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Diez tesis (y una undécima en forma de libro) sobre la reforma de la Generalitat valenciana

Demos4_220 [1]Este lunes escribía en la columna de enero de la edición valenciana de El País que urge reformar la Generalitat valenciana [2] en el sentido no de recortar más o menos sino de cambiar de arriba a abajo cómo se hacen las cosas, el funcionamiento y la propia dimensión organizativa de esta Administración pública porque si no lo hacemos (y más bien rápido), sencillamente, la paradeta será cerrada en breve. Aunque soy muy repetitivo, lo sé, con la cantinela que llevo contando desde hace unos años sobre la imposibilidad de que el modelo de organización administrativa propia de que nos hemos dotado los valencianos pueda seguir funcionando sin drásticas modificaciones, poco a poco parece que nos vamos acercando a esa situación en que, directamente y aunque a muchos sorprenda y parezca inconcebible, se empiezan a cerrar cosas hasta ahora tenidas por esenciales (RTVV) o a barajar la devolución de competencias, como han sugerido ya algunos expertos a los que el Consell ha encargado informes sobre qué hacer, caso de que no llegue más dinero. Dinero que, por cierto, no parece que vaya a llegar en breve. Pero es que, en todo caso, llegue o no, pueda subsistir in extremis este modelo con algún cambio sobre la campana del modelo de financiación autonómica, tampoco parece que debamos estar muy satisfechos con cómo funciona nuestra Administración autonómicas desde otros puntos de vista. Así que, visto lo visto, urge empezar a pensar en cambiar cosas. A fondo.

En este sentido, junto a los amigos de la Fundació Nexe [3], he escrito un libro sobre las posibilidades de reforma de la planta administrativa valenciana autonómica y local con un desarrollo más o menos amplio de un abanico de propuestas que se pretenden coherentes para cambiar, de forma bastante profunda, uno de los aspectos referidos, el de la planta administrativa. El libro puede descargarse gratuitamente en formato PDF en la web de la colección Demos de la mencionada fundación [4], que entienden que lo importante con este tipo de trabajos es aspirar a que tengan la mayor difusión posible y creen (con toda la razón) que ésta puede ser una buena manera de hacerlo. Así que, modestamente, recomiendo a cualquier interesado en este tema que se lo descargue, le eche un vistazo y me comente qué le parece, qué críticas pueden recibir las propuestas allí realizadas y, sobre todos, qué aportaciones adicionales pueden hacerse para ir logrando crear un caldo de cultivo generador de buenas ideas de reforma que convenzan a ciudadanos y a nuestros representantes de que se puede (y debe) hacer mucho más. Adicionalmente, para cualquiera que estando interesado prefiera leer estas cosas en papel, el libro puede comprarse por Internet a un precio (10€) pensado para cubrir gastos de edición pero también para tratar de lograr la máxima difusión posible dentro de la sostenibilidad financiera. Así que ya saben, cualquier interesado puede hacer sus encargos aquí [5].

Con la idea de aprovechar el texto para iniciar también en el blog una discusión y para dar un pequeño resumen de las ideas expresadas en el librito, aquí va a continuación un breve decálogo sobre la orientación de la reforma de la organización administrativa de la Generalitat Valenciana que debiéramos empezar a ir diseñando. Inspirado, lógicamente, en el libro. Espero que resulte de interés.

Tesis Primera. La organización administrativa de las instituciones de autogobierno de los valencianos (Generalitat y entes locales) necesita de una reforma estructural profunda. Ello es así en primer lugar porque, sencillamente, es ya evidente a estas alturas que o media una nueva burbuja inmobiliara (y, la verdad, mejor que no) o no hay manera de hacer sostenible el invento con el actual modelo de financiación. La solución dada durante años a este problema para que no se notase mucho, recurrir a un masivo endeudamiento, se ha probado muy desafortunada. De modo que hay que cambiar. Básicamente porque si no se cambia el invento se muere. Y, también, porque si no cambiamos nosotros nos van a cambiar desde fuera. Mejor que lo vayamos teniendo claro.

Tesis Segunda. Además de la primera razón ya expuesta, hay más motivos que aconsejan hacer un cambio en profundidad. Básicamente porque, sea sostenible económicamente o no, la organización de la Generalitat es, en estos momentos, muy deficiente. Nació decimonónica porque copió, en todo, lo ya existente. Y lo ya existente era una Administración del Estado creada en ese siglo y con una fuerte inspiración francesa. Lo cual no es malo en sí mismo, pero sí, muy probablemente, francamente desajustado cuando se calcan exactamente esos mismos basamentos para organizar un sistema de prestación de servicios públicos y de organización de la convivencia a finales del siglo XXI. Es muy probable que en ese momento, por muchas razones (premura, falta de experiencia, que la Administración autonómica no se construyó de cero sino que aprovechó lo que ya había y le transfirió el Estado) no hubiera manera de hacerlo de otro modo. Pero han pasado más de 30 años y muchos de los defectos ya intuidos por casi todos entonces son ahora muy evidentes. Hay que ponerse pues, manos a la obra. No hay ya excusas.

Tesis Tercera. Estos defectos, que se concretan en un modelo muy vertical, centralizado, jerárquico, poco participativo, con mucho control político, poco profesionalizado, poco ágil, no son exclusivos de la Administración valenciana. Como es obvio, los comparte su modelo, esto es, la Administración del Estado. Y también los comparten, en mayor o menor medida (pero casi siempre, más o menos, en la misma o muy parecida), todas las administraciones autonómicas. Sin embargo, esto no es un consuelo. Básicamente, por dos razones. La primera de ellas es porque tener autogobierno es ser responsable y uno, a partir de ese momento, ha de aspirar a hacerlo todo lo bien que sea posible, sin que quedarse en la media o la mediocridad pueda entenderse suficiente. La segunda, y más importante, es que a los valencianos, con el modelo de financiación que tenemos, una administración pública de calidad media y homologable a la de los demás no nos sirve. Como recibimos menos dinero que los demás tenemos que hacerlo, sencillamente, mejor o mucho mejor que los otrso si no queremos tener (graves) problemas, como está siendo ahora el caso.

Tesis Cuarta. Junto a las cuestiones organizativas, la reforma de la Administración valenciana ha de ir mucho más allá y, de nuevo aprovechando lo que es el autogobierno, hacer uso del mismo en todo lo que sea posible para, detallando y mejorando normas estatales básicas, crear un modelo de funcionamiento mejor, más transparente y más controlado. Así, hay que repensar de arriba a abajo el modelo de contratación pública, el de función pública o el de participación ciudadana en la toma de decisiones. Por poner sólo algunos ejemplos de dónde urgen cambios más allá de los puramente organizativos.

Tesis Quinta. Desde una perspectiva organizativa hay que hacer a la Generalitata valenciana una administración más ágil, profesional, reducida, de control, ayuda y supervisión, descentralizada y, a la vez, ambiciosa. Ha sido un error convertir a las Administraciones autonómicas, en su planta y organización, en 17 «Madrides» con todas las patologías que tan claras se ven del centralismo estatal pero que, sorprendentemente, parece como si desaparecieran cuando nos enfrentamos a la organización de lo propio. Hay que repensar desde el omnímodo control del Consell sobre toda la actuación administrativa de la Generalitat a la ubicación territorial de organismos y empresas públicas, así como de infraestructuras o iniciativas productivas, una vez constatado que los contados casos de ubicación de sedes fuera de Valencia no sólo no han generado problemas sino que han sido muy cohesionadores. Además, hay que descentralizar, dejando en manos de entes de ámbito no autonómico sino más local, todo lo que pueda ser gestionado de forma más próxima. No tiene sentido que todos los organismos, desde la extinta RTVV a la Acadèmia Valenciana de la Llengua, pasando por la Agència Valenciana de Turisme, estén en la ciudada de València. Y tampoco tiene sentido que la decisión sobre dónde ha de parar y cómo ha de pagarse un autobús metropolitano de la ciudad de Alacant y pueblos de la zona la tome la consellera desde la capital.

Tesis Sexta: Una Generalitat que haga un ambicioso uso de sus competencias estatutarias y se tome en serio el autogobierno no es la que gestiona todo (obedeciendo órdenes de Madrid y cumpliendo o calcando las normas básicas y poco más) y apenas si deja espacio a nadie más. Eso, en puridad, es un gestor, un «mandao», quizás muy importante, pero ya está. Y con ínfulas, si además tiene palacio, coche oficial, título de Molt Honorable y muchos asesores. Pero poco más. Una Generalitat que decida ceder la gestión de lo local o comarcal hacia entes locales o comarcales y se centre en ordenar, coordinar, supervisar, incentivar y, lo que es muy importante, inspeccionar es mucho más ambiciosa, en el fondo, si ejerce estas funciones de manera imaginativa, osada, tratando de innovar y de llevar a cabo estas tareas pensando en lo que es posible y conveniente para la población valenciana y no tanto en ser más obedientes que nadie y respetar al milímetro el esquema de reparto competencial y la manera de actuar en cada competencia que viene impuesto por el Estado. A estos efectos, por hacer una analogía, como es sabido, el gobierno federal almán gestiona bien poco (pues la gestión de las políticas públicas, incluso las determinadas por la Federación, la suelen hacer los Länder, es el llamado federalismo de ejecución) y no parece que sean unos parias precisamente. Pues bien, la Generalitat valenciana debería hacer lo propio y aspirar a dejar de gestionar todo lo que puedan y deseen gestionar municipios o estructuras superiores al municipio con muy pocas excepciones para acciones que sí requieren de una actuación territorialmente integrada (grandes infraestructuras, gestiómn sanitaria global y de los grandes centros, planificación escolar, etc..).

Tesis Séptima. Las Diputaciones provinciales sobran. No hay ninguna, ni una sola, actividad que lleven a cabo en la actualidad que no puedan hacer (mucho mejor) los propios entes locales bien dimensionados o, si no, las Administraciones autonómicas (de hecho, así es en la mitad de las Comunidades Autónomas españolas y no ha ocurrido desgracia alguna). Hay que integrarlas pues en la Generalitat, disolverlas empleando los medios jurídicos que el ordenamiento deja a los valencianos para poder intentarlo o, en el peor de los casos, coordinarlas intensamente desde la Generalitat. Desde una Generalitat, recordemos, que tendría mucho menos peso ejecutor de políticas que la estructura que ahora conocemos. Con la UE, el Estado, la Generalitat y los entes locales tenemos, al menos, cuatro niveles diferentes de gobierno. Las Diputaciones provinciales no tienen ningún sentido. Y si no hay otro modo de hacerlas desaparecer, deberíamos convertirnos en una Comunidad Autónoma uniprovincial y proceder a su disolución, como prevé la ley en esos casos, en la burocracias autonómica.

Tesis Octava. En un modelo como el señalado (Generalitat menos gestora y más coordinadora, incentivadora, supervisora, fiscalizadora… y sin unos entes intermedios y sin control democrático directo como las diputaciones), la gestión efectiva y diaria de las políticas públicas que son de competencia autonómica recaería sobre los municipios. Aunque el gobierno del Estado ha aprobado recientememte una norma que va en sentido contrario (reducir el peso de municipios e incrementar el de las diputaciones provinciales) sigue existiendo un importante espacio autonómico para, si se desea, poner en marcha este modelo haciendo desaparecer las Diputaciones y delegando todas las competencias (con la debida financiación) que se considere (algo que la ley estatal sigue permitiendo) en las estructuras locales. Las ventajas son evidentes: mayor control ciudadano, mayor proximidad democrática en la toma de decisiones, mayor control del gasto, mayor competencia en la prestación de servicios… y una Administración diferente (la autonómica) a la que presta el servicio controlando cómo se hacen las cosas.

Tesis Novena. El único problema de delegar en los ayuntamientos tanto esfuerzo prestacional es que, como es evidente, en muchos casos éstos no tienen ni medios ni ganas de asumir estas tareas. En otros sí unas cosas (ganas) pero no otras (medios). Más extraño es tener medios y no tener ganas, pero también puede darse. Además, en ocasiones, por razones evidentes de tamaño, hay límites objetivos a lo que se puede hacer tanto ahora como en el futuro por muchas ganas y buena voluntad que se pueda tener. La solución en tales casos pasa, como es la norma cada vez más en Europa, por un modelo flexible y diversificado. Cada municipio asume las competencias (y financiación) que estime que efectivamente puede ejercer. Y la Generalitat presta las restantes para ese ámbito territorial como administración que hace de red prestacional de seguridad. Pero incluso en tales supuestos hay que fomentar la flexibilidad y el asociacionismo prestacional. No tanto a partir de las comarcas clásicas, que son una estructura demasiado rígida (no tiene siempre sentido que una misma demarcación sea la empleada para todas las acciones públicas) y además demasiado diferente en población y extensión en nuestro país valenciano como para poder funcionar bien, sino a partir de agregaciones voluntarias de municipios y posibilidades de áreas de gestión funcional que se pueden diseñar desde la Generalitat e incentivar a que sean (voluntariamente) empleadas por los municipios que lo deseen para poner en común recursos y gestión. Todo ello, además, con controles democráticos de proximidad. Una especie de modelo helvético para el País Valencià. O si quieren, una suerte de neocantonalismo (y uso voluntariamente el término a pesar del desprestigio que se le ha endosado en España) de raíz radicalmente participativa.

Tesis Décima. Todo esto es más urgente de lo que parece. Y, además, es nuestra obligación ponernos las pilas. Porque el autogobierno, de hecho, va de esto. De ser responsable, para bien o para mal, de cómo hacemos las cosas… y sufrir las consecuencias (para lo bueno y también, sobre todo, para lo malo). Porque, tal y como cierro el libro, a modo de conclusión «tractar d’innovar i d’organitzar les coses per fer-les de la millor manera possible (i al menor cost per a tots) és, doncs, també, lluitar per l’autogovern i defensar-lo. Una defensa que, abans que buscar sempre enemics aliens, hauria en primer lloc de parar atenció a nosaltres mateixos i a les nostres inèrcies, a la tendència a imitar i a convertir l’autogovern en mera gestió pròpia d’alguns dels nostres assumptes, tractant, això sí, de fer-ho com ens diuen i ens han dit sempre que s’ha de fer. Els resultats són coneguts. I previsibles. Perquè l’autogovern que no es treballa, en el fons, no es mereix…, i normalment no és que acabe malament, és que, senzillament, s’acaba». 

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Tesis Undécima (en forma de libro): El libro Una nova planta per als valencians. Possibilitats i límits per a l’organització política i administrativa del País Valencià dins la Constitució de 1978, se puede descargar gratuitamente en PDF [4] en la web de la Fundació Nexe o adquirir por 10 € aquí [5].

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#1 Comment By Universitari On 15 enero 2014 @ 8:52 am

Parece un «programa de gobierno» muy interesante, sin duda, aunque el libro en papel acaba saliendo un poco caro. ¿Está tambíén en Amazon? ;-)

Algunas dudas rápidas:

– eso de ir a máximos en todos los sectores que dices (funcionarios, contratos, competencias locales, liquidar las diputaciones…) ¿de verdad es posible dentro del Derecho español?, ¿no generaría conflictos sin cuento con el Estado y sería muy difícil?

– muy de acuerdo con eso de creer en los entes locales y tal pero, ¿de verdad en España, y no digamos aquí en Valencia, se puede confiar en ellos para gestionar en serio?

– ¿no es contradictorio lo de dar mucho a los entes locales y luego decir que la Generalitat pueda inspeccionar qué hacen?

– Y dos preguntas absolutamente esenciales:
1. ¿Todo esto es posible, o tiene sentido, sin un cambio radical en el actual modelo de financiación autonómica y con la pasta que recibimos los valencianos?
2. ¿Alguien cree que hay la más mínima posibilidad de que algún partido político, incluso uno minoritario, pueda asumir con un mínimo de sinceridad un programa de gobierno para la Generalitat que, caso de ganarla, le forzaría a desmantelar y dispersar, también en los contrarios (que hay que suponer que tendrán poder local, al menos parte de él) lo que tan costosamente se ha ganado y tantos puestos de trabajo y posibilidades de mangoneo garantiza?

Enhorabuena por el libro, en cualquier caso. ¿Lo has escrito en valenciano directamente tú o está traducido por alguien?

#2 Comment By Andrés Boix Palop On 15 enero 2014 @ 11:05 am

Gracias, Universitari, por tantas preguntas interesantes. Voy a intentar responder en plan breve.
– Es posible, sí. Al menos intentarlo. Quizás no todo pase los filtros políticos y jurídicos del TC, pero gran parte debería. El libro, de hecho, es un trabajo que tratar de indicar qué cosas son posibles dentro de ese marco. Y sí, por supuesto que generaría conflictos. Pero no pasa nada. El conflicto es normal en un Estado con un reparto del poder, en cualquier Federación. De hecho, en España los tenemos los valencianos también, pero normalmente con cosas absurdas (los petardos, el parany y mandangas varias). Mejor tenerlos sobre cosas serias que permitan mejoras y asumir con naturalidad que a veces nos equivocaremos y a veces acertaremos pero que es mejor moverse y que del conflicto suelen salir soluciones mejores que la inamovilidad.
– Los entes locales, como todos en esta vida, hacen las cosas mejor o peor si: tienen medios, se les da confianza, van aprendiendo y experimentando, mejorando con el tiempo… Es decir, que esa desconfianza hay que romperla dando la opción de hacer cosas. Si en el resto del mundo esto funciona, ¿acaso los españoles o los valencianos somos diferentes?
– No es contradictorio, la Unión Europea controla con toda naturalidad cómo aplican los Estados miembros sus normas y no pasa nada ni supone perder soberanía ni autonomía. O el Estado a las CC.AA. Lo importante es que quede claro de qué va ese control, que es de legalidad, no de oportunidad, y hacerlo bien y profesionalmente. Es bueno para todos. Empezando para los propios entes locales, que harán las cosas mejor si están escrutados y presionados tanto desde abajo democráticamente (por los ciudadanos) como desde arriba jurídicamente (por la GVA controlando cuestiones de legalidad). Además, si hay conflicto, la GVA se va a un juez e impugna lo que ha hecho el ayuntamiento y decide, finalmente, el tercero, un juez, a partir de criterios legales. No hay problema, pues.
Respecto de la última cuestión doble:
1. Tiene sentido en ambos casos. Simplemente, sin nueva financiación esto es más urgente y acuciante y, además, quizás ni siquiera sea suficiente para salvar la autonomía. Con más financiación, en cambio, a lo mejor hay quien piensa que ya no hace falta cambiar las cosas porque el tema está resuelto. Sería un error.
2. No lo sé. Pero sí creo que, en todo caso, es obligación de todos tratar de convencer al resto de ciudadanos y a nuestros representantes de que hay que mejorar las cosas y, desde la Universidad, dado que nos dedicamos a estudiar estos temas, proponer alternativas para que puedan servir para su debate. Hay que intentarlo, al menos. Tenemos una ventaja ahora, una triste ventaja, y es que cada vez para más gente, incluyendo políticos, creo que se ha hecho presente la lamentable realidad de que o esto se hace o se va a pique.
(Sí, el trabajo está escrito en valenciano por mí y lo he escrito en valenciano desde su primera redacción. Espero que sea digerible también en esa cuestión, aunque lo cierto es que la ayuda de buenos amigos y el trabajo del editor del libro han ayudado muchísimo a que haya acabado, desde ese punto de vista, tan bien escrito como ha quedado)

#3 Comment By galaico67 On 16 enero 2014 @ 2:56 pm

Andrés, no he leido tu trabajo, solo este articulo y le veo un problema: la implementación.
Que me parece muy bien que los Ayuntamientos se ocupen de los servicios, pero hay que cambiar el modo de funcionamiento, selección de personal, elección de representantes y control económico/responsabilidad civil y penal de estos antes de empezar nada.
Que ya lo hemos comentado muchas veces a lo largo de los años y quizás no tenga arreglo sin un doble cambio: una imposición de arriba hacia abajo ( de la Generalitat sobre los Ayuntamientos) de unas prácticas obligatorias de buenas costumbres y transparencia y un gobierno local más abajo/arriba, ampliando el número de representantes con derecho a votar las decisiones y gestionando los Ayuntamientos como una empresa de servicios , siendo los accionistas representantes electos. Y cuantos más accionistas, menos posibilidades de chanchullos, que las bicocas son limitadas.

#4 Comment By Andrés Boix Palop On 20 enero 2014 @ 9:27 am

Sí, Galaico, esa es una de las cuestiones que no he tratado en el librito, porque por algún lugar había que cortar, pero que es esencial: montar un buen marco, desde arriba, de prácticas obligatorias (y de capacidad de control de su cumplimiento, tanto procedimental como material), a efectos de tener redes de seguridad frente a malas prácticas.

Respecto de la implementación, pues claro, poner en marcha un cambio profundo es muy difícil. En primer lugar, pero no sólo, porque requiere de que los actores que pueden iniciar ese cambio estén convencidos y lo quieran.

Esto tiene que ver, claro, con lo que comentas, Ieau, pero es que tampoco el libro pretende ser una descripción de lo que se va a hacer en el futuro. Es una batería de propuestas, que se quieren coherentes, sobre lo que yo creo que se podría (y debería) hacer. De modo que más fácil aún que leer una reseña dentro de unos años como «Ciencia Ficción Jurídica – LPD» es que, directamente, en muy poco tiempo quede más olvidado aún y acumule polvo en los estantes de alguna librería, con algún tipo raro de vez en cuando cayendo sobre el PDF y pensando algo así como «caramba, vaya cosas raras se escribían hace unos años, hay que ser freak, con lo bueno que es este nuevo centralismo que tenemos y lo bien que nos cuenta Muñoz Molina que marcha todo desde que PP y PSOE se han unido para saludar así la nueva Jefatura del Estado de Felipe de Borbón»

#5 Comment By ieau On 19 enero 2014 @ 5:54 pm

Don Andrés, que yo creía que usted era el menos aficionado de todos estos de lpd a la ciencia-ficción y me parece que, en el contexto actual y con los gobernantes de turno, su libro es de ese género.
No me extrañaría que dentro de unos años, ya sin autonomía, y con el ppsoe administrando las deudas con la ayuda de upyd, Alfonsotwr hiciera una reseña del libro en estas páginas comentando ese nuevo subgénero de la ciencia(jurídica)-ficción.

Perdón por la broma, y sepa que, en cuanto tenga tiempo, me lo leeré.

#6 Comment By David On 20 enero 2014 @ 10:19 am

Nunca entenderé porque gente más o menos progresita tiene esa obsesión con el anticentralismo, como si fuera una cosa buena. A este respecto creo que los jacobinos, que por algo eran el ala izquierda de la revolución, estaban en lo cierto al intentar suprimir todo rasgo de particularismo, para asegurar una igualdad lo menos distorsionada posible. El socialismo (el de verdad, la socialdemocracia de antes de 1914 etc) siempre fue favorable, también, a la centralización, para obtener eficiencias de escala y planificar la economía.

Dicho esto está claro que en donde no hay mar no hace falta puerto, por poner un ejemplo tonto; y que pueden haber diferencias geográficas que justifiquen especialidades jurídicas. Pero ¿al margen de eso? Si por mi fuera, ni una raya en el mapa.

#7 Comment By ieau On 20 enero 2014 @ 10:44 am

Lo sé, don Andrés, lo sé. Pero las propuestas con sentido común dirigidas a la administración, su estructura y racionalidad, acaban durmiendo el sueño de los justos. Al menos, espero que le sirva como currículum y ojalá le citen muchos (bienintencionados) autores que traten de mejorar este absoluto merder de administración que tenemos por culpa de la ineptitud e inmovilismo de muchos de nuestro prohombres y sus apesebrados sirvientes.
Lo último que se pierde es la esperanza pero su distopía (y la mía) me ha puesto muy triste.
Por cierto, lo de las diputaciones y su disolución o la conversión en comunidad autónoma uniprovincial pasando por encima de la reforma del pp me ha parecido muy rompedora, aunque le veo un problema sociológico añadido: el cantonalismo provincianista alicantino…

#8 Comment By galaico67 On 20 enero 2014 @ 2:13 pm

David, no creo que el centralismo y la descentralización sean términos dogmáticos. Uno puede alegar que la descentralización era la fuerza del antiguo régimen y a eso se contrapuso la centralización jacobina, para «hacer Estado» y a eso podemos contraponer que los Estados fuertemente centralizados, en términos históricos, la lían parda. Los niveles de destrucción que llegan a alcanzar los imperios – o los modernos estados centralizados- nunca se llegan a alcanzar en situaciones con focos de poder más pequeños y descentralizados.
Y, si nos vamos a términos de eficiencia y eficacia, tenemos los ejemplos del comunismo soviético o las burocracias burguesas: al final ser eficiente requiere muchos esfuerzos y se busca la eficencia estadistica: contentar a un porcentaje de población superior al de descontentos ( o, al menos, contentar a los más poderosos. Y eso, en Estados de tamaño grande, puede ocasionar problemas territoriales y sociales muy grandes. No es lo mismo dejar descontentos a un 25% de los gallegos, o de los valencianos, que dejar descontento a un 25% de los españoles y que estos sean el 85% de los catalanes y el 90% de los gallegos. Vamos, digo yo, que soy gallego y no me molaría nada que, en aras a la eficiencia española, decidieran ponerme un molinillo en el jardín y un superpuerto en cada ría. Pero eso sí, las empresas apoquinando en Madrizz

#9 Comment By David On 24 enero 2014 @ 11:22 am

Pues en mi caso he de decir que mirando atrás estos años, los sentimientos que me provocan el proceso autonómico es decepción y desencanto, ya que unas instituciones que se presentaban como liberadoras han sido instrumentalizadas para garantizar una desigualdad efectiva entre ciudadanos de distintos territorios en el acceso a los servicios sociales a lo que se suma el hecho que el los usos delictivos que de ellas ha hecho nuestra clase política con la complacencia del estado haya convertido casi en un insulto decirse valenciano.

En cambio estoy de acuerdo con Andrés en que hace falta una nueva planta pero esta debe basarse en la igualdad la cual a mi entender solo puede llevarse a cabo con instrumentos políticos potentes.

Debe repensarse de raíz el sistema autonómico de manera que no sea la excusa perfecta para diluir responsabilidades y fosilizar privilegios –forales, por ejemplo- en el que se ha convertido y se haga patente que es el Estado a través de su articulación en Europa y el Mundo el que garantiza y desarrolla la protección de los derechos políticos, económicos y culturales del individuo.

Yo entiendo por tanto que si el Señor Fabra llega a en unos meses a la conclusión de que no va a poder garantizar la sanidad y la educación de los valencianos en condiciones similares a las que se pueden encontrar en otros territorios del Estado, lo que debería hacer es entregar las llaves de la paraeta al gobierno central y poner de manifiesto así lo evidente.

En cuanto a la propuesta del libro, empecé a hojearlo y me ha sorprendido primero que tras centrarse en la historia y el derecho no utilice otros instrumentos. Yo en el caso de intentar rediseñar la estructura administrativa hubiera empezado por un análisis de cómo se estructura el territorio valenciano en la actualidad y como se desarrolla la movilidad en ese espacio.

Haciendo por mi parte ese análisis intuitivo de manera muy esquemática creo que aparecen ocho veguerías a la catalana que deberían asumir gran parte de las funciones de los actuales ayuntamientos al tiempo que se convierten en la dimensión principal de participación política, Vinaròs, Castelló, València, Xàtiva, Alcoi, Alacant, Murcia y Lorca.

#10 Comment By Andrés Boix Palop On 24 enero 2014 @ 11:36 am

David, muchas gracias por el comentario. Tienes razón en que esos análisis de flojos, económicos y de movilidad son muy importantes. Lamentablemente, ni las dimensiones del libro ni mi capacidad y conocimientos sobre el tema permiten dar mucho más de sí a adentrarme por esa senda. Pero sí la creo muy necesaria y por eso apunto en el texto (y añado referencias bibliográficas) a trabajos como el de las dimensiones del gobierno local, hecho por economistas y politólogos, con orientaciones muy interesantes, o las aportaciones de Membrado, mucy sugerentes, desde la geografía, así como la labor (indicada y enlazada) que al respecto está haciendo la conselleria de territorio con sus propuestas de áreas funcionales para la Estrategia 2030.

Finalmente, no sé yo si eso de Murcia y Lorca generaría algunos problemas… de todo tipo (¡y también, aceptando el planteamiento, con Cartagena y Orihuela, por ejemplo, que quizás tengan más razones para poder aspirar a tener una veguería que Lorca!).

#11 Comment By David On 24 enero 2014 @ 12:00 pm

Gracias por tu respuesta. El tomate del comentario era resaltar el hecho de que en una nueva planta racional del estado no deberían caber estructuras como La Rioja o Murcia.

De ahí no entiendo porque viendo el continuo urbano entre Alicante Murcia y Cartagena deberian cerrarse puertas que por ejemplo en Requena o Villena no ponen problemas.

Por último que tienes en contra de Lorca??

#12 Comment By Andrés Boix Palop On 25 enero 2014 @ 10:37 am

¡No tengo nada contra Lorca! Sólo digo que quizás, puestos a crear una estructura como la que dices, tiene más sentido Orihuela, por ejemplo, que Lorca. Era, también, por seguir tu lógica.

Estoy de acuerdo con tu idea sobre la necesidad de «reprensar» cosas como La Rioja, Cantabria o Murcia. Sin embargo, no sé hasta qué punto es más natural el lugar de Murcia en el País Valenciano o en otra estructura. Pero es cierto que es algo de lo que se debería hablar. Es cierto, también, que el norte de Murcia tiene una continuadas evidente, económica y social, en el sur de la provincia de Alicante. O viceversa. Yo esto, como casi todo, la verdad, lo resolvería de una forma no sencilla pero sí a mi juicio más indiscutible que otras: que cada uno decida dónde y con quién quiere estar.

#13 Comment By galaico67 On 24 enero 2014 @ 1:00 pm

David, solo hacerte notar un par de cosas:
La situación en las CCAA se produce con partidos de implantación estatal y -se supone, ahí están Camps y Fabra para demostrarlo- fuerte obediencia central. No es resultado de la toma del poder por el Partido de los Gañanes Pimentoneros precisamente. Y estos mismos desmanes se han producido en todos los entes, solo hay que recordar tres nombres : Madrid, Zaragoza,Barcelona.
Así que lo que falla no es el sistema, son las personas y los contrapesos. Como puedes comprobar, tambien, en el fuertemente centralizado gobierno de las Republica Popular China.
Por lo tanto, el tema no es centralización vs descentralización, es de diseño de gobierno, de como limitar el poder efectivo y la capacidad de control de nuestros gobernantes y de como se tienen que asumir las responsabilidades. Que de Zaplana a Camps se hayan metido 3500 millones de euros en facturas en el cajón por el tema sanitario no es culpa del sistema autonómico, sino de un sistema diseñado para saltarse todas las trabs sin consecuencias.
Y no, con Franco no viviamos mejor. Lo que pasa que nos enterabamos menos y, con el PIB que teniamos, las tajadas no daban para tanto. Sofico, Jesús Gil, Matesa, Juan March…la escopeta nacional no era una obra de ficción…