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Cuando hablábamos de ciertas instituciones, como los puertos, que gestionan intereses o bienes públicos de manera autista, a espaldas de las necesidades sociales ajenas a su campo de acción y sin demasiadas posibilidades de control jurídico o político externo, hubo quien mencionó a las Universidades como ejemplo paradigmático de tal situación. La reciente reforma de la Ley Orgánica de Universidades, aprobada ya por las Cortes Generales (aunque todavía no publicada en el BOE, puede consultarse el texto de la reforma aquí), añade un elemento nuevo a la discusión al respecto. ¿Es bueno que las Universidades sean gestionadas y orienten su actividad a partir de las decisiones que toman las personas que las integran? ¿Han de ser el Gobierno, los Gobiernos autonómicos, el legislador quienes decidan cómo han de funcionar los centros de enseñaza superior y los que han de organizar el mapa de titulaciones y las enseñanzas ofertadas o es mejor que la autonomía universitaria llegue también a esos extremos? La respuesta a estas cuestiones no es, probablemente, sencilla, pero parece que el legislador español sí que lo tiene en estos momentos bastante claro. Y en su opinión, plasmada en la reforma, la mejor solución es dejar a las Universidades ir a su bola en muchísimos aspectos.
En primer término, y en lo que resulta algo que nos entretiene e interesa mucho a quienes nos dedicamos a esto, la reforma de la ley liquida el modelo de acceso a la función pública universitaria basado en pruebas nacionales de habilitación. Es una cuestión sobre la que ya hemos hablando en este bloc (y no sólo en ese post, sino también en otros), por lo que no me voy a extender más allá de aprovechar para reiterar mis asentadas (y en apariencia quizá contradictorias) convicciones respecto de esta cuestión:
1. Creo que es importante que exista un cuerpo nacional seleccionado por medio de pruebas públicas, exigentes y competitivas. Me parece un error pretender compatibilizar la existencia de un cuerpo de funcionarios con sistemas de selección que no tengan un perfil como el señalado. El modelo propuesto por la reforma, en que cada Universidad monta un concurso para cada plaza según mejor entienda y con un procedimiento y tribunal, así como perfiles para la plaza y exigencias específicas para la misma definidos según su mejor criterio, es radicalmente incompatible con una Universidad que se pretende a la vez de calidad y ordenada públicamente. En un contexto como ése, si de veras se considera mejor para la Universidad española el sistema aprobado, creo que en coherencia con tal planteamiento habría que prescindir de la figura del profesor funcionario y que todos los profesores lo fueran como contratados laborales.
2. Mi convicción no es tan fuerte respecto a la necesidad de que subsista una Universidad ordenada públicamente como respecto de la radical incompatibilidad de un modelo de selección del profesorado como el de la reforma con ella. Con todas mis dudas sobre el particular, y no obstante tener claro que a término la Universidad públicamente ordenada está llamada a desaparecer, sigo pensando que a día de hoy tiene todavía más sentido y posibilidades de funcionar mejor, de ofrecer mejores servicios a la sociedad, que el modelo de voluntario descontrol sobre la enseñanza superior al que nos dirigimos. Más que nada porque, aplicando la máxima ignaciana, en tiempos de tribulación mejor no hacer mudanza. Estas reformas que alteran parte del modelo dejando lo demás igual son más un empastre que otra cosa.
3. A pesar de todo lo dicho, y aquí vienen las paradojas, no puedo sino saludar la desparición de la LOU. Porque su modelo de habilitación nacional no servía para nada. O para casi nada (porque, como ya decíamos en su momento, sí garantizaba un nivel mínimo a los habilitados, por regla general). No servía, por supuesto, para acabar con la endogamia (si es que de veras hay que acabar con ella). Pero sobre todo no servía para garantizar niveles aceptables de calidad en el profesorado al prever un sistema paralelo y alternativo de carrera universitaria que servía de puerta de atrás que se cargaba todo lo que habría podido tener de bueno el sistema de habilitación (vedar la entrada de ciertas personas). Dados los costes personales, altísimos, que un sistema así impone, sólo puede considerarse un fraude si ello no tiene como correlato resultados. Con la barra libre para contratar a quien mejor gustaren que la LOU daba a las Universidades por la vía «paralela» (contratos laborales indefinidos, económicamente más ventajosos que la función pública en muchos casos y además con un creciente reconocimiento de derechos semejantes a los de los funcionarios, en lo que es una tendencia imparable para cualquier conocedor de la lógica española de las cosas en la Administración), ¿para qué servía mantener la habilitación? Si su único beneficio era garantizar unos niveles de calidad mínimos para el grupo de personas de entre el que se seleccionaria al profesorado (y aunque el finalmente elegido no fuera necesariamente el mejor, no necesariamente el que no perteneciera al mundillo, pero sí al menos, siempre, alguien con un nivel mínimo que ha tenido que dar la cara en público), es evidente que de nada sirve si esa barrera contra la mediocridad puede saltarse fácil y opacamente por la vía B.
La forma en que ha claudicado el legislador en punto a la selección de profesorado (asunto que dejo aquí) es significativa de la actitud, ya no sé si derrotista, realista o moderna, con la que ha afrontado el resto de la reforma. La idea subyacente viene a ser más o menos ésta: dado que las Universidades, les ponga las normas que les ponga (en este último caso, la habilitación nacional), se apañan para encontrar mil y un imaginativos sistemas para acabar contratando a quien mejor consideran, a partir de sus procedimientos tradicionales (¿puede decirse que de inspiración más o menos feudal?) mejor dejar las cosas claras desde un principio, reconocerles la capacidad de montárselo a su gusto pero dejando también claro a su vez que, al hacerlo, asumen la responsabilidad de que todo el mundo será consciente, sin posibles caretas o coartadas, de que actúan de tal o cual manera porque ellas lo han preferido así.
En el peor de los casos, la lógica que brilla en la ley es una declaración de impotencia. Dado que esto es incontrolable, que hagan lo que les venga en gana. Si no puedes con el enemigo, únete a él. Analizando las cosas con más generosidad (y siendo consciente de que a lo mejor es con demasiada generosidad), a lo mejor la decisión parte del sincero convencimiento de que la lógica interna y real de funcionamiento de las Universidades no es tan descabellada ni tan negativa. Que es, por ello, mejor espolearla y ampararla en vez de tratar de poner puertas al campo. Tal visión no merece ser desdeñada a radice. Las maneras tradicionales de formar a los jóvenes profesores e investigadores, sus trazas feudales, tienen indudables efectos positivos. En parte, de hecho, eso explica que sigan reproduciéndose (y no sólo el cultivo del gremialismo o de la cuota de poder, por mucho que, tampoco cabe ser demasiado ingenuos, estos elementos constituyan un pegamento muy potente). Piénsese en la profundidad y solidez de la formación integral de un universitario que se deduce de la relación con su maestro y su escuela. Es obvio que habría que buscar maneras de combinar lo mejor de estas tradiciones con las exigencias de optimizar el servicio social que prestan las Universidades. Pero nadie puede cuestionar algunas bazas del sistema. Y, sobre todo, no es sensato no considerar que la contumacia con la que las Universidades se han aferrado a algunas pautas propias quizás responda también a que su mejor organización y funcionamiento requieren de su respeto.
Así pues, a lo mejor, la lógica de la reforma está enhebrada por un convencimiento cierto de que es mejor así. De que son los profesores de Universidad los que mejor saben cómo seleccionar a quienes han de trabajar con ellos y sucederles. De que son las propias Universidades las que mejor saben qué sistema de concursos montar (y con qué tribunales) para satisfacer sus necesidades de personal. De que son las propias Universidades las que mejor pueden decidir qué titulaciones ofertar y qué titulaciones no. E, incluso, de que son las propias Universidades las que mejor pueden definir el concreto contenido de las enseñanzas que ofertan. Por supuesto, todo ello completado con una infinidad de cuestiones menores de tipo organizativo que se añaden a las ya amplias competencias en materia de autorganización existentes (por ejemplo, a partir de ahora serán también las propias universidades las que decidirán cómo es mejor elegir a sus rectores).
La nueva ley plantea un sistema en que, en consecuencia, las Universidades deciden a quién contratan, cómo lo contratan (y en qué condiciones), qué perfil de profesorado desean, qué tipo de tribunales y pruebas para seleccionarlo, qué carreras ofrecen, en qué consiste el plan de estudios de estas carreras, cuánto tiempo duran, cómo se desarrollará la docencia, los niveles de exigencia… La nueva ley cree que es mejor. A lo mejor lo cree en un ejercicio de voluntarismo, constatado que no le queda otro remedio, y a lo mejor lo cree de verdad. Pero el caso es que lo cree.
El panorama puede ser hasta bonito. Un canto a la libertad y a la responsabilidad de los que participan de la fiesta. Recuerda el asunto a las reivindicaciones de Giner de los Ríos y la tradición de la Escuela Libre de Enseñanza, que abogaban por la desaparición de los títulos oficiales. Que cada cual aprenda a su bola, a partir de las opciones formativas que libremente se le ofrecen, sin que haya intervención ni interferencia estatal. Lo cual, por lo demás, no excluye que el Estado participe también, ofertando sus propias alternativas en materia de educación. Simplemente, ni impide a los demás que lo hagan ni marca itinerarios obligatorios o exigencias formativas concretas. Claro que, ya entonces y también ahora, pronto aparecen los problemas. Suelen comenzar con las cosas tenidas por todos por evidentemente serias: los médicos. Porque a todos nos parece muy bien la juerga liberal hasta que pensamos en que nos tiene que operar alguien. Entonces sí queremos que el Estado haya regulado previamente con mucho cuidado y rigor quién puede hacerlo y qué ha tenido que demostrar haber aprendido para poder llegar a ese punto.
La Unión Europea ha definido unos currícula obligatorios para las especialidades sanitarias y esas carreras quedan pues, en principio, fuera de la barra libre dispositiva que plantea el nuevo sistema. La cuestión es que, a partir de ahí, las sociedades han de plantearse y se lo plantearán sin duda (he ahí el quid de la bulla entre ingenieros técnicos e ingenieros y sus lobbys respectivos a la que estamos asistiendo encantados el resto de los ciudadanos) que hay otras situaciones en las que exigimos al Estado cierto control, que se preocupe de establecer unos mínimos formativos que aseguren un umbral de capacidad en el ejercicio profesional. Porque tan malo puede ser que me operen deficientemente como que se me caiga el techo de casa o que me defienda en un proceso penal un incompetente que colabore con que me caigan nueve años a la sombra. Así pues, por mucha barra libre que haya, las Universidades tendrán que ofertar titulaciones con unos contenidos u otros que permitan su reconocimiento estatal como habilitantes para el desempeño de ciertas profesiones. Ya se preocuparán de hacerlo, por la cuenta (de mercado) que les trae.
Quiero decir con esto que no, que no han llegado las ideas de Giner de los Ríos a enraízar tanto. Como mucho, la nueva reforma universitaria y el sindiós que podría conllevar con la aparición de mil y una titulaciones propias de cada Universidad podría llevarnos a un mundo donde se desvincularan muchas titulaciones de una concreta capacitación profesional y donde desaparecieran muchas de las habilitaciones neogremialistas de corte medieval que tanto menudean en nuestra vida económica actual. Pero me temo que ni eso. No parece, de hecho, que vaya a ser el caso. Estamos acostumbrados desde hace años a que la tendencia sea más bien la contraria y pronto incluso para ejercer de cajero en un supermercado, peluquero, decorador de interior o fontanero será obligatorio un concreto título habilitante (si es que no lo es ya en alguno de esos casos, que es fácil que se me haya pasado). Alguien tendría que hablar algún día, por cierto, de los colegios profesionales que han aparecido estos años.
Por todo ello, conviene matizar la importancia real de la reforma a la hora de establecer el mapa de titulaciones. Porque el control público estatal a este respecto no va a desaparecer, ni mucho menos, en lo que sea importante: la entrada al mercado laboral. No vivimos en una sociedad preparada para aceptar que muchos controles se atenúen. Por muy formales que, para no pocos de los supuestos (por no decir la mayoría), éstos sean. Quienes conozcan el nivel y profundidad que se da en muchos casos saben que ciertos papeles es como si se obtuvieran en una tómbola de feria. En mi Comunidad Autónoma se ha puesto el Consell de la Generalitat, a veces de forma legal, a veces de manera flagrantemente ilegal, a conceder a ciertas Universidades privadas la posibilidad de emitir títulos de odontología, veterinaria y hasta medicina en centros con unas manifestadísimas carencias (de personal, de rigor académico, de orientación científica) y a nadie le preocupa demasiado. Quiero decir con esto que probablemente, si el arzobispado de Valencia puede montar una Facultad de Medicina con cuatro perras y un par de médicos beatillos y apolillados sin que eso cause demasiado escándalo social es porque tampoco iba tan desencaminado Giner de los Ríos. Porque ese título de médico y una formación en la materia sin control estatal alguno son más o menos lo mismo. Aceptar una cosa, por mucho que queramos creer que no, está bien cerca de dar por bueno el hecho de que en nuestras sociedades ya no es demasiado necesario el control público riguroso sobre la formación superior. Ni siquiera la que habilita para trabajar. Ni siquiera la que habilita para operar. La propia sociedad y el mercado de trabajo se encarga de filtrar. Ahora bien, formalmente, los papelitos que precio mediante va a proporcionar el Arzobispado de Valencia de acuerdo a la formación científica y biológica basada en la Biblia que tienen pensado ofertar, sí tienen valor. Mientras el Estado retenga la capacidad de conferirles valor de título profesional, de hecho, muchísimo.
Asimismo, las posibilidades de que las Universidades vayan totalmente a su bola estarán, como ya lo están, altamente condicionadas por el hecho de que las Administraciones (las autonómicas, en concreto) son quienes tienen la capacidad de aflojar o no la cuerda de la bolsa. Por mucho que la ley reconozca capacidad a las Universidades para hacer más o menos lo que gusten con sus profesores, su organización, sus carreras, el hecho de que el dinero que reciban dependa de la «buena voluntad» de la Adminstración autonómica de turno (que además ha de aprobar las propuestas de nuevas carreras que se planteen) hace que ésta tenga una indudable capacidad de influencia. Que usará, indudablemente, en el sentido en que entienda más conveniente para sacar partido en término de rentabilidad social a la Universidad. Lo cual hace que, incluso más allá de la pura lógica de mercado y de la competencia entre Universidades que las incita a estar pendientes de que sus activididades tengan cierta utilidad, hay mecanismos obvios para incitarlas a que así sea.
La cuestión es, pues, más de fondo, y revierte a una consideración organizativa muy básica: ¿es mejor que, con todos esos condicionamientos ya referidos, sean las Universidades las que se lo monten como quieren o, dado que son un servicio público pagado por todos, que sean los poderes públicos quienes decidan estas cositas? Por este motivo la clave para criticar la nueva ley y su orientación radica más, a mi juicio, en un análisis que partiendo de esta duda se interrogue sobre la necesidad y orientación de una intervención pública, de las instituciones representativas, en la educación superior.
Porque, la verdad, el sistema montado me recuerda mucho al a mi juicio lamentable modelo de «conciertos» de la educación primaria y secundaria. Yo, Estado, te pago y tú, dentro de un orden, claro, te lo montas como quieras. Sistema que me parece lamentabilísimo porque creo que la obligación del Estado es hacerse cargo en primera persona de la educación, al menos respecto de la educación obligatoria, con la idea de que sea lo mejor, más apta para servir de nivelador social y más cívicamente orientada a formar ciudadanos con iguales derechos posible. Y eso requiere una intervención más directa, homogénea e igualadora.
¿Es diferente el caso para la educación superior? Pues probablemente, pero a pesar de todo sigue sin parecerme coherente el modelo. A este paso, y lamento dar una pista a las llamadas Universidades «privadas» y sus defensores (realmente privadas, esto es, financiadas con criterios de mercado, no existen en ningún país del mundo instituciones de educación superior serias, como es sabido), que suelen ser en España bastante lamentables (tanto las Universidades como sus defensores), ¿por qué no concertar también centros privados? ¿Qué diferencia habría? Y no me refiero a lo que en Valencia está haciendo el Gobierno autonómico con la Universidad que le ha regalado al Arzobispado (porque le ha regalado el permiso, las carreras aun en contra de la ley, los edificios, la pasta para reformarlos, las numerosas subvenciones…) sino a una actuación en esa misma línea pero con luz y taquígrafos. Porque, la verdad, dado cómo nos montamos con el nuevo modelo una Universidad pública, ¿hay muchas diferencias? Pues eso, a concertar. A cambio, a ser posible, podrían exigirse unos criterios de calidad mínimos (aunque tampoco es cuestión de ponerse quisquillosos, visto lo que ya tenemos por ahí). ¿Qué diferencia real habría entre eso y una Universidad pública, a la luz de la regulación aprobada por el Congreso, más allá de que las Universidades públicas tienen una especie de organización tipo «cooperativa de profesores y trabajadores»?
Porque la verdad es que yo, consideraciones formales al margen, le veo bien poca. Y, sin negar que dentro de unos años a lo mejor no hay manera más adecuada de organizar la educación superior, de momento, la verdad, creo que no ha llegado todavía ese día. Me habría gustado más, por eso, que mientras tanto el Estado se hubiera preocupado de montar un sistema público exigente, más o menos homogéneo en aras a lograr una mayor igualdad de todos los españoles, favorecidos o desfavorecidos, e intervenido a partir de la visión que desde las instituciones representativas se tenga de cuál es la utilidad social que ha de exigirse a una Universidad. Pero bueno, no es lo que nos ha dado el Congreso con su aprobación de la reforma de la LOU. Así hay que aceptarlo. Esperemos saber aprovechar el cheque en blanco y asumir con entereza que, tarde o temprano, idénticos cheques se los van a llegar a las Universidades privadas. Con las que será fácil competir, pero a las que habrá que empezar a desenmascarar cuando defrauden a la sociedad y sus estudiantes con, al menos, la misma virulencia con la que es tratada la Universidad pública.
38 comentarios en Barra libre para las Universidades
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Excelente análisis.
Solo un apunte…
«No servía, por supuesto, para acabar con la endogamia (si es que de veras hay que acabar con ella).»
Espero que sea una fina ironia, querido Andres. Por lo que a mi area de trabajo respecta y si comparo con los profesores que tuve (por desgracia) en la Facultad, puedo afirmar sin equivocarme que (salvo muy honrosas excepciones entre las cuales se encontraban profesores a tiempo parcial que trabajaban en otros campos) eran unos profesionales MUY mediocres y que dado que no habian salido nunca de las cuatro paredes que conformaban su Departamento-Mama Ubre(donde hicieron tesina, tesis, sacaron plaza y por supuesto se jubilarán), no tenian ni los conocimientos, ni la experiencia, ni la capacidad de enseñar algo mas de lo que ponian los libros de la Biblioteca (del Departamento, obviamente).
Comentario escrito por Garganta Profunda — 13 de abril de 2007 a las 8:53 am
Hola
Andrés, creo que se apuntan dos situaciones:
Tendremos que volver al modelo de examen de fin de carrera para habilitación. Tu estudia la carrera donde te de la gana, pero papa estado tendrá que poner un examen para obtenerse la licencia para trabajar (¿El módelo que se ve en las peliculas de abogados americanas? ¿Las pasantias que quieren establecer por ley los Colegios?), pues va a ser la única posibilidad de que alguien establezca un nivel mínimo. Este sistema será autonómico ó provincial ó municipal ó parroquial, pero vendrá. O eso ó la Universidad se arruinará por las destrozas que cometerán sus licenciados y que la multitud de abogados que ha generado este pais se encargará de vengar.
Financiación : ¿Para cuando una Universidad se financiará en función de criterios «productivos» ó por lo menos unos criterios? Actualmente la imagen de la Universidad es la de un chiringuito que expide titulos y cuyas reivindicaciones monetarias se dirigen preferentemente al capitulo de personal pero que no se siente responsable de explicar lo que hace con sus dineros. O por lo menos, no de explicarlo con criterios contables.
Quiza la formula sería que la Administración asignara un fondo en función de la estimación de alumnos y que cada «chiringuito» compitiera por atraerlos. Lo que no es razonable es que cada población mediana quiera tener «su» universidad, para aprovechar los ingresos que la vida estudiantil aporta a la comunidad ( Elche-Alicante / Oviedo-Mieres…multitud de escisiones que finalmente solo llevan a la sobreoferta porque finalmente todasd quieren tener todas las carreras y todas financiadas por «papa»
Bueno, lo dejo por el momento.
NT: Empastre..Andres, que no todos son valencianos ))))
Comentario escrito por galaico67 — 13 de abril de 2007 a las 9:58 am
Reivindico el uso ocasional de palabras como «empastre». Si para expresar de modo más preciso recurrimos e internacionalizamos vocablos como «fiesta», «matador», «charme», «Schadenfreude» o «Weltanschauung», ¿por qué no recurrir a otras si cabe más expresivas como «empastre»?
Aclarado lo importante, voy a lo que menciona Garganta Profunda para aventurarme entre el fuego graneado. No. No es ironía. Porque, por una parte, no me creo que la LOU pretendiera luchar contra la endogamia (porque vamos, si así fue, ni siquiera alguien tan autista a la realidad exterior a sus miserias intelectuales como Pilar del Castillo monta un sistema que la permite multiplicada). Pero, por otra, reconozco no tener tan claro que la endogamia sea en sí misma un problema.
Un problema es que haya profesores malos y que no existan filtros adecuados para detectarlos y no contratarlos. Pero no es necesariamente la endogamia lo que genera profesores malos. Es más, el cultivo endógamo permite en muchos campos realizaciones portentosas. La esencia del avance científico y cultural se base en una cierta combinación de individualismo y endogamia. Igual que hay profesores que no han salido del «alma mater» (nunca mejor dicho para ellos) y son muy malos, los hay que son muy buenos. Y pululan por ahí verdaderos ceporros muy viajados. Algunos ni siquiera logran, lo que ya tiene su mérito, volver un poco aireados, mentalmente oreados (eso que llaman ahora «open minded») de su periplo exterior, lo que tiene su mérito.
La cuestión no es ésa. Sino que viajar y cambiar, ver distintas cosas, demostrar tu valía en distintos ámbitos, tiene sus ventajas. Pero algunas desventajas. Como también las tiene, sin duda, no salir de casa. Pero tiene ventajas adicionales, de estabilidad en el grupo de trabajo o escuela que te forma, de intensidad en ese lazo, de estabilidad personal y social (lo que permite llevar una vida más completa, sobre todo a las mujeres).
La Universidad española probablemente es de las más endogámicas de Europa. Eso no lo discute nadie. Que eso signifique que sea comparativamente mala ya es otro cantar. Porque el avance en las dos últimas décadas (justo las del clímax de la endogamia) ha sido espectacular. La endogamia, simplemente, facilita otros tipos de currícula y unos concretos perfiles de universitarios. Por ejemplo, intuyo que no es casualidad que la Universidad española esté mucho más feminizada que otras menos endogámicas. Y es lógico que así sea, mientras el mundo en que vivimos sea machista y conlleve las cargas que en muchísimos casos sigue comportando para las mujeres. La Universidad española permite medio compatibilizar una carrera profesional con la vida familiar, a diferencia de lo que suele ocurrir con alguien que cada dos años ha de mudarse, por ejemplo. Y, como es obvio, no es sólo una ventaja para las mujeres sino para todos. A lo mejor, de hecho, eso genera unos efectos positivos incluso para la propia institución.
Así que, como decía, no tengo claro (repito, no tengo claro, lo que no significa ni mucho menos que tenga claro lo contrario) que la endogamia sea un problema o, sobre todo, el gran problema. Tengo la sensación de que vivimos demasiado cegados con eso. De que no es para tanto. De que hay pros y contras y que tampoco es cuestión tan nuclear y, a lo mejor, ni siquiera globalmente negativa. Aunque reconozco que es otro de esos asuntos donde me asaltan más dudas que convicciones.
Respecto de lo que comenta galaico67, estoy totalmente de acuerdo. Creo que sería lo más sensato, una total desvinculación del estudio y el título profesional y que éste se concediera tras el examen correspondiente. Una medida así comportaría además, creo, dos beneficios colaterales notables:
– Si para dar una titulación profesional hay que montar una prueba ad hoc y hacer a la gente examinarse específicamente en vez tener un sistema más o menos indoloro de «cursos-jauja-de todo a 100» habrá una cierta contención a la hora de «cerrar» ámbitos profesionales a la obtención de un título tras examen. Ni el Estado tendría muchas ganas de montarlo si no fueran estrictamente necesarios ni a la gente le gustaría tener que examinarse para cualquier cosa.
– Si la gente que estudia Derecho aquí, allá, acullá, con este profesor o con aquél de más allá sabe que, al final de la película, le espera un examen de estado para poder ser abogado, ya se cuidará muy mucho de seleccionar Universidades y profesores a partir de criterios totalmente diferentes a los que en la actualidad son más habituales. Y, por esta vía, sería sencillo obtener datos más o menos fiables respecto de la valoración real que los usuarios del servicio tienen de su utilidad (que no es que sean a lo mejor lo único a considerar, pero que en la actualidad no tienen ningún valor porque lo que buscan los usuarios no es necesariamente la mejor preparación sino el título más liviano de obtener, algo lógico dado el modelo de incentivos en que los estudiantes españoles conviven).
Comentario escrito por Andrés Boix Palop — 13 de abril de 2007 a las 10:51 am
Interesante. No sé mucho de esto, pero en efecto un examen de Estado, serio, habilitante para el ejercicio profesional, constituiría una reforma tan valiente (en la medida en que implica un relevante cambio de categorías culturales) como imprescindible. Bien concebido y articulado, dotaría a las universidades de un papel muy claro en la sociedad en la que nos movemos. Y conseguiría un efecto que a mi entender es de lo más saludable, el de crear un ranking de universidades que el discurso de la autonomía y la igualdad ha anulado.
Es insostenible la proliferación de universidades de rango más que dudoso y que no hace otra cosa más que beneficiar la recolocación de personal en detrimento de la calidad de la cultura universitaria. La autonomía universitaria y la gestión de sus recursos iría rigurosamente encaminada a la consecución de fines de prestigio social, de quienes forman y, necesariamente, de quienes han de ser formados. Pública, o privada, pero premiar a las mejores en función de unos fines sociales que se esperan, por supuesto, bien definidos en función del contexto que nos ha tocado vivir. En este sentido, me parece sanísima la discriminación.
Por lo demás, ya en el seno de las propias universidades, no me da la sensación de que la endogamia sea intrínsecamente mala. Condenarla por principio arrastra consigo vetar, del mismo modo, a las distintas líneas de investigación, que pueden ser altamente encontradas. No veo por qué, por principio, si un grupo de investigación ha formado con fondos públicos distintos investigadores en el seno de su equipo y siguiendo las líneas de investigación que le resultan adecuadas, debería desprenderse de su personal así formado.
Lo comprensible, y que no me parece ilegítimo como pretensión, es que pretenda incorporar a sus investigadores. Es cierto que llaman la atención determinadas situaciones resultado de estas estrategias, en casos reprobables y casi obscenos, pero el problema no está en el principio de la endogamia, que no en sí mismo no es ni bueno ni malo, sino en el sistema que lo vicia y en su conversión en un fin en sí mismo, desatendiendo otras (las) prioridades educativas, formativas y de investigación que hacen verdaderamente a la universidad no sólo creíble y necesaria sino, sencillamente, universidad.
En cualquier caso, pensaré más sobre el asunto.
Comentario escrito por Viceversa — 13 de abril de 2007 a las 9:28 pm
Chapeau, Viceversa.
Comentario escrito por Marta Signes — 14 de abril de 2007 a las 11:59 am
Es que, como comentas, la endogamia solo es valida si obtiene resultados y si no es endogamia realimentada. Entiendo que la Universidad X contrate a licenciados formados en su seno siempre que este contrato salga de una Dirección universitaria global. Lo que es inadmisible es que los propios Departamentos se comporten como señores feudales y se mantenga el sistema de camarillas y simpatías -antipatías personales que impera y que estos Departamentos, en función de su capacidad de presión en las elecciones a Claustros, lleguen a ser un ente cuasi autónomo dentro de un ente cuasi autónomo.
Coño, que si quieren ser tan autónomos como una empresa privada, por lo menos que adopten modelos de gestión de empresa privada y cuando tengan perdidas que se apliquen el cuento. Más que financiar a las Universidades para que mantengan esta tendencia a la hpertrofia, que financien a los alumnos y que estos, al acudir a una u a otra, las doten de más ó menos recursos.
Y examenes habilitantes ó carreras profesionales. Si los médicos hacen el MIR, los abogados y los economistas que hagan lo propio. Y los tecnicos que hagan una carrera profesional desde la grasa, el estañador ó el técnico de base.Tarde ó temprano llegrian arriba.
Saludos
Comentario escrito por galaico67 — 14 de abril de 2007 a las 12:44 pm
Jallo payos.
No son precisamente malas ideas las que proponen. Pero… ¿no son un poco alegres? La idea de galaico de dar la pasta exclusivamente per cápita funcionará unicamente si se ponen esos exámenes que mencionan para que la gente no se valla donde te regalen el título. Además de eso está el asuntillo de que a mí me daría miedo volver a examinarme en plan selectividad de según qué asignaturas juntas. Que nadie se ofenda, pero no es lo mismo estudiar física que magisterio. Naval que turismo. Yo perdí seis meses con el proyecto de fin de carrera de la ingeniería técnica para que me dejaran matricularme de la superior. Maduré muchísimo, pero sigo odiando en el fondo de mi corazón (cual cristiano que manda amenazas a los que no cumplen los mandamientos como él) a los que les regalan el título al terminar.
Tenía entendido que con los nuevos grados todo cristo tendría que hacer un proyecto de fin de carrera. Sería un buen momento para hacer la criba (ya que por algún motivo que desconozco no se puede hacer en selectividad). Pero si se hiciera, para que funcionara, tendría que ser dura, y eso podría generar una situación indeseable de medio-licenciados parecidos a los que preparan oposiciones. ¿No sería peor el remedio que la enfermedad?
Creo que la exigencia debería estar en ganarse el aprobado. Y mi prima ya me contó lo que a ella le contaron en el colegio de industriales de sevilla. «Que le habían dicho a los profesores en la universidad que aprobaran a la gente».
Que Dios nos coja confesados.
Comentario escrito por Otto von Bismarck — 14 de abril de 2007 a las 2:30 pm
Hola, Herr Otto
Yo no le digo de volver a examinarse de esa estupidices de algebra y cálculo, las matemáticas modernas de las ingenierias, esta claro que los Técnicos tendriamos que buscar otra cosa – ¿el modelo alemán, pasando de FP a Ingeniería, no siendo directamente un Master del Universo y luego hacer la «pasantia» en cualquier oficina técnica en plan mileurista?
Yo es que no le veo la gracia ni la utilidad a que el Estado financie los estudios para generar una casta de opositores profesionales a grupos A y B de la Administración. Que es un examen en el que no importa invertir años – siempre que no estes bien apadrinado, of course
Comentario escrito por galaico67 — 14 de abril de 2007 a las 3:20 pm
Celebro que el debate esté siendo interesante.
Creo que en cierto modo comparto, mi querido Andres, tu visión de las ventajas/inconvenientes de la famosa «endogamia», pero dejame explicar que mi concepto de endogamia tal vez difiera del tuyo en cuanto a que tu le aplicas un fuerte componente geográfico («salir afuera, a otras instituciones») mientras que mi componente es mas «teorico-práctico».
Cuando denuncio la endogamia imperante en el profesorado universitario (vayamos a un ejemplo concreto, carreras de ambito biosanitario clásicas) los tiros van parejos a la opinion de Galaico («Lo que es inadmisible es que los propios Departamentos se comporten como señores feudales y se mantenga el sistema de camarillas y simpatías -antipatías «). Si bien añado un nuevo componente. No puede dejar que una persona sea responsable de la enseñanza de una materia en concreto si no solo no la ha ejercido en ningun momento sino que ademas no ha salido de las cuatro paredes del Departamento (si exceptuamos 6 meses de orgias etilicas en estancias europeas).
Pondré un ejemplo mas concreto que creo puede ilustrar mi denuncia. En cualquier Facultad de Medicina, el profesor que te imparte la asignatura de Dermatología, estoy seguro que es un Medico que tras haber aprobado el MIR, se ha especializdo en Dermatología y desempeña su labor como Adjunto en algun Hospital. Conocimientos y experiencia práctica estan mas que asegurados. Confiemos en que su buen hacer docente haga de el un excelente profesor. Por contra, en carreras como Farmacia, muchas asignaturas prácticas estan impartidas por «Ratas de Departamentos», lease grises Becarios que mamaron de la ubre departamento el tiempo que fue necesario con el fin de conseguir el tan ansiado contrato de «profesor asociado» para impartir materias que desconocen por completo ya que nunca las han ejercido a nivel profesional.
El que aqui suscribe ha visto autenticos esperpentos en materias como Salud Publica, Bioquimica Clinica (si es clínica la tiene que impartir un Clínico y no un Asociado que nunca ha visto un enfermo en su vida), Farmacología, y un largo etc…
Conclusion: Cuando digo que hay que acabar con la endogamia no estoy diciendo que el profesorado me ha demostrar que ha hecho estancias en Cornell, Berkeley o la Universidade Tragacete. Parece que cuanto mas lejos hayas estado como que mejor queda y eso no es cierto. Lo unico que le exigiria es que al menos su formación se adecue a los contenidos de la materia (mas si cabe si la asignatura es «aplicada») y que tenga cierta experiencia profesional en el ramo. No me vale un recien asociado que se prepara los temas leyendo del mismo libro que esta en la Biblioteca de los alumnos. Para eso nos dejamos de clases y hacemos examenes por libre.
Comentario escrito por Garganta Profunda — 14 de abril de 2007 a las 5:24 pm
Yo creo que todo lo que has dicho es bastante equivocado.
Dices que España ha tenido una avance «espectacular» en 20 años. Sin embargo no hay ni una sola universidad española de reputación internacional. Y países como Japón, Singapur Corea o China se han convertido en paradigmas de la investigación científica en pocos años; sus universidades están entre las 100 mejores internacionalmente.
España, si de verdad hubiese querido, tendría universidades de prestigio ahora. Eso, implica, claro, fijarse en como las universidades estadounidenses y británicas han conseguido su grandeza, y no dedicarse, como siempre, a mirar lo que hace Francia, y, si eso, Italia y Alemania.
Cuántos Premios Nobel-o ni siquiera eso- qué premios y galardones suelen tener los profesores españoles? Cero. Sin embargo se van pavonenando con aires de grandeza y dedicándose a suspender al 70% de su alumnado.
Lo de Alemania da pena; antes de la II Guerra Mundial las universidades alemanas eran extraordinarias, las mejores del mundo; hoy todos languidecen tras los supuestos «avances» de la socialdemocracia. Italia es aún peor, excepto Bolonia sus universidades son como las españoles, lo que es ciertamente triste.
Sin estar totalmente de acuerdo con el sistema americano( mi principal objección son sus precios excesivos), me resulta muy superior al español: los profesores tienen que pasar un duro proceso de selección, obtienen un título de una universidad y luego son admitidos, si otra universidad lo considera, en un programa de doctorado. Luego suelen comenzar en una universidad de nivel mideo y sólo después de haber publicado e investigado alcanzan una posición en sitios como Harvard etc. El sistema les obliga, básicamente, a estar constantemente investigando y al día en su especialidad, no como aquí, que, una vez obtenida la cátedra ya no necesitas publicar para conservar tu puesto, y te pueden estar enseñando el manuel de derecho romano de los años 80 sin inmutarse. Básicamente el problema es que los profesores sean funcionarios, otra «genial» idea importada de Francia( ¿ Por qué nos ha tenido que influir tanto culturalmente Francia en vez del mundo anglosajon?)
Cuando la gente habla de la endogamia universitaria, no se refiere a la escuela de un profesor; se refieren a lo que muchos otros han mencionado aquí, a la tendencia al amiguismo, a la conjura personal, al sistema de oposiciones donde acaba saliendo elegido el favorito previo de dos de los tres jueces. Si hubiera un sistema como el americano, nada de eso ocurriría, ya que una escuela, dada la movilidad estadounidense, no tiene porque estar reducida a una universidad, y un profesor relavante obviamente puede influir en la decisión final de una universidad de contrar a un doctorado, pero siempre sometidos a rigurosas pruebas( no todo el que quiere puede hacer doctorado, y asegurarse una posición universitario es extremadamente competitivo).
En suma, el sistema americana fomenta la competencia sana y efectiva entre universidades y entre profesores. Todo eso lleva a que la universidad americana haya desbancado a la europea como el referente académico, excepto Cambridge, Oxford y poco más.
Esto no ha pasado a varios españoles, claro; varios grupos liberales, como un grupo asesor de la Comunidad de Madrid( y no me considerais pepero ni adicto de la Espe, que me repugna) ha propuesto medida similares, recortando la subvención a las públicas y estableciendo cheques familiares para que cada persona pueda elegir donde estudiar y fomentar la competencia por atraer alumnos( cuando la diferencia de precios es tan brutal, razona el artículo, tal competencia es imposible). Por supuesto, todos los rectores de las principales universidades públicas se han opuesto, arguyendo que se trata de algo «conservador», malignamente «privado»( ya se sabe que en este país cualquier cosa seguida de «público» es bondadosa, de «privado» perversa). Saben que si cosas como estas acaban triunfando se les acaba el chollo. También decían que se debía salvar el sistema español, lo que sinceramente no entiendo, ya que, como he dicho, no somos un referente en nada.
A mi juicio, España, históricamente, se ha resignado a un papel secundón, por una especie de mito propagado: España, después de su grandeza imperial, ha estado en un periodo de decadencia del que sólo puede salir gradualmente y sin esperar alcanzar, más que en un lejano futuro, a los grandes países. Las experiencias de Singapur, Corea, Japón, o Finlandia en educación secundaria muestran que esa idea de cambios graduales y resignados es profundamente equivocada, y que con una buena planificación y voluntad seria se puede lograr resultados excelentes.
Ya sé que a mucho europeo snob esto de imitar a los yankees le debe producir urticaria, ya que nosotros siempre hemos sido más sofisticados, más cultos no? Yo creo que el nacionalismo, aun europeo, no nos debe cegar y que unas universidades que logran cada año obtener la mayor parte de los Nobel y otros premios académicos simplemente son mejores, y que ha de aprenderse de lo mejor, sin importar su origen.
Comentario escrito por Caesitar — 14 de abril de 2007 a las 8:26 pm
Que conste que el tema me interesa mucho y que no replico por afán de polémico.
Más que cualquier otra cosa, lo que me duele de la historia de España es lo poco que ha contribuído a la ciencia y la filosofía. Los imperios desaparecen, los avances científicos no los borra el tiempo.
Y creo que España, en la transición, podía haber hecho un mayor esfuerzo con las universidades, para lograr salvar esa brecha.
Comentario escrito por Caesitar — 14 de abril de 2007 a las 8:37 pm
Buenas.
Pues sí señor Galaico. No es mala idea la que propone. Pero la veo irrealizable. Es decir, veo clara la situación previa A, que es la que tenemos. Me hago una idea de la situación deseada B, que es la que describe del modelo alemán. Pero en el paso intermedio del diagrama de flujo solo veo una interrogación.
Cuando me mandaron la noticia de El país con la propuesta del gobierno para las nuevas titulaciones según Bolonia, venían las carreras de 4 años, ¿todas? No, una irreductible colonia de galos formada por medicina y arquitectura seguía impertérrita con planes más largos. Con un amiguete estuve discutiendo si la causa de que los ingenieros tuvieramos que pagarnos un master para serlo del universo, mientras estos dos no lo tuvieran que hacer era por la más que evidente importancia de sus carreras o por privilegios emanados de unos colegios poderosísimos.
Y ya se ha visto en lo que jocosamente comentaba el señor boix que los colegios de ingenieros superiores han acabado defendiendo sus privilegios como gato panza arriba.
A lo que voy, que acabo de ver que estoy divagando, es a que me parece que con la de intereses que existen, una reforma así es inviable. Las universidades se alzarían en armas si les fueran a quitar durante varios años a sus valiosos técnicos con la de pasta que se mueve en torno a nuestra formación. Y la reacción de los gremios tampoco está clara. Por no hablar de que me tocaría las narices otro poco más «de oferta» que además de tener que hacer proyecto de fin de carrera nos siguieran complicando la vida mientras en otras facultades te regalan el título.
Aunque con el nivel que estamos tomando creo que su propuesta puede acabar siendo hasta necesaria.
Y en cuanto a lo de farmacia que comenta garganta profunda, es que esa gente tiene una serie de privilegios que no sé de donde carajo provienen. Pero cuando finalmente, porque la UE obligue o porque prime el sentido común, les quiten las medidas proteccionistas, el batacazo que se van a dar va a ser de aúpa.
Comentario escrito por Otto von Bismarck — 15 de abril de 2007 a las 12:31 pm
Herr Otto, consuelese con la definición del arquitecto que dan los ingenieros : » Alguien que no es lo suficientemente homosexual para ser decorador ni lo suficientemente hombre como para ser ingeniero»
La mia propia es » cuanto más trabajo con los arquitectos, más me gusta mi perro».
En lo que respecta a medicos y arquitectos, por partes:
Los médicos, antes de llegar a la tierra prometida del yate y el Mercedes, tienen que pasar el MIR y su periodo de mileuristas en la sanidad pública. Montandote un inmobiliaria se llega primero. No les envidie, siempre tratan con enfermos…
Los arquitectos, olala, los arquitectos…ahi si que tenemos una casta, una tradición que pasa de padres a hijos y que se ha visto muy reforzada por el boom inmobiliario. No les vendría mal tampoco una vuelta por la obra antes de ser masters y licencia para matar. Y sus capaciddes, que decir…el día que me encuentre un arquitecto que piense en algo más que el exterior de sus «creaciones» , ese díaalcanzaré el extasis místico cual Paz Vega haciendo d Teresa de Jesus..
Y, por último ¿Las universidades alzadas en armas? Oh si que miedo…alguien que es totalmente dependiente de la financiación pública y cuyas practicas contables son de juzgado, más le valdría conformarse con patalear un poquito y medir los tiempos. O sea, hacerlo preferentemente vispera de elcciones. Si empezaran a pedir y controlar facturas, habría que hacer una sección de la Audiencia Nacional solo para este tema. Que eso de la autonomía esta muy bien, pero maman demasiado de la ubre pública.
Y respecto al titulo, no se preocupe. Si no está usté bien apadrinado, tendrá que empezar de mileurista y rezar por caer en una buena empresa. Si es medianamente bueno y no se nota excesivamente cuando la lía, engordará su curriculo y en un par de años subirá un poquito, y asi sucesivamente hasta alcanzar cumplir el principio de Peter.
Un saludo
Comentario escrito por galaico67 — 15 de abril de 2007 a las 1:26 pm
Interesante, si señor.
En el tema de los corporativismos hace tiempo que llegué a la conclusión de que cada cual considera a su gremio superior a los demás. Nuestro mismísimo anfitrión me lo dejó claro en artículos recientes al venir a decir que pensaba que había que darle más importancia a la opinión de los juristas que a la de los ingenieros en la ampliación del puerto de valencia (efectivamente, estoy tergiversando los hechos).
Lo cierto es que entre los ingenieros también sopla con fuerza un viento cerril y cuadriculado del que tenemos cierta fama. Sobre todo entre los arquitectos. En ese sentido sí que parece que ellos se consideran los atenienses y a nosotros los espartanos. Pero es por la misma formación que tenemos, a ellos les comen la cabeza con la estética y las formas eróticas tanto que a veces pierden de vista el detalle de para qué sirve lo que hacen o que eso hay que ejecutarlo de algún modo. A nosotros nos la comen (la cabeza) con lo de buscar la solución pragmática y, habiendo suelto tanto paquete, se acaban viendo disparates como los que se ven.
En cualquier caso no creo que se deba tomar a la ligera la posibilidad de unas movilizaciones como las de la LOU, sobre todo cuando el universitario es un segmento en el que abundan los seguidores del curso para ligar de LPD. Y son bastante dados a buscar cualquier enemigo contra el que manifestarse. Las instituciones universitarias harían movilizaciones para no perder alumnos y quedarse sin trabajo y los alumnos les seguirían gustosos para dar por el culo (esa es mi ultraderechista impresión).
En fin, me alegro de no ser el que toma esas decisiones para poder criticarlas hagan lo que hagan. Saludos.
Comentario escrito por Otto von Bismarck — 15 de abril de 2007 a las 6:52 pm
Una propuesta bestia:
a)El Estado que pague el mantenimiento de los edificios y un sueldo mínimo -1500 Eur- para los enseñadores.
b) El Estado que haga a los alumnos un prestamo anual, a 30 años de plazo e interés MIBOR, que cubra el importe de una matricula media, más una media de los gastos de vivir un añito fuera de casa. Que la renovación sea en funcion de resultados académicos.
c) Distrito abierto
d) Una vez cumplido a,b,c, que cada perro se lama su…
Comentario escrito por galaico67 — 16 de abril de 2007 a las 12:39 pm
Bah. Eso no es nada. Galaico veo su oferta y subo a sustituir las clases «prácticas» por peleas en barro femeninas.
Un poco más en serio (aunque no por ello renuncio a mi fetichista propuesta).
Examen nacional draconiano que haya que aprobar para dar clase. De ese pozo que garantiza mínimos, que los respectivos señores feudales departamentales puedan dar peso a su opinión a la hora de elejir a sus secuaces. Al fin y al cabo no deja de tener lógica que se tengan en cuenta las afinidades personales a la hora de formar grupos de trabajo, ya que el examen garantiza que no sea el enchufe el único requisito para ser profesor. Creo que es el sistema que medio defiende andrés.
¿Problema? Que así perderíamos a los profesionales valiosos que podrían enseñar la vida real frente a los que no han salido del departamento y enseñan en base a libros, como comentaba garganta profunda. Facilitar la entrada a estos tambien lo facilita a la entrada por enchifismo, y no veo clara la solución.
Tal vez sería contratar a esta gente externa para clases prácticas que lo sean de verdad, en vez de esta mierda que hay ahora para no complicar la vida demasiado a alumnos y profesores y que consiste entrabajos bibliográficos o en chorradas que tienen poco que ver con el desempeño profesional. Pero que la retribución que reciben de la universidad no sea mas de la mitad de todos sus ingresos, es decir, que sea verdad que trabajan.
En cuanto al aspecto monetario, que tanto le mosquea, podría ser primar en la financiación a las universidades que más y mejor coloquen a sus egresados. Así se lo pensarían antes de hacer masteres en capado del canario flauta o la licenciatura en pelotillas ombliguiles. ¿Problema? Se potenciarían las escuelas técnicas frente a las demás carreras. Pero se podrían poner baremos de inserción específicos para cada especialidad.
Creo que es lo mejor porque son correcciones al sistema existente en vez de un sistema nuevo, con lo que sería más barato de aplicar y menos grave si es una cagada. Y si no funciona pues lo de las chatis en el barro, que seguro que es más barato y por lo menos te entretienes.
Comentario escrito por Otto von Bismarck — 16 de abril de 2007 a las 3:38 pm
Por cierto, pido perdón por acentuar latinismos, poner elegir con jota y esas cosillas que siempre hago.
Comentario escrito por Otto von Bismarck — 16 de abril de 2007 a las 3:40 pm
La gente no ha hecho caso a mis sugerencias.
A un profesor universitario no se le puede pagar el sueldo mínimo, si los quieres tener competentes. No sé si te refieres a que de cualquier sueldo de un profesor el estado debería contribuir 1500 euros mensuales, lo que es otra cosa.
Y todos seguis sugiriendo que la financiación debe ir del Estado a la universidad, lo que, sin embargo, siempre lleva al chanchullo: no sería preferible que ese dinero se destinara a las familias, y que ellas decidieran, en función a los criterios que habeis enumerado: ( el programa es bueno porque asegura puesto de trabajo/ tiene reputación académica, sus profesores son excelentes) etc?
Comentario escrito por Caesitar — 16 de abril de 2007 a las 4:21 pm
Caesitar,me refería a que , a partir de 1500 euros , lo que llegue a ganar un profesor es asunto suyo y de la Universidad. Quizá aun sea mucho para el nivel que demuestran y como acceden….
Y mi solución bestia pone en manos de las familias donde estudiar, no como cheque escolar, sino como prestamo al estudiante, a devolver.
Herr Otto, no podia esperar menos de un barbaro de secano como usté. Barro, birras y cursillo para ligar….
Subo su apuesta, y le envido a grande su draconiano examen ( se ve que ha asimilado lo de ser un espartiata), cambiandolo por 15 años de experiencia profesional en más de tres y menos de seis empresas distintas. Que el tio ya se merece un descanso….
Comentario escrito por galaico67 — 16 de abril de 2007 a las 5:34 pm
Ah, por cierto ¿Para cuando el turno de oficio obligatorio para los profesores de derecho Administrativo?…..
Comentario escrito por galaico67 — 16 de abril de 2007 a las 5:54 pm
Galaico67, entiendo tu propuesta, y tu escepticismo porque muchos profesores se merezcan actualmente cobrar 1500 euros.
Tendrás que reconocer, sin embargo, que la importancia de haber tenido trabajo profesional fuera de la universidad no es aplicable a todos los campos. En algunos casos, haber trabajado de abogado( o de psicólogo, etc) puede ser útil; pero no creo que haya ningún trabajo que pueda ser relevante para un historiador o un filósofo, entre otros. Pueden trabajar en el departamento de recursos humanos de una empresa, supongo, pero no creo que eso vaya a dotarles de algo relevante para su puesto.
Tu idea de los créditos a devolver es interesante, pero yo pienso aún así que el Estado debería hacer alguna contribución; ya es suficientemente la situación laboral de muchos jóvenes universitarios para encima tener que estar limitado por la necesidad de devolver ese crédito. También sería interesante atraer financiación privada, claro.
Comentario escrito por Caesitar — 16 de abril de 2007 a las 7:44 pm
Caesitar, creditos al mibor y a 25 años, eso hace entre 30 y 40 euros por cada 6000 euros…tampoco es tanto coste al mes.
Y, por lo menos es un coste visible. Casi sería como aplicar el modelo nordico de preemancipación.
Si eres bueno/normalito y te diplomas /licencias en un tiempo razonable podrias estudiar por menos de lo que te cuesta alquilar la habitación. Ahora mismo se pagan unos 50 euros por cada 9000. Es un riesgo, pero tanto ó más es comprarse un carraco y chafarlo, y se hace
Y si estudias en tu ciudad , ni te digo.
Yo creo que socialmente habría más a ganar y que , igualmente, se podría mantener una politica de becas sobre los rendimientos.
Jo, me ha salido la vena de pureta reaccionario….
Comentario escrito por galaico67 — 16 de abril de 2007 a las 9:43 pm
¿Quién es el cabrón que quiere que me dedique a la abogacía? ¿Podría explicar exactamente los motivos por los que desea que mi noble alma se embrutezca con algo tan pringoso como la práctica del Derecho real? ¿Acaso no sabe Usted que yo vivo muy bien en el mundo de la alta teoría? ¿Qué se ha creído, que lo que yo hago tiene que «servir» para algo y, lo que es si cabe peor, que tiene que notarse que sirve para algo? ¡Faltaría más! Y, lo que es más grave, ¿acaso no sabe Usted que es bueno, para compensar, que haya un porcentaje de gente que viva en esos mundos? ¿Que, aunque no lo parezca, resulta socialmente medio útil para los demás? ¿Y que, para eso, lo mejor es que nos mantengamos lo más «puros» e incontaminados que sea posible?
No conozco el problema en otros mundos. Al menos, no con detalle. Puedo hablar en cambio de qué ocurre en Derecho y, más en concreto, en Derecho administrativo. Lo cual me permite afirmar con rotundidad:
– No es verdad que falte «práctica» en los docentes. Es más, casi todos, por no decir todos, tenemos experiencia práctica. La mayoría, abundantísima. Legal o ilegal (esto es, más allá de las leyes de incompatibilidades). Dentro de la legal, por cierto, no sólo están quienes se encuentran a tiempo parcial y compatibilizan esto con la abogacía (algo muy, muy frecuente), sino las múltiples posibilidades de ofrecer al mercado nuestros conocimientos y pericia que son legales y compatibles con la dedicación a tiempo completo. Cuando me dicen que los profes universitarios debiéramos dedicarnos más a la práctica profesional yo me quedo perplejo. ¿Más todavía? Porque a mí me perece que el problema es más bien el contrario: un exceso de dedicación a actividades «paralelas».
– No es verdad que los profesores universitarios sean unos burros. De hecho pueden trabajar tanto fuera porque los buscan. Y la tentación de hacerlo es grande porque te pagan mucho. Huelga decir que te pagan mucho y te buscan porque tienes unas competencias profesionales y técnicas que el mercado busca y que son escasas. Está claro que el «nombre» y esas gaitas puede influir. Pero hasta un punto. Vamos, que no acabo de ver eso de la incompetecias masiva del profesorado para trabajar en el mundo real en mi ámbito. Es más bien todo lo contrario. Como ocurría con el asunto de tener experiencia práctica, la realidad (al menos, ya digo, en Derecho) es más bien lo contrario al prejuicio al uso. Y digo yo que no queremos que quienes tengan experiencia profesional o les juzgamos mejor o peor por eso son los filósofos, etcétera.
Por lo demás, Caesitar, el salto de los últimos 20 años es innegable. Ocurre que veníamos de donde veníamos. En estos momentos el sistema de enseñanza superior español está entre los veinte mejores del mundo. No se corresponde a nuestro peso económico, de acuerdo. Pero es que hemos de tener en cuenta cómo está compuesto nuestro PIB. Y, sobre todo, hemos de tener en cuenta de dónde veníamos. A pesar de todo, la mejora se ha hecho. Y se avanza incluso en los ámbitos donde tradicionalmente peor lo hacíamos. Pero esto es una cosa de años. No te engañes, lo de Finlandia o Corea del Norte no fue cuestión de una década.
Por último, me parece obvio que un profesor universitario ha de estar muy bien pagado. De otro modo… los mejores se te van. Aunque, la verdad, tampoco creo que debiéramos pasarnos con las retribuciones, dado que su trabajo es menos importante socialmente que el de los profesores de primaria, por ejemplo (y esto también ha de ser tenido en cuenta a la hora de «equilibrar»).
Creo también que es obvio que el sistema retributivo y de incentivos no ha de pivotar sobre las elecciones de alumnos y sus padres. Éste puede ser un elemento, pero no el único. Ni el central. La decisión de qué queremos que haga la educación superior y cómo queremos orientarla no ha de reposar exclusivamente en estudiantes y sus familias. Ha de ser algo de toda la sociedad. La pasta y los incentivos económicos han de venir, por ello, de toda la sociedad. No sólo de las elecciones de los estudiantes.
Comentario escrito por Andrés Boix Palop — 17 de abril de 2007 a las 12:01 pm
Aunque se que sus palabras van cargadas de ironía, me permito el hacerme el ofendido.
No creo que la práctica del Derecho embrutezca ni pringue a nadie, no está demás recordar la antigua constitución del Emperador Anastasio allà por el 506 d.C.
«Laudabille vitaeque hominum necessarium advocationes officium»
Que significa «La abogacia es una loable y necesaria profesión parala vida de los hombres».
Creo que no existe un reconocimiento iguala los «eruditos»
Comentario escrito por xisco — 17 de abril de 2007 a las 2:07 pm
Con que esas tenemos, ¿eh? Pues se va usted a cagar señor Galaico. Verá lo que somos capaces de hacer los almogávares de tierras resecas.
Veo sus quince años de experiencia profesional y subo a un cociente intelectual mínimo de 150, más test psicotécnico que asegure que no estamos ante un ególatra creído, más 20 latigazos si por cada dos artículos publicados en congresos no hay uno en revista con índice de impacto, o en su defecto libros que aporten algo más que currículum.
Por cierto, que yo seré un homoioi, pero creo que dracón era de atenas, ahí le mojo la oreja mi pluviométrico replicante.
Y ya más en serio, para no ofender a estos, y que no me banee el señor Boix. ¿Saben si hay datos sobre la contratación según universidades? Sé que unas univeridades colocan a su gente más que otras. ¿Pero existen datos sobre si los contratantes miran de que universidad procede el contratado? Si no todo lo que hablamos es humo. Caesitar vilipendia el modelo español, no hay grandes universidades, es cierto. Pero eso no significa que el nivel sea malo. Aquí no tenemos la universidad de la hamburguesa (tengo entendido que existe realmente). Y aquí quien más quien menos publica sus cositas y hace algo más que chupar de la teta del gobierno. Cosa aparte es que haya que reorganizar nuestro sistema pero de ahí a cargarselo…
Por cierto, y esto es algo más filosófico. Me puedo estar columpiando, pero tengo entendido que esos países a los que alude caesitar como ejemplo de buenos y exigentes sistemas, creo que tienen elevados índices de suicidios (tambien juveniles) y no es por casualidad, bueno, en los nordicos la luz influye, pero en el desarrollismo coreano sí que es claro. El modelo yanqui de todo por la pasta produce riqueza, pero el coste personal es muy alto. Yo al menos no estoy dispuesto a asumirlo. No todo es productividad, también tenemos que ser felices.
En resumen, yo creo que con ser un poco más exigentes con el modelo actual basta (auditorías externas serias, financiación extra por objetivos… y cosas así). Antes de meterse en reformas carísimas y que no está claro que acaben bien. Y por cierto, antes de meterse en las universidades, que comparativamente son una balsa de aceite, habría que empezar por la educación obligatoria, como ha apuntado andrés.
Comentario escrito por Otto von Bismarck — 17 de abril de 2007 a las 3:51 pm
Y esto para xisco. Que tengo por aquí un libro de edafología…
«De todo aquello que puede proporcionarnos alguna utilidad, nada hay mejor, más provechoso, más agradable ni más digno del hombre libre que la agricultura». Marco Tulio Cicerón (106-43 a.C)
Le podemos echar flores a cualquier profesión, menos corporativismo y más argumentos. O al menos meta usted algún chiste leñe.
Comentario escrito por Otto von Bismarck — 17 de abril de 2007 a las 3:56 pm
«No es verdad que los profesores universitarios sean unos burros. De hecho pueden trabajar tanto fuera porque los buscan. Y la tentación de hacerlo es grande porque te pagan mucho. Huelga decir que te pagan mucho y te buscan porque tienes unas competencias profesionales y técnicas que el mercado busca y que son escasas. Está claro que el “nombre” y esas gaitas puede influir. Pero hasta un punto. Vamos, que no acabo de ver eso de la incompetecias masiva del profesorado para trabajar en el mundo real en mi ámbito. Es más bien todo lo contrario. Como ocurría con el asunto de tener experiencia práctica, la realidad (al menos, ya digo, en Derecho) es más bien lo contrario al prejuicio al uso. Y digo yo que no queremos que quienes tengan experiencia profesional o les juzgamos mejor o peor por eso son los filósofos, etcétera».
Ahora tendriamos que hablar, Sr Boix, de quienes son los colocados y punteros, de quienes son los llamados y los elegidos y porque.
Yo hace años que deje ese ancestral antro de saberes y dentro de los saberes,de los saberes técnicos. Puede que los profesores de la generación que ahora tiene entre los 45 y los 60 años sean llamados y elegidos, procedentes de escuelas selectas y elitistas. Procedentes de tiempos en los que solo había ingenierias en Madrid y Barcelona y poco, muy poco más. Tiempos en que un ingeniero era la ostia y que se conocian practicamente todos. En los que un profesional redondeaba su prestigio, atendiendo a su despacho profesional y dando unas horitas de clase, sin pasarse
Pero llego el boom y cualquier ciudad de más de 50.000 habitantes y que además sufre un proceso de reconversión quiere, exige una ETSuperior. Con lo que la moralla -bien cualificada, eso si, al menos a finales de los 80 – que hacia el trabajo sucio a esos Hijos Pequeños de Dios, pasa del aula al aula, sin más que trabajos de laboratorio.Y , hombre, tampoco es eso. Que el trato con el currela de base y con el empresario no se aprende en los manuales. Que hacer un presupuesto real no viene en los papeles. Y que no todo lo que viene en los papeles vale. Que biblia no hay más que una…asi que no me venga con los profesores son unos genios incomprendidos por la sociedad que estan en la enseñanza para perder dinero.No me venga con esas en este siglo XXI.
Y, reconozcame, que es más facil dedicarse a prepar asuntillos cuando se cobra puntualmente todos los meses, con nulas posibilidades de despido. Y reconozcame, tambien, que da gusto dedicarse a un oficio en el que en caso de que a tu cliente le vayan chungas eres , por ley, el primero en cobrar. Primero la minuta del abogado y luego los demás pringaos.
Podriamos seguir, pero las descargas masivas de argumentos en descargo propio por su parte implicarin replicas masivas, y eso convertiría esto en un ladrillo
Tocado en lo de Dracon, pero no en el resto, herr Otto,
El exceso de CI esta ligado a desordenes mentales, con cierta propensión a la esquizofrenia y lo habitual es que la genialidad sea unidireccional. Asi tenemos músicos y matemáticos que eran la polla en su rama y unos indeseables en la vida civil, con lo que no eran ejemplo en la vida real para nadie. Además es impropio de un espartiata como usted hacer uso de algo tan ligado al esoterismo como el CI, que no es más que una veleidad matematica parida por el cerebro de gente de letras…
Comentario escrito por galaico67 — 17 de abril de 2007 a las 4:51 pm
Bien devuelta señor galaico. Aunque me que quedado pillado al principio porque estaba entendiendo ión cloro en vez de cociente intelectual. Aún reconociendo que debería haber recurrido a aptitudes más propias de los ciudadanos espartanos, como despreciar a los jonios, tener esclavos y ser homosexuales, acepto su llamada de atención.
Pero la situación que menciona, por fortuna solo duró durante el boom de las facultades. Yo mismo he disfrutado de clases dadas por un individuo cuyo curriculum consistía en ser hermano del director del departamento. He de decir, aunque defienda las posturas de un sucio abogado, que es cierto que los profesores que entran ahora suelen ser bastante buenos. Aunque hay de todo, y habrá que ver como les trata una vida de funcionariado. Porque a pocos veo yo peleándose por dejar la universidad y ponerse a trabajar «haciendo la calle».
Comentario escrito por Otto von Bismarck — 17 de abril de 2007 a las 5:38 pm
No tiene razón Usted cuando defiende que la Universidades de América son mejores que las españolas porque son menos feudales y porque la contratación es basada en criterios de mérito. Son mejores porque tienen más pasta y más instalaciones y equipos. Por supuesto, son mejores por eso. Pero las Universidades de América contratan como contratan. O sea, a través de una red de influencia y amistades muy peculiar. Muy feudales. Peculiares pero feudales. Quizá España es también feudal. Pero esto no es una diferencia con América.
Este feudalismo a las Universidades elitistas les viene muy bien. Y a muchas otras sub-Universidades (cada vez hay más) las convierte en una opción barata y para gente con poca pasta de acceder al bachelor.
Comentario escrito por Madison K. Hoffman — 17 de abril de 2007 a las 7:27 pm
A Madison K.Hoffman.
Las universidades americanas no son feudales como las llamas, y lo sé porque estoy en una. Y sea lo que sea, la cuestión es que hoy en día los grandes científicos y filósofos y lo que se te ocurra están allí. Tienen más medios, pero saben aprovecharlos. Y el hecho de que tengan más dinero demuestra también que son mejores, y no viceversa. Si tienen dinero, es porque fomentan la inversión privada por sus investigaciones punteras, porque los profesores no son funcionarios e investigan más, y por su sistema de financiación.
Estoy de acuerdo en que los niveles de exigencia de ciertos países( como Corea, Japón etc) son probablemente excesivos, y se sabe de muchos casos en Estados Unidos de gente profundamente defraudada y deprimida por no haber entrado en Harvard etc. A pesar de eso, creo que un nivel saludable de competencia es deseable; cual exactamente es difícil determinar.
Andres, piensos que tú tienes la perspectiva de una persona de Derecho. El Derecho es una disciplina muy circunscrita al país donde de da, ya que cada Estado tiene sus leyes, por lo que no dudo que probablemente los profesores de esa rama tengan un buen nivel. Que ha habido progreso no lo niego; que ha sido menor del que se podia haber obtenido también. Y no sé sinceramente de donde te sacas que
«En estos momentos el sistema de enseñanza superior español está entre los veinte mejores del mundo.»
Es curioso, por lo demás, lo que ocurrió en el franquismo, ya que los regímenes autoritarios generalmente desean, por fines propagandísticos o militares, gozar de cierta reputación académica. Todos los países ex-comunistas tuvieron( y tienen) sistemas educativos muy fuertes, la Alemania autoritaria de Bismark y de Hitler también los producía. En España, sin embargo, no hubo la menor preocupación por ese asunto.
En muchas otras disciplinas, donde las comparaciones internacionales son posibles y deseables, no es cierto que el profesorado sea excelente.No tenemos en general investigadores y grandes pensadores. También( y lo digo en especial por los profesores de asignaturas científicas, como engienería) los valores que se fomentan al profesorado son pésimos. Un profesor de ingienería tiende a ir de genio perdonavidas, por lo que la mayor parte de la clase necesita recurrir a una academia( el profesor, por tanto, no está haciendo lo que debería, transmitir conocimientos) y por supuesto no investiga. Es, auténticamente, una mosca cojonera, sin función apreciable más que joder.
Y en general los profesores españoles tienden a pensar que deben suspender mucho( y presumen de ello) para garantizar el nivel, a ser vanidosos y algo incomprensibles y a menospreciar al alumnado. No me opongo a que se suspenda per se, pero no que se haga sistemáticamente e injustamente, ya que muchas veces los exámenes( hablo de nuevo de ingienería) exigen resolver problemas excesivamente complicados, y eso para aprobar. Lo lógico es que , si eso, el profesor pornga un problema complicado para distinguir al alumno genial o sobresaliente del notable o bueno, pero no que ni siquiera apruebe a gente que tiene un nivel de conocimiento aceptable.
En fin, me parece que estás siendo demasiado complaciente.
Comentario escrito por Caesitar — 17 de abril de 2007 a las 11:01 pm
Y que conste que no estoy estudiando ingienería, que aquí habrá muchos que achaquen mis críticas al rencor.
Comentario escrito por Caesitar — 17 de abril de 2007 a las 11:05 pm
Para diferenciar claramente como son los dos sistemas, mi profesora de Química de la universidad americana decía que si NADIE en una clase resolvía un problema, era un error suyo y no debía contar para la nota del exámen. Eso no ocurriría en España. En Estados Unidos un profesor debe hacer bien su labor y ser justo, ya que hay evaluaciones serias; un funcionario Español no tiene ese deber
Comentario escrito por Caesitar — 17 de abril de 2007 a las 11:17 pm
Caesitar, lo que dice es cierto, mi erario se resintió de ciertas asignaturas que aprobé por medios extrauniversitarios. Pero es que un ingeniero es un Dios sobre la tierra, un ser superior que sabe menos matemáticas que un físico y un matemático pero que cobra más que ellos, lo que le da privilegios siderales tan solo por debajo de un arquitecto, que además de lo anterior, es guapo.
En el departamento del profesor paquete que era hermano del director (que mencioné antes) no era raro convocatorias a las que se presentaban 150 personas y aprobaban 3. Y el problema éramos nosotros, que no sabíamos valorar explicaciones como: la luz llega a un prisma… ¿sabeis lo que es un prisma, no? [no] Bueno, pues un prisma… es… un prisma en sí.
Con todo hay que decir que el nivel está cayendo y la peña empieza a suspender porque sí por el nivel tan bajo que arrastran de la educación obligatoria. Los profesores bajan la exigencia, la gente estudia menos y el ciclo se retroalimenta.
Comentario escrito por Otto von Bismarck — 18 de abril de 2007 a las 11:53 am
Caesitar, no es ser autocompaciente. Lo de que estamos entre los 20 mejores sistemas de educación superior e investigación es lo que se deduce de los estudios internacionales y de dónde estamos a partir de criterios de impacto de nuestros trabajos científicos, patentes, etcétera. No es para echar las campanas al vuelo, porque por población más o menos ése podría ser nuestro lugar pero por capacidad económica no. Y porque hay países que nos superan que tendrían que estar por detrás por ser más pequeños y menos potentes económicamente.
Pero, como bien dices, esto en 1970 era un puto erial. Así que hay que analizar dónde estamos teniendo en cuenta de dónde veníamos.
Por último, creo que lo que te comentan respecto del feudalismo en las universidades anglosajonas conecta con lo que yo comentaba respecto de la acusación de endogamia de las nuestras. Porque de lo que se trata es de que la endogamia es inevitable en un mundo como el nuestro, tan elitista, tan especializado, tan inevitablemente pequeño (al máximo nivel así es). Todos nos conocemos y tenemos nuestra historia y afinidades. Y eso provoca lo que provoca. Cosas buenas, como que haya caldos de cultivo para producir y crecer colaborando con gente buenísima y experimentada. Cosas malas, porque somos humanos y eso implica sesgos por cuestiones personales.
En las Universidades anglosajonas, por supuesto, la contratación de profesores está influida también por estas cuestiones. Es, sencillamente, inevitable. Cuestión distinta es que haya otros elementos que «incentiven» en algunos casos una búsqueda de la excelencia. Pero eso no quita para que tu descripción de cómo contratan sea un poco ingenua, me temo.
Luego, además, hay que tener en cuenta que estamos hablando de un país con 4.000 instituciones de enseñanza superior y una proliferación reciente de instituciones pseudoformativas a distancia, por Internet o por fascículos. Y entender que el mercado discrimina y que no todas hacen lo mismo ni se dirigen a un mismo público.
Comentario escrito por Andrés Boix Palop — 18 de abril de 2007 a las 11:56 am
El sistema universitario japones apesta, es cierto que estudian durisimo para entrar en las universidades de mas prestigio pero una vez que estas dentro nadie espera de ti (comenzando por los profesores) que estudies nada, de hecho muchos de mis companeros tenian a bien chulearse de lo poco que hincaban los codos. Una vez me encontre uno en la sala de ordenadores buscando clase para matricularse..a un mes de los examenes finales, si le explicas al profesor de turno que te faltan creditos para cubrir el minimo del semestre y que si puede darte un aprobado a cambio de un trabajo bastantes te diran que si.
Comentario escrito por uno que pasaba — 18 de abril de 2007 a las 12:03 pm
José María Prieto Zamora establece una división bastante peculiar de los sistemas universitarios al uso. Pego por su interés dirección donde estará disponible el PDF de «El Mundo» de hoy durante una semana:
http://www.uv.es/%7Erecull/dia3/full11.JPG
Comentario escrito por Andrés Boix Palop — 18 de abril de 2007 a las 3:34 pm
y luego hay quien se asombra de que todo quisqui quiera ser funcionario, o mejor dicho, ganar 1500 a 2000 eus sin tener que dar «valor añadido» a nada….
Comentario escrito por galaico67 — 19 de abril de 2007 a las 3:24 pm
Me parece una chorrada el titular. No dudo de la competencia del señor Prieto, pero todo sistema tiene inconvenientes, tal y como todo el mundo expone en este mismo hilo en que nos dedicamos a pontificar sin despeinarnos. La genialidad se tiene o no se tiene. No te la van a enseñar en la facultdad, y además este señor no puede esperar que Reparaciones Pepe y Recauchutados El Compadre se dediquen a innovar. Los mileuristas surgen por el modelo económico que se impone, independientemente de donde estudie la gente. En algo como un modelo de universidad siempre habrá alguien que diga que está mal y que el suyo es mejor. Si tantos países se han puesto de acuerdo tampoco será tan malo.
Y lo que asombra es que haya alguien que no quiera ser funcionario.
Comentario escrito por Otto von Bismarck — 19 de abril de 2007 a las 4:27 pm