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ACTUALIDAD DE ESPAÑA                         AÑO 2005

 

17/05/2005: El PP, camino hacia ninguna parte

Poco después de las Elecciones Generales de 2004 ya avisábamos, con el poder demiúrgico-español que nos caracteriza, de que el PP se había embarcado en una orgía autodestructiva que les llevaba directos hacia la antigua y añorada Alianza Popular de Manuel Fraga. En principio, nada de malo hay en esto, pues ¿acaso alguno de Ustedes no desearía ser Don Manuel? Ciertamente, sería un privilegio tener una cabeza a la que le cabe el Estado dentro, pero por desgracia la cosa conlleva un fenómeno paranormal altamente desagradable, conocido como “techo de Fraga”, los famosos 107 escaños a los que Alianza Popular llegó en sus mejores momentos (1982 y 1989, estas últimas ya con Aznar al frente).

En principio, la vuelta a la época de AP parece puro alarmismo progretarra propio de pequeños capellanes de bodeguilla como nosotros: el techo ha sido superado hace ya bastante tiempo por el PP, no en vano ganaron dos veces las elecciones, una de ellas con mayoría absoluta. Pero hay dinámicas que pueden llevarnos a terrenos peligrosos. Recuerden la Almuniada, por ejemplo. 125 misérrimos escaños que a punto estuvieron de llevar al PSOE a las legislaturas de UCD. Y tampoco es que el PP esté ahora muy lejos de la Almuniada (148). Claro está que las Elecciones las ganó Bin Laden para vengarse de la Reconquista, eso lo sabemos todos, pero incluso en estas condiciones no es descartable que el PP debiera hacer otro tipo de oposición. Porque hasta la fecha la oposición del PP está siendo similar a la de la Unión Soviética en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. La URSS era conocida como Mr. Veto porque era eso lo que hacía una y otra vez, con saña. El PP está haciendo en esencia lo mismo, pero con un insignificante matiz: no tiene capacidad para vetar apenas nada.

La esencia de la estrategia del PP, por llamarla de alguna manera, es volver a 1993. Para ello, se intenta generar un estado de alarma constante, sin importar que el motivo esté justificado o no. Me gustaría poder contarles que estuve en una Conspiranson antimonárquica para controlarla “desde dentro”, como Luis María Anson, pero la cosa no va tan lejos y en realidad es simple: puesto que en 1996 ganamos las elecciones gracias a nuestro toquecito cavernario, hay que repetir la faena. Esto revela una profunda ceguera ante las dinámicas electorales españolas que llevará al PP al desastre, pues es preciso tener claro que: a) Tanto PP como PSOE tienen un “suelo” que oscilará entre el 25% - 30% de irreductibles, suelo suficiente para repartir carguillos pero no para los cargazos, o sea, llegar al poder; b) Ambos complementan su surtidor de irreductibles pescando en los consabidos votos de centro y, en el caso del PP (que no tiene competencia por la derecha), también en la extrema derecha.

La estrategia actual del PP le lleva directo a perder los votos de centro tan trabajosamente conquistados por Aznar en las elecciones de 2000. Puede que gane algunos votos de ultraderecha, pero dichos votos son demoscópicamente despreciables, y desde luego “no compensan” el esfuerzo. Digámoslo una vez más: el argumentario del PP de volver a 1993 es que la estrategia de 1993 dio sus frutos en 1996, pero esto es sencillamente falso. En 1993 el PP rompió por fin el techo de Fraga, y lo hizo contra un PSOE que aún no notaba lo peor de la crisis económica, apenas tenía escándalos de corrupción / asesinato, sólo cuatro sinvergüenzas (recuerden el follón que se montó con Juan Guerra y su despacho oficial, provocó la dimisión de un vicepresidente del Gobierno, "uno por el precio de uno", ¡y a estas alturas el hermanísimo incluso cae simpático!) y acababa de salir del show del 92.

Sin embargo, en 1996 el PP llegaba a las elecciones con la expectativa de conseguir una “mayoría suficiente”, es decir, mayoría absoluta o como mucho mayoría con el PNV o Corrupción Canaria, que a los efectos venía a ser lo mismo (dadnos pasta para que podamos repartir aún más prebendas y votaremos lo que haga falta). No obstante, la campaña electoral, así como los excesos de los “años de plomo periodístico” 94-96, hicieron mucho daño al PP (que perdió probablemente votos de centro y, por encima de todo, logró movilizar a las fuerzas vivas del felipismo). Recuerden que el PP sólo ganó por un ridículo 1’5% del electorado. Fue posteriormente, en la única ocasión en que el supuesto sociólogo Pedro Arriola, asesor aúlico de Aznar, acertó en alguno de sus diagnósticos, el de la “lluvia fina”, cuando el PP llegaría al estrellato de la mayoría absoluta, merced a: 1) una gestión moderada (moderada por CiU y su catalán en los círculos íntimos) y exitosa en lo económico; y 2) Almunia, cuyo gran argumentario electoral podría resumirse en “no hay que votar al PP porque es muy de derechas, votadme a mí, que tengo la mirada limpia”, o sea, que no soy un corrupto incluso viniendo de donde vengo (los gobiernos del felipismo).

Ahora la situación es similar pero en sentido inverso, pues tenemos a) un presidente del Gobierno que aún no se ha quemado, pues no lleva el tiempo suficiente / no se ha vuelto loco (del todo); b) un líder de la oposición elegido dedocráticamente, que ha logrado pasar de la mayoría absoluta a la oposición. En realidad, como todos sabemos, las culpas no son imputables a Rajoy, pero la hoja de servicios sigue siendo la que es. Si a ello unimos las tres victorias morales (con pérdidas de poder añadidas, como la que recientemente ha propiciado Corrupción Canaria rompiendo el pacto de Gobierno con el PP, como diciendo “es que el Gobierno corrompe más) que ha cosechado el PP a lo largo de este último año parece claro, como comienzan a coincidir columnistas de opinión y videntes de prestigio, que como el PP no saque la mayoría absoluta en Galicia y Fraga se vaya del gobierno autonómico con las manos limpias y la cabeza alta, Rajoy, tras su quinta/sexta victoria moral (hay discusión doctrinal, con el referéndum de la Constitución por un lado, que no está claro –no lo sabe ni el propio Rajoy- si es una victoria moral o de las otras, y con Cataluña 2003, en la que tuvo aún menos parte que en las Generales), también se irá, pero a casa.

Y se irá, entre otras cosas, porque su labor opositora, con o sin sombra de Aznar, está superando todos los límites de la impresentabilidad de aquél. No es que el balance del primer año ZP sea bueno, todo lo contrario: hasta ahora ZP se ha limitado a hacer discurso demagógico en política social (infame ley de violencia de género, inconstitucional, ley de cara a la galería de matrimonio metrosexual, también inconstiheterosexual, absurdo ministerio de vivienda), una preocupante irresponsabilidad en política exterior (en plan prima donna “sacad las tropas de Irak como yo las he sacado”, “Bush no tiene ni media hostia pero el otro día le dije ‘it’s a beautiful day’ todo seguido”, y tal) y un juego de equilibrismo autonómico que a estas alturas uno no sabe si denota el extremado maquiavelismo de ZP o su candorosa estupidez (cómo le ha hecho una segada electoral al PNV, en plan Javi Navarro, sería muestra de lo primero, cómo se le está despendolando el seny ultranacionalista por la vía “no somos violentos pero queremos discriminar como lo haría la misma ETA” de lo segundo).

Hay argumentos para atacarle, tampoco decisivos (acaba de comenzar, tiene el “voto Gobierno”, si la genial gestión que hizo el PP del 11M se recuerda la mitad de tiempo que el asesinato, la corrupción y el Crimen de Estado lo tienen crudo hasta 2012, …), pero haberlos haylos. Pero si el modelo de oposición va a ser decir a todo que no, que muy mal, que un desastre, que volvemos a 1934, que con ETA no se habla ni sin pagar precio político (¿y qué se hace entonces? ¿Fusilar a etarras, simpatizantes y familias directamente? ¡Si ahora sufren mucho más con los viajes tan largos que tienen que hacer para visitar a los presos! ¡Pobre gente!) y tomando cualquier cosa como motivo de escándalo vendepatrias, un “¡quieren llenar España de moros y maricones, y al mismo tiempo quieren destruirla!”, desde luego habrá ZP en 2008 sin necesidad de que haga nada y aunque los peores temores se confirmen, y por supuesto no habrá Rajoy en las generales de 2008.

Guillermo López (Valencia)

 
La Radio Definitiva