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DESDE LA CHOZA MULTICULTURAL

Un intento de denunciar las mentiras comúnmente aceptadas como verdades fundamentales del Sistema

Frente a la oleada ideológica uniformizadora que recorre el mundo, un ventanuco de crítica al Sistema.
Frente al gran capital oligopolístico generador de desigualdades, nuestras recetas macroeconómicas de andar por casa.
Frente al imperialismo cultural aniquilador de la diversidad, tolerancia y mestizaje.

 

Capítulo 7: España, el gallego y Portugal

II. El gallego

 

Y así volvemos ya al otro tema del artículo, en el que volverá a salir el asunto de Portugal: la situación de la lengua gallega. Mas, ¿existe la lengua gallega desde un punto de vista filológico? Pues eso habrá que comentarlo brevemente. En dialectología se define que dos dialectos forman parte de una misma lengua si entre ellos se da la condición "de transparencia". Esto es simple de entender: un andaluz y un vasco, cada uno con su propio dialecto del español, pueden entenderse automáticamente; las posibles variantes dialectales se referirán a términos varios, objetos domésticos o frases hechas que no dificultan la comprensión y que se solucionan con una sencilla pregunta: "¿Eso qué coño quiere decir?" (A partir de ahora esta pregunta se citará por sus siglas EQCQD.) Y precisamente he elegido esos dos ejemplos para demostrar que los sistemas lingüísticos son los bastante flexibles como para que dos dialectos, uno con grandes peculiaridades fonéticas, y otro con desviaciones gramaticales notables como utilizar el condicional por el subjuntivo, no imposibilitan la comprensión.


¿Hay condición de transparencia entre todos los dialectos del español? Pues... sí..., pero... Lo que no se suele tener en cuenta es el número de EQCQD que hay que formular, ni el tiempo que se necesita para que la transparencia sea completa. El número de EQCQD que tendríamos que formular en el altiplano boliviano será muchísimo mayor que de una región a otra de España, y tendríamos que afinar mucho el oído hasta reconstruir y reconocer en el suyo nuestro propio sistema lingüístico: el problema no es que digan "fósfro" en vez de fósforo, sino que es una palabra tras otra, una línea melódica distinta y muchas cosas más. Pero al final nos hacemos entender y la condición de transparencia se cumple.


En realidad la condición de transparencia está bien, pero no deja de ser bastante endeble. Si un español habla lento y clarito con frases simples puede hacerse entender por un portugués o incluso por un italiano, ya que participamos de un montón de raíces latinas comunes y las sintaxis son notablemente parecidas. Pero ahí podríamos decir claramente que lo que uno está haciendo es aprendiendo un nuevo idioma. Y es cierto. Cuando dentro de nuestro idioma cambiamos de una región a otra o a otro país, también cambiamos de dialecto, aprendemos un dialecto nuevo: si nos vamos a vivir a Canarias desde Madrid tendremos que aprender que el autobús es la guagua y que las mandarinas son las yiyas, y si nos mudamos a Argentina el autobús es el colectivo y las bifes son los filetes. Si nos vamos a Francia, las patatas se convierten en pommes de terre y la calle es la rue. ¿Hay alguna diferencia? Pues sí y no, en lingüística nada se corta a navaja tan fácilmente.

Dependiendo de la disciplina, filología o lingüística, de la escuela, y del rango en el que se estudian las lenguas, podríamos hablar de que hay transparencia entre todas las lenguas latinas, como diría un romanista, encantado de ver cómo el común padre latín nos permite a todos entendernos a través de sus vástagos, y un indoeuropeísta dice sin ningún empacho que se ve el origen común del alemán y el sánscrito y que conociendo uno es bien fácil empezar a entender el otro; por último un especialista en gramática generativo-transformacional se podría cachondear de cosas que le parecen tonterías, inmerso como está en intentar comprender las leyes gramaticales que rigen en cualquier idioma.


También el término lengua es equívoco, y además de ser poco claro se aplica como siempre de manera muy eurocéntrica y tomando como siempre los ejemplos del latín y de las modernas lenguas de cultura europeas. Pongamos por ejemplo al árabe: los hablantes de lugares tan alejados como Marruecos e Irak pueden hablar cosas tan distintas que no se pueden entender entre ellos, pero nunca dirán que hablan otra cosa que árabe: para ellos, la lengua es la lengua escrita y estándar que deriva del Corán y de su etapa de esplendor literario: la alfosja. Que entre ellos no se entiendan no les impide sentirse parte de una misma comunidad religiosa y lingüística. Para ampliar este concepto y que se les caigan a ustedes todos los prejuicios que tienen sobre lo que es una lengua, pueden leer el magnífico artículo que se halla en http://www.webpersonal.net/jordimastrullenque/arabe/dialectos.html. Más compleja puede ser incluso la definición de una lengua como el chino, pues en este caso es el sistema ideográfico común. En el caso del árabe, puede no haber transparencia entre dos dialectos del árabe, pero sin embargo no podemos hablar de dos lenguas distintas desde el momento que ello sí se reconocen como hablantes de un tronco común que llaman lengua, pues para ellos la lengua es la lengua de cultura, la lengua culta. Esas variedades dialectales pueden ser estudiadas, y analizadas filológicamente sus diferencias, pero de ningún modo se hacen oficiales esas diferencias para convertirlas en lenguas independientes. De todos modos, el reconocer o no a los dialectos árabes como lenguas nacionales de los distintos países es un tema candente y de continua discusión en la actualidad.


La definición de una lengua y de qué cosa es una lengua o un dialecto, como se ve, puede tener más que ver con la voluntad política que con una seria definición científica. Como dije en "La dinamita en la palabra", gallego y catalán eran considerados dialectos durante el franquismo, e incluso posteriormente, y con la democracia recuperan su estatus de lenguas, que nunca habían perdido entre los especialistas mundiales en lenguas románicas. Como vemos, los hablantes de las distintas hablas árabes quieren y desean considerar que hablan lo mismo, y todos se sienten más identificados con una lengua común en la que depositan su sentido de unidad y de comunidad que con lo que hablan todos los días con el vecino de al lado. En el caso del español, se reafirma en cada congreso hispanoamericano la unidad absoluta del español y de la perfecta coherencia que tiene el español culto a las dos orillas del océano, a la vez que la lengua coloquial se enriquece y se crea una infinita variedad lingüística, tan fecunda para la expresión literaria. Sin embargo hay bastantes brasileños que serían muy felices si se independizasen de la lengua portuguesa y se proclamasen como lengua independiente, y los norteamericanos hacen lo que les da la gana con su lengua y son muy conscientes de que se han convertido en la variedad estándar del inglés por encima de la BBC y Orford.


Las relaciones entre lo que es gallego y lo que es portugués también tiene múltiples problemas en su definición. Las distinciones filológicas y los estudios rigurosos son importantes, pero no lo son menos un análisis de las relaciones políticas y de la misma percepción que un pueblo tiene del otro, y menos aún de lo que hablan. Quizá podríamos empezar haciendo una comparación con el mismo caso español, y con un refrán: "No hay más sordo que el que no quiere oír". España no es que sea un país demasiado racista, démosle tiempo, pero hay detalles bastante feos, como burlarse de la forma de hablar de los inmigrantes sudamericanos, como si no supieran hablar, o decir que "no los entiendo". Hombre, entenderlos se les entiende, pero como se empeñe uno en no entenderlos, pues claro que no se les entiende: la condición de transparencia necesita de la buena voluntad. Y eso no ocurre sólo con los sudamericanos, y es tristemente habitual oír decir a alguien del norte que "no entiende a los andaluces". Obviamente, si nos encontramos a un andaluz que habla con un acento muy cerrado y que además tiene dificultad de dicción nos costará entenderlo, pero quizá también tenga problemas para entenderse con sus amigos. La relación de unos dialectos con otros es a veces por tanto problemática, y sobre todo entre los que sirvieron de modelo y que han perdido la preeminencia frente a variedades coloniales, como el inglés británico, o como el español de España y el americano, en el que sigue habiendo no poco imperialismo y mangonería por parte de España, favorecida por nuestra posición económica y la suya: España se sigue viendo a sí misma como el original y a los demás como a copias, e incluso Menéndez Pidal proclamaba que a nivel mundial en la enseñanza de español a extranjeros se debía optar por la pronunciación castellana. No me quiero imaginar a un mexicano enseñando a un estadounidense la pronunciación castellana, pero bueno...


La condición de transparencia se ve facilitada por el contacto, y como entre los distintos dialectos del español de España estamos acostumbrados a oírnos continuamente, pues nos habituamos y no nos suenan extrañas muchas de las cosas que oímos, aunque luego no las reproduzcamos en nuestro propio dialecto. Del mismo modo no es lo mismo el choque lingüístico que puede sufrir un español al trasladarse a un país sudamericano si sólo ha leído en toda su vida a Azorín o si es aficionado a la literatura sudamericana y a los culebrones. Por tanto, si le preguntan a un gallego conocido cuál es la relación entre el gallego y el portugués podrán obtener respuestas tan dispares como éstas: "Se les entiende todo", "No les pillo ni una", "Gallego y portugués son en realidad la misma lengua", "El gallego y portugués se parecen, pero son claramente dos lenguas independientes". Estas respuestas dependen de varios factores: de si el gallego es del norte o del sur, si sabe gallego o no, si es hablante de gallego o no, del conocimiento general que tenga del mismo español y de su nivel cultural, de su postura ideológica y de sus prejuicios, y en general un montón de factores.


Ahora bien: ustedes me podrían preguntar qué es lo que opinan los serios, sesudos y concienzudos filólogos de todo esto. Pues eso es muy simple de decir: los filólogos opinan lo que les mandan que opinen. La filología describe lo que hay, pero no lo crea. Si hay un consenso en el mundo árabe de que hablantes de dialectos tan dispares entre ellos como el italiano y el francés son la misma lengua porque esos hablantes se ven reflejados en la alfosja, que consideran el verdadero idioma común, ésa es la realidad para ellos, y los filólogos occidentales así suelen respetarlo aunque su modelo de lenguas europeas de cultura no se adapte particularmente bien a ese caso, pues en ciencia cuando un modelo no explica correctamente un caso particular suele ser por deficiencia del modelo más que por equivocación de la realidad que se intenta explicar.


La doctrina oficial a día de hoy es: el gallego es una lengua independiente del portugués, aunque comparte con la "lengua hermana" un origen común. Y se acabó: ésa es la doctrina oficial de la Xunta de Galicia y del Estado Español. Ahora bien: que algo sea oficial no quiere decir que sea bueno, y mucho menos que no pudiese haber habido algo mejor.


Volvamos atrás y al asunto histórico: Alfonso X el Manirroto (1221-1284) tiene la peregrina idea de escribir un libro en gallego. ¿A santo de qué? Como no dejan de repetir machaconamente los profesores de lengua gallega, en esa época el gallego, o gallego-portugués para ser más políticamente correctos, era una lengua de cultura predominante en la Península, con más producción literaria que el castellano y en comunicación con las más importantes corrientes literarias sobre todo por medio del Camino de Santiago. Aunque hubiese una separación política entre los reinos de Galicia y el antiguo condado de Portugal, continuó habiendo una conciencia literaria y lingüística común, por lo que ese período literario se estudia tanto por gallegos como por portugueses en las escuelas.


Y entonces... (pongan en el ordenador la Marcha Imperial de Star Wars) se fue todo al carajo. Después de las Guerras Irmandiñas, levantamientos populares contra la nobleza, Galicia queda debilitada y los Reyes Católicos entran en Galicia de manera muy poco diplomática y descabezan a los poderes autóctonos. Desde entonces la decadencia política y cultural de Galicia no haría si no acentuarse a cada siglo que pasaba. El gallego, que tenía sólida inplantación en el mundo literario y en la administración, sencillamente desaparece como lengua de cultura en unos pocos decenios, aunque ocasionalmente aparecerán textos escritos en esa lengua. Por lo tanto del siglo XV al XIX habría un largo período en el que el gallego sobreviviría únicamente como lengua oral, y sólo en momentos puntuales como lengua escrita. A este período se le denomina de manera un tanto dramática, pero muy gráfica, os Séculos Escuros (los Siglos Oscuros). Con la llegada del Romanticismo, el regionalismo y la reivindicación de los pueblos que no tenían Estado, llega lo que se llama el Rexurdimento (Resurgimiento) del siglo XIX, que comienza la reivindicación del uso literario del gallego, y busca que tenga un lugar en la educación a la par del castellano. Paralelamente a esta reivindicación lingüística nacerá un movimiento político que se dará primero de tortas con el tradicionalismo español del siglo XIX, y posteriormente con los noventayochistas del XX, hasta culminar en un estatuto de autonomía que fue aprobado por las Cortes Republicanas en el exilio. Después, durante el franquismo, el nacionalismo gallego se transformaría profundamente y llegaría a la Transición ya reconocible como lo que es hoy.


Todo esto es una historia muyyyyyyy larga, y contarla aquí es imposible porque llevaría cientos de páginas. Sólo podemos decir que, para el tema que nos interesa, la lengua siempre fue punto central del pensamiento nacionalista, y también el cambio de su percepción a medida que avanzaba el tiempo, y sobre todo sus relaciones con el portugués y con el español.


Tenemos que decir también que, dentro de la corriente clásica de la filología románica, siempre se tuvo muy claro que gallego y portugués eran y son la misma lengua. De hecho, la doctrina que se sigue manteniendo en las gramáticas y estudios dialectológicos del portugués reconocen a los dialectos gallegos como parte de su sistema, y cualquiera que sepa un poco la realidad dialectológica del español o del portugués puede comprobar que no hay más diferencias entre el brasileiro y el portugués europeo o entre el argentino y el español que entre el gallego y el portugués, y menos aun si estamos hablando del gallego del sur y del portugués del norte. Un brasileiro diría: "Eu chi amo, Maria. Teu pai há entendê-lo", y un gallego o un portugués: "Eu amo-te, Maria. O teu pai há entendê-lo", o bien "Eu ámote, María. O teu pai ha entendelo", que si se fijan ustedes es exactamente lo mismo. Básicamente el gallego oficial impuesto por las leyes es una serie de elecciones dialectales arbitrarias, siguiendo implícitamente la norma de elegir siempre las que más se parezcan al español, y una ortografía española ligeramente adaptada.


¿De dónde sale pues este gallego oficial, separado del portugués y actualmente en vías de extinción después de treinta años de supuesto apoyo institucional a la lengua gallega? Pues eso también en difícil de explicar, y sólo poniendo algunos ejemplos podremos entender algo: cuando una lengua se queda como se quedó el gallego en el siglo XV, pues le pasa de todo menos nada bueno, y a perro flaco todo son pulgas. Cuando una lengua se ve en ese estado, empieza a sufrir varias mutaciones.


Por ejemplo: "Esa persona tiene mala dexteridad". Cosas como ésta podemos oírlas en múltiples páginas de Internet, y nos llevan a una realidad más conocida por el público español, y que nos puede ayudar a entender mejor el caso del gallego: el spanglish. El spanglish surge del contacto de hablantes poco ilustrados de español con una lengua que en cierto espacio geográfico, los USA, tiene el poder político y económico. Las interferencias lingüísticas del inglés en el español hablado en los USA (e incluso en el que se habla en los mismos países hispanohablantes) es diversa y poco homogénea. Primero se afecta al léxico, y no es difícil entender cómo realidades tecnológicas desconocidas o poco habituales para los inmigrantes empiezan a ser nombradas con burdas adaptaciones del inglés. Dicho de otro modo: si en España, que a todos nos enseñan el español, aunque ya sabemos de qué manera, penetra el léxico y hasta ciertos vicios gramaticales del inglés, imagínense la situación del pobre inmigrante hispano que tiene pocas oportunidades de aprender la lengua de sus padres y que tiene que desenvolverse en un mundo que se expresa en inglés, o del hablante hispano al que le doblan las series de televisión a toda prisa con un traductor de ordenador. Resultado: el spanglish. Pero... sin embargo los hablantes de un español bastante extraño de los Estados Unidos se reconocen como hablantes de español, si no ellos mismos sí la comunidad internacional hablante de español. ¿Está más alejado en algunos casos del español estándar internacional el español de Estados Unidos que el gallego del portugués? Pues miren por dónde: sí.


¿Cuál es la actitud de la comunidad hispanohablante respecto al spanglish? Pues muy negativa, y ni quieren oír hablar de que el spanglish se convierta en una "nueva lengua". Basta con buscar "spanglish" en el Google buscando sólo páginas en español, y nos encontraremos artículos como: "Defensor del spanglish provoca a lingüistas", "Hablar spanglish es degradar el español", etc. Hay cierto cabreo espeso sobre el tema, y sobre todo se ve con muy malos ojos cierto apoyo institucional que, en nombre del multiculturalismo, propone el mestizaje del spanglish, y como se ve en esos artículos empiezan a proliferar los intentos de crear diccionarios, gramáticas y cátedras de spanglish. Los filólogos de las filas del español apuntan que, si se permitiese la creación de un estándar de spanglish a partir de un sistema inherentemente cambiante e inestable que es el mismo spanglish, eso sólo desembocaría en un conjunto minúsculo de hablantes desgajados del español, al que no sabrían o no querrían volver, e incapaces de evitar el ser absorbidos a medio o largo plazo por el inglés. Defienden también que, si no se actúa rápidamente en los Estados Unidos y se promueve la enseñanza de un español correcto en la población hispana, el español terminará por desaparecer. Eso no quita, desde luego, que al día siguiente hablen de la importancia del español en los Estados Unidos.


Como bien sabemos, la filología es lo que tiene: las mismas leyes que se utilizan para una cosa sirven para otra completamente distinta si le echamos bastante morro. ¿Por qué no vale para el gallego y el portugués lo que debe valer para el spanglish y el español? Pues aquí sí que no se pueden argüir fundamentos filológicos o científicos. Porque no y ya está, que aquí mando yo. Así de simple, que el que manda, manda.


La cuestión sobre la necesidad de un acercamiento cada vez mayor del gallego al portugués se planteó desde muy pronto en el siglo XIX, y uno tras otros CASI LA TOTALIDAD de ensayistas, poetas, padres de la patria y demás próceres del gallegismo y de la defensa del gallego fueron formando un movimiento favorable a ese acercamiento. Se decía, ya entonces, que si el gallego quería llegar a alguna parte, tenía que ser a través del portugués. Y, del mismo modo que ahora un hispanohablante de los USA puede coger un diccionario y descubrir con sorpresa que "dexteridad" no es más que una burda copia de "dexterity", y que lo correcto es "destreza", desde el siglo XIX se empezaron a recuperar muchas palabras del portugués, que después se descubrieron que seguían vivas en el gallego, aunque en ocasiones en zonas aisladas o sólo en los habitantes más ancianos. Pero nunca, nunca, el grado de destrucción léxica del gallego con respecto al castellano alcanzó el grado salvaje que ocurre en el spanglish, favorecido esto por supuesto por el hecho de ser dos lenguas latinas. La sintaxis es básicamente la misma en gallego y portugués, y cualquier gallego con un poco de voluntad puede entenderse con un portugués, y sabiendo gallego, incluso el impuesto por ley que se parece obligatoriamente al español, leer en portugués no es ningún trauma. De hecho, si se hubiese cumplido lo que se prometió desde el año 1981, un acercamiento cultural a Portugal, favorecer los intercambios literarios y culturales y la difusión de la televisión portuguesa en Galicia, ahora todos los gallegos dirían: "Joder, qué gallego más simpático hablan los portugueses. Se les entiende todo." El roce crea el cariño y oírse aguza el oído.


A la necesidad de ir integrando y recuperando el gallego por medio del portugués, pero siempre sin renunciar a los dialectos hablados ni al léxico propio, como los sudamericanos no renuncian a su léxico ni a sus giros coloquiales, se le denomina "reintegracionismo", y por mucho que ahora se quiera reescribir la historia desde instancias oficiales, era la línea mayoritaria hasta los años sesenta y setenta del siglo XX.

Santiago

 
La Radio Definitiva