Ricardo Santamaría

Si algún entrenador ha hecho alguna vez historia sin duda ninguna se trata del técnico que dirigió a la selección en el Mundial’82. La desastrosa actuación del combinado nacional sólo tuvo como efecto colateral positivo que la oronda figura de Naranjito, mascota oficial seleccionada por algún gris funcionario con traumas infantiles de gran calibre, pasara a un segundo plano ante la vergüenza que nos invadió a todos. Nunca un país anfitrión ha hecho el ridículo de semejante manera. Hasta Francia ha logrado realizar un papel digno en una Copa del Mundo cuando ha jugado en casa. El caso español fue todavía más grave porque fresco en la retina de todos estaba todavía el espectacular Mundial de Argentina, con un Videla eufórico sobornando a todos los árbitros y porteros chilenos que se ponían a tiro y con excelentes resultados.

En el Mundial 82 el aspecto extradeportivo funcionó bastante bien. De hecho gracias a los tejemanejes de quien era el encargado de realizarlos logró nuestra selección clasificarse como segunda de grupo ante los terroríficos rivales de, a saber: Yugoslavia (que no era un mal equipo pero tampoco nada del otro mundo, su explosión, en todos los sentidos, fue posterior), Irlanda del Norte (vinieron de juerga, se liaron a beber cerveza e ir a la playa y encima nos hicieron hacer el ridículo) y Honduras (rival potentísimo, que intimida por eso de que, como les ganes un partido, te monta una guerra). Especialmente escandaloso fue el penalty que señalaron a Juanito cuando este andaba alegremente por el centro del campo, recibió un empujoncito, y corrió raudo hacia el aérea contraria donde se dejó caer con ese arte que sólo quien está acostumbrado a las penas máximas con denominación de origen Bernabeú puede tener. Y el árbitro, alegre y dicharachero él, señaló la falta allí donde Juan Gómez “maravilla” le indicó. Así logró nuestra selección clasificarse para seguir haciendo el ridículo en la segunda ronda, esta vez con todas las de la ley (ante Alemania y esas cosas) y encima en Madrid (dentro de lo que cabe lo de la primera ronda había sido en el entonces llamado Luis Casanova y la cosa no era tan grave).

Desde aquí queremos por ello rendir homenaje a Santamaría, ese legendario jugador y entrenador de alma blanca y resultados históricos (al menos en lo que a Mundiales se refiere). Sin él no habría sido posible, a buen seguro. De todos modos no queremos dejar escapar esta ocasión sin señalar que nuestro ídolo, Javi Clemente, también habría sido capaz de algo así, como demostró recientemente. Lástima que no se jugara la cosa en España (aunque quedara cerca), pues en ese caso Javi se habría ganado la gloria más imperecedera. A señalar también un dato curioso, tanto Javi como Santamaría usaron una táctica similar para cavar la tumba del fútbol español: llenar el equipo de vascos.как сделать интернет магазинswedish language translations


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