‘Historias de la edad de oro’

Igual les resulta difícil de creer, pero las cosas como son. El principal motivo por el que fracasó el comunismo fue porque los líderes de la URSS eran una panda de demócratas, pacifistas y mariconas. El primero, el hippy de Stalin, que trató de impedir, maricomplejines él, que Tito ayudara a los comunistas griegos en su guerra civil tras la retirada de los nazis. Yugoslavia tuvo que cortar con Moscú y, muy a su pesar, empezar a recibir créditos americanos a troche moche. Pero eso sólo fue el principio. Tras la muerte de Stalin, lo que vino fue peor que el tetubbie morado lavado con Perlán. Lo comprobó estupefacto Mao, cuando entendió que los soviéticos no iban a desencadenar unilateralmente una ofensiva con misiles nucleares sobre Occidente. China tuvo que cortar con Moscú y, muy a su pesar, terminar pactando con Nixon. Y con la condena de Kruschev del estalinismo, el disgusto que se llevaron los albaneses también fue morrocotudo, se tuvieron que ir con Mao y se vieron forzados, muy a su pesar, a dejar a Europa entera aislada de la República Popular de Albania. Sólo cuatro pasos fronterizos permitió Hoxha en todo el país. Qué hacer si no cuando te enteras de que los miembros del Politburó lo normal es que se reúnan en las sauna de sus dachas. En este contexto, el caso rumano, que es el que nos ocupa, no fue muy distinto.

Cuenta Francisco Veiga en su ‘Trampa Balcánica’ que las principales diferencias dentro del Partido Comunista Rumano estribaban entre quienes se habían comido la guerra contra los nazis dentro del país y ‘los moscovitas’ que, por el contrario, se pasaron la contienda en la URSS escribiendo blogs y mandando twitteos sobre cómo tenían que hacer las cosas los demás. Bien es cierto que en Rumanía, antes de la guerra, el partido no superó el millar de afiliados y encima pertenecían a las minorías nacionales. Tres líderes tuvo: un húngaro, un ucraniano y un polaco, amen de judíos por doquier. A ver quién era el guapo descendiente de Vlad, ‘el Empalador’ que se adhería a un partido multikulti en los años treinta.

Sin embargo, la República Popular de Rumanía terminó floreciendo con el nuevo orden mundial de Yalta. Los rumanos no eran tan machotes como Tito, que había vivido en las montañas, merodeó por Paracuellos y encima era pelirrojo. Estos con Stalin se llevaban bien. Buena gente. Sin problemas. Llegaron a decir, de hecho, que eran más eslavos que latinos, toquetearon el alfabeto y llevaron a cabo una medida que bien pudo dar un giro de 180º al destino de la humanidad . Cambiaron el nombre de su país, ‘România’, por un más eslavo ‘Romînia’. Es que Stalin, oye, podría ser vergonzoso y poco beligerante con el enemigo capitalista, pero seguía oliendo a hombre.

Lo malo es que el del bigote se murió y la nueva línea que marcó Moscú fue aperturista. Fíjense hasta que punto que Kruschev le reprochó al lider rumano, Gheorghiu-Dej (el que luego puso el alfabeto en su sitio), que acumulaba demasiado poder en su persona. No había terminado la frase el calvito sonrosado y toda la familia ‘moscovita’ del PCR quedó purgada para siempre. Pero este discurso buenrollista en realidad sólo les hizo cosquillas. Lo que cabreó de verdad a los rumanos fue una ocurrencia del nuevo gabinete del premier. Llegó Kruschev y les dijo que quería desarrollar el espacio macroeconómico socialista europeo hacia un radiante porvenir, y que a ellos les había tocado en suerte ser el granero del Comecon. Tal cual. Como si a un español de hoy le dicen que tiene que dejar su curro en oficinas para llevar el coaching catering de la empresa, el bar, renunciando a su antigüedad y haciéndose autónomo, lo que le concedería la libertad de, cuando acabe las ocho horas de jornada laboral, hacerse otras ocho en otro sitio, e incluso, por qué no, otras ocho más en un tercer lugar y multiplicar sus ingresos como un broker triunfador. La diferencia es que los rumanos, con el comunismo, habían aprendido a leer en libros con el mi-ma-má-me-mi-ma, en lugar de con el 1-x-2 de las quinielas, de modo que donde el español actual aceptaría, se pondría a votar al PP y encargaría un Misubichi Pajero, los rumanos cogieron por las solapas a los rusos y les dijeron marcando muy bien las sílabas latinas: y una puta polla.

Como es habitual, tras romper con Moscú, los rumanos procedieron a industrializarse a tope y claro, muy a su pesar, con créditos occidentales. Y por si no fuera suficientemente paradójico, les ocurrió la ‘paradoja estalinista’, que al forzar la industrialización para obtener masas obreras que sustentaran al régimen, lo que les salía era burguesía. Por cada equis obreros, tantos médicos, abogados, funcionarios, chupatintas del partido y los hijos del proletariado, además, todos derechitos a la universidad. Un panorama que les acercó a ciertas reivindicaciones liberales y que llegó a plantear la posibilidad de una deserción en bloque de varios países comunistas hacia la socialdemocracia u otros fetichismos homosexuales con el pretexto original (y paradójico) de “¡ah! ¡ah! Es que la URSS no es suficientemente comunista”.

Pero ahí estaban, haciendo castillos en el aire, cuando llegó Brezhnev al Kremlin. Un auténtico nenaza, por supuesto, partidario de la distensión, seguro que montaba en bici con chándal de táctel, pero que pertenecía a una generación de políticos que no sabían que pasaba, que entraban cuatro en un ascensor y salían dos, que habían perdido más amigos en las purgas que en la guerra y que habían ascendido a merced del envío al gulag de cuadros de mando enteritos. Un tío que valoraba su posición, vaya, que si tenía que apartar cuidadosamente a Kruschev del poder cuando esbozó mínimamente una propuesta para que uno no fuera funcionario eternamente, pues le sobraban huevos y ganas.

Percatados de la problemática, en el PCR decidieron muy sibilinamente poner a un hombre de paja en el machito para que se las viera con los rusos. El elegido fue Nicolae Ceauçescu. Enano, cabezón, disléxico y tartamudo, no había uno mejor que él para esta labor. Sigue, sigue a tu bola el programa trazado por Gheorghiu-Dej a ver qué pasa, le dijeron. Y este buen hombre, hijo de campesinos, firmó acuerdos de amistad y mutua asistencia con Checoslovaquia. La típica historia para salir en la foto que, digamos, se envenenó un poco cuando al presidente checoslovaco los soviéticos le enviaron una pequeña notificación en sobre perfumado en una comitiva de 2.300 tanques y 300.000 soldados. Con los pájaros que tenían en la cabeza los rumanos a esas alturas, por desgracia, todo esto les pilló a traspiés, pero nadie contaba con la tenacidad de un camarada que en lo sucesivo prefirió que le denominasen Conducator (Caudillo).

Ceauçescu superó sus problemas de tartamudez en tiempo récord. Salió al balcón al día siguiente de los sucesos de Praga y en un mitin histórico pronunció un discurso dirigido más a los rusos que a su pueblo: como vengáis aquí se van a defender hasta los perros. Hubo manifestaciones espontáneas, obreros en mono azul desfilando con cohetes antitanque, hasta la oposición nacionalista se afilió al partido. Ceauçescu era más grande que Lola Flores y, por supuesto, los soviéticos no invadieron Rumanía. Es entonces cuando a uno le asalta una duda. Si vas a hacer una película sobre los tiempos de este dirigente por qué no te centras en esta etapa y la llamas ‘El discurso del Conducator’. Tras el discurso del Rey tartamudo británico Londres se quedó como la palma de la mano por las bombas alemanas. Ceauçescu sí que merecería subir al Olimpo de los tartamudos. Pero no. Te filman ‘Historias de la edad dorada’ para mofarse de aquella época. ¿Hay derecho a esto? Pues sí. Parece que lo hay.

Mientras se pensaba qué hacer con sus elevados índices de popularidad, Ceauçescu hizo un viaje en el verano de 1971 que le llevó a visitar la China de la Revolución Cultural, Mongolia y Vietnam del Norte. Un periplo que le empujó a pensar: coño, coño, coño. Pero no fue hasta que hizo escala en Pyongyang cuando dijo: ¡coño! ¡coño! ¡coño! Ya sabía sólo con unas vacaciones de verano con qué régimen especial iba a agraciar a su pueblo. Ésta fue la genuina ‘Edad de oro’. Lo que vino tras las ‘17 Tesis de Julio’.

Primer invento, lo que se llamó la ‘purga permanente’. Así hasta alcanzar en pocos años un 78% de stabii (nomeklaturistas) barbilampiños recién llegados al sillón y, por ende, fieles devotos del Amado Líder. Segundo, culto a la personalidad, para él y para su mujer. Y tercero, toda la familia en los cargos más importantes de los ministerios. Imagínese lo feliz que sería el clan Pajín en esta república. No obstante, un día, de repente, a la hora esa que no sabes si almorzar o esperar para comer, se les acabó el petróleo. Ni una gota. Y no sólo eso, también tenían que devolver los créditos occidentales con los que habían montado sus mastodónticos tinglados antieconómicos con suma dedicación y cuidado. Con una mentalidad propia de los agricultores más sagaces, Ceauçescu se dijo, me pido otro préstamo más grande y me aprieto el cinturón.

Dicho y hecho. Siguieron una serie de medidas propias del gabinete ZP-Sebastián: cambiar todas las bombillas del país por otras de menor potencia, televisión sólo tres horas a la semana de desfiles y coreografías exclusivamente y, por el amor de Dios, comer un poco menos. Esta última acompañada de discursos del Conducator recriminando a los rumanos sus malos hábitos alimenticios. Por eso, para hacerles un favor, destinó hasta los calzones usados de los ciudadanos a la exportación. Cito a Veiga: “en los mejores restaurantes de Bucarest sólo se ofrecían , ocasionalmente, pan, queso y tomate, mientras que un lugar para comprar patatas, pagaderas en divisas fuertes, era la tienda para turistas del Hotel Intercontinental, el más lujoso de la capital”.

En los grandes murales, Ceauçescu aparecía junto a su mujer, ambos rejuvenecidos, oteando el horizonte delante de fábricas, campos y obreros con eslóganes a cada cual mejor como ‘Titán de titanes’, ‘Cárpato del Socialismo’, ‘Estrella polar pensante’ o ‘Danubio del pensamiento’. Obsérvese qué necesidad de ser el más grande entre los grandes que por su cumpleaños la televisión leyó una felicitación inventada del Rey Juan Carlos organizando un incidente diplomático. Al final, la reacción del pueblo rumano a todos estos excesos la vimos en los telediarios del 89. El descontento de los ciudadanos, los servicios secretos y el ejército, es decir, toda Rumanía menos Ceauçescu y su mujer, devinieron en cierto vídeo de impacto.

Y de todo esto trata, indirectamente, ‘Historias de la edad de oro’. Un proyecto de Cristian Mungiu, autor de la aclamada ‘4 meses, 3 semanas y 2 días’, junto a unos amigotes debutantes, que con una serie de mediometrajes en clave de humor y tragicomedia retrata aspectos de la vida de aquellos días. Los fastos de bienvenida al Conducator en una aldea, la figura de importación asiática de los activistas del partido, los niños bien hijos de altos cargos y demás miserias del día a día. Lo mejor, los comentarios en Internet de los rumanos que vivieron la época. Todos reconocen en la obra al que tenía la suerte de haberse hecho con unos vaqueros, las incongruencias del partido o el estar diez personas en una habitación para ver un VHS.

Y no se asusten, aunque se trate de una película del Este de dos horas y media, su referente más cercano es el cine de Berlanga. Y no es una excepción. Hay muchas películas balcánicas sobre el pasado comunista que parecen tocadas por la varita del valenciano. En Rumanía, ‘Al este de Bucarest’ desmitificaba el sentimiento hacia la revolución del 89 con un debate en el que, al final, se ve que nadie estuvo allí. En Serbia, Goran Markovic rodó ‘Tito y yo’, sobre un niño tan cándido que, sometido a la propaganda, termina enamorado del dictador. O ‘Tiempo de milagros’, de Goran Paskaljevic, sobre Jesucristo, que aparece en una aldea tomada por los partisanos tras la guerra y los comunistas tienen que prohibir los milagros y echar del pueblo a un muerto resucitado.

Una reacción curiosa, la de desdramatizar pasados tan escabrosos, sobre todo el rumano, pero que también puede tener su origen en que –y ahora hablamos de la paradoja del comunismo siete mil uno, barra ocho, edificio be, planta nueve, pasillo tres- en los Balcanes, el socialismo dio a los campesinos pensiones, unos servicios sociales que nunca habían soñado y sus hijos pudieron estudiar, mientras que generó una clase media que, al contrario que en Polonia o Chechoslovaquia, nunca antes había existido y creció y se mantuvo con mejor nivel adquisitivo que el resto de la población al abrigo del partido. Vamos, que a la que te descuides lo mismo a los únicos que no contentó el comunismo fue al proletariado industrial. El caso es que tal vez por esto gusten de recordar aquellos tiempos con sarcasmo y humor negro, un género, por otra parte, mucho más elocuente y corrosivo que el mero ajuste de cuentas con el pasado.

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  1. Comentario de Guillermo López (10/03/2011 10:11):

    Queremos más. Una crónica de Álvaro por cada país que sea o haya sido comunista, como mínimo.

    Esta frase, entre otras muchas, me parece particularmente brillante: “donde el español actual aceptaría, se pondría a votar al PP y encargaría un Misubichi Pajero, los rumanos cogieron por las solapas a los rusos y les dijeron marcando muy bien las sílabas latinas: y una puta polla”

  2. Comentario de square82 (10/03/2011 11:22):

    Impresionante. Esta es una película que cuando empecé a oir sobre ella me entraron automáticamente ganas de ver. Por otro lado, el tema de la “dictablanda” de Tito y su desintegración como sistema me interesa sobremanera. ¿Alguna sugerencia bibliográfico/fílmica?

  3. Comentario de Bunnymen (10/03/2011 11:33):

    “Es que Stalin, oye, podría ser vergonzoso y poco beligerante con el enemigo capitalista, pero seguía oliendo a hombre.”

    Ese comportamiento es de lo más normal, todos saben que todo buen imperator se especializa en combatir a su propio país, y claro, si te pasas el día encargando que si edificios y estatuas gigantes de ti mismo para fardar (oh, pedazo de estatua, cuidao con Rusia , uuuhh) con el NKVD ocupado en ir repartiendo entre los tovarich díscolos y campesinos vagos no te queda tiempo para pegarte fuera de casa. Vamos, como el macho que se reafirma dándole a la parienta y los niños en casa, que luego llega a la taberna sin ganas de gresca y solo piensa en beber sin apartar la mirada del vaso.

  4. Comentario de Bunnymen (10/03/2011 12:12):

    Otra,

    “El principal motivo por el que fracasó el comunismo fue porque los líderes de la URSS eran una panda de demócratas, pacifistas y mariconas.”

    Y tanto, y más visto que los satélites soviéticos son gente muy poco seria para esas cosas de resistir al invasor, una panda de nerds para que se luzca el matón gordinflón del cole. Que a los tonto-polla de checoslovacos no se les ocurre mejor idea para resistir al invasor que sacar a las checas vestidas de gogos de disco de periferia para poner cachondos a los soldados rusos. Claro, si luego los rumanos les amenazan con ostias pues viniendo de lo anterior no apetece, no vaya a ser que me caiga alguna yoyah. Lo dicho en el articulo, unas nenazas todos.

  5. Comentario de karpov (10/03/2011 16:31):

    impresionante. lo del conducator subiéndose al balcón quitándosele la tartamudez de golpe. qué risor.
    qué risor todo. yo me leí una biografía de tito, escrita por un inglés, y el menda era casi un superhéroe que lo mismo esto que lo otro. titoista para siempre.
    ala.

  6. Comentario de pepito71 (10/03/2011 16:59):

    Para mí el fallo fundamental del comunismo es lo que dijo Frank Zappa: “communism doesn’t work because people like to own stuff”.

    Hablando de películas graciosas sobre el comunismo, hondonadas de risas me eché viendo esta: “Comedy is also essential to Hungarians; we need our sense of humour to deal with difficult situations. That’s why Hungarian comedy is ironic. A great example is from Péter Bacsó’s The Witness, which is a great satire about communism. I always have to laugh when the communist leader is presented with the new Hungarian orange, which has been grown to prove that the country is capable of producing anything that is available in the west. Even though it is quite blatantly a sad little lemon, he bites into it as his comrade explains that it is indeed an orange – “a bit more yellow, a bit more sourer, but it is ours”.” sobre la época comunista en Hungría. Tiene escenas dantescamente graciosas. Vienen a ser un hipérbaton de las declaraciones de Hypatia y otras, de ser esto posible.

  7. Comentario de Álvaro (10/03/2011 18:34):

    Square, busca cualquier cosa de Francisco Veiga. Básicamente, porque no hace proselitismo de nada. ‘La trampa balcánica’ es imposible de encontrar, pero en la Casa del Libro aún quedan ejemplares de ‘Slobo, una biografía no autorizada’ donde con el pretexto de contar la vida del simpático líder ilustra todo el siglo XX yugoslavo con especial dedicáción a la desintegración, como no podría ser de otra manera. Luego la ‘Historia de las democracias populares’ de Ferenc Fejtő es el clásico de los clásicos. Aunque supongo que cualquier persona medianamente familiarizada con la Historia -no es mi caso, soy periodista, conservo mi ignorancia con el mismo cuidado que los Tokay húngaros- te podrá recomendar cientos de referencias. En cuanto a películas, mi favorita es ‘El hombre no es un pájaro’ de Dusan Makavejev (convenientemente expulsado de Yugoslavia años después), que pasaría por obra de Terry Gilliam. Es ácida y corrosiva y viene a contar que la ‘dictablanda’ era una castaña.

    De todas formas, estoy a la espera de recibir y devorar un libro sobre Jasenovac para iniciar una sucesión de ladrillos sobre estas buenas gentes, no exenta de referencias cinematográficas por doquier, pues tengo que afirmar a mis años, con el dolor de mi corazón, que superan a España y Portugal en fazañas y simpatía.

  8. Comentario de Álvaro (10/03/2011 18:35):

    Sobre la tartamudez y dislexia del Conducator y cómo las venció, que no es una licencia, he buscado en Google en rumano y en inglés y nada. A ver si alguien encuentra algo!!

  9. Comentario de square82 (10/03/2011 21:23):

    Gracias Álvaro, tomo nota. Sobre la Yugoslavia de Tito, cayó en mis manos recientemente un libro de entrevistas a distintos autores balcánicos, y tanto los “disidentes” como los “pro-Tito” coinciden en que la educación antes de la desintegración era excelente a todos los niveles, algo que en las repúblicas escindidas parece que se ha ido al garete. Incluso hay casos, como el macedonio, en el que la incorporación del nacionalismo y la búsqueda de identidad en la educación provoca unas situaciones de política-historia-ficción que ríase usted de http://www.rafapal.com.

  10. Comentario de Asín...nos va (10/03/2011 23:06):

    Pues mira por donde me encuentro en país eslavo y como se han occidentalizao/amariconao tanto, les da por aplicar el horario GMT+01: Brussels, Copenhagen, Madrid, Paris…, pero claro, con dos horas solares de diferencia, lo que implica que siempre me encuentro en “la hora esa que no sabes si almorzar o esperar para comer”.

  11. Comentario de varo (10/03/2011 23:38):

    Está muy bien la peli esa yugoslava y ochentera “papá está en viaje de negocios” del Emir Kusturika. Titismo sórdido y peli buena de antes de que el director se volviera Fellini 2.0 y de mucho antes de que se volviera un loco peligroso.

  12. Comentario de Pablo (10/03/2011 23:56):

    He podido leerlo ahora. Me he reído mucho, como ya esperaba.

    De todas maneras, considero que por todas las anécdotas que me has contado del conflicto de Yugoslavia, podrías tratar en un gran artículo sobre las más interesantes de ellas. Sé que tienes material suficiente como para iniciar una saga, pero creo que la gente estará dispuesta a leerlas.

    ¿Gran parte de la información que citas te la ha proporcionado “La trampa balcánica”? Quizá tendré que leerlo antes de que lo devolvamos.

  13. Comentario de Judge Dreed (11/03/2011 09:08):

    Tal y como recomienda Álvaro, cualquier cosa de Francisco Veiga aporta bastante luz sobre los Balcanes… por lo menos te ayuda a ir más allá de las versiones oficiales que a menudo nos han estado metiendo por los ojos en los noticiarios.

    La biografía de Slobo es, simplemente, de lo mejor que se puede leer al respeto.

    Había por ahí un documental de la BBC – creo recordar – muy orientativo sobre el proceso de secesión de Kosovo que era bastante explícito sobre las artimañas y maniobras utilizadas por los líderes albano-kosovares para salirse con la suya.

  14. Comentario de Rocamadour (11/03/2011 13:53):

    Y es por cosas como esta, señores, por lo que dentro de unas décadas se hablará de LPD como de, por decir algo, Revista de Occidente.

  15. Comentario de parvulesco (11/03/2011 15:37):

    pepito71,
    “Para mí el fallo fundamental del comunismo es lo que dijo Frank Zappa: “communism doesn’t work because people like to own stuff”.”

    Hay una diferencia entre propiedad personal (de una chaqueta, un álbum de música) y propiedad privada (de los medios de producción económica).

  16. Comentario de pululando (11/03/2011 17:14):

    Andan muy activas estas gentes de la LPD últimamente… se agradece. Un día de estos me despisto y salen los Católicos en la Histeria.

    Asín…nos va: por muy de capa caída que estén sus eslavos, apuuesto a que están mejor ubicados en cuanto a husos horarios que nosotros:
    http://www.turistaloserastu.es/wp-content/uploads/2010/08/timezone.jpg

  17. Comentario de arkaddin (11/03/2011 18:51):

    A Ceauchi le zurraba su mujer, Elena. Esto te lo cuenta cualquier rumano de la época.

    Pero se le perdona porque prohibió el aborto y los anticonceptivos, y sobre todo por construir esa preciosidad que es el Palacio del Pueblo, el edificio administrativo más grande y más caro del mundo, epítome del buen gusto y la funcionalidad socialista. Mil cien habitaciones, un millón de metros cúbicos de mármol transilvano.

    http://bit.ly/gAvapn

  18. Comentario de Seymour M (11/03/2011 19:34):

    Lo que siempre me gustó del Chauche fue ese estilazo para palmarla, con la cabeza caída y el cuerpo extendido hacia atrás, como si fuese un futbolista deslizándose sobre sus rodillas por el cesped para celebrar un golazo… por toda la eternidad.

    Pd: ¡RBBE, Semper Fidelis!

  19. Comentario de Asín...nos va (12/03/2011 14:39):

    Así es, pululando, España debiera estar por “naturaleza” en el horario GMT+0, pero la naturaleza es muy caprichosa y eso de que el sol te salga en marzo a las 6 de la mañana y comer entre 11-12 del mediodía, pues ya se sabe, a un “estómago agradecido” le jode mucho.

    De vuelta a la UnaGrandeLibre, vuelvo a no confundir la hora de merendar con la de cenar.

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