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En tierra hostil

James Cameron fue uno de los mejores directores de cine de acción de la década de los ochenta, alumbrando películas tan exitosas como Terminator o Alien 2. Sin embargo, con el cambio de década la cosa comenzó a empeorar: Cameron pasó de hacer grandes películas de tipos duros que soltaban yoyah a perpetrar películas con preocupantes concesiones a la galería, cuyo mejor ejemplo es el insufrible niño “elegido” de Terminator 2 (un peliculón, con Terminator malo líquido –uno de los mejores malos de todos los tiempos- incluido, pero con ese importante lastre); y de ahí, en la década de los noventa, a mezclas, tan exitosas como inverosímiles, de humor y acción (“Mentiras arriesgadas”), que preludiaban el definitivo descenso de Cameron a los infiernos de la metrosexualidad, en dos actos: la inflamada y sentimentaloide historia de Titanic, en 1997 (¡este puto barco no se hunde nunca!), y los ridículos Azules de Avatar, en este mismo año.

¿Qué había ocurrido? Pues muy sencillo: Cameron se casó en 1989 con la también directora Kathryn Bigelow, y en los escasos dos años que duró su matrimonio Bigelow vampirizó todo lo que de masculino podía tener Cameron y se lo apropió. Puede que esto les parezca a Ustedes algo inverosímil, o un desvergonzado intento de subirse al carro, tan exitoso como repugnante, de “hablemos de vampiros”, o ambas cosas, pero en cualquier caso tengan presente que ya en los años 80 encontramos la simiente que nos muestra que Cameron era un calzonazos hasta unos niveles que a uno le da por pensar si no será español (y hasta cierto punto podría decirse que lo es, dado que Cameron es… ¡canadiense, con secesionismo quebequés incluido!), de manera que los espectadores tuvimos que aguantar en Terminator y, sobre todo, en Terminator 2, la insufrible presencia de su futura esposa, Linda Hamilton, que interpretaba a Sarah Connor, la omnipresente madre (felizmente fallecida de cara a la tercera entrega de la saga [1]) del futuro líder de la resistencia frente a Skynet, John Connor.

¿Y a qué viene todo esto? Se preguntará el lector. Pues viene a propósito de la resonada victoria de Bigelow en los Oscar, diecinueve años después de su divorcio de James Cameron, con su película “En tierra hostil” (traducida en Latinoamérica, por si pensaban que no había nada peor en el mundo que el doblaje que se hace en España, como “Zona de Miedo”), que se ha llevado nada menos que seis estatuillas, por tres de Avatar; bueno, a propósito de esto y de que, para qué engañarnos, la crítica de la película no da mucho de sí, y con algo teníamos que entretenerles a Ustedes.

En tierra hostil cuenta la historia de unos artificieros del ejército USA encargados de desactivar bombas en el conflictivo entorno del Irak de postguerra. Utilizando técnicas narrativas cercanas al documental, la película puede resumirse en estos dos axiomas:

– Los moros son seres arteros y peligrosos, siempre dispuestos a clavártela, bien sea explosionando una bomba que se cepilla al héroe artificiero, bien sea vendiéndole unos DVDs defectuosos.

– La invasión de Iraq fue un enorme error, que aún se está pagando.

Para entendernos, lo entretenido de la película es lo primero: ver cómo los moros sonríen y dicen que sí a todo, que ellos, si pudieran, dejarían de ser moros siquiera por un instante para poder sentirse neoyorquinos, o texanos, o lo que fuera menester, para luego, a la mínima que tienen ocasión, asestarte una puñalada trapera. Lo otro, lo de “qué mal que está todo en Iraq y qué error que cometieron los malvados republicanos neocon, que nos engañaron a todos”, a estas alturas sigue vistiendo mucho en EE.UU., donde los bienpensantes del mundo de la cultura y el espectáculo llevan a lo sumo tres añitos, no más, coincidentes a grandes rasgos con el momento en que está ya clarísimo que los demócratas van a recuperar la Casa Blanca, haciendo una crítica acerba, valiente como es valiente pegarle entre todos una paliza al marginado de la clase, de lo mal que están las cosas en Iraq.

Eso explica que le dieran a Bigelow seis Oscars, pues “ha sabido reflejar la verdad desnuda en toda su crudeza”, pero oiga Usted, que en LPD ya veníamos diciendo esto desde 2002, incluso antes de la invasión de Iraq [2], y que a estas alturas nos vengan con cine denuncia en este ámbito suena un poco como decir en 2006, o ahora, que el Madrid de Florentino Pérez era un fracaso; cuando tiene mérito hacer esto es en 2004 (trátese de Florentino Pérez o de Iraq) , ahora ya canta bastante.блинная сковорода [3]youtube language translator [4]