Algo va mal (Ill Fares the Land), de Tony Judt
(Este comentario se publicó el pasado día 16 cortado, debido a un error en el momento de publicarlo. Lo volvemos a colgar de forma íntegra)
Tony Judt, el historiador e intelectual inglés recientemente fallecido, es un viejo conocido de esta página, pues ya hemos tenido ocasión de recensionar alguna de sus obras más señaladas. Se trata de un ejemplo de pensador, comprometido con el estudio, con la sociedad en la que vivía y con sus semejantes que, además, ha producido obras de gran mérito en su ámbito de especialización (como la magna historia de la Europa de la posguerra que desarrolla en Postwar). Con motivo de su muerte se ha publicado en España la traducción de su obra Ill Fares the Land, con el título de Algo va mal. Podría decirse que en este breve panfleto (unas doscientas páginas en formato generoso que tienen su origen en unas conferencias después publicadas como artículo en The New Yorker, ahora ampliadas) el europeísta Judt plasma su testamento cívico si no fuera porque, de una forma u otra, son varios los textos que podrían merecer tal calificativo de entre los que ha completado en sus últimos meses de vida, “aprovechando” la enfermedad que le dejó postrado y finalmente lo ha matado. Uno de ellos, por cierto, una excelente entrevista (“Algo va mal en Europa”) sobre la situación en que se encuentra la Unión Europea que en noviembre publicó una revista española (El Cronista del Estado Social y Democrático de Derecho).
Algo va mal no es un libro revolucionario ni una reflexión original. Pero eso no lo hace menos imprescindible. El breve ensayo, casi un manifiesto, es una especie de personal resumen de la historia política, ética y económica de las sociedades occidentales durante todo el siglo XX, construida con la expresa intención de llamar a la reflexión y a la acción. Ahora bien, se trata de un resumen muy bien hecho, inteligentemente orientado a conducir al lector a través del proceso de construcción y mejora de la convivencia producto de unos acuerdos de mínimos sobre cómo nos conviene a todos construir un marco común de mejora y que aspira a tratar de de explicar cómo es posible que ese impulso se haya acabado perdiendo, se haya evaporado, en los últimos años hasta el punto de que, a estas alturas, apenas si quedan restos de los valores que permitieron edificar el inmenso bienestar de que ahora disfrutamos. En definitiva, que el autor nos ofrece una exposición sintética y rápida, pero inteligentemente encadenada con la indisimulada vocación de lograr, finalmente, llamar la atención sobre la necesidad imperiosa de cambiar el rumbo si no queremos que las cotas de progreso y mejora social alcanzadas sigan deteriorándose como los están haciendo recientemente.
Lo que mejor resume el libro y su intención es la propia declaración de intenciones que encontramos en la introducción, en los primeros párrafos con los que comienza el libro (tienen, por lo demás, las primeras páginas traducidas al castellano aquí):
Hay algo profundamente erróneo en la forma en que vivimos hoy. Durante treinta años hemos hecho una virtud de la búsqueda del beneficio material: de hecho, esta búsqueda es todo lo que queda de nuestro sentido de un propósito colectivo. Sabemos qué cues- tan las cosas, pero no tenemos idea de lo que valen. Ya no nos preguntamos sobre un acto legislativo o un pronunciamiento judicial: ¿es legítimo? ¿Es ecuánime? ¿Es justo? ¿Es correcto? ¿Va a contribuir a mejorar la sociedad o el mundo? Éstos solían ser los interrogantes políticos, incluso si sus respuestas no eran fáciles. Te- nemos que volver a aprender a plantearlos.
El estilo materialista y egoísta de la vida contemporá- nea no es inherente a la condición humana. Gran parte de lo que hoy nos parece «natural» data de la década de 1980: la obsesión por la creación de riqueza, el culto a la privatización y el sector privado, las crecientes diferen- cias entre ricos y pobres. Y, sobre todo, la retórica que los acompaña: una admiración acrítica por los mercados no regulados, el desprecio por el sector público, la ilusión del crecimiento infinito.
No podemos seguir viviendo así.
(Tony Jusdt, Algo va mal, Taurus, 2010, pp. 17-18)
La reflexión apunta ya, desde un principio, a lo que es el rasgo más importante del libro de Judt, lo que más original lo hace respecto de otras reflexiones parecidas, lo que probablemente lo convierte en una apelación verdaderamente eficaz: el hecho de que apela a la memoria histórica de nuestras sociedades. Un útil que, por mucho que cada vez la empleemos menos, tiene una enorme fuerza y que permite a casi cualquiera con un mínimo de buena voluntad sentirse concernido. Nos recuerda el libro, con una enorme solvencia, las razones por las que se pusieron en marcha los mecanismos niveladores que convirtieron la segunda parte del siglo XX, en todos los países occidentales, en una época de enorme bonanza y de disminución de las desigualdades y la pobreza. Y, además, hace hincapié en la norma histórica, hoy preterida en favor de criterios estrictamente economicistas, que ha llevado a todas las naciones a regular y ordenar la vida a partir de juicios que no sólo se anclaban sobre la eficiencia y el beneficio sino que tenía en cuenta otros muchos, y muy importantes, factores: la justicia social, la solidaridad, la mejora de las condiciones de los más desfavorecidos, la igualdad de oportunidades… Es importante tener en cuenta no sólo que este tipo de consideraciones han sido siempre tenidas en cuenta por cualquier sociedad sino, además, que aquellas más avanzadas y a las que mejor les ha ido históricamente son, precisamente, las que se han preocupado más por ellas, frente a la triste evolución de los grupos humanos que, por el contrario, adoptaron sendas semejantes a la que nosotros hemos elegido en los últimos años.
La obra es un recorrido, así pues, por datos y hechos conocidos. Porque todos sabemos que las sociedades más igualitarias funcionan, a todos los niveles, mucho mejor. Así como que durante varias décadas, aproximadamente hasta los años 80, las sociedades occidentales avanzaron enormemente en la reducción de las desigualdades, con los enormes beneficios sociales que ello conllevó (y, por cierto, también económicos, ¿o hemos de achacar únicamente a la casualidad que esas décadas de mejor social y de acortamiento de las distancias fueran también momentos de enorme crecimiento?). También somos conscientes desde hace ya tiempo de que, en cambio, de un tiempo a esta parte hemos metido la marcha atrás. La década de los 80, pero sobre todo la última del siglo pasado y esta primera de siglo XXI han sido, al contrario, períodos históricos donde las desigualdades se han incrementado enormemente en las sociedades occidentales, coincidiendo con la revolución conservadora, la caída del muro de Berlín, el posterior colapso del comunismo y la consiguiente eliminación de muchos diques sociales y de garantías que, en parte porque quienes vivimos hoy en día en este primer mundo dábamos por sentadas y no valorábamos debidamente (pues no conocemos el mundo decimonónico que las hizo tan imprescindibles), en parte porque la desaparición del contrapoder soviético hizo que no fuera necesario “compensar” a las clases más desfavorecidas con algunos derechos para que no se fueran al lado oscuro de la revolución materialista. Y lo han hecho tanto en momentos de supuesto crecimiento global agregado (los años 90), como tras el crac económico mundial de los últimos cinco años. Mientras tanto, la globalización ha igualado naciones, pero incrementando más si cabe las diferencias económicas en el seno de las sociedades que supuestamente van saliendo del pozo. Una de las historias de éxito de los últimos tiempos, como es la India, se ve con una luz diferente si asumimos que su renta per cápita, por mucho que el PIB global del país haya subido exponencialmente, sigue siendo a día de hoy inferior a la cubana. Por no mencionar, además, que el hecho de que los más ricos de los países menos desarrollados sean cada vez más multimillonarios poco soluciona en términos de justicia global. El pensador inglés recuerda, a estos efectos, someramente, que las sociedades más igualitarias acaban creciendo más, siendo más seguras, permitiendo un mayor grado de éxito y realización social a quienes en ellas viven que aquellas que fomentan un salvaje, descarnado (y centrado en el beneficio a corto plazo) individualismo. Algo de lo que, en el fondo, todos somos conscientes pero que ha quedado sepultado por el sentimiento de que, por un lado, no hay nada que hacer frente a cómo han acabado por ser las cosas y, por otro, que, dado que las circunstancias son las que son, pues lo más inteligente es que cada uno tire por su lado y no ir contracorriente, pues no se puede luchar contra el signo de los tiempos y cómo son las cosas, y no es sensato perjudicarse a uno mismo y a su familia.
Como decíamos, todos sabemos más o menos eso. También que la manera en que han evolucionado las cosas permite atisbar un negro futuro. Pero parecemos desarmados, incapaces de comprender por qué ha ocurrido todo esto y cómo reaccionar. Judt traza una explicación sencilla y por ello probablemente exacta, basada en la historia y en cómo precisamente el éxito del modelo socialdemócrata y su consolidación ha contribuido a que las clases medias actuales hayan perdido de vista contra qué desastres sociales luchaba y qué tipo de efectos benéficos esenciales les proporciona. Se ven más los costes que esos beneficios, pues los males más terribles, al menos en Europa, han sido eficazmente atajados. Y de ahí surgen sociedades cada vez más egoístas y hedonistas que, simplemente, han perdido la perspectiva de cómo es la vida sin un pacto social redistributivo que funcione de manera mínimamente satisfactoria. Algo que, en cambio, en tiempos más duros y más “liberales”, todos los pensadores, incluso los supuestos apóstoles del librecambismo imperante, tenían muy claro. De Hayek a Keynes, pasando por I. Berlín o cualquier político de mediados de siglo XX. El problema es que en la actualidad, en cambio, sencillamente, es que no nos acordamos de cómo eran las cosas y de por qué eran tan esenciales unos frenos. Hay, por ello, que volver la vista atrás. Y el repaso que se hace en el libro a esa histórica es sintético pero completo. Delicioso, incluso, por momentos, con las citas de pensadores de los siglos XIX y XX que enmarcan capítulos y secciones y que van acompañando al lector en una inmersión en la realidad de la construcción de nuestras actuales sociedades del bienestar. Una historia esencial pero que no nos han contado sino que, más bien, nos han “vendido” de forma adulterada.
En definitiva, Judt expone de forma clara, didáctica, que las cosas van mal, muy mal, y que irán cada vez peor si no ponemos remedio a la pendiente egoísta, cortoplacista, economicista en que nos hemos instalado. Como decíamos desde un primer momento, el diagnóstico no es nuevo ni rompedor. Pero la obra es fantástica, está muy bien construida y logra su objeto de mover a la reflexión y de abrir los ojos a quien se empeña en cerrarlos. No sé muy bien si estas ex-socialdemocracias nuestras atenazadas por el miedo, por el pavor ante la actual situación, y que estamos llevando entre todos al desastre a base de comportamientos insolidarios, irresponsables e impresentables, tienen o no salvación. Pero está claro que si las cosas han de cambiar (y deberían hacerlo) esa transformación pasa inevitablemente por una crisis de los valores actualmente en boga, por una toma de conciencia general de que estamos haciendo las cosas mal y de que es responsabilidad de todos, colectiva, tomar viejas sendas que, mirando atrás, son las que sabemos que han dado buen resultado en el pasado. Eso sí, para poder iniciar la rectificación hace falta, al menos y para empezar, recuperar la palabra y la capacidad de realizar por nosotros mismos una nueva narración. Así como actuar de manera coherente con esos valores. No es, por ello, gratuito e innecesario leer, hablar y escribir sobre el tema. De modo que bien harían los partidos “de izquierdas” (o lo que sean, a estas alturas) en pagar ediciones de una obra como ésta y tratar de distribuirlas lo más posible. O cambiamos la manera en que contamos cómo tiene que ser nuestra vida, cómo queremos que sea y hacia dónde hemos de conducir a nuestras sociedades o el panorama continuará siendo de lo más inquietante.
De algún modo, de todos modos, la obra de Judt permite aventurar un guión, que él no llega a desarrollar, en el que, inevitablemente, se producirá la reacción social. Porque, en el peor de los casos, llegado un estadio de destrozo cívico y social la evidencia de que es necesario un cambio acabará por ser asumida por la mayoría. La clave es qué nivel de retroceso será preciso, en qué punto del retorno ético y económico a las pavorosas entrañas de injusticia social de las sociedades europeas industriales del siglo XIX, pero esta vez a escala global, nos detendremos. Cuándo nos daremos cuenta. Y, sobre todo, cómo de duro será el proceso de toma de conciencia. Porque, desgraciadamente, estas cosas, como también nos ha enseñado la historia, no suelen resolverse de forma enteramente pacífica. Los privilegiados, aquí, ahora y siempre tratan de preservar por todos los medios los privilegios adquiridos. Y, como es obvio, tienen muchos recursos a mano para hacerlo. Frente a ello, tienen la desventaja de que son menos. Muchos menos. Y, al paso que vamos, cada vez se agigantará esa diferencia de número. Cuestión distinta es cuánto tardarán las sedicentes clases medias en verse a sí mismas más próximas a los inmigrantes ilegales sin derechos o a los trabajadores chinos que no sólo exportan productos a bajo precio sino condiciones laborales autoritarias y vergonzosas a todo el mundo que a unas élites que les venden como supuestamente a su alcance pero que, cada vez de modo más descarado, les están tomando el pelo.
A la espera de que algún partido sagaz de izquierdas se ponga a distribuir el libro entre la población, en lugar de gastar ese mismo dinero en absurdas campañas de imagen a cual más ridícula, no podemos sino recomendarles, por nuestra parte, que se hagan con un ejemplar, o lo pidan prestado, y lo lean. Pero, sobre todo, que luego traten de difundirlo lo más posible. A ver si entre todos, poquito a poco, podemos ir cambiando las cosas. Empezando por el guión que estamos desarrollando y la manera en que lo queramos ir construyendo para que las cosas pasen a ir algo, aunque sea un poquito, mejor.
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Comentario de Borja (17/01/2011 00:49):
Andrés,
i) Pues si quieres acabar deprimiéndote, te sugiero no leas “Los Señores de las finanzas: los cuatro hombres que arruinaron el mundo” después de leído en libro de Judt. Da miedo. Sobre el crack y post crack del 29 en el que se habla de los jefes de los Bancos Centrales que no supieron ver que la sociedad iba en sentido contrario. Voy por las últimas páginas y la situación de entonces es análoga a la actual. La idea del libro es que la columna que sujeta el edificio es más cara y tiene más sentido que el edificio al que sostiene, esto es, lo importante es el dinero y no lo que se produce gracias a él.
ii) Del libro de Judt hay una idea que ahora me parece muy simple pero en la que no había caido. Los servicios públicos privatizados nunca pueden acogerse al procedimiento concursal porque antes son rescatados por el Estado. No hay riesgo y ventura por tanto. No es una sociedad anónima, es una sociedad que juega al Bingo y se sabe el cartón siguiente. Las consecuencias i) es que al gestor le es indiferente (hasta cierto punto) el resultado del servicio, ii) viene a modificarse el sentido del negocio causal, esto es, más que un contrato de servicio público consistente en una obra deriva en prestación de servicio pura y dura con lo que ello implica en el régimen de responsabilidades y iii) debiera aplicarse el régimen de responsabilidad in eligendo a la Mesa de Contratación (¿?) por haber elegido a una sociedad incumplidora. Como ejercicio doctrinal no es una chaladura y más a la luz del régimen del funcionario y de la Ley de Contratos del estado. Le preguntaremos a Sevach a ver qué dice ;)
Lo más triste del libro de Judt es que tengo la impresión de no haberme movido de mi sitio ideológico (el motor de la política debe ser la justicia social y la redistribución igualitaria de la riqueza) pero ahora un radical de izquierdas.
Un saludo,
Borja
Comentario de maca (17/01/2011 01:49):
es cierto que el estado del bienestar creado posterior a la crisis del 29 se desintegra, pero que halla funcionado en aquella época no significa que funcionaria ahora. lo que a mi me molesta es esta idea de que las fuerzas políticas en el gobierno pueden hacer solo una cosa y nada mas que la misma cosa sin importar que sean de izquierda o de derecha, vacía de contenido a la democracia
Comentario de Lobo estepario (17/01/2011 04:01):
Borja, respecto a tu última frase: eso decimos todos (¿Has visto la teleserie Galáctica?).
Los que creíamos en la bondad del humano, o como mínimo en la necesidad de medidas redistributivas hemos visto la horrible faz de lo que viene. Y por ello hemos sido tachados de radicales.
Radicales, sí. Porque es ir a contracorriente. Que baja rauda y fangosa. Qué remedio…
Comentario de Nacho Pepe (17/01/2011 07:53):
Muy acertado el comentario de Borja, yo siempre he sido un radical de izquierdas, como los estados sueco, finlandés… vamos, unos peligrosísimos terroristas, semos.
MAca, yo diría que, de acuerdo a la reseña de Andrés, aquí no se trata de reintentar el estado benefactor keynesiano-fordista. Simplemente de crear una sociedad guiada por los valores que lo hicieron posible y estable durante treinta años. Si sólo puedes pensar en una forma de hacerlo, es porque te falta tanta imaginación como a los partidos socialdemócratas que sufrimos en Europa.
Finalmente quiero decir que la reseña me trae muchos ecos de lo que estoy estudiando y viviendo acá en el lejano Oriente. Los nuevos países emergentes asiáticos (y Japón antes que ellos) lograron ser los grandes ejemplos de transformación económica en parte por gracia de un crecimiento con redistribución increíblemente equitativa de riqueza, autoritarismos y falta de libertades aparte.
Sí, ya sé que en China hay muchas desigualdades, que aumentan, que si campo-ciudad que si costa-interior, pero su proceso de crecimiento económico (y político, aunque en Occidente no queramos verlo) es mucho más equilibrado que lo fueron los europeos en su día ¿o nos hemos olvidado de la Inglaterra de Dickens?
Todo est para decir que posiblemente Europa no logre recuperarse nunca, y lo que toca sea que ahora sean estos amarillos los que apliquen correctamente las ideas de que habla Andrés. Al fin y al cabo, si algo se les achaca a los asiáticos es su falta de individualismo…
Comentario de Oliveral (17/01/2011 15:59):
Lo reservo para febrero. Y para quienes sepan alemán, ya todavía no se ha publicado en español y no sé si así se hará(aunque no me importaría traducirlo) tengo otra recomendación:
Exit: Wohlstand ohne Wachstum (bienestar sin crecimiento), de Meinhard Miegel. Es un librito poco complicado y que se lee muy bien aun, como yo, sin conocimiento alguno de economía; pero en el que expone cosas de sentido común fáciles de comprender. Demasiado simplón para astrónomos, vamos. Lo podréis encontrar en cualquier aeropuerto. Sin problemas.
Comentario de Cachimba (18/01/2011 01:11):
En la misma línea.
La Doctrina del Shock, Naomi Klein.
También tiene un documental.
http://www.youtube.com/watch?v=zB3YYj6R9ds
Cuenta como se planificó desde la escuela de Chicago, liderada por el economista Milton Friedman. El desmantelamiento de la sociedad del bienestar.
Curioso que le dieran el nobel de economía, mientras se experimentaba con sus teorías en Chile y el resultado había sido un empobrecimiento del país.
Comentario de Perri el sucio (18/01/2011 23:11):
Visto el palmarés que lleva el nobel últimamente, tampoco es que me escandalice tanto
Comentario de auskalo (19/01/2011 05:51):
Totalmente de acuerdo Andrés. No he leído el libro, pero el artículo del New Yorker. Para los que sepáis la lengua del imperio, aquí hay un montón de artículos, críticas y reflexiones del gran Tony Judt, muchos gratis, otros de pago:
http://www.nybooks.com/contributors/judt-tony/
Tony Judt fue un socialdemócrata convencido en un entorno anglosajón que quiere cargarse la social democracia europea y ve cómo reculamos hacia el fascismo de nuevo.
Ahora pare casi un radical.
PS: Su última entrevista (en inglés): http://www.prospectmagazine.co.uk/2010/07/tony-judt-interview/
Comentario de auskalo (19/01/2011 06:10):
Judt, respecto a Obushma, es esa última entrevista:
“Una cualidad distintiva de la campaña de Obama fue que no sólo ofreció una legislación o unos programas concretos, sino un cambio de fondo del estado de ánimo de la política en una democracia peligrosamente separada de sus virtudes fundacionales. Su completo fracaso para reivindicar esa promesa –de hecho, su abandono de casi todos los términos del enfoque político innovador que le hizo ganar las lecciones–es mucho más grave y devastador que su particular fracaso para llevar adelante la reforma sanitaria, la política de Oriente Medio, etc. Levantó y suscitó esperanzas de una manera que nadie ha hecho aquí por dos generaciones. Eso me parece una base seria para la desesperación. ¿Qué quieres que diga? ¿Que puede hacerlo mejor? ¿Que heredó una situación difícil? ¿Que la política todo es el arte del compromiso? Todo eso es cierto. Y todo eso es secundario respecto a la escala de las esperanzas perdidas.”
Comentario de Lobo estepario (19/01/2011 14:16):
He leído el resumen en el New York review.
http://www.nybooks.com/articles/archives/2010/apr/29/ill-fares-the-land/
Pinta muy bien. Me ha gustado ver confirmada mi postura que el liberalismo tiene cosas buenas. Que en realidad los que se autodenominan liberales son cualquier cosa menos eso.
Vivimos en un mundo con la terminología pervertida y tergiversada. No me extraña que el ciudadano de a pie no sepa ni qué vota.
Comentario de Andrés Boix Palop (20/01/2011 13:25):
Como explico arriba, he vuelto a colgar el comentario porque por error mío cogí un archivo donde había un borrador previo de la recensión y no el texto completo. No me di cuenta por culpa de Borja. ¡El tío comenta la recensión tan bien que incluso hace referencias a cosas de las que yo hablaba en el texto definitivo pero no en el que colgué, de modo que al leer su comentario no detecté nada raro! En cualquier caso, disculpen las molestias.
Por lo demás, me pasa como a Borja o Nacho Pepe. Tengo la sensación de que, sin haberme movido demasiado ideológicamente, me voy convirtiendo a marchas forzadas en un izquierdista radical, dado cómo está evolucionado el país y su sociedad. Me siento como un dibujo animado de esos de Hannah y Barbera, que están quietos mientras el paisaje de detrás se mueve a toda velocidad y da la sensación de que corran a todo pelar.
Anoto las recomendaciones, sobre todo la de Oliveral, pues es la segunda que me llega de esa obra. Ahora me pasaré por Amazon, en plan compulsivo. Lo de Naomi Klein me inspira menos confianza, por eso de que da la sensación de ser más literatura de combate que reflexiva. ¿me equivoco?
¡Y muchas gracias por el link, auscalo! Efectivamente, es una mina.
Comentario de parvulesco (20/01/2011 18:21):
Disculpad, pero hay traducción al menos al inglés del librillo de Miegel? Mi alemán no está para estos trotes…
Danke schön.
Comentario de Andrés Boix Palop (21/01/2011 07:37):
Me temo que no, aunque es un libro reciente. Supongo que todo se andará.
Comentario de Oliveral (21/01/2011 10:06):
Parvulesco:
Lo malo de este tipo de libros sobre asuntos actuales es que su contenido se queda anticuado muy pronto. Por ejemplo, en Alemania la crisis parece que ya ha pasado. De todos modos trata temas más a largo plazo, porque aunque Alemania crezca, han vuelto más o menos a lo de antes, y es lo que trata el libro: sobre la posibilidad de una economía sostenible que no dependa de índices de crecimiento constante para evitar que cuatro millones de personas se queden sin cometido alguno en la vida cuando nos da por consumir/producir un uno por ciento menos de mierda que no necesitamos y esto sea el apocalipsis (fíjate en la Edad Media, cuando una mala cosecha podía suponer una caída del 60% del PIB; y aquí seguimos). Luego, se centra bastante en su país, de ahí que pueda parecer poco interesante para editores extranjeros.
Un saludo.
Comentario de Mauricio (21/01/2011 13:29):
Casi me da un sincope leyendo al tal Jusdt y al poco sutil pero practico “todos sabemos” del Sr. Boix, que le permite afirmar sin mas cosas como: “todos sabemos que las sociedades más igualitarias funcionan, a todos los niveles, mucho mejor”…chupate esa.
Deberíamos saber mas igualitarias exactamente en que, ¿en un reparto mas equitativo de la pobreza como en Cuba o la URSS? Porque no conozco ningún país que funcione en que haya un reparto equitativo de la riqueza, sin una generación igual de equitativa de la misma. Claro que a lo mejor por igualitarias entiende otra cosa.
A continuación se apela a la memoria histórica para no olvidar el origen de nuestro estado del bienestar para a renglón sentido…ignorarlo. No hay otra causa para este, que la búsqueda individual de la riqueza, y su acumulación hasta crear un excedente*. Y es el olvido de cómo se ha conseguido esa riqueza y el carácter reversible de la misma, lo que ha infantilizado esta sociedad hasta el punto de considerar conquistas sociales irrenunciables el disfrute del paisaje, o la jubilación a los 50 en Grecia o a los 65 en España, mientras los alemanes que nos prestan el dinero para pagar las pensiones, tienen que currar hasta los 67. Y fue la ralentización del crecimiento europeo a partir de los 80 lo que paro la extensión del estado del bienestar, su recorte en los posteriores años, escandinava incluida, hasta la situación actual. Solo se puede repartir aquello de lo que disponemos.
A nivel mundial nunca se ha generado tanta riqueza como en las ultimas 2 décadas, ni nunca se había reducido tanto el numero de pobres. Claro que lo que parece preocuparles en realidad no es que haya menos pobres en número y estos a la vez sean menos pobres, sino que los ricos sean más ricos. La izquierda siempre igualando por abajo. Claro que cogiendo ejemplos como el de Cuba/India, sin tener en cuenta población, o la renta per capita y numero de pobres que tenían ambos países hace 50 años, pues claro…
Lo mas llamativo ese esa insistencia en sostenella y no enmendalla, inasequibles al desaliento (“triunfo del modelo socialdemócrata”) y por desgracia a la realidad. Ese tufo rosseauista que un adulto sano debería dejar atras con la adolescencia, sobre el egoísmo, la condición humana…La matraca del individuo versus el colectivo, el “sentido de un propósito colectivo”, escalofríos me da teniendo en cuenta el resultado de todos aquellas sociedades que han puesto el bien del “colectivo”, ya sea este el proletariado, la nación, la raza, frente al individuo. Oiga si están perdidos, no le encuentran sentido a su vida, háganse de una ONG, váyanse a un Kibbutz a una comuna hippy, o como ultimo recurso recurran a la familia, a buscarle cierta trascendencia a la vida, a su responsabilidad individual…hay opciones antes que imponerle a toda la sociedad sus “soluciones” a sus patologías.
Pero sin embargo ahí están pronosticando por enésima vez el levantamiento de la famélica legión, talmente como un judío ortodoxo al mesías…pues nada sigan esperando.
* Acojonante lo de la labor filantrópica de Stalin aniquilando a la población “soviética” para crear un efecto compensatorio en el oeste y que los trabajadores occidentales pudieran veranear en la costa del sol.
Comentario de de ventre (21/01/2011 16:53):
mauricio cuando se pone, se pone, justo es decirlo, pero cuando pienso en sociedades más igualitarias, sin necesidad de tener que irme a escandinavia o alemania, que podría, me acuerdo de que en Francia el salario mínimo es de 1.500 limpios (y el coste de la vida se ha igualado bastante) y de que aquí en spain nuestros directivos son los mejor pagados comparativamente (vete tú a saber por qué) y da un poco de ganas de llorar.
j
Comentario de parvulesco (21/01/2011 19:09):
Qué lástima lo del libro. Mientras vivía en Alemania me decían que “allí no notaban las crisis”, vaya, como en la Moncloa o en la Zarzuela. En todo caso me ha recordado de otro libro, Cradle to cradle.
http://es.wikipedia.org/wiki/De_la_cuna_a_la_cuna
Mauricio, ¿has oído hablar de la distribución de Pareto?
Comentario de Andrés Boix Palop (22/01/2011 12:49):
Hombre, Mauricio, un poco de perspectiva histórica, por Dios. ¿Cuándo ha funcionado mejor EE.UU., en las décadas de los 60 y 70 o en las dos últimas? ¿Qué sociedad cree Usted más justa y eficiente en estos momentos, la alemana o la inglesa?
Comentario de josé luis (23/01/2011 09:45):
Totalmente de acuerdo con Mauricio.
Vista la deriva de LPD y sus blogs alojados, ¿ Por qué no actuan de modo consecuente y se integran en Kaosenlared?.
Comentario de Andrés Boix Palop (23/01/2011 12:57):
Hombre, José Luis, creo que Kaosenlared no está precisamente en la línea de Judt, al que consideran un burguesazo cómodamente instalado en el sistema. Supongo que más o menos lo que deben de pensar de algo como LPD.
En cualquier caso, vuestros comentarios confirman esa sensación de la que hablábamos nosotros. Sin movernos apenas, dado cómo ha evolucionado el decorado y el entorno, las posiciones de centro-izquierda o centro-derecha de hace un par de décadas (por ejemplo, las de la democracia cristiana alemana de Kohl) parecen, en la actualidad, cosas más propias de la ultraizquierda. ¡Qué cosas!
Comentario de josé luis (23/01/2011 14:15):
Será que no he entendido bien lo de “todos sabemos que las sociedades más igualitarias funcionan, a todos los niveles, mucho mejor”.
Comentario de Andrés Boix Palop (23/01/2011 16:06):
Hombre, incluso los más ricos saben que les compensa vivir en una sociedad donde, por muy reyes del mambo que puedan ser si la diferencia es de un millón a uno, los demás tengan una situación decente. Por eso viven aquí y no en Botswana. Por ejemplo.
Si tampoco así lo entiendes, ¿por qué crees que hay una relación directa entre la existencia de sistemas fiscales redistributivos y la riqueza y desarrollo de los países?
Si me pones algún ejemplo de sociedad donde impere la total libertad y no haya intervención pública para igualar a la que le haya ido bien….
Comentario de Mauricio (23/01/2011 19:58):
Disculpen, es que les había tomado en serio y creía que hablaban de una “revolución socialdemócrata” y no de dar pellizquitos de monja. La culpa la tiene el lenguaje tan grandilocuente que utilizan para discutir donde se fija el salario mínimo o que sociedad es mas justa si la Alemania de Merkel o el Reino Unido de Cameron …
Al final lo de siempre, solo les queda la retórica y las leyes contra la discriminación, el matrimonio homosexual, darle caña a la Iglesia, mezclar economía con ecologismo, etc…pero desengáñense, con eso se puede arruinar un país pero difícilmente lleve a la gente a las barricadas para otra cosa que no sea darles a los socialdemócratas una patada en el culo.
Gracioso lo de que sin variar su discurso se han quedado, dicen escorados, yo diría desfasados por el avance de la sociedad. Quien les iba a decir que tenían tanto en común con lo mas reaccionario de la Iglesia Católica. Si hasta Benedicto parece moderno a su lado…
Y tendencioso lo de la pobreza. Nadie quiere que haya pobres, Y no, no hay una relación directa entre los sistemas redistributivos y la riqueza de los países. O por lo menos no como lo quiere hacer ver el Sr. Boix. Es la acumulación de riqueza lo que genera sistemas redistributivos y no al revés. AL igual que es la riqueza lo que eleva la educación y no al revés. Cuando se prima la redistribucion sobre la generación de riqueza, al final, como pasa ahora, nos quedamos sin nada que repartir.
Comentario de David Mason (23/01/2011 20:24):
¿En serio? Venga hombre, ¿Que la generación de riqueza no se ha primado? Lo que pasa es que aquí solo se han estado enriqueciendo los cuatro de siempre.
Comentario de Andrés Boix Palop (23/01/2011 20:24):
Ah, qué cosas. Porque hay países con un PIB per cápita de la hostia, no sé, como Qatar o Arabia Saudí, y no veo ni redistribución, ni mejora de la educación, ni leches.
Por lo demás, como demuestran los últimos dos siglos de historia, la correlación histórica es la inversa: los períodos en que más se ha primado la redistribución y más se han cortado las diferencias entre los más ricos y los más pobres son, precisamente, los que han generado un mayor incremento de la riqueza. Y al revés.
Ahora bien, si la realidad no coincide con el prejuicio conservador, será que la realidad se equivoca. La muy cabrona.
Comentario de David Mason (23/01/2011 20:31):
No. Yo rectifico, tiene razón Maoricio, todas las desigualdades está claro que han surgido por consecuencia del Marxismo-Leninismo.
Comentario de galaico67 (23/01/2011 20:38):
Andrés, quien pretende hacer razonar a un burro, pierde el tiempo y aburre al animal.
No conseguirás debatir alrededor de una sola idea, no aportará un dato, no dejara de afirmar una cosa y la contraria en una misma respuesta, no tendra en cuenta la historia sin no le conviene. Y puede explayarse de un modo espeso y extenso en sus respuestas.
Yo no enviaré mis neuronas a debatir con semejantes elementos.
Comentario de josé luis (23/01/2011 22:29):
No seré yo el que diga nada en contra de naciones socialmente más justas, de la erradicación de la pobreza y situaciones de exclusión…
La cuestión, creo yo, es lo que se entiende por sistema o en su caso régimen igualitario. Hasta ahora sólo has mencionado Estados capitalistas ( y democráticos en el sentido que nosotros entedemos). De ahí mi confusión.
Por otra parte, ¿a qué crees que se debe el crecimiento económico de China?.
¿Cuándo se dice que algo va mal de qué se trata?, ¿de refundar el capitalismo o de cambiar de modelo?.
PS: Mi intención posteando no es ni mucho menos molestar. Mantengo mi opinión sobre la deriva.
Comentario de josé luis (23/01/2011 22:31):
Se me olvidaba. Por si a alguien le interesa y tiene tiempo:
http://www.imf.org/external/spanish/pubs/ft/WEO/2010/02/pdf/texts.pdf
Comentario de galaico67 (24/01/2011 00:13):
Me encantan las “predicciones” del FMI,sobre todo debido a su historial de aciertos, aunque creo que más bien ejerce de notario de hechos pasados ¿Conoce alguien algún pais que haya salido de algún hoyo siguiendo los consejos del FMI?
No creo que ni Lula ni los chinos sigan los consejos del FMI y Argentina no salió de su corralito por seguir su marcheta, precisamente.
Se admiten referencias, pero “novelas” no, por favor
Comentario de Andrés Boix Palop (24/01/2011 10:17):
José Luis, gracias por el enlace, aunque yo mantengo un sobrio escepticismo sobre la capacidad de los economistas para predecir con un mínimo de rigor. De hecho, hay una cosa graciosa. Y es que una de las críticas clásicas a la planificación marxista, muy inteligente y certera, era que pretender planificar podría tener sentido si el conocimiento de estas cosas fuera parecido al científico pero que, como habíamos de asumir que no hay manera humana de “saber” de verdad sobre estas cosas era mejor dejar libertad a poner todos los huevos en el mismo cesto. Resulta fascinante descubrir cómo ahora el FMI y todos los economistas conservadores han olvidado esas críticas y basan casi todos los dogmas en que sí, en efecto, se puede “prever” qué va a pasar y se puede actuar de forma científica para determinar la evolución. ¡Si de verdad están convencidos de ello su argumento contra la planificación estatal marxista debiera decaer!
Por lo demás, josé luis, no veo la contradicción que señalas. Ya he dicho que creo no haberme movido demasiado, que es el decorado el que lo ha hecho. De ahí mi defensa de democracias liberales europeas y de su modelo redistributivo. Mientras tanto, por lo que veo, el FMI y tú mismo me ponéis como modelo de crecimiento China, Singapur y Vietnam. Pues vale. Si ése es el modelo al que hemos de aspirar en las democracias liberales…
PS: Encantado de que postees. Ya sabes que otra cosa (gracia, inteligencia, atractivo físico…) no tendremos por aquí, pero gusto por el debate y por que nos contradigan, creo que eso no nos lo puede negar nadie.
Comentario de Mauricio (24/01/2011 11:12):
Hombre con una renta per capita como la que tienen en Qatar y su índice de paro, no parece muy necesaria una redistribución de la riqueza. En cuanto a los índices de alfabetización estoy seguro que no solo deben ser elevados, sino que deben haber partido, como la economía, de la nada absoluta y crecido brutalmente en las últimas décadas con el petróleo.
Básicamente dicen que la puesta en marcha en Alemania en el XIX de la “seguridad social” y en Uk después de la WWII los cimientos del estado del bienestar, posteriormente copiados en Europa por todos, lo que llevo a estos países a desarrollarse. La revolución industrial, el mercantilismo, el surgimiento de una burguesía urbana, la clase media, etc, resulta que son posteriores y son consecuencia, que no causa, de los sistemas de distribución. Pues me ha jodido porque precisamente eran estos países los que le iba aponer como ejemplo, de cómo el enriquecimientote estas naciones les permitió desarrollar a posteriori sistemas redistributivos.
Afortunadamente hay más ejemplos. Uno que les gustara especialmente: Suecia. Este mito de la “socialdemocracia” empezó a crear su estado del bienestar en la década de los 50. Según ustedes esto propicio su desarrollo. Sin embargo también podría ser, que como indican los datos, el hecho de que en el periodo que va de 1870 a 1950 Suecia fuera el país del mundo con un mayor crecimiento de la renta per capita, convirtiéndose en uno de los países mas ricos del globo, lo que hiciera que pusieran en marcha su estado del bienestar. Pero a lo mejor son mis prejuicios conservadores.
Como indique en un comentario anterior, en cualquier caso, los países con una menor “desigualdad”, no son aquellos que distribuyen la riqueza de forma más equitativa, sino aquellos que la generan de forma más equitativa. Los países escandinavos se han preocupado y mucho de continuar generando riqueza. Según el índice Heritage de libertad económica están desde luego muy por encima que España, pero también de países como Alemania, Uk, Francia…incluso Dinamarca por encima de los USA.
Por cierto no creo que encuentren ningún liberal que defienda el FMI, desde luego yo no. El FMI, la ONU, el banco mundial, etc…no son mas que engendros burocráticos.
Comentario de Antígona (24/01/2011 16:43):
…
Comentario de josé luis (24/01/2011 17:03):
Andrés, agradezco tu contestación.
Como anteriormente he dicho, malinterpreté la frase de marras. La palabra “igualitarismo” en mí produce una reacción de alerta casi instintiva.
Por mi parte estoy totalmente de acuerdo en la equidistribución de la riqueza, en la igualdad de oportunidades ( de salida) que no tiene porque ser igualdad en los resultados… y en tantas otras cosas. Por supuesto en la igualdad ante la ley (y en la ley). Ni que decir tiene que es preferible en una población que la inmensa mayoría se encuadre en la denominada clase media. Cuantos más produzcan y aporten, mejor. Cuanta más gente pueda vivir dignamente, mejor.
Ahora bien, no descubro América si digo que todo esto se debe conjugar con otros principios, algunos no menos importantes, como son: la libertad, el esfuerzo, el mérito… Ganar dinero legalmente no es malo, destacar por tu trabajo, tus méritos y esfuerzo no es ruín ni perverso ( ¿qué te voy a decir a ti?), acumular patrimonio por ello o por herencia o porque te toque la lotería no es un delito.
He mencionado a China no como ejemplo a seguir sino como simple ejemplo de una país que ha crecido económicamente una barbaridad sacrificando sus principios igualitaristas y abrazando el capitalismo.
En cuanto al crecimiento de EEUU de los años 60 y 70 ( si obviamos la crisis del 73 y la recesión) no creo que se deba “exclusivamente” a que la renta estaba mejor distribuida. Podría ser que el crecimiento hubiera empezado una década antes y que se debiera en parte al final de la guerra.
En cuanto a una mayor y mejor cohesión social… pues no sé, si quitamos a los negros y demás pues puede ser.
Lo del FMI creí que podía ser interesante a pesar de que sean unos parias.
Comentario de Gekokujo (24/01/2011 17:07):
Pues me parece muy buena la argumentación de Andrés. Precisamente el liberalismo teórico aboga por la imposibilidad de prever las necesidades del individuo. Por tanto un régimen de planificación es del todo rechazable. Es rechazar el modelo de la Polis de Platón dónde parece que alguien sabe exactamente lo que conviene y lo que no.
Pero claro, en el actual escenario resulta que eso es exactamente lo que nos están vendiendo. Se nos piden sacrificios porque ese es el plan. Lo que no deja de ser paradójico en un contexto en el que los privilegiados lo son cada vez más. Es más, eso de que el increíble desarrollo (sic) de los últimos años ha transformado a mejor el mundo yo lo cojo con pinzas. El beneficio de ese desarrollo a ido mayoritariamente a unos pocos y esa conclusión se saca fácilmente con un par de estadísticas.
En realidad, la desregulación de las últimas décadas nos enseña que para algunos el darwinismo és la única ley. Lo que no me parece mal puesto que en última instancia es lo que vemos en cualquier documental de la 2. Ahora bien, no se puede hablar entonces ni de justicia ni de leyes. Y menos cuando se modifican, vulneran o interpretan torticeramente a favor de unos pocos.
No es de recibo que los intereses particulares tengan sus lobbys cerca del poder político, y sin embargo, no se les pueda premiar o castigar según obren. Eso no es liberalismo.
Y respecto al liberalismo, que más decir. Necesita fundamentalmente una sociedad mínimamente educada y respetuosa. Hecho que en muchos casos es, como poco, cuestionable para la práctica totalidad de la humanidad.
En realidad pienso que en el fondo es un problema de madurez cultural. En una sociedad tecnificada y compleja como la nuestra, me parece que seguir funcionando como una jerárquica tribu de depredadores es una respuesta demasiado pobre. En este punto reflexiono acerca de sociedades redistributivas que han funcionado relativamente bien. Por ejemplo, la tribu Iroquois en el noreste americano, que para más señas, además era matriarcal.
Finalmente me gustaría señalar que para cualquier persona con un mínimo de conocimientos queda claro que, casi invariablemente, el poder trata de perpetuarse. Que no duda hacer el mal, si le conviene. Independientemente de si se escuda en la burocracia o aplica la fuerza para tal fin.
Comentario de David Mason (24/01/2011 17:51):
La cohesión social no debe andar muy bien, si tenemos que quitar a grupos étnicos que son igual de ciudadanos que el resto. ¿Por qué no son los negros los que han de quitar a los blancos? ¿O los hispanos a los asiáticos?
Comentario de galaico67 (24/01/2011 23:42):
Hombre, Jose Luis, decir que China ha abrazado los principios del capitalismo es un poco exagerado. Una economía dirigida desde una oligarquia de partido se merienda algunos de los principios básicos del capitalismo.
Más bien esta adaptandose al juego, pero a su modo. Y su intención es marcar las reglas.
Comentario de de ventre (25/01/2011 00:05):
el comentario de Mauricio sobre suecia es interesante. de hecho, en la última crisis finaciera que tuvieron, dejaron hundirse bancos y durante seis meses los tipos de interés creo que subieron hasta el 50%.
lo de generar la riqueza equitativamente qué coño quiere decir?
desde luego decir que aquí estamos donde estamos por el excesivo igualitarismo de nuestra economía es de risa. más bien al contrario, siguiendo el ejemplo sueco, después de “generar tanta riqueza” a ladrillazo y creditazo limpio, ahora tocaría repartir, ¿no?
de todos modos, viendo a las cajas subastar pisos a precios de risa (comparativa) para salvar sus balances, uno no puede evitar preguntarse dónde ha ido el dinero al final y quien ha reído el último.
j
Comentario de parvulesco (25/01/2011 00:42):
Sobre la pregunta de si China es capitalista, Poch responde que no, ya que en ese sistema el Estado es dirigido por los capitalistas, mientras que en China pasa al revés.
Al final también hay “liberalismo real” y “liberalismo ideal”… El primero es simplemente el sistema occidental de acumulación de poder económico y político por parte de una élite corrupta y opaca al margen de una masa de futboleros, mileuristas e inmigrantes, inspirado teóricamente por el segundo, que no son más que valores que podría suscribir todo quisqui, hasta un socialista del diecinueve: meritocracia, igualdad ante la ley, igualdad de oportunidades, etcétera.
Comentario de Gekokujo (25/01/2011 04:51):
Yo estoy por montar una agencia de rating a políticos y economistas.
Stoneface&Choris Associated
Comentario de Mauricio (25/01/2011 13:21):
Tan solo puntualizar que en ningún caso pienso o he dicho que se haya llegado a esta situación por un excesivo “igualitarismo” (entendido como un reparto equitativo de la riqueza), ni tan siquiera por un sistema redistributivo excesivo. Tan solo que los sistemas redistributivos son la consecuencia, que no la causa del enriquecimiento de las naciones.
Y que al igual que parece lógico que una sociedad cuando llega a un nivel alto de acumulación de riqueza se plantee que hacer con ello, Europa se decidió por el estado del bienestar, entiendo que en puridad cuando no dispone de esa riqueza, esa sociedad debería plantearse que hacer, sin hablar de derechos inalienables, inherentes, irrenunciables, etc, cuando tan solo son privilegios que se autoconcede una sociedad cuando alcanza un nivel elevado de riqueza.
Es inevitable e ineludible recortar gastos, pero entiendo que antes de tocar ninguno de esos privilegios, ventajas, prestaciones, que nos pagamos nosotros como sociedad, deberían recortarse los privilegios de aquellos que viven de la sociedad: el estado, que por supuesto no debería dar ni un céntimo a bancos o empresas que por su mala gestión no sean viables.
Lo de generar riqueza de forma equitativa, no es otra cosa que la productividad. Mas arriba hablan del “reparto” de la riqueza con el famoso 80-20, el problema es que se reparta como se reparta no habrá riqueza suficiente para todos. Al final en todos los países que se da ese paradigma, mediante políticas de redistribucion, lo único que se consigue es cambiar las caras del 20% que posee la riqueza. La riqueza que acumula el 20% acostumbra a ser consecuencia de sistemas de monopolio/oligopolio, de explotación de recursos naturales, de mano de obra barata, etc., lo que necesitan esas sociedades es poder crear riqueza al margen de estos llamémosles “canales”.
Comentario de Pere. M (06/02/2011 08:53):
Collonut!