Apartado
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Acuerdos
publicitarios en Internet: convertir nuestra web en un negocio
1) Introducción
Configurar
una página web, con los contenidos que sean, puede ser una experiencia
muy interesante si lo que ofrecemos se ve coronado por el éxito
de la afluencia de público. Indudablemente, a todo el mundo le gusta
ser escuchado y que lo que escribe tenga repercusión entre el público,
por pequeña que sea. Si hemos promocionado adecuadamente nuestra
página, la actualizamos con frecuencia y, sobre todo, nuestros contenidos
son interesantes, al final conseguiremos un número de visitas aceptable.
En tal caso, ¿por qué no aprovechar este caudal de visitas para
rentabilizarlo de alguna manera? Es decir, ¿por qué no expoliar
a determinadas empresas llegando a acuerdos publicitarios con ellas?
Independientemente
de que el objetivo de nuestra página sea simplemente lúdico o tengamos
desde el principio intereses comerciales, los contenidos de la web
no desmerecerán en absoluto porque coloquemos algunos banners publicitarios.
El problema estriba en qué banners colocar.
2) Modelos de pago
publicitario en Internet
a) Pay per click:
es decir, pago por click. Miles de empresas sospechosas y chiringuitos
financieros ofrecen a cualquier webmaster, de forma indiscriminada,
una cantidad determinada por cada vez que alguien pinche en el banner
que tendremos colocado en su web. Las cantidades pueden oscilar
entre un céntimo de dólar y veinticinco pesetas, más o menos.
Para
dilucidar si este tipo de publicidad es útil no tenemos más que
hacernos la siguiente pregunta: ¿cuántas veces pinchamos nosotros
en los banners de otras páginas? O mejor dicho: ¿cuántas veces nos
hemos lanzado como posesos a comprar toneladas de detergente al
supermercado por haber visto un anuncio de una empresa cuyo automático
“lava más blanco”? Pues nunca, o casi nunca. Si optamos por poner
publicidad del tipo pay per click en nuestra web nos encontraremos,
al cabo de poco tiempo, con que virtualmente nadie (salvo nosotros)
pincha en este tipo de banners. Así que el resultado final será
que nos dedicaremos a pinchar en nuestros propios banners como posesos
para intentar un beneficio económico que en ningún caso resulta
espectacular, habida cuenta de la pequeña cantidad que pagan estas
empresas.
Pero
es que además muchas de ellas se dedican a aprovecharse de la irregular
(o inexistente) regulación legal en Internet para, directamente,
negarse a pagar cuando llegue el momento. En líneas generales, si
llegamos a acuerdos con empresas que paguen mediante este sistema
mejor hacerlo con empresas fiables. Es decir, mejor Altavista que
un Casino radicado en las Islas Caimán, por ejemplo (el segundo
paga teóricamente mucho más, pero al final descubriremos que no
paga nada de nada, mientras que Altavista, por una cuestión de presencia
y prestigio en la Red, no se puede permitir timar a miles de webmasters).
Sin
embargo, dentro de la publicidad pay per click hay pequeñas excepciones
que pueden resultarnos de interés, particularmente los buscadores
que ofrecen una pequeña cantidad cada vez que alguien realiza una
búsqueda a través de nuestra página (generalmente, entre uno y cinco
céntimos de dólar). Aunque la cantidad es, en principio, ridícula,
los buscadores ofrecen varias ventajas nada desdeñables sobre los
banners:
-
En primer lugar, un buscador
es algo útil para nosotros, mientras que un banner no nos aporta
nada. Es decir, si estamos acostumbrados a utilizar un buscador
determinado en nuestras pesquisas por Internet, ¿por qué no cobrar
una pequeña cantidad por ello?.
-
De la misma manera, un
buscador es un servicio útil para nuestros visitantes, al contrario
que los engorrosos banners, lo cual quiere decir que no se “molestarán”
porque incluyamos un buscador, y es más, lo utilizarán de cuando
en cuando (lo que no ocurrirá con ningún banner)
b) Porcentajes
de venta: Funcionan de manera distinta al pay per click; en este
caso se trata de empresas que pagan una comisión (que oscila entre
el 5% y el 50%) por cada venta que realicen a un cliente que haya
llegado a través de nuestra web. Aparentemente, suena muy bien,
nosotros ponemos un banner de una empresa de jardinería, por ejemplo,
y cada vez que un visitante de nuestra web fanático de la jardinería
compre los aperos de último modelo en nuestra anunciante nos darán
un jugoso porcentaje. Sin embargo, el problema es obvio: ¿cuáles
son las posibilidades que tenemos de que alguien pinche en un banner
nuestro, saque su Visa Oro y comience a gastar como un poseso en
la tienda virtual a la que estamos asociados? Directamente, ninguna.
Por la misma razón por la que nadie pincha en los banners publicitarios,
nadie comprará nada por una publicidad situada en nuestra web, especialmente
si tenemos en cuenta la desconfianza que la mayoría de la gente
tiene aún hoy en día por las transacciones económicas vía Internet.
En la práctica, este sistema publicitario sólo puede sernos útil
si nosotros mismos quisiéramos comprar cosas en la tienda virtual
con la que lleguemos a un acuerdo publicitario, y aún así no se
trataría de un beneficio económico, sino de un descuento en nuestras
compras adquirido de forma poco ortodoxa.
c) Pago
por impresión: el Sueño de los Elegidos, la Tierra Prometida, el
Paraíso de los webmasters. Independientemente de que la gente pinche
en los banners o no, por cada visita que tengamos a nuestra página
nos pagarán una pequeña cantidad, que oscilará entre una y cuatro
pesetas. En principio, parece una cantidad despreciable, pero pensemos
qué ocurriría si tuviéramos una página que obtuviese 1000 visitas
al día (lo cual tampoco es tan aventurado, dependiendo del tipo
de página que tengamos, las personas que trabajen en ella, etc.):
ganaríamos una cantidad que oscilaría entre las 30.000 y las 120.000
ptas. al mes, es decir, prácticamente un sueldo (al menos, un sobresueldo),
y además, lo ganaríamos sin hacer nada (independientemente del trabajo
que supone mantener la web, claro). El problema, naturalmente, es
que los anunciantes que pagan por impresión no son accesibles para
nadie que tenga menos de, precisamente, 1000 visitas al día. Por
otro lado, para acceder a este tipo de acuerdos no tenemos que dirigirnos
a empresas en concreto, sino a intermediarios publicitarios en Internet
cuya alma debe ser al menos tan oscura como la de los intermediarios
futbolísticos, y que tenderán a expoliarnos lo que puedan (y aquí
les alabo el gusto; a fin de cuentas, nuestro objetivo es expoliarlos
a ellos). Además, es muy poco probable que un anunciante que paga
por impresión llegue a acuerdos con una página personal, en lugar
de con un dominio, que ya supone ciertos gastos, como veremos a
continuación.
d) Acuerdos
concretos: Aquí ya no vale, en principio, ninguna de las categorías
anteriormente expuestas, sino que se trata de un acuerdo particular
con una empresa concreta, por ejemplo el pago de una cantidad fija
a cambio de incluir unos banners determinados. Generalmente, es
la propia empresa la que se dirige a nosotros, aunque no habría
ningún problema en que seamos nosotros mismos los que hablemos directamente
con empresas directamente relacionadas con la temática de nuestra
web y lleguemos a un acuerdo, vía esta poco explotada y que, a juzgar
por cómo hablan casi todos los empresarios españoles de que “Internet
es el futuro”, puede darnos píngües beneficios, pues son muchas
las compañías que aún pueden endeudarse en el fragor de la Nueva
Economía de Internet.
3) Listado de anunciantes:
Aunque
es evidente que cada uno puede tener sus preferencias e intereses
a la hora de llegar a acuerdos publicitarios, recomiendo dirigirse
a www.abcdatos.com, donde se ofrece un completo
listado de anunciantes de todo tipo con la cantidad que ofrece cada
uno, el tipo de pago y su fiabilidad.
4) Convertirse en un dominio:
Aunque
comencemos nuestra andadura en una página personal, si nuestra página
va razonablemente bien (a partir de 100 visitas al día), sería conveniente
plantearnos la conveniencia de comprar un dominio, es decir, una
dirección principal de Internet, para ampliar nuestras miras. Aunque
la compra y el mantenimiento de un dominio supone ciertos gastos,
las ventajas de contar con un “nombre” en Internet son mucho mayores
que las desventajas, porque aumentaremos nuestro número de visitas,
porque no dependeremos de servidores gratuitos (con los problemas
de funcionamiento que ello acaba suponiendo) y, sobre todo, porque
resultará mucho más sencillo gestionar buenos acuerdos publicitarios
o eventualmente, la venta de nuestra página a una gran empresa.
a) El nombre:
A día de hoy, la mayoría de las palabras y combinaciones de palabras
en Internet están ya registrados. Por ejemplo, si intentamos comprar
la dirección jesusgil.com (que podríamos vender con facilidad a
cualquier empresario siciliano deseoso de emular al presidente del
Atlético de Madrid, aunque claro, también pueden venir dos representantes
legales de D. Jesús a nuestra casa para hacernos una oferta que
no podamos rechazar), descubriremos que la dirección está comprada
hace mucho tiempo (no sé si por el propio D. Jesús o por otra persona),
y que nuestra única opción sería comprar el dominio jesusgil.org,
lo cual, a menos que queramos fundar una ONG basada en las buenas
acciones del personaje, no sería muy interesante. Lo mismo ocurre
con cualquier personaje público, por estrafalario que sea, o con
casi todas las palabras del diccionario. Hace un año comprar dominios
para luego revenderlos era un negocio interesante, pero ahora, con
las sentencias favorables a personajes públicos que vieron “su”
nombre en Internet comprado y la gran cantidad de dominios registrados,
podemos decir que está casi todo el pescado vendido, es decir, que
si compramos un dominio no deberíamos hacerlo con la intención de
venderlo directamente, sino para comenzar algún tipo de negocio
con ese nombre.
En
cualquier caso, habría que recordar que es conveniente, a la hora
de comprar un dominio, tener en cuenta:
-
Que el nombre del dominio
sea lo más breve posible.
-
Que las palabras que compongan
el dominio no se escriban con acentos ni eñes.
-
Que sea un nombre fácilmente
reconocible.
(Ya
sé que los dominios que son de mi propiedad, www.comunicacionaudiovisual.net
y www.lapaginadefinitiva.com
, no cumplen más que la tercera condición, pero esa es otra historia).
b) Registro
del nombre: Hasta hace pocos meses, la única posibilidad que existía
para comprar un dominio era dirigirse a www.networksolutions.com , que cobraba
unos 40 dólares (8.000 ptas., al cambio actual) por año de registro
del dominio (cuando compramos un dominio no pasa a ser de nuestra
propiedad para siempre, sino que, en cierta manera, lo “usufructuamos”
por los años que queramos, pero pagando una cantidad cada año).
En principio, resulta curioso que una empresa privada tenga el monopolio
de algo tan importante, pero recuerden que estamos hablando de Estados
Unidos, el país donde la gente no sabe ni contar votos ni votar
a alguien que no sea Buchanan. En cualquier caso, actualmente hay
varias empresas que pueden vender nombres de dominios, la más barata
de las cuales (creo) es www.dotster.com
(3.000 ptas. al año), aunque quizás sea más interesante registrar
nuestro dominio a través de www.arsys.es
, porque cuesta prácticamente lo mismo, está en español y, además,
nos ahorramos burocracia.
c) Servidor:
Una vez tengamos el nombre del dominio, es preciso encontrar un
servidor donde podamos colocar nuestras páginas, para activar el
dominio. Aunque existen servidores gratuitos (por ejemplo, www.freewebsites.com), en principio no
son muy recomendables, ya que funcionan casi peor que los servidores
de páginas personales y, sobre todo, nos obligan a insertar en todas
nuestras páginas publicidad de ellos, es decir, publicidad por la
que a nosotros no nos pagarán nada. Así que, si queremos hacer las
cosas bien, no tendremos más remedio que buscar un servidor de pago.
En esta tesitura, vuelvo a recomendar Arsys, que es el servidor
donde tengo alojadas las páginas web a las que antes aludía, por
su buen funcionamiento y porque los precios son bastante ajustados:
según cómo queramos tener nuestro dominio, nos costará entre 500
ptas. al mes y 5000 (obviamente, en principio sería más conveniente
utilizar el servicio más barato, aunque depende del tipo de página
que queramos hacer). Otra opción, quizás más a largo plazo, sería
utilizar nuestro propio ordenador como servidor de nuestras páginas,
es decir, un ordenador permanentemente conectado a la Red que se
encarge de “mostrar” las páginas en Internet, aunque hay que tener
presente que tendría que ser un ordenador bastante potente (y además,
habría que gastar un dinero en la conexión permanente a la Red).
5) Acuerdos
con empresas: vender nuestra web
Al
final, como espero que haya quedado claro a lo largo de este cursillo,
nuestro objetivo debería ser configurar una página web de contenidos
suficientemente interesantes y particulares como para que alguna
empresa de entidad se interesara por nosotros y, eventualmente,
quisiera comprarnos. Esto puede parecer complicado pero no lo es
tanto, por una razón muy sencilla: pasada la histeria colectiva
de las empresas por “estar presentes en Internet”, comienza a hacerse
patente la necesidad de, además de “estar”, ofrecer algo interesante
para el público, porque en caso contrario los visitantes comienzan
a desaparecer a gran velocidad. Y en el momento presente la inmensa
mayoría de los portales de Internet (particularmente los hispanos)
tienen un muy serio problema de contenidos: se nutren de información
de agencia, u ofrecen unos contenidos en líneas generales bastante
pobres. Por tanto, no resultaría tan utópico pensar que, en un momento
dado, alguna de estas empresas nos hiciera una oferta por nuestros
contenidos (siempre y cuando hayamos crecido lo suficiente) o, directamente,
nos contrate. Como ejemplo, cuando apareció Gran Hermano en nuestras
pantallas muy poca gente había pensado en hacer páginas sobre este
programa, entre ellos un tal Cristian, que tenía una página personal
donde decía cuatro chorradas (bien escritas, eso sí) sobre GH; al
producirse el boom con todo lo relacionado con Gran Hermano, los
portales españoles empezaron a buscar contenidos sobre el programa,
y al final ya.com compró la página de Cristian por una tonelada
de millones. Para más inri, poco antes de empezar El Bus Terra puso
sobre la mesa de Cristian otro maletín lleno de pasta para quitárselo
a ya.com, así que actualmente la inmensa mayoría de los contenidos
de elbus.net, la página de Terra sobre el programa, son proporcionados
por Cristian (el hecho de que El Bus sea uno de los mayores fracasos
de la historia de la TV en España y que la página de Terra no la
visite ni Dios puede ser un desastre para Telefónica, pero a Cristian
imagino que le dará igual). Convendré en que es más complicado seguir
los pasos de este chico con una página dedicada a la ontología del
ser, pero en cualquier caso resulta válido como ejemplo de que,
en Internet, hay bastantes posibilidades de conseguir un sobresueldo
interesante, e incluso un trabajo. Así que ánimo y a intentar que,
dado que la mayor parte de las empresas de Internet pierden dinero,
al menos lo pierdan con nosotros.
Con
este apartado termina el Cursillo de edición de páginas web
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