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Apartado 5

Acuerdos publicitarios en Internet: convertir nuestra web en un negocio

 

1)    Introducción

Configurar una página web, con los contenidos que sean, puede ser una experiencia muy interesante si lo que ofrecemos se ve coronado por el éxito de la afluencia de público. Indudablemente, a todo el mundo le gusta ser escuchado y que lo que escribe tenga repercusión entre el público, por pequeña que sea. Si hemos promocionado adecuadamente nuestra página, la actualizamos con frecuencia y, sobre todo, nuestros contenidos son interesantes, al final conseguiremos un número de visitas aceptable. En tal caso, ¿por qué no aprovechar este caudal de visitas para rentabilizarlo de alguna manera? Es decir, ¿por qué no expoliar a determinadas empresas llegando a acuerdos publicitarios con ellas?

Independientemente de que el objetivo de nuestra página sea simplemente lúdico o tengamos desde el principio intereses comerciales, los contenidos de la web no desmerecerán en absoluto porque coloquemos algunos banners publicitarios. El problema estriba en qué banners colocar.

2)    Modelos de pago publicitario en Internet

a)     Pay per click: es decir, pago por click. Miles de empresas sospechosas y chiringuitos financieros ofrecen a cualquier webmaster, de forma indiscriminada, una cantidad determinada por cada vez que alguien pinche en el banner que tendremos colocado en su web. Las cantidades pueden oscilar entre un céntimo de dólar y veinticinco pesetas, más o menos.

Para dilucidar si este tipo de publicidad es útil no tenemos más que hacernos la siguiente pregunta: ¿cuántas veces pinchamos nosotros en los banners de otras páginas? O mejor dicho: ¿cuántas veces nos hemos lanzado como posesos a comprar toneladas de detergente al supermercado por haber visto un anuncio de una empresa cuyo automático “lava más blanco”? Pues nunca, o casi nunca. Si optamos por poner publicidad del tipo pay per click en nuestra web nos encontraremos, al cabo de poco tiempo, con que virtualmente nadie (salvo nosotros) pincha en este tipo de banners. Así que el resultado final será que nos dedicaremos a pinchar en nuestros propios banners como posesos para intentar un beneficio económico que en ningún caso resulta espectacular, habida cuenta de la pequeña cantidad que pagan estas empresas.

Pero es que además muchas de ellas se dedican a aprovecharse de la irregular (o inexistente) regulación legal en Internet para, directamente, negarse a pagar cuando llegue el momento. En líneas generales, si llegamos a acuerdos con empresas que paguen mediante este sistema mejor hacerlo con empresas fiables. Es decir, mejor Altavista que un Casino radicado en las Islas Caimán, por ejemplo (el segundo paga teóricamente mucho más, pero al final descubriremos que no paga nada de nada, mientras que Altavista, por una cuestión de presencia y prestigio en la Red, no se puede permitir timar a miles de webmasters).

Sin embargo, dentro de la publicidad pay per click hay pequeñas excepciones que pueden resultarnos de interés, particularmente los buscadores que ofrecen una pequeña cantidad cada vez que alguien realiza una búsqueda a través de nuestra página (generalmente, entre uno y cinco céntimos de dólar). Aunque la cantidad es, en principio, ridícula, los buscadores ofrecen varias ventajas nada desdeñables sobre los banners:

-          En primer lugar, un buscador es algo útil para nosotros, mientras que un banner no nos aporta nada. Es decir, si estamos acostumbrados a utilizar un buscador determinado en nuestras pesquisas por Internet, ¿por qué no cobrar una pequeña cantidad por ello?.

-          De la misma manera, un buscador es un servicio útil para nuestros visitantes, al contrario que los engorrosos banners, lo cual quiere decir que no se “molestarán” porque incluyamos un buscador, y es más, lo utilizarán de cuando en cuando (lo que no ocurrirá con ningún banner)

b)     Porcentajes de venta: Funcionan de manera distinta al pay per click; en este caso se trata de empresas que pagan una comisión (que oscila entre el 5% y el 50%) por cada venta que realicen a un cliente que haya llegado a través de nuestra web. Aparentemente, suena muy bien, nosotros ponemos un banner de una empresa de jardinería, por ejemplo, y cada vez que un visitante de nuestra web fanático de la jardinería compre los aperos de último modelo en nuestra anunciante nos darán un jugoso porcentaje. Sin embargo, el problema es obvio: ¿cuáles son las posibilidades que tenemos de que alguien pinche en un banner nuestro, saque su Visa Oro y comience a gastar como un poseso en la tienda virtual a la que estamos asociados? Directamente, ninguna. Por la misma razón por la que nadie pincha en los banners publicitarios, nadie comprará nada por una publicidad situada en nuestra web, especialmente si tenemos en cuenta la desconfianza que la mayoría de la gente tiene aún hoy en día por las transacciones económicas vía Internet. En la práctica, este sistema publicitario sólo puede sernos útil si nosotros mismos quisiéramos comprar cosas en la tienda virtual con la que lleguemos a un acuerdo publicitario, y aún así no se trataría de un beneficio económico, sino de un descuento en nuestras compras adquirido de forma poco ortodoxa.

c)     Pago por impresión: el Sueño de los Elegidos, la Tierra Prometida, el Paraíso de los webmasters. Independientemente de que la gente pinche en los banners o no, por cada visita que tengamos a nuestra página nos pagarán una pequeña cantidad, que oscilará entre una y cuatro pesetas. En principio, parece una cantidad despreciable, pero pensemos qué ocurriría si tuviéramos una página que obtuviese 1000 visitas al día (lo cual tampoco es tan aventurado, dependiendo del tipo de página que tengamos, las personas que trabajen en ella, etc.): ganaríamos una cantidad que oscilaría entre las 30.000 y las 120.000 ptas. al mes, es decir, prácticamente un sueldo (al menos, un sobresueldo), y además, lo ganaríamos sin hacer nada (independientemente del trabajo que supone mantener la web, claro). El problema, naturalmente, es que los anunciantes que pagan por impresión no son accesibles para nadie que tenga menos de, precisamente, 1000 visitas al día. Por otro lado, para acceder a este tipo de acuerdos no tenemos que dirigirnos a empresas en concreto, sino a intermediarios publicitarios en Internet cuya alma debe ser al menos tan oscura como la de los intermediarios futbolísticos, y que tenderán a expoliarnos lo que puedan (y aquí les alabo el gusto; a fin de cuentas, nuestro objetivo es expoliarlos a ellos). Además, es muy poco probable que un anunciante que paga por impresión llegue a acuerdos con una página personal, en lugar de con un dominio, que ya supone ciertos gastos, como veremos a continuación.    

d)     Acuerdos concretos: Aquí ya no vale, en principio, ninguna de las categorías anteriormente expuestas, sino que se trata de un acuerdo particular con una empresa concreta, por ejemplo el pago de una cantidad fija a cambio de incluir unos banners determinados. Generalmente, es la propia empresa la que se dirige a nosotros, aunque no habría ningún problema en que seamos nosotros mismos los que hablemos directamente con empresas directamente relacionadas con la temática de nuestra web y lleguemos a un acuerdo, vía esta poco explotada y que, a juzgar por cómo hablan casi todos los empresarios españoles de que “Internet es el futuro”, puede darnos píngües beneficios, pues son muchas las compañías que aún pueden endeudarse en el fragor de la Nueva Economía de Internet.

3)     Listado de anunciantes:

Aunque es evidente que cada uno puede tener sus preferencias e intereses a la hora de llegar a acuerdos publicitarios, recomiendo dirigirse a www.abcdatos.com, donde se ofrece un completo listado de anunciantes de todo tipo con la cantidad que ofrece cada uno, el tipo de pago y su fiabilidad.

4)     Convertirse en un dominio:

Aunque comencemos nuestra andadura en una página personal, si nuestra página va razonablemente bien (a partir de 100 visitas al día), sería conveniente plantearnos la conveniencia de comprar un dominio, es decir, una dirección principal de Internet, para ampliar nuestras miras. Aunque la compra y el mantenimiento de un dominio supone ciertos gastos, las ventajas de contar con un “nombre” en Internet son mucho mayores que las desventajas, porque aumentaremos nuestro número de visitas, porque no dependeremos de servidores gratuitos (con los problemas de funcionamiento que ello acaba suponiendo) y, sobre todo, porque resultará mucho más sencillo gestionar buenos acuerdos publicitarios o eventualmente, la venta de nuestra página a una gran empresa.

a)     El nombre: A día de hoy, la mayoría de las palabras y combinaciones de palabras en Internet están ya registrados. Por ejemplo, si intentamos comprar la dirección jesusgil.com (que podríamos vender con facilidad a cualquier empresario siciliano deseoso de emular al presidente del Atlético de Madrid, aunque claro, también pueden venir dos representantes legales de D. Jesús a nuestra casa para hacernos una oferta que no podamos rechazar), descubriremos que la dirección está comprada hace mucho tiempo (no sé si por el propio D. Jesús o por otra persona), y que nuestra única opción sería comprar el dominio jesusgil.org, lo cual, a menos que queramos fundar una ONG basada en las buenas acciones del personaje, no sería muy interesante. Lo mismo ocurre con cualquier personaje público, por estrafalario que sea, o con casi todas las palabras del diccionario. Hace un año comprar dominios para luego revenderlos era un negocio interesante, pero ahora, con las sentencias favorables a personajes públicos que vieron “su” nombre en Internet comprado y la gran cantidad de dominios registrados, podemos decir que está casi todo el pescado vendido, es decir, que si compramos un dominio no deberíamos hacerlo con la intención de venderlo directamente, sino para comenzar algún tipo de negocio con ese nombre.

En cualquier caso, habría que recordar que es conveniente, a la hora de comprar un dominio, tener en cuenta:

-          Que el nombre del dominio sea lo más breve posible.

-          Que las palabras que compongan el dominio no se escriban con acentos ni eñes.

-          Que sea un nombre fácilmente reconocible.

(Ya sé que los dominios que son de mi propiedad, www.comunicacionaudiovisual.net y www.lapaginadefinitiva.com , no cumplen más que la tercera condición, pero esa es otra historia).

b)     Registro del nombre: Hasta hace pocos meses, la única posibilidad que existía para comprar un dominio era dirigirse a www.networksolutions.com , que cobraba unos 40 dólares (8.000 ptas., al cambio actual) por año de registro del dominio (cuando compramos un dominio no pasa a ser de nuestra propiedad para siempre, sino que, en cierta manera, lo “usufructuamos” por los años que queramos, pero pagando una cantidad cada año). En principio, resulta curioso que una empresa privada tenga el monopolio de algo tan importante, pero recuerden que estamos hablando de Estados Unidos, el país donde la gente no sabe ni contar votos ni votar a alguien que no sea Buchanan. En cualquier caso, actualmente hay varias empresas que pueden vender nombres de dominios, la más barata de las cuales (creo) es www.dotster.com (3.000 ptas. al año), aunque quizás sea más interesante registrar nuestro dominio a través de www.arsys.es , porque cuesta prácticamente lo mismo, está en español y, además, nos ahorramos burocracia.

c)     Servidor: Una vez tengamos el nombre del dominio, es preciso encontrar un servidor donde podamos colocar nuestras páginas, para activar el dominio. Aunque existen servidores gratuitos (por ejemplo, www.freewebsites.com), en principio no son muy recomendables, ya que funcionan casi peor que los servidores de páginas personales y, sobre todo, nos obligan a insertar en todas nuestras páginas publicidad de ellos, es decir, publicidad por la que a nosotros no nos pagarán nada. Así que, si queremos hacer las cosas bien, no tendremos más remedio que buscar un servidor de pago. En esta tesitura, vuelvo a recomendar Arsys, que es el servidor donde tengo alojadas las páginas web a las que antes aludía, por su buen funcionamiento y porque los precios son bastante ajustados: según cómo queramos tener nuestro dominio, nos costará entre 500 ptas. al mes y 5000 (obviamente, en principio sería más conveniente utilizar el servicio más barato, aunque depende del tipo de página que queramos hacer). Otra opción, quizás más a largo plazo, sería utilizar nuestro propio ordenador como servidor de nuestras páginas, es decir, un ordenador permanentemente conectado a la Red que se encarge de “mostrar” las páginas en Internet, aunque hay que tener presente que tendría que ser un ordenador bastante potente (y además, habría que gastar un dinero en la conexión permanente a la Red).

5)     Acuerdos con empresas: vender nuestra web

Al final, como espero que haya quedado claro a lo largo de este cursillo, nuestro objetivo debería ser configurar una página web de contenidos suficientemente interesantes y particulares como para que alguna empresa de entidad se interesara por nosotros y, eventualmente, quisiera comprarnos. Esto puede parecer complicado pero no lo es tanto, por una razón muy sencilla: pasada la histeria colectiva de las empresas por “estar presentes en Internet”, comienza a hacerse patente la necesidad de, además de “estar”, ofrecer algo interesante para el público, porque en caso contrario los visitantes comienzan a desaparecer a gran velocidad. Y en el momento presente la inmensa mayoría de los portales de Internet (particularmente los hispanos) tienen un muy serio problema de contenidos: se nutren de información de agencia, u ofrecen unos contenidos en líneas generales bastante pobres. Por tanto, no resultaría tan utópico pensar que, en un momento dado, alguna de estas empresas nos hiciera una oferta por nuestros contenidos (siempre y cuando hayamos crecido lo suficiente) o, directamente, nos contrate. Como ejemplo, cuando apareció Gran Hermano en nuestras pantallas muy poca gente había pensado en hacer páginas sobre este programa, entre ellos un tal Cristian, que tenía una página personal donde decía cuatro chorradas (bien escritas, eso sí) sobre GH; al producirse el boom con todo lo relacionado con Gran Hermano, los portales españoles empezaron a buscar contenidos sobre el programa, y al final ya.com compró la página de Cristian por una tonelada de millones. Para más inri, poco antes de empezar El Bus Terra puso sobre la mesa de Cristian otro maletín lleno de pasta para quitárselo a ya.com, así que actualmente la inmensa mayoría de los contenidos de elbus.net, la página de Terra sobre el programa, son proporcionados por Cristian (el hecho de que El Bus sea uno de los mayores fracasos de la historia de la TV en España y que la página de Terra no la visite ni Dios puede ser un desastre para Telefónica, pero a Cristian imagino que le dará igual). Convendré en que es más complicado seguir los pasos de este chico con una página dedicada a la ontología del ser, pero en cualquier caso resulta válido como ejemplo de que, en Internet, hay bastantes posibilidades de conseguir un sobresueldo interesante, e incluso un trabajo. Así que ánimo y a intentar que, dado que la mayor parte de las empresas de Internet pierden dinero, al menos lo pierdan con nosotros.

Con este apartado termina el Cursillo de edición de páginas web