La clínica del Rey y la sanidad pública

Las últimas peripecias de nuestro Jefe de Estado permiten deslizar algunos comentarios sobre cuestiones jurídico-públicas. Por ejemplo, la desfachatez con la que se trata de colar la especie de que estamos ante un ejemplo de funcionamiento de sanidad pública al alcance de todos los ciudadanos. O la extraña manera en que se dan las noticias sobre su estado de salud, así como el acrítico entusiasmo con el que nuestros medios de comunicación las difunden y jalean como «ejemplos de transparencia».

Porque si hemos logrado leer, creer, asumir y jalear como ejercicio de destape público absoluto la secuencia que se ha desarrollado en dos semanas según la siguiente evolución: «chequeo rutinario demuestra que todo está OK y no hay nada anormal – operación de urgencia por un nodulito poco después – nodulito convertido en tumor benigno tras una primera autopsia realizada con una celeridad, pues fue prácticamente instantánea, que ha de ser la envidia de la ciencia médica comparada – segunda autopsia definitiva, un día despúes, confirmando los resultados de la primera» (y a saber lo que nos queda por vivir de la secuencia), eso no puede sino significar que los partes médicos de Fidel Castro nos han de merecer una credibilidad igualmente máxima (recomendamos, en este sentido, disfrutar con la evolución de las crónicas de nuestra admirada Mábel Galaz, siempre al pie de la noticia, desentrañando con rigor y espíritu crítico las claves de la realidad monárquica: tienen aquí una evolución de lo que ha ido escribiendo estos días).

En cualquier caso, hay cuestiones probablemente más atractivas que ésta que han salido a la luz gracias a la atención mediática que ha merecido la intervención a que ha sido sometido el Rey. Esencialmente, el original modelo de colaboración público-privada en materia sanitaria que tiene montado el Hospital Clínc de Barcelona y que gracias a este asunto ha sido posible que salga mínimamenta a la luz. No es que haya generado demasiadas portadas el tema, pues aquí, en este país, se es muy respetuoso con estas cosas, pero no por ello el tema deja de tener bastante más miga de la que se pretende. Porque mientras los palmeros de turno se felicitaban de que Su Majestad ingresara en un centro público, «como todos los españoles» (lamentablemente, años y años de sanidad y escuela privada para la Familia Real no han merecido nunca el más mínimo comentario en sentido inverso), otros descubríamos perplejos que hay ya hospitales públicos que se han montado chiringuitos paralelos para «descremar» los mercados más interesantes y pudientes. Merece un mínimo comentario tan avanzado modelo de colaboración público-privada, la verdad.

Hasta la fecha,  los medios de comunicación habían venido informando regularmente de la «privatización» del servicio sanitario (ya sea de parcelas concretas del mismo, desde las ambulancias a la radiología, ya sea de la gestión de zonas enteras de atención hospitalaria, por medio de la gestión indirecta por parte de empresas privadas) que con desigual pasión e ímpetu pero con semejante dinámica y objetivos vienen practicando nuestras queridas Comunidades Autónomas, ya sean del PP, ya sean del PSOE. Obviamente, hay campeones en la materia, discípulos aventajados y meros aprendices, pero la dinámica no difiere mucho de una autonomía a otra. Así como tampoco se altera en lo fundamental dependiendo del color político de quien gobierne.

El esquema es simple. Como gestinar la Sanidad pública es un rollo, un coñazo más bien complicado, genera problemas y, encima, la gente se te enfada si tiene que compartir habitación cuando está hospitalizada, ¿qué alternativa mejor que quitarte de encima todos los problemas y que haya otro que se encargue? En una economía de mercado, como es sabido, esto suele conseguirse pagando. Si pagas lo suficiente, siempre habrá alguien dispuesto a trabajar por ti y cumplir con esa faena tan desagradable y antipática. De modo que, a cambio de poner encima de la mesa sus buenos dineros, las Adminstraciones Públicas no han tenido problema en encontrar empresas interesadas en cobrar y, a cambio, comprometerse a prestar tales o cuales servicios (llevar y traer a la gente en ambulancia, hacerles resonancias magnéticas e incluso cubrir su asistencia hospitalaria). De las bondades y déficits de este modelo se ha escrito y hablado mucho, pero los hechos demuestran que, a grandes rasgos, no se han logrado grandes beneficios con el mismo (en los comentarios a esta entrada hay interesantes reflexiones al respecto). Ni de ahorro (este modelo gasta más y sólo logra prestar servicios a menor coste para la Adminstración a cambio de esquilmarla por otras vías), ni de calidad asistencial (los problemas graves siguen derivándose a hospitales con gestión pública clásica, aunque sí ha mejorado mucho la atención «hostelera», ya que no la «hospitalaria»). A cambio, eso sí, las Administraciones públicas se van quitando dolores de cabeza. No sé si para el servicio público la ecuación compensa, pero a la vista está de que para sus gestores sí: se ahorran problemas, conflictos y, encima, la gente va a hospitales mucho más cómodos (cuestión más visible que las condiciones en que se trabaja allí y al siempre complicada mesurabilidad, por parte del usuario, de los resultados asistenciales).

Ahora bien, lo que es una novedad, al menos para mí, es descubrir que junto a este modelo, rizando el rizo, empezamos a tener cosas como la BarnaClinic dependiente del Hospital Clínic de Barcelona. Algo que, al parecer, funciona de la siguiente manera:

A la vista de que hay demanda de cuidados sanitarios y hospitalarios de calidad para gente pudiente, que desea de las comodidades y atenciones del sector privado pero no tiene demasiadas ganas de prescindir de los aparatos carísimos que sólo la Sanidad pública puede permitirse en España, así como de los mejores médicos, que como tienen mejores condiciones laborales si están a sueldo del Estados, tienden a estar concentraditos en el sector público (trabajen por las tardes fuera o no), a alguna lumbrera se le ha ocurrido, y tenía toda la razón, en que habría una negocio cojonudo si se lograra poner todos esos medios, de una manera u otra, a disposición del mercado.

¿Cómo se hacen estas cosas? ¿Cómo se consigue algo así? Pues con la legendaria tolerancia del sector público español frente a quienes lo esquilman desde dentro, la antológica caradura de gestores y trabajadores públicos cuando se trata de aprovechar recursos públicos para hacer la competencia en el mercado sin sufrir los riesgos del mundo de la empresa ni padecer el más mínimo riesgo empresarial y un poco de imaginación. Lo de la imaginación, en realidad, es lo de menos, porque todo está más o menos inventado. Los dos ingredientes iniciales, eso sí, son imprescindibles.

El esquema es que el hospital, esto es, los medios públicos, ponen la cama y lo que haga falta. Instalaciones, maquinaria y a su propio personal. Todo sale muy barato, pues a fin de cuentas la inversión esencial ya está hecha, y pagada con cargo a fondos públicos, que salen de los impuestos de todos los ciudadanos, con mención especial para los que pagamos IRPF. Sólo hay que invertir en un edifico adicional y acondicionarlo en plan lujo, como la mejor de las clínicas privadas. E «incentivar» al personal para que las horas extra para completar el sueldo no las hagan en la privada sino que se lo monten en casita. Lo cual también es sencillo: repartamos las ganancias y todos contentos. El resultado es que la cosa acaba siendo, incluso, fácil de justificar. La Sanidad pública, se vende al público, lejos de desperdiciar sus recursos y consentir que la iniciativa privada los «explote» por las tardes, aprovechándose de su experiencia y formación sufragada por todos, los pone a funcionar. Ellos ganan dinero, ¡e incluso lo gana el propio hospital! Y todo ello, además, dando un servicio de lujo y gran calidad a la sociedad. Un servicio por el que mucha gente está dispuesta a pagar. Mucho dinero, de hecho. Aparentemente, la situación es un óptimo perfecto. Todos ganan. Nadie pierde. ¡Qué bonito sería el mundo si estas situaciones se pudieran dar con tanta facilidad!

¿Problemas? Pues a mi juicio, la verdad, varios. Porque, en realidad, es mentira que el modelo genere beneficios. Nunca se tiene en cuenta para ello el enorme gasto de amortización de maquinaria e instalaciones. De hecho, ésa es la clave que permite a estos modelos ser tan competitivos. Pues, en la práctica, lo que se produce es la apropiación indirecta y sutil de fondos públicos por parte de las elites públicas en favor de sus componentes, que tienen un soporte indirecto de los mismos a la hora de poner en marcha una actividad privada y conviviendo en el mercado. Extraordinariamente rentable, qué duda cabe.

¿Por qué las Administraciones Públicas aceptan este tipo de situaciones? En primer lugar, en un caso como éste, no hay que descartar que las elites sociales, económicas y políticas catalanas vean muy bien dedicar impuestos de la clase trabajadora a subsidiar, de alguna manera, una asistencia sanitaria premium con las mejores máquinas y los mejores profesionales para quienes puedan pagarla. Porque, tendencialmente, serán ellos los beneficiados en mayor medida. De modo que todos contentos. Los ciudadanos de a pie porque no saben que pagan la fiesta, les viene el Rey a visitar y les dicen que tienen un hospital tan bueno que incluso la Familia Real se coge el avión para ser tratados allí. Los que usan BarnaClinic porque tiene el mejor servicio a un precio inferior al de mercado. Los gestores del hospital porque ganan en imagen y obtienen recursos extra a costa de inflar gastos de explotación que les tienen que pagar sí o sí (las máquinas, las instalaciones, que van a cuenta del contribuyente). Y los trabajadores del centro, que se sacan un sobresueld en un entorno más agradable, cuidado, de calidad y menos sujetos a los aleas de cualquier iniciativa privada. Quizás no ganen tanto como podrían si dedicaran esas horas a estar por ahí, pero sin duda compensa.

Lo más inquietante de este modelo es constatar hasta qué punto se está generalizando un extraño cambio en la mentalidad con la que se gestionan ciertos servicios públicos. Es algo que, por ejemplo, está ocurriendo también en las Universidades españolas. Frente a las restricciones presupuestarias, no se ve mal acudir a estas fórmulas, pues permiten ingresos extras, aunque sea a costa de incurrir en costes de otro tipo. Dado que los costes se integran en la parte del balance que ha de cubrirse sí o sí con presupuestos públicos no pasa nada por aumentarlos levemente. Y, a cambio, recibes dinerito para jugar como quieras con él. Si encima tienes contento con ello al personal, que se embolsa jugosos extras mes tras mes gracias a este tipo de fórmulas, miel sobre hojuelas. Que les pagues luego menos, o no demasiado bien, pasa a ser menos importante. A fin de cuentas, compensas sueldos magros con tolerancia de todo tipo en cuanto a la actividad privada de tu personal, cuando no se la organizas directamente. Pero lo más fascinante de este cambio de mentalidad no es tanto que se produzca, pues existen los perversos incentivos para llegar a esta situación, como que se esté orgulloso de todo ello. ¡La gran perversión del sistema llega al extremo de lograr que estas cosas, lejos de ser vividas como un apaño más o menos turbio que ocultar, pasen a ser marchamo de gloria que se exhibe con orgullo!

A mi juicio, sin embargo, los efectos perversos de este tipo de chiringuitos son muchos y muy negativos, por lo que habrían de ser denunciados y severamente controlados, como mínimo. Dejando a un lado si tiene sentido que el sector público entre a competir por estos mercados, que es algo sin duda también digno de ser analizado, lo que está claro es que no es legítimo hacerlo de esta forma. En primer lugar, porque se están desviando fondos públicos para enriquecer a ciertas personas sin causa. Son empleados públicos que, por mucho que trabajen honradamente y «ganen el pan con el sudor de su frente», no sejan por ello de estar recibiendo una suerte de subvención (de cierta importancia) que no tiene ningún sentido en un ámbito de actividad (la sanidad privada, en este caso, perfectamente competitivo y que no requiere de ayudas públicas de ningún tipo). En segundo lugar, porque restringen y alteran la competencia del mercado privado que canibalizan. La propia Unión Europea lo ha dicho por activa y por pasiva: si se quiere hacer algo así, que se haga con una estricta y muy exigente separación contable. Ocurre que, lamentablemente, estos incumplimientos masivos, y generalizados, del Derecho comunitario, tardan años en detectarse y perseguirse. Y se depende siempre de que haya alguien que se considere suficientemente perjudicado como para montar gresca. Lo que en ocasiones puede llevar años. En el mejor de los casos.

Mientras tanto, seguimos teniendo cada vez más ejemplos de esta índole, con mención especial a los reiterados y cada vez más originales experimientos de nuestras Universidades. Lo que no sabía un servidor hasta que el Rey lo ha puesto de relieve es que la moda la habíamos extendiendo a los hospitales públicos. Es lo que tienen los modelos de mangoneo exitosos, que suelen tener muchas aplicaciones prácticas y son rápidamente copiados. ¡Para que luego haya quien diga que desde las Universidades no «transferimos» «conocimiento» a la sociedad!

PS: Por cierto que, como es obvio, esto tiene de «hospital público» como mi coche de Fórmula 1. Que nos traten de vender la cabra de que le Rey va al mismo hospital que cualquier ciudadano es una burla tan grotesca que ni siquiera indigna, da risa. No es que esté yo diciendo que eso esté mal o no tenga sentido. Tampoco sé si es mejor esto que hace Su Majestad o que se cerraran dos plantas enteritas de La Paz para el Caudillo. Lo que sí sé es que, como principio, estaría bien que no nos tomaran demasiado el pelo. Ni nos lo dejáramos tomar. Llama la atención, en este sentido, la generalizada prudencia de los medios de comunicación, donde apenas si se indican tres o cuatro cositas sobre este tema desde una perspectiva mínimamente atenta. Al parecer, sí que ha habido ciertas protestas sindicales. Mínimas y silenciadas, por supuesto.

PS2: A los cachondos que van diciendo eso de que el Rey, empezando por el propio Monarca, ha ido a un hospital público habría que hacerles un monumento al humor cínico. Porque ha logrado que todos los medios de comunicación lo repitan acríticamente. Espero que quede claro que el modelo organizativo descrito nada tiene de público. Como no sea que entre todos pagamos gran parte de la fiesta. Pero no creo que lo que quisiera resaltar la Casa Real es que todo el lujo de medios desplegados con el Rey lo pagamos entre todos (o no, oiga, ¡que paga la Casa Real!, ¿será por dinero?). Más que nada porque, en su caso, como es sabido, es lo habitual. ¡Sería de lo más extravagante que pagáramos los yates y los deportivos pero no las intervenciones médicas!



12 comentarios en La clínica del Rey y la sanidad pública
  1. 1

    Hay cierto cachondeíto con el tema. Y es que se pasan, caray.

    El Defensor del Paciente (uno de esos cargos cachondos, de tipo más declarativo que otra cosa) le ha pedido al Rey que ya que va a cuerpo de idem, y a zonas privadas premium, que al menos no se chotee de la ciudadanía.

    Comentario escrito por Andrés Boix Palop — 11 de mayo de 2010 a las 10:21 pm

  2. 2

    Por un diagnóstico seguro: Autopsia ya!!

    Comentario escrito por Migué — 12 de mayo de 2010 a las 11:32 am

  3. 3

    Connio, Andrés, que te dejas otro caso de paciente de la Sanidad Pública, Don Carlos Fabra – Fabra VI «El afortunado», operado por un medico jubilata en un Hospital madrileño, saltandose la Sanidad valenciana y encontrando un higado a las primeras de cambio – ¿Quien dijo «listas de espera»?
    Hay mas familias reales que el bourbon…..

    Comentario escrito por galaico67 — 12 de mayo de 2010 a las 12:04 pm

  4. 4

    Antes que nada, decir que lo de «Fabra» me ha dejado el culo torcido.

    Y volviendo al tema de «Su Campechanía», decir que tiene cojones la cosa…cuando no solo toda la familia Real va a parir a su prole a Clinicas Privadas (con lo bonito que es dar a luz en una habitación compartida con Mohammed y Zuleima, eso es mestizaje!!) y las células de cordón de las Infantitas están en un Biobanco, «far, far away», lejos de las manazas de pacientes de la plebe que en un futuro pudieran echar mano de las «células Reales»…

    Excelente análisis Andrés, de la Sanitat Catalana, un auténtico maremagnum de Sanidad Publica, Privada, Fundaciones, Mutuas, Consorcios, Hospitales de monjitas y lo que te rondaré morena! En las reuniones y/o congresos nacionales a los que asisto nunca me acabo enterando si los profesionales catalanes de la salud con los que departo son realmente funcionarios, fijos, estatutarios, libres, asociados, contratados, explotados…

    Al Cesar lo que es del Cesar: La Sanitat Catalana es de la peor valorada por sus usuarios por su falta de personal e infraestructuras. Obviamente, la Sanitat con la que se encontró su Campechanía no era la misma…

    PD. Mi enhorabuena por al turbo-analisis de la biopsia de pulmón realizado por el Servicio de Anatomia Patologica del Clínic. Si tienen el mismo celo con el resto de muestras, puede que la Sanidad Sueca los fiche a golpe de talonario (en realidad, un análisis de esas características puede demorarse una semana sin problemas…)

    Comentario escrito por Garganta Profunda — 12 de mayo de 2010 a las 1:53 pm

  5. 5

    Me ha gustado mucho el articulo, porque asi me he enterado donde se ha operado el rey, aunque he reconocer que cuando salia una noticia de la operacion cambiaba de cadena, o pasaba de pagina, lo que dado el bombardeo no me impidió que me enterara que habia sido operado en el Clinic, lo cual me llevo a pensar que estaba muy reformado desde la ultima vez que lo visite alla por el año 2000.
    con este tratamiento informativo no me extraña que el rey sea una de las figuras mas valoradas, porque si con todo el apoyo mediatico que tiene no lo es seria para pensarselo, y eso que no tuvo rubor en responder a un periodista extranjero, creo que sobre los año 90, que delante suyo no permitía que se hablara mal de Franco.

    Comentario escrito por pio baroja — 13 de mayo de 2010 a las 11:27 am

  6. 6

    Desde mi posición, en el límite de dejar de estar a sueldo de la Generalitat catalana en formación como especialista sanitario y pasar a estar a sueldo de a saber qué, puedo decir que me ha costado mucho más trabajo enterarme de cómo funciona la sanidad catalana que formarme en ella.

    Por explicarle un poco a los que no lo sepan, y según lo que he conseguido entender, aquí coexisten más o menos cuatro tipos de profesionales, los que son funcionarios, que trabajan únicamente en los tres o cuatro hospitales públicos con los que cuentan los 6 millones de catalanes (Vall d’Hebron y Bellvitge en Barcelona y alguno más en provincias); los que podríamos llamar (creo que erróneamente) estatutarios, que trabajan en la XHUP (Xarxa d’Hospitals d’us públic – Red de hospitales de uso público), que es la categoría en la que entran los centros que no dependen directamente de la sanidad catalana pero le prestan servicios (todo hay que decirlo, aparentando mucho menos mangoneo del que se ve en otros sistemas similares), aquí caen, que yo sepa, hospitales como el Clínic, Sant Pau, el Hospital del Mar y también ambulatorios y centros de todo carácter, como este en el que yo me estoy formando. Finalmente, las clínicas y centros «puramente» privados se gestionan con contratos al por mayor (existe un convenio colectivo del gremio) y, para los machotes, también hay contratos a peso.

    En este tema tengo una opinión similar a la tuya, Andrés, porque es falaz computar los gastos de estas aventurillas público-privadas mirando sólo el aumento de gasto que se produce por tener que pagar sueldos extras, cuando la ecuación entera debería incluir desde el desgaste y renovación de esas maquinitas tan chulas que hacen bip hasta el coste total que ha tenido la instalación. Y eso sin contabilizar el salto cuántico que lleva de a abrir unas determinados departamentos sólo unas horas al día (los quirófanos de muchos hospitales) por el coste que supone mantenerlos activos más horas; hasta abrirlos horas extras para pagarle horas extras a los mismos trabajadores. De lo que se deduce que la sanidad pública es intrínsecamente ineficiente, porque en cuanto deja de ser pública (manteniendo, por lo demás, instalaciones y personal) ahorra en costes una barbaridad.

    Y sólo me queda por decir ¡Imaginad ahora que los sueldos de la sanidad fueran competitivos a nivel europeo!

    Saludos,

    Comentario escrito por Johnnie Facha — 13 de mayo de 2010 a las 11:35 am

  7. 7

    Lo que describes tan brillantemente no es sino una más de las manifestaciones de la privatización de la gestión de los servicios públicos, que no ha distinguido colores políticos, aunque esté siendo más visible en el caso de los gobiernos del Partido Popular y que se está aplicando con todo su rigor en la sanidad, quizás por aquello de que hay muchos que consideran que se trata de un bien privado, olvidando los importantes fallos del mercado que conlleva el cuidado de la salud y la provisión cuidados sanitarios. Todo ello en aras de una supuesta eficiencia económica que no se mide, y de hecho es casi imposible hacerlo, y con serias dudas sobre la eficacia. Basta con seguir las Jornadas de la Asociación de Economía de la Salud, aunque los expertos en Derecho Administrativo son muchos más agudos y claros en el análisis de las privatizaciones.

    Comentario escrito por Francisco Javier Braña Pino — 13 de mayo de 2010 a las 1:45 pm

  8. 8

    lo que no acabo de ver claro del articulo, es como no se quejan las clinicas privadas, cuando barnaclinic supone una competencia con, por decirlo de manera fina, muchas ventanjas

    Comentario escrito por pio baroja — 13 de mayo de 2010 a las 3:02 pm

  9. 9

    En efecto, Pío, que las clínicas privadas no se quejen es un misterio. Quizás tenga algo que ver con lo que cuenta Johnnie de los convenios al por mayor, una manera como cualquier otra de montarlos también en el autobús, pagando a escote los ciudadanos. O vete tú a saber. Otra cosa que deja clara Johnnie con su comentario (¡gracias por la información!) es que la organización de toso el asunto es complicadísima de entender. ¡Probablemente de eso se trata!

    Gracias, Francisco Javier, por el elogio a mi gremio. Hay, en cambio, muchos colegas por aquí que, por el contrario, te pueden freír a preguntas, a poco que te dejes, como se enteren de que sabes de Economía de la Salud. Porque nosotros tenemos la sensación de que ni nos enteramos de cuáles son los números, ni sabemos hacerlos ni hay manera de encontrar a demasiadas personas que los controlen mínimamente.

    Comentario escrito por Andrés Boix Palop — 13 de mayo de 2010 a las 4:07 pm

  10. 10

    El tema se pone caliente…

    En efecto Andrés, el problema con la «Economía de la Salud» en España es que sigue siendo un problema. En España hay muy poquita gente que tenga una formación minimamente adecuada de como gestionar un servicio publico del tamaño y la complejidad de un Sistema Sanitario.

    Todos los experimentos que se estan sucediendo en la Piel de Toro como el tan cacareado módelo «Alzira», la privatización de Servicios Centrales en los grandes hospitalización o la centralización de servicios en «Cores», son solo eso: experimentos. Llevados a cabo, eso si, por economistas que han pasado de controlar la empresa paterna de zurcir calcetines en Villabotijos sin agua a manejar presupuestos estratosféricos que riase usted de la nomina de CR9. Y lo que es peor, en muchos de estos casos nos encontramos con gerencias y/o direcciones económicas cuyo unico CV es ser amiguete/recomendado del Conseller de turno. ¿Tu crees que esta gente se va a embarcar en autenticos y sesudos estudios a largo plazo de coste/efectividad cuando lo que realmente quieren es apuntalar el tenderete hasta las proximas elecciones? No hijo, no! (grande Ozores!!)

    Como decía experimentos que con más o menos fortuna se van parcheando. Lo que estos adalides de la gestion no saben es que todos estas tonterias ya han sido pensadas con anterioridad por gente que lleva más rodaje en el asunto. El «problemo» es que las conclusiones al respecto están escritas en otra lengua, ignota e incomprensible: en efecto, los ingleses y su NHS (National Healthcare System). Pues no se han dedicado a darle vueltas al asunto los de la pérfida Albión…y entre otras cosas se han dado cuenta que engendros como el modelo «Alzira» empeoran más que mejoran la calidad del sistema.

    Aqui les dejo con una perlita que hace que se me caiga la baba…http://www.nice.org.uk/#

    Una organizacion realmente independiente del NHS dedicada a evaluar la introducción de nueva tecnología/fármacos/etc… basada en criterios de coste/efectividad buscando en todo momento la sostenibilidad del sistema sin que merme la calidad del mimsmo. Publica unos informes basados en la revisión sistemática de literatura cientifica y criterios de medicina basada en la evidencia que hacen que uno después de la Zapaterada de ayer se piense muy mucho largarse a ejercer a un pais más civilizado…¿te apuntas Johnnie Facha?

    Comentario escrito por Garganta Profunda — 13 de mayo de 2010 a las 5:14 pm

  11. 11

    Antológica la noticia de hoy:

    http://www.laopinioncoruna.es/sociedad/2010/06/04/casa-real-pagara-25000-euros-gastos-extra-operacion-rey/390524.html

    El Rey NO paga la operación «porque eso corre a cargo de la sanidad pública». Ha pagado por el hotelito, la humilde cifra de 25.000 euros (ya se sabe, la sanidad de todos y esas cosas), pero no por la asistencia sanitaria.

    ¿Será que el Rey cotiza a la Seguridad Social? ¿O paga su cuota de autónomo?

    Comentario escrito por Andrés Boix Palop — 04 de junio de 2010 a las 5:45 pm

  12. 12

    Muy buen nivel de foro y magnificas aportaciones medicas y económicas.
    La verdad es que si al rey le operaron de una placa calcarea de TBC como se comenta desde dentro del Clinic, pues bien, mas tranquilos todos. No es maligno, no sorprende la rapidez de la biopsia y mejor recuperación que si se hubiera tenido que operar de algo. Que menos que confort para el monarca y telediario para los jerifaltes y cirujanos torácicos del Clinic que han logrado la mínima invasión para operar…nada? al Procedimiento se le podría llamar: Minitoracotomia blanca royale, y el Dr. Brigada director medico del Clinic, aunque cardiólogo ya está pensando en publicarlo en el Lancet, porque el lo publicaría todo, sino fuera porque poco tiempo mas tarde por el stress, el mismo pasó por talleres para que le pusieran un stent coronario de los buenos (de los que en la Xarxa ya no se les van a poder poner por su elevado precio a pacientes que no tengan mas de dos apellidos catalanes, o aragoneses pero que eso si voten a CIU).

    En cuanto a la introducción del modo «privado» de gestión en la cosa publica me parece apasionante el debate

    Comentario escrito por Deep Throat — 22 de agosto de 2011 a las 2:00 am

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