por poner un ejemplo, Ramón de Soto, que entró en el Consell Valencià de Cultura de la mano del PCE y que pervive allí ayudado por el PPCV.

      Me apunto la idea. Eso de la gauche divine tiene su interés.

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  7. Pingback: Ripollés o la cultura del PP | La Paella Rusa

  8. El teniente Ayala

    -«Dinos Conan, ¿qué es lo mejor de la vida?»
    -«Lo mejor de la vida es aplastar enemigos, verlos destrozados y oir el lamento de sus mujeres»
    -«Dinos Fabra, ¿por qué construiste un aeoropuerto?»
    -«Hay quienes dicen que estamos locos por inaugurar un aeropuerto sin aviones, no han entendido nada. Durante mes y medio cualquier ciudadano que lo desee podrá visitar esta terminal o caminar por las pistas de aterrizaje, algo que no podrían hacer si fueran a despegar o a aterrizar aviones»

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